La tentaci¨®n de armarse tras una matanza del narco
Vecinos del rancho La Mora, donde vive parte de la familia LeBar¨®n, repasan lo ocurrido presos de la incertidumbre. Algunos se?alan soluciones dr¨¢sticas tras el asesinato de nueve miembros del clan
Es casi ya de noche y el olor a carne asada impregna el aire con una fuerza brutal. Somete fragancias, destellos de perfumes silvestres. Hace un rato, el rancho La Mora?(Chihuahua, norte de M¨¦xico) ol¨ªa a membrillo y granada madura. A polvo y monta?a. Pero ahora es solo carne. En un terreno de la calle principal, un grupo de hombres asa decenas de pollos y filetes de res a una velocidad de v¨¦rtigo. Todo es a lo grande aqu¨ª, las camionetas, los asados, los convivios, las manos de la gente.
A eso de las 18.00, una camioneta enfila el camino de entrada al predio. Vienen de Bacerac, un pueblo a 45 minutos del rancho, en la ruta hacia Hermosillo. Del asiento del copiloto desciende un muchacho desgarbado, alto y grueso como el tronco de una ceiba. Pantalones de mezclilla, playera azul celeste y gorra. Se baja dando gritos en ingl¨¦s, maldiciendo a los fiscales, que le han tenido horas tom¨¢ndole declaraci¨®n y le han hecho firmar decenas de hojas antes de irse. Se llama Andre Miller y fue el primer vecino de La Mora en darse cuenta de que algo andaba mal. Uno de los ataques sucedi¨® a unos cientos de metros de donde estaba ¨¦l. Rhonita y sus cuatro hijos murieron asesinados literalmente ante sus ojos. M¨¢s adelante, fallecieron otras dos mujeres,?Christina Langford Johnson y Dawna Ray Langford, y dos menores m¨¢s de la familia LeBar¨®n, un gran clan morm¨®n que vive en Chihuahua.?
El lunes, Andre fue a buscar el coche de Rhonita. Se hab¨ªa averiado cuando acababan de tomar la carretera a Chihuahua. Rhonita hab¨ªa cambiado de camioneta y ya enfilaba la ruta con sus hijos. Mientras trataba de arreglar la otra, Andre escuch¨® la explosi¨®n del carro, el de Rhonita, que apenas se hab¨ªa alejado un kil¨®metro. Vio el humo. Andre regres¨® al rancho a toda prisa y avis¨® a la familia. Cuando volvi¨® con los dem¨¢s y pudieron llegar al veh¨ªculo, se dieron cuenta de la tragedia. Rhonita y los ni?os quemados, la puerta del piloto llena de agujeros de bala. La versi¨®n oficial difundida por el Gobierno atribuye la masacre a un enfrentamiento entre carteles. Seg¨²n asegur¨® este martes el general Homero Mendoza los veh¨ªculos de la familia LeBar¨®n fueron confundidos por sicarios del cartel La L¨ªnea con miembros de un grupo rival.
Sentado en una mesa blanca, con una cerveza en la mano, Andre dice: ¡°Mire, nosotros nunca hab¨ªamos tenido un problema con ellos. Conocemos a los del cartel de aqu¨ª y si t¨² no les haces nada, ellos no te hacen nada. Pero ahora...¡±.
La comunidad inicia los sepelios
Familiares y amigos han asistido esta ma?ana al servicio f¨²nebre por Dawna y dos de sus hijos en el rancho. A eso de las 14.00 (hora local), los ata¨²des, que fabricaron en la carpinter¨ªa de la comunidad, salieron del sepelio rumbo al pante¨®n. Cargaron las cajas en camionetas y las llevaron a un extremo del rancho.
Esta tarde se celebrar¨¢n los funerales por Rhonita y sus cuatro hijos. Adrian LeBar¨®n, el padre de Rhonita, andaba estresado esta ma?ana, consiguiendo las actas de defunci¨®n y los permisos para trasladar los cad¨¢veres. Ma?ana temprano, una enorme comitiva de camionetas saldr¨¢ de aqu¨ª rumbo a Galeana, con los ata¨²des. All¨ª los enterrar¨¢n.
Ahora no saben y se sienten indefensos. Las horas que tardaron en llegar las autoridades, la frustraci¨®n de no poder actuar, la sorpresa del ataque despu¨¦s de a?os de convivencia pac¨ªfica. De tolerancia al menos. Las sospechas de que el ataque fue obra de un grupo de fuera. Todo eso les hace pensar en c¨®mo hacer ahora, c¨®mo reaccionar.
Si antes la seguridad era parte de la rutina, ahora aparece como la preocupaci¨®n principal. Antes del asado y el crep¨²sculo, bajo un perezoso sol vespertino, el general Alberto Nava, encargado de coordinar la seguridad en la zona hablaba con algunos vecinos del rancho, sobre los d¨ªas que vendr¨ªan. Primero, la seguridad de sus familias, que empezaban a llegar en peregrinaci¨®n desde diferentes puntos de M¨¦xico y Estados Unidos. Y luego, la peregrinaci¨®n del viernes, cuando los LeBar¨®n volver¨¢n con el cuerpo de Rhonita a Galeana, en Chihuahua, donde naci¨®. El mismo camino donde la mataron. Nava les dio tranquilidad y les dijo que tratar¨¢ de mantener una base de 30 hombres en el rancho durante las pr¨®ximas semanas.
Desde el lunes, Kendra Lee Miller, 27, se ha convertido en una especie de vocera para los medios de Estados Unidos. Apareci¨® en el programa de Anderson Cooper en CNN y a cada rato la buscan para pedirle algo.
Sentada a la misma mesa que Andre, Kendra cuenta que iba a casarse el lunes que viene, 11 de noviembre. Tuvieron que cancelarla. Justo este lunes, antes de irse, Rhonita, su cu?ada, entr¨® a su cuarto a consultarle sobre los vestidos de las damas de honor. Kendra no recuerda bien c¨®mo fue la conversaci¨®n, todav¨ªa estaba medio dormida, pero s¨ª que fue la ¨²ltima vez que habl¨® con ella. ¡°Estamos hartos de la pol¨ªtica de abrazos no balazos¡±, dice, en referencia al mantra del presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, repetido hasta la saciedad, s¨ªmbolo de su estrategia de seguridad. Desde el principio, L¨®pez Obrador ha dicho que no combatir¨¢ la violencia con m¨¢s violencia. Ante situaciones como la que vivieron el lunes, la mujer responde: ¡°That¡¯s bullshit¡±.
En la l¨ªnea de lo que plante¨® el martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una posible colaboraci¨®n de aquel pa¨ªs en la ¡°guerra contra las drogas¡± en M¨¦xico, Kendra dice que es totalmente necesario. ¡°La gente que hizo eso son terroristas¡±. Kendra va m¨¢s all¨¢. Dice que va a dedicar el resto de su vida a cabildear a favor del derecho de los mexicanos a portar armas, al estilo de lo que ocurre en Estados Unidos. ¡°Es la ¨²nica manera de protegernos, porque aqu¨ª sabemos que las autoridades son corruptas¡±.
Antes por la tarde, despu¨¦s de que el general Nava se fuera, Pablo Langford, uno de los fundadores de La Mora, de 75 a?os, trataba de buscarle una explicaci¨®n a lo ocurrido. ¡°Yo apoy¨¦ a L¨®pez Obrador, pero ?ahora? O se est¨¢ equivocando o es un cobarde. No puedes perdonar a los matones. Tienes que ir a por ellos¡±. La violencia nunca lleg¨® aqu¨ª de la forma en que lleg¨® el lunes y al se?or Langford no le vale la pol¨ªtica pretendidamente pacifista del Gobierno. Entiende que la violencia aument¨® igual durante los Gobiernos anteriores, el de Felipe Calder¨®n y Enrique Pe?a Nieto. ?Su soluci¨®n? ¡°Tenemos que armarnos todos¡±. El hombre, de barba y cabello blancos, los ojos hundidos, apenas dos ranuras brillantes en la cara, reflexiona y a?ade: ¡°?Sabes qu¨¦? No deber¨ªa decir esto, pero habr¨ªa que acabar con el 60% de la poblaci¨®n. Aqu¨ª y al otro lado de la frontera. Es la corrupci¨®n, han dejado entrar a la mafia. Est¨¢ todo tomado¡±.
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