Farage cede paso a los ¡®tories¡¯ y se desinfla

De lo que no se habla no existe. Los medios, especialmente los m¨¢s conservadores, se han conjurado en estas elecciones para ignorar a Nigel Farage, el ultranacionalista que puso patas arriba la pol¨ªtica brit¨¢nica al frente del UKIP (Partido Independiente del Reino Unido) y que aspiraba a repetir la jugada con el Partido del Brexit en las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 12. En lo que va de campa?a, solo ha logrado ara?ar un titular y media docena de reproches. El primero lo provoc¨® el anuncio de que retiraba de la competici¨®n a la mitad de sus candidatos (317), en aquellas circunscripciones en las que hist¨®ricamente los conservadores eran fuertes. Un peque?o alivio para Boris Johnson, que pod¨ªa concentrar recursos en territorios m¨¢s disputados. Los reproches, con un tono ¨¢spero, eran para exigirle m¨¢s sacrificio.

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Para que plegara velas tambi¨¦n all¨ª donde la lucha con el Partido Laborista es m¨¢s cruenta y Johnson se juega las dos docenas de esca?os que le podr¨ªan garantizar la mayor¨ªa. "Votar al Partido del Brexit puede acabar resultando un error hist¨®rico y catastr¨®fico. Solo un partido puede garantizar el Brexit y salvarnos de la amenaza que representa Jeremy Corbyn, y no es otro que el Partido Conservador y su candidato, Boris Johnson", escrib¨ªa en las p¨¢ginas de The Sun Iain Duncan-Smith, quien fuera durante un tiempo el l¨ªder de los tories y hoy un ac¨¦rrimo euroesc¨¦ptico.

Las encuestas no otorgan a Farage m¨¢s all¨¢ de un 3% o un 4%, insuficiente para obtener siquiera un esca?o en un sistema que castiga sin piedad a los segundos y terceros. Sus cuatro millones de votos en 2015, en el auge de la popularidad del UKIP,? le permitieron por primera y ¨²nica vez en la historia colocar un diputado en Westminster.

Con Boris Johnson, Farage se ha topado con la horma de su zapato. Ambos comparten la habilidad de camuflar una educaci¨®n y trayectoria elitista con una personalidad extrovertida y populachera que les acerca al ingl¨¦s medio (no al brit¨¢nico: en Escocia, Gales o Irlanda del Norte provocan un rechazo similar). Y los dos son el rostro humano y pol¨ªtico de la obsesi¨®n que corroe a la mitad de la poblaci¨®n: la salida, cuanto antes, de la Uni¨®n Europea. El Partido Conservador est¨¢ convencido de que ha logrado liberarse del gran problema que ha supuesto Farage en los ¨²ltimos tres a?os. Ya no necesita que su candidato sea una copia para responder. En Johnson, les dicen los sondeos, han encontrado al original.

Por eso, el actual primer ministro aguant¨® sin dudar los cantos de sirena de Farage, quien hasta el ¨²ltimo minuto implor¨® por una alianza electoral que uniera fuerzas, como ocurri¨® durante la campa?a del refer¨¦ndum de 2016, en el campo de los euroesc¨¦pticos. Las urnas demostrar¨¢n el pr¨®ximo 12 de diciembre si Johnson acert¨® al rechazar un extra?o compa?ero de cama que habr¨ªa provocado una inusual mezcla en un sistema acostumbrado a grupos parlamentarios compactos. Farage ha explicado estos d¨ªas que la direcci¨®n del Partido Conservador hab¨ªa abusado de sus buenas intenciones, y que llegaron a ofrecerle incluso alg¨²n titulo nobiliario de los que el Gobierno regala alegremente a finales de a?o para contentar sus ambiciones.

"Ahora mismo todo apunta a que los conservadores ser¨¢n el partido m¨¢s votado, y que se har¨¢n con una mayor¨ªa ¡ªaunque m¨ªnima¡ª en la C¨¢mara de los Comunes", reconoc¨ªa el l¨ªder ultranacionalista en un acto con sus seguidores en Peterborough (territorio Brexit en 2016) hace un par de semanas. "Pero los sondeos indican que la participaci¨®n va a ser baja", a?ad¨ªa, "y por eso sigue siendo necesario que un partido como el nuestro salga a la calle y motive a la ciudadan¨ªa". Farage se ha resignado a convertirse en el guardi¨¢n de los matices, en el encargado de vigilar que los tories no vuelvan a enga?ar a la tribu de los euroesc¨¦pticos con un pacto descafeinado con Bruselas que no les lleve a la tierra prometida.

Algunos analistas, sin embargo, empiezan a sospechar que en este empe?o hay gato encerrado, y que del mismo modo que Farage realiz¨® un primer movimiento t¨¢ctico ¡ªcon la retirada de m¨¢s de 300 candidatos en el comienzo de la campa?a¡ª, se estar¨ªa reservando la baza de un nuevo empuj¨®n a los conservadores con otro paso atr¨¢s en los d¨ªas previos a la jornada electoral.

Resulta sorprendente que, en sus entrevistas, dedique tanto tiempo a justificar los deslices verbales de Johnson y a defender sus buenas intenciones. "Se gan¨® la vida durante un tiempo como un periodista muy proclive a expresar opiniones contundentes. Es parte de la 'marca Boris'. Pero tampoco podemos ser tan radicales a la hora de censurar determinadas expresiones o nos quedaremos sin pol¨ªticos", explicaba Farage a la BBC.

"Lord Farage", le han bautizado sus cr¨ªticos en las redes sociales, como un modo de ironizar ante su aparente repliegue. No est¨¢ nada claro, sin embargo, que sus d¨ªas en pol¨ªtica est¨¦n contados. Su relevancia e influencia han sido irregulares durante estos a?os. Surge cuando hay un hueco que llenar. Desaparece cuando huele a derrota. "Las encuestas ya apuntaban a su ca¨ªda libre. As¨ª que su gesto de retirar candidatos apenas ha supuesto nada, a pesar de su apariencia dram¨¢tica", dice Chris Curtis, analista de la empresa de sondeos YouGov. Si Boris Johnson logra la mayor¨ªa absoluta que persigue, Farage ser¨¢ el hombre que puso en marcha la revoluci¨®n del Brexit y supo apartarse con generosidad. Si Johnson fracasa y el Parlamento vuelve a mostrar una situaci¨®n de bloqueo, reaparecer¨¢ en escena.