As¨ª es la vida en el ¨²ltimo pa¨ªs en prohibir la esclavitud
Como periodista gr¨¢fico, Seif Kousmate ha fotografiado y entrevistado a actuales y antiguos esclavos en Mauritania y fue encarcelado por la polic¨ªa por esa raz¨®n
En 1981 Mauritania ilegaliz¨® la esclavitud, convirti¨¦ndose en el ¨²ltimo pa¨ªs del mundo en hacerlo. No obstante, docenas de miles de personas ¡ªla mayor¨ªa pertenecientes a los grupos minoritarios haratines o afromauritanos¡ª a¨²n viven como trabajadores retenidos, empleados dom¨¦sticos o ni?as-novias. Grupos locales de derechos humanos calculan que hasta un 20% de la poblaci¨®n vive en condiciones de esclavitud, con uno de cada dos haratines obligado a trabajar en granjas o casas particulares sin la posibilidad de obtener libertad, educaci¨®n o salario.
La esclavitud tiene una larga historia en esta naci¨®n del desierto norteafricano. Durante siglos, moros de habla ¨¢rabe atacaron aldeas africanas y dieron lugar a un r¨ªgido sistema de castas que a¨²n existe hoy en d¨ªa, con los habitantes de piel m¨¢s oscura sometidos a sus amos de piel m¨¢s clara. La condici¨®n esclava es heredada por v¨ªa materna y los activistas contra esta pr¨¢ctica son habitualmente torturados y detenidos. Pese a ello, el Gobierno niega la existencia de la esclavitud en Mauritania, congratul¨¢ndose, de hecho, por haber erradicado la pr¨¢ctica.
Los miembros de la principal organizaci¨®n contra la esclavitud en Mauritania, la Iniciativa para el Resurgimiento del Movimiento Abolicionista (IRA), esperan desalojar al Gobierno de mayor¨ªa ar¨¢bigo-bereber en las elecciones del pr¨®ximo a?o. El l¨ªder de IRA, Biram Ould Abeid ¡ªun haratin que permaneci¨® encarcelado durante a?os antes de quedar segundo en las elecciones nacionales de 2014¡ª ha prometido destituir al presidente Mohanmed Ould Abdel Aziz, quien lleg¨® al poder por medio de un golpe de Estado en 2008 y desde entonces ha desmantelado el Senado, lo que los cr¨ªticos ven como un intento de ampliar sus poderes.
Fatimatou y su hija Mbarka (arriba) eran esclavas de una familia en la regi¨®n de Aleg, a aproximadamente 250 kil¨®metros de la capital, Nouakchott. ¡°Me llamaban 'Fatma, la sierva': yo cuidaba el ganado, preparaba la comida y tra¨ªa el agua del pozo¡±, relata Fatimatou. ¡°Perd¨ª dos beb¨¦s con esta familia, porque no me dejaban cuidar a mis propios hijos. Me forzaban a trabajar nada m¨¢s haber dado a la luz¡±. Fatimatou y sus hijos fueron liberados a principios de la d¨¦cada de 1990 por la organizaci¨®n SOS Esclavos. Ahora vive con su familia en uno de los barrios obreros de Nouakchott.
Habi y su hermano Bilal (a la izquierda), delante del garaje de Bilal en las afueras de Nouakchott. Ambos hermanos eran esclavos de una familia al este de la capital, pero Bilal se escap¨® un d¨ªa, de manera repentina, despu¨¦s de que su amo le diera una paliza. Tras varios intentos de rescatar a su hermana, que fue v¨ªctima de abusos sexuales y trabajos forzados, fue finalmente liberada con la ayuda de SOS Esclavos en 2008.
Mauritania es un puente entre el Magreb ¨¢rabe del norte de ?frica y ?frica subsahariana de piel m¨¢s oscura. Los ¨¢rabes-bereberes en el poder ocupan puestos mejor remunerados en los trabajos y en el Gobierno, mientras que los haratines y los afromauritanos de piel m¨¢s oscura est¨¢n infrarrepresentados en los puestos de liderazgo y se enfrentan a muchos obst¨¢culos en la sociedad, desde el acceso a la educaci¨®n hasta los trabajos bien pagados.
Los haratines desempe?an muchas labores que los ¨¢rabes-bereberes consideran sucias o degradantes, como trabajar en los mercadillos. SOS Esclavos organiza talleres para ayudar a empoderar a las mujeres haratines, la mayor¨ªa de las cuales est¨¢n desempleadas, son pobres y tienen poca o ninguna formaci¨®n. Algunos talleres ense?an a los esclavos recientemente liberados qu¨¦ es y c¨®mo se usa el dinero, mientras que otros ense?an a las mujeres haratines oficios como el bordado o la costura, que les ayuda a ganar dinero por primera vez en sus vidas.
Mabrouka (a la izquierda), de 20 a?os, era una ni?a cuando la apartaron de su madre, tambi¨¦n una esclava, para servir a una familia en la zona del suroeste de Rosso. A los 11 a?os se quem¨® gravemente el brazo izquierdo mientras cocinaba para sus amos. A¨²n sufre con el dolor. Mabrouka ten¨ªa 14 a?os cuando la liberaron, en 2011, pero nunca pudo ir a la escuela. Se cas¨® con 16 y es ahora madre de Meriem, de cuatro a?os, y de Khadi, que tiene dos meses.
Una residente (arriba) del barrio de Tarhil en el exterior de su vivienda, en la que fue reinstalada por el Estado cuando su barriada en Dar Naim fue demolida para construir una carretera. Casada y con dos ni?os, vende galletas a los transe¨²ntes mientras su marido desempe?a trabajos espor¨¢dicos en la ciudad. ¡°Si tuvi¨¦ramos el presupuesto necesario, alquilar¨ªamos una habitaci¨®n en Nouakchott. Aqu¨ª no tenemos siquiera agua; tenemos que pagar a un carro para que nos la traiga¡±.
Los haratines trabajan en determinadas profesiones destinadas ¨²nicamente a su casta, como la carnicer¨ªa y la recogida de basura. A la derecha abajo, los hombres en un matadero preparan el ganado para su venta en Nouakchott. La imagen a la derecha arriba muestra a Youssef, de 18 a?os, que est¨¢ en el tercer a?o del instituto en Nouakchott. Algunos d¨ªas a la semana, trabaja recogiendo basura para ayudar a mantener a su familia.
Moctar (en la imagen de abajo) naci¨® esclavo en el seno de una familia ¨¢rabe-bereber, para la que fue obligado a trabajar junto con su madre y su hermano. En 2012, tras varios intentos, consigui¨® escaparse y conoci¨® a un activista del movimiento antiesclavitud. Intent¨® liberar a su madre ya su hermano, pero se negaron a huir con ¨¦l. Su madre incluso le critic¨® por su fuga y fue testigo en su contra. ¡°Cuando era m¨¢s joven, mi madre me dec¨ªa todas las noches que debemos respetar a nuestros amos, porque su casta es m¨¢s elevada que la nuestra y son santos¡±, dice Moctar. ?l comenz¨® a estudiar a los 13 y espera convertirse en un abogado, para poder luchar por los derechos de los haratines.
Meryem (en azul en la foto de la derecha) vive en Znabeh, una peque?a aldea habitada por antiguos esclavos. En 2014, tras la muerte de su padre, los hijos del jeque Mohammed, traficante de esclavos, liberaron a cuatro mujeres ¡ªMeryem, A?cha, Be?ga y Merine¡ª y a sus hijos. Todos huyeron y se establecieron junto a un manantial. Ahora sobreviven gracias a su peque?a propiedad y a la poca comida que genera.
Salma (en azul oscuro a la derecha) sirvi¨® durante m¨¢s de 50 a?os como esclava para una familia morisca blanca en la regi¨®n de Chagar, en el norte de Mauritania. Sus hijos nacieron tambi¨¦n en la servidumbre.
En 2013, Salma y su hija, Yema, fueron liberadas por sus dos hijos, Bilal y Salek, quienes escaparon algunos a?os antes. Pero Yema volvi¨® con la familia de su amo dos veces. Actualmente est¨¢ casada y tiene dos hijos. Salma, Yema y sus hermanos viven ahora juntos en una barriada en Dar Naim.
Aichetou Mint M¡¯barack (abajo) era esclava por descendencia en la zona de Rosso. Al igual que su hermana, la arrancaron de su madre y la dieron a un miembro de la familia de su amo para que fuera su sierva. Se cas¨® en la casa de sus amos y tuvo ocho hijos, dos de los cuales se los quitaron para ser esclavos para otras familias. En 2010, la hermana mayor de Aichetou la pudo liberar con la ayuda del movimiento IRA, tras huir ella misma de sus amos, despu¨¦s de que ellos echaran brasas calientes sobre su beb¨¦, mat¨¢ndolo. Aichetou y sus ocho hijos son ahora libres y viven juntos en Nouakchott.
Jabada (abajo) tiene m¨¢s de 70 a?os. Huy¨® de su amo despu¨¦s de que este le atara las manos al palo de una tienda, lo que le cort¨® por completo un dedo y deform¨® los otros. Ahora es incapaz de usar las manos. Acogida por otra familia que la ayud¨® a curar sus heridas, Jabada se qued¨® con ellos hasta su liberaci¨®n en la d¨¦cada de 1980. Ahora vive con sus hijos y nietos en uno de los barrios pobres de Nouakchott.
Este art¨ªculo fue originalmente publicado como parte del proyecto Mordern-day slavery In focus del? The Guardian¡¯s Global Development y en el portal Bhekisisa.
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