La derecha francesa elige a un pragm¨¢tico para frenar la sangr¨ªa
Christian Jacob, veterano exministro y jefe parlamentario, ser¨¢ el nuevo presidente de Los Republicanos
En tiempos de zozobra, nada de experimentos. La vieja derecha francesa apuesta sobre seguro. Los militantes de Los Republicanos ¡ªLR, heredero de los partidos de los presidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy¡ª eligieron este fin de semana al veterano Christian Jacob como nuevo l¨ªder de la formaci¨®n.
Jacob, de 59 a?os, ya es el jefe de grupo parlamentario en la Asamblea Nacional y fue ministro durante el segundo mandato de Chirac entre 2002 y 2007. Representa al establishment de un partido que hace dos a?os parec¨ªa hegem¨®nico en Francia y hoy se encuentra sin dirigentes de peso ni una l¨ªnea ideol¨®gica clara, y en neto retroceso electoral.
Jacob derrot¨® por mayor¨ªa absoluta al soberanista Julien Aubert y el liberal Guillaume Larriv¨¦. Jacob obtuvo un 62,58% de votos. Aubert, un 21,28%. Y Larriv¨¦, un 16,14%. Votaron 61.856 militantes, un 47,44% del censo de 131.514 militantes.
La rotundidad del resultado permite a Jacob albergar esperanzas de impedir que el partido caiga en la irrelevancia, como le est¨¢ ocurriendo al que durante d¨¦cadas fue su competidor, el Partido Socialista. Su lema es "unir, reconciliar, reconstruir". Las elecciones municipales de marzo ser¨¢n la primera prueba para este pragm¨¢tico criado?pol¨ªticamente bajo el ala del reci¨¦n fallecido Chirac.
LR, cuya tradici¨®n era la del gran partido de las derechas liberal, conservadora y soberanista francesas, se ve sometido a una presi¨®n enorme en sus dos flancos. Emmanuel Macron, que gan¨® las presidenciales de 2017 con una coalici¨®n que abarcaba desde el centroizquierda al centroderecha, no ha dejado de ganarle terreno. Figuras relevantes del ala moderada de LR se pasaron al macronismo. Algunos ocupan posiciones relevantes como el primer ministro, ?douard Philippe, o el ministro de Econom¨ªa y Finanzas, Bruno Le Maire. Otros, como el hist¨®rico Alain Jupp¨¦, no esconden sus simpat¨ªas hacia el actual presidente. Incluso Sarkozy se deja querer. Muchos votantes moderados han desertado de la derecha para pasarse al partido presidencial.
La presi¨®n tambi¨¦n llega desde la extrema derecha. El Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen ¡ªheredero del viejo partido ultra Frente Nacional¡ª corteja a sus militantes y dirigentes. Y figuras emergentes en la ¨®rbita ultra, como Marion Mar¨¦chal ¡ªsobrina de Marine Le Pen¡ª intentan tender puentes con LR, por ahora con un ¨¦xito muy limitado.
Jacob liderar¨¢ un partido con un espacio ideol¨®gico menguante y una capacidad ins¨®lita de quemar a sus dirigentes. El candidato a las elecciones presidenciales de 2017, Fran?ois Fillon, se hundi¨® por las revelaciones sobre los empleos ficticios de sus familiares. Por primera vez en la V Rep¨²blica, el partido hegem¨®nico en la derecha no pas¨® a la segunda vuelta.
Laurent Wauquiez lleg¨® en oto?o de 2017 a la presidencia de LR con la bandera de la derecha sin complejos y decidido a no dejarse pisar el terreno por Le Pen. Era joven y brillante. El fracaso fue estrepitoso. En las europeas del pasado mayo, LR sac¨® un 8,5% de votos. Wauquiez dimiti¨®.
El perfil de Jacob es muy distinto al de Wauquiez, aunque le apoy¨® al ser elegido hace dos a?os. Es casi dos d¨¦cadas mayor. Y su estilo est¨¢ alejado del hiperliderazgo y el talante polarizador de su antecesor, o de un l¨ªder hist¨®rico como Sarkozy. Es como si, en una ¨¦poca en el que las bases tienden a premiar a los candidatos rupturistas y a los que se enfrenta a los poderes establecidos, los militantes conservadores hubiesen decidido premiar todo lo contrario.
El nuevo presidente conoce como pocos el partido por dentro: el aparato dirigente y la base territorial. Rehuye la estridencia y busca el consenso. Cuenta con una ventaja que no tiene el otro damnificado del terremoto pol¨ªtico precipitado por la irrupci¨®n de Macron, el PS: LR sigue siendo la principal fuerza de oposici¨®n en la Asamblea Nacional y es mayoritario en el Senado. Y cuenta con ciudades de peso como Niza o Marsella.
Pero cada elecci¨®n supone un nuevo rev¨¦s y ya ha perdido 100.000 militantes en dos a?os. El ¨²ltimo en anunciarlo, el mismo domingo, fue el exprimer ministro de Chirac ¡ªy exjefe de Jacob¡ª- Jean-Pierre Raffarin, hoy un entusiasta macronista. Jacob no ha llegado a la c¨²pula de LR para ser candidato en las presidenciales de 2022. Quedan demasiado lejos. Su tarea, m¨¢s que ganar, es reconstruir. Y evitar la descomposici¨®n definitiva.
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