M¨¢s de 150 manifestantes detenidos en Par¨ªs en una nueva protesta de los ¡®chalecos amarillos¡¯
Los agentes han recurrido a gases lacrim¨®genos para dispersar la concentraci¨®n
Ten¨ªa que ser una jornada de protesta contra las pol¨ªticas del presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, y en favor de acciones m¨¢s contundentes contra el calentamiento global. El Gobierno franc¨¦s tem¨ªa que la coincidencia de tres manifestaciones ¡ªla de los chalecos amarillos, la ecologista y la sindical contra la reforma de las pensiones¡ª provocase el caos en Par¨ªs y reforzase la presi¨®n sobre el Gobierno franc¨¦s.
Todo qued¨® desdibujado. La fuerte presencia policial desactiv¨® a los chalecos amarillos. Y estos, junto a violentos antisistema del llamado black block, acabaron por sumarse a una marcha por el clima poco concurrida y empa?ada por los choques puntuales de una minor¨ªa con las fuerzas del orden.
A la espera de que pudieran producirse nuevos incidentes por la noche, la jornada termin¨® con 163 detenciones. De estos 99 pasaron a disposici¨®n judicial.
Que el s¨¢bado de protestas coincidiese tambi¨¦n con las jornadas del patrimonio, en las que los edificios y monumentos est¨¢n abarrotados de ciudadanos y turistas, complicaba la tarea para gestionar el orden p¨²blico en la capital. ¡°Est¨¢ bien que la gente se exprese. Debe poder hacerse en la calma¡±, avis¨® Macron en v¨ªsperas de un s¨¢bado que algunos chalecos amarillos hab¨ªa pronosticado que ser¨ªa ¡°hist¨®rico¡±.
Era la primera gran manifestaci¨®n de este movimiento en el inicio de curso y la oportunidad de retomar fuerza tras casi un a?o de 45 protestas semanales ininterrumpidas. El movimiento sali¨® a la calle, por primera vez, el 17 de noviembre de 2018, en protesta por el aumento de la tasa sobre el carburante que grava a las personas que necesitan desplazarse en coche. En seguida se transform¨® en un movimiento ¡ªmayoritariamente pac¨ªfico pero con estallidos de violencia¡ª contra las ¨¦lites de pa¨ªs y contra su presidente.
El despliegue de 7.500 polic¨ªas en Par¨ªs frustr¨® de buena ma?ana las protestas no autorizadas de los chalecos amarillos. Tras algunas escaramuzas, decenas de detenciones y el lanzamiento de gases lacrim¨®genos, se dispersaron. Mientras tanto, en otro punto de la capital, discurr¨ªa sin altercados una manifestaci¨®n tradicional del sindicato Force ouvri¨¨re.
Los chalecos amarillos se adhirieron entonces a la marcha por el clima, al igual que los agitadores del black block. Participaron en esta marcha 15.200 personas, seg¨²n un recuento independiente. Fue muy distinta de las de Berl¨ªn y otras capitales, el d¨ªa anterior, no solo por el n¨²mero de asistentes ¡ªaunque en Par¨ªs el viernes se manifestaron tambi¨¦n unos 9.000 j¨®venes¡ª, sino por la tensi¨®n permanente.
Tras el paso de la marcha clim¨¢tica en el bulevar Saint-Michel se ve¨ªan escaparates rotos, papeleras quemas, mobiliario urbano destrozado y pintadas anticapitalistas o favorables a la violencia. El olor de gases lacrim¨®genos impregnaba buena parte del recorrido.
En un momento de la marcha, Greenpeace llam¨® a los manifestantes a abandonarla y se?al¨® a la polic¨ªa como responsable. ¡°No se dan las condiciones de una marcha no violenta. Denunciamos el uso de lacrim¨®genos sobre manifestantes no violentos y sus familias¡±, escribi¨® la organizaci¨®n en la red social Twitter.
Algunos ve¨ªan en este s¨¢bado una oportunidad para que la protesta social contra las pensiones, la de los chalecos amarillos y la medioambiental confluyesen en una sola. Pero la ¡°convergencia de las luchas¡± no acaba nunca por concretarse. Los intereses de unos y otros no coinciden siempre, e incluso pueden oponerse, como es el caso del uso del autom¨®vil o las ecotasas.
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