J¨²piter perdido en el archipi¨¦lago franc¨¦s
El presidente afronta la segunda parte del mandato con la batalla de 2022 ante Le Pen en el horizonte
Era J¨²piter, o esto crey¨®: el presidente omnipotente, como un dios romano, por encima de las contingencias diarias, s¨ªmbolo casi inmaterial de la Rep¨²blica m¨¢s mon¨¢rquica. Emmanuel Macron gan¨® las elecciones hace dos a?os y medio, y lleg¨® al El¨ªseo una semana despu¨¦s, convencido de que Francia necesitaba un presidente que ¡°habitase¡± el cargo como no supo hacerlo su antecesor, Fran?ois Hollande, llamado ¡°el presidente normal¡±. En el ecuador del quinquenio presidencial, Macron no ha abandonado del todo el pedestal jupiterino, pero empieza a descubrir las virtudes de la normalidad.
El Macron de 2017, el exbanquero que lleg¨® al poder con 39 a?os y una experiencia pol¨ªtica muy limitada, es el mismo hombre que el de 2019, pero es distinto. Hablaba de verticalidad. Es decir, del poder centralizado en el El¨ªseo y en manos del presidente. Defend¨ªa que los cuerpos intermediarios ¡ªel t¨¦rmino de origen medieval que designa a los actores sociales que ¡°median entre¡± el poder y el individuo¡ª eran prescindibles. Para ¨¦l, las declaraciones pol¨¦micas eran la prueba de que hab¨ªa que hablar con claridad a los franceses; para muchos franceses, eran reflejo de la arrogancia y el elitismo que le atribu¨ªan.
Hoy Macron reitera las muestras de modestia y sugiere que ha cambiado. La revuelta de los chalecos amarillos, que estall¨® hace casi un a?o y nadie vio venir, fue una cura de humildad. El presidente se desplaz¨® a las ciudades y pueblos de Francia para escuchar a los ciudadanos en interminables sesiones de preguntas y respuestas. Sin renunciar a las reformas que son su marca de la casa, ha ralentizado su ritmo. La de las pensiones ¡ª¨²ltima gran reforma pendiente¡ª ha incluido, por contraste con la reforma laboral, un largo di¨¢logo con los sindicatos y su discusi¨®n puede dilatarse hasta el verano.
Podr¨ªa pensarse que ahora, cuando casi ha cumplido las principales promesas de su programa de 2017, empieza lo f¨¢cil. Quiz¨¢ suceda lo contrario. Porque ya no es ¨¦l quien marca el ritmo; es la actualidad la que se lo marca a ¨¦l. Su voluntad de apropiarse de temas como la seguridad, la inmigraci¨®n, la identidad entra?a un riesgo: ceder la agenda a la extrema derecha. La clase medi¨¢tica y pol¨ªtica en Francia ha pasado buena parte del oto?o discutiendo de asuntos como el velo isl¨¢mico y la laicidad, o la inmigraci¨®n, que ni figuraban entre las preocupaciones esenciales de la ciudadan¨ªa ni eran motivo de ninguna crisis urgente.
Las presidenciales de 2022 ¡ªy, m¨¢s cercanas, las municipales del pr¨®ximo marzo¡ª lo condicionan todo. Macron descubre, y los sondeos lo certifican, que su probable rival en las presidenciales ser¨¢ Marine Le Pen, presidenta del Reagrupamiento Nacional (RN), heredero de la vieja formaci¨®n ultra Frente Nacional. Le Pen ya fue rival de Macron en 2017 y perdi¨® con un 34% frente al 66% del vencedor. Ahora hay sondeos que, a dos a?os y medio vista, pronostican una victoria de Macron por 55% a 45%. El margen se estrecha. En las europeas de mayo, RN derrot¨® a La Rep¨²blica en Marcha (LREM), el partido del presidente.
A medio mandato, la recomposici¨®n pol¨ªtica que Macron detect¨®, aprovech¨® y foment¨® se ha profundizado. El Partido Socialista lucha por su supervivencia. Los Republicanos, el gran partido de la derecha heredero del de Jacques Chirac, tambi¨¦n vive un momento cr¨ªtico. Incluso la izquierda populista de Jean-Luc M¨¦lenchon parece desorientada. Quiz¨¢ emerjan Los Verdes como alternativa moderada al presidente, pero Le Pen es hoy la ¨²nica rival del presidente que ocupa todo el espacio entre el centroizquierda y el centroderecha.
La omnipotencia de Macron es aparente. Su base electoral, como la de Le Pen, es peque?a, en torno al 24% de los votantes. Hay m¨¢s franceses contrarios a Macron que favorables: esto no ha cambiado desde 2017. La Francia de Macron es un pa¨ªs fragmentado. Entre el centro urbano pr¨®spero y blanco y la banlieue, la periferia donde viven los inmigrantes con bajos ingresos. Y entre las metr¨®polis globalizadas y las peque?as ciudades de provincias mal comunicadas. ¡°Veo Francia como archipi¨¦lago. No se puede comprender nuestro pa¨ªs, su fuerza y a veces sus traumatismos, si no se asume esto", dice Macron en una pol¨¦mica entrevista a Valeurs Actuelles, revista de cabecera de la derecha dura. J¨²piter ha descubierto la complejidad.
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