La ganadora de la medalla m¨¢s importante de M¨¦xico la rechaza en memoria de su hijo desaparecido
Rosario Ibarra de Piedra condiciona recibir la Belisario Dom¨ªnguez hasta que sea esclarecido el paradero de Jes¨²s Piedra, desaparecido hace 44 a?os
Rosario Ibarra de Piedra solo quiere la verdad. La activista, de 92 a?os, ha sido reconocida este mi¨¦rcoles por el Senado mexicano con la medalla Belisario Dom¨ªnguez, la presea m¨¢s importante del pa¨ªs,?por su trayectoria en favor de los presos, desaparecidos y exiliados pol¨ªticos. Ibarra ha decidido no aceptar el galard¨®n hasta que el presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, le d¨¦ avances del paradero de su hijo, Jes¨²s Piedra Ibarra, v¨ªctima de desaparici¨®n forzada durante la Guerra Sucia, cuando el Gobierno de los a?os 60 y 70 persigui¨® a los movimientos sociales y pol¨ªticos.
La pionera en la lucha social en M¨¦xico no acudi¨® a la ceremonia de premiaci¨®n debido a su delicado estado de salud. Esto no impidi¨® que su voz fuese escuchada. Su hija Claudia fue la encargada de transmitir la exigencia al mandatario mexicano: ¡°No quiero que mi lucha quede inconclusa, es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas, junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos y a?orados hijos¡±. Los amigos y familiares convocados a la ceremonia en el viejo edificio del Senado, en el centro de Ciudad de M¨¦xico, pronunciaron la frase que ha acompa?ado a Rosario por m¨¢s de 40 a?os: ¡°Vivos se los llevaron, vivos los queremos¡±
Claudia, le hija menor de Ibarra de Piedra ley¨® con voz firme y en¨¦rgica las palabras de su madre frente al presidente, decenas de legisladores e invitados especiales como la escritora Elena Poniatowska. ¡°La impunidad absoluta de este aparato represor y de sus creadores ha permitido que hasta nuestros d¨ªas se siga cometiendo la desaparici¨®n forzada y se contin¨²e arrojando lodo y agravio a nuestros familiares desaparecidos¡±.
La denuncia de do?a Rosario tiene el rostro de su hijo, Jes¨²s Piedra Ibarra. El joven de entonces 21 a?os, estudiante de medicina y presunto integrante de la organizaci¨®n guerrillera Liga 23 de Septiembre, desapareci¨® el 18 de abril de 1975. Esa fecha marc¨® el destino de la familia. Sobre todo de su madre, una mujer menuda originaria de Saltillo, Coahuila (norte de M¨¦xico) que so?aba con ser bailarina o declamadora, pero ante la ausencia de Jes¨²s se convirti¨® en una de las primeras defensoras de los desaparecidos en M¨¦xico. Una causa que ha abrazado los ¨²ltimos 44 a?os.
El nombre de Jes¨²s se convirti¨® en su bandera, el pu?o en alto fue el estandarte para sumar a m¨¢s madres que, como ella, hab¨ªan perdido el rastro de sus hijos e hijas. Su grito en el desierto fue escuchado. Junto a Rosario, cientos de mujeres que tambi¨¦n perdieron la pista de sus hijos, conocidas como Las Do?as marcharon, hicieron huelgas de hambre y se plantaron frente a las oficinas del entonces presidente Luis Echeverr¨ªa para exigir justicia.
De las oficinas de la polic¨ªa en el Estado de Nuevo Le¨®n a los pasillos de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n (Interior), en Ciudad de M¨¦xico, y a los accesos del Campo Militar N¨²mero 1, Ibarra de Piedra toc¨® todas las puertas, acudi¨® a todas las ventanillas oficiales y denunci¨® en todas las palestras posibles la desaparici¨®n de su hijo por parte del Estado. En su cruzada, fund¨® en 1977 el Comit¨¦ Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Pol¨ªticos de M¨¦xico, mejor conocido como Comit¨¦ Eureka para apoyar a m¨¢s personas que compart¨ªan su tragedia. Con el trascurso de los a?os lograron encontrar a un centenar de desaparecidos que estaban recluidos en prisiones clandestinas. A¨²n quedan 600 expedientes sin respuesta, entre ellos el de Jes¨²s.
Sin saberlo, los clamores de Eureka ser¨ªan la punta de lanza para revelar, a?os m¨¢s tarde, los delitos de la denominada Guerra Sucia, un periodo plagado de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas clandestinas. Del horror de los cr¨ªmenes de Estado?de los a?os 60 y 70 a las v¨ªctimas de la guerra contra el narcotr¨¢fico, el drama de las desapariciones en M¨¦xico es una sangr¨ªa que no ha dejado de crecer. De acuerdo con los ¨²ltimos c¨¢lculos?oficiales, est¨¢n pendientes por esclarecerse las desapariciones de 40.000 personas e identificar a m¨¢s de 26.000 cuerpos hallados en un millar de fosas clandestinas durante los a?os de combate contra el crimen organizado.
Ibarra de Piedra ha pasado la mitad de su vida buscando a su hijo. Una estafeta que continuar¨¢ su familia. ¡°Como dice mi mam¨¢: ¡®no podemos matarlos ni con el pensamiento¡¯, para nosotros est¨¢n vivos. No estamos resignados, tenemos que seguir luchando, es un compromiso, un pacto entre las madres de los desaparecidos y entre los dem¨¢s familiares tambi¨¦n de continuar la lucha¡±, asegura Rosario Piedra, hija mayor de do?a Rosario. Ella y el resto de los integrantes del Comit¨¦ Eureka le han prometido que pelear¨¢n contra el olvido con el que el Gobierno ha querido silenciar a las v¨ªctimas de los cr¨ªmenes de Estado.
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