Manifestantes y polic¨ªa endurecen sus t¨¢cticas en las protestas de Hong Kong
Decenas de detenidos y numerosos actos de vandalismo en la tercera jornada de protestas tras la prohibici¨®n de las m¨¢scaras
La nueva ley contra las m¨¢scaras no solo no ha conseguido detener las protestas en Hong Kong; las ha empeorado. Dos d¨ªas despu¨¦s de su entrada en vigor, decenas de miles de personas han salido a la calle a protestar contra la medida en tres grandes marchas en distintos puntos de la excolonia brit¨¢nica. La inmensa mayor¨ªa, en un gesto de desaf¨ªo, llevaba m¨¢scaras o la cara cubierta de alg¨²n otro modo. Pero, tras comenzar de manera pac¨ªfica, grupos de manifestantes contra el Gobierno aut¨®nomo y contra China se han lanzado a una nueva ola de destrozos. La polic¨ªa ha respondido con? cargas tras las que ha detenido a decenas de personas.
La jornada hab¨ªa comenzado con una derrota judicial para los opositores a la ley antim¨¢scaras, la segunda en menos de 48 horas. Un tribunal de primera instancia deneg¨® una petici¨®n de 24 legisladores de la oposici¨®n pandem¨®crata para que se impusiera una moratoria a la ley mientras se decide sobre su validez. La audiencia para analizar la legitimidad de la medida comenzar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 18, mientras tanto la prohibici¨®n continuar¨¢ vigente.
Durante el d¨ªa, continuaba a¨²n la tensa atm¨®sfera del s¨¢bado, cuando Hong Kong se levant¨® semiparalizado tras los fuertes choques de la noche del viernes ¡ªla medida entr¨® en vigor esa medianoche¡ª, con el metro completamente cerrado durante 24 horas por primera vez en su historia, numerosos comercios que no llegaron a abrir y destrozos a¨²n visibles, especialmente en sucursales de bancos chinos. El cierre parcial de algunas l¨ªneas de metro, el principal sistema de transporte en esta ciudad de 7,4 millones de habitantes, continuaba el domingo; algunos de los centros comerciales m¨¢s populares tambi¨¦n optaron por prolongar su cierre.
Tras la decisi¨®n del tribunal, decenas de miles de personas desafiaron a la fuerte lluvia y los problemas de transporte para expresar su repulsa a una medida muy impopular: los manifestantes usan las m¨¢scaras para ocultar su identidad, pero tambi¨¦n para protegerse del gas lacrim¨®geno. Con carteles en los que se le¨ªan mensajes como ¡°los pac¨ªficos y los bravos (los dos tipos en que se dividen a s¨ª mismos los participantes en las protestas: moderados y radicales) luchar¨¢n siempre unidos¡±, entonaban el himno de las protestas, Gloria a Hong Kong, y gritos como ¡°?hongkoneses, rebeli¨®n!¡±
Muchos hac¨ªan, con una mano, el gesto chino para el n¨²mero seis, con el pu?o cerrado y el pulgar y el me?ique estirados, una alusi¨®n a lo que ya llaman su ¡°sexta demanda¡±, la reforma o el desmantelamiento de la polic¨ªa. Se suma as¨ª a las cinco previas: la retirada del pol¨¦mico proyecto de ley de extradici¨®n que desencaden¨® las manifestaciones ¡ªla ¨²nica a la que el Gobierno aut¨®nomo ha accedido¡ª, la puesta en libertad sin cargos de los m¨¢s de 2.000 detenidos, retirar la descripci¨®n de ¡°disturbios¡± para las protestas, abrir una investigaci¨®n independiente sobre el comportamiento de la polic¨ªa y un verdadero sufragio universal.
Gradualmente, y como ha venido ocurriendo en los cuatro meses de protestas, la marcha pac¨ªfica se fue transformando en una serie de actos de violencia. Como en los ¨²ltimos d¨ªas, los bancos de propiedad china o los establecimientos de propietarios percibidos como simpatizantes de Pek¨ªn fueron el blanco preferido del vandalismo. Varias estaciones de metro sufrieron destrozos; alguna ¡ªla de Mong Kok, uno de los ¡°puntos calientes¡± habituales de enfrentamientos entre movilizados y polic¨ªa¡ª- qued¨® completamente inundada.
Un taxista que golpe¨® a dos mujeres manifestantes con su veh¨ªculo en un barrio perif¨¦rico fue atacado por los participantes. Un periodista de la televisi¨®n p¨²blica hongkonesa sufri¨® quemaduras en la cara cuando un c¨®ctel molotov prendi¨® el poncho de pl¨¢stico que llevaba para protegerse de la lluvia.
Por primera vez, y despu¨¦s de que hubieran circulado en las redes algunas im¨¢genes en las que antidisturbios hongkoneses parec¨ªan entrar en el cuartel de las tropas chinas en Hong Kong, en el acomodado barrio de Kowloon Tong, un grupo de manifestantes intent¨® acercarse al acantonamiento y apuntarlo con luces l¨¢ser. Los soldados respondieron con una banderola de advertencia: si los j¨®venes no se dispersaban, podr¨ªan ser arrestados.
La polic¨ªa respondi¨® con dureza al giro violento de las protestas, con gases lacrim¨®genos, balas de pl¨¢stico y ca?ones de agua a presi¨®n y decenas de personas fueron detenidas. La operaci¨®n de b¨²squeda y captura continu¨® durante la noche: a las nueve, las l¨ªneas de metro operativas cerraban definitivamente hasta el lunes. En puestos de control, los antidisturbios paraban los autobuses y registraban a los pasajeros, especialmente a los j¨®venes, en busca de indicios de que hubieran participado en las movilizaciones.
En un comunicado en su p¨¢gina de Facebook, la polic¨ªa acusaba a los manifestantes de intentar tomarse ¡°la justicia por su mano¡±. ¡°Las atrocidades perpetradas por los autores de los disturbios est¨¢n por debajo del m¨ªnimo aceptable en cualquier sociedad civilizada. La polic¨ªa advierte a los autores de disturbios que detengan todos sus actos ilegales y expresa su m¨¢s fuerte condena contra todos los actos violentos de los alborotadores¡±.
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