¡°Votar¨¦ solo cuando Argelia sea libre¡±
Los j¨®venes que protestan contra el antiguo r¨¦gimen muestran su rechazo a las elecciones presidenciales del jueves
Para Melisa, una estudiante de Ingenier¨ªa que acaba de cumplir los 18 a?os, las elecciones presidenciales que se celebrar¨¢n este jueves en Argelia ser¨¢n las primeras en las que tendr¨¢ derecho a voto. Sin embargo, no piensa ejercerlo. ¡°Estas elecciones son una farsa. Quiero votar, pero solo una vez que nuestro pa¨ªs sea libre¡±, proclama envuelta en una gran bandera de Argelia. Esta joven ha acudido este martes acompa?ada de tres compa?eros de clase y varios miles de personas a una manifestaci¨®n que ha recorrido las calles de la capital bajo la atenta mirada de centenares de polic¨ªas antidisturbios y un helic¨®ptero que no ha dejado de sobrevolar el centro durante toda la ma?ana.
Desde hace casi 10 meses, una multitud de estudiantes desfila por Argel cada martes en una especie de anticipo de las protestas masivas de los viernes. Y ya van 42 seguidas. Sin embargo, en esta ocasi¨®n, al ser la ¨²ltima antes de los comicios, ha participado gente de todas las edades. "Hemos hecho huelga en la universidad, y hemos venido a apoyarles", apunta Maya, una profesora de la Universidad de Argel. Las movilizaciones pac¨ªficas son la principal expresi¨®n del llamado Hirak, el movimiento popular que exige una ruptura radical con el r¨¦gimen que ha gobernado el pa¨ªs magreb¨ª desde su independencia de Francia, en 1962.
La perspectiva de que la dimisi¨®n del presidente Abdelaziz Buteflika, el pasado abril, solo conduzca a su relevo por alguien vinculado con el antiguo r¨¦gimen, aunque sea elegido en las urnas, es rechazada categ¨®ricamente por el movimiento. No en vano, los cinco aspirantes a la presidencia han ocupado cargos pol¨ªticos en anterioridad. "Amplias capas del pueblo argelino contin¨²an rechazando la celebraci¨®n de elecciones en las circunstancias , marcadas por el cierre de espacios de expresi¨®n libre, obst¨¢culos al ejercicio de las libertades, arresto y encarcelaci¨®n de activistas pol¨ªticos y de manifestantes pac¨ªficos", reza un comunicado hecho p¨²blico el martes y firmado por varios intelectuales cercanos al movimiento de protesta.
"Todo el pueblo est¨¢ con el Hirak. No hay diferencias entre las generaciones, pero los j¨®venes somos su energ¨ªa. Representamos el 65% de la poblaci¨®n. Sin nosotros, ser¨ªa d¨¦bil", afirma Fuad, un joven profesional que agita una tarjeta roja imitando a un ¨¢rbitro de f¨²tbol. Sobreimpreso en la cartulina est¨¢ el mensaje "No al voto", escrito en caracteres ¨¢rabes y latinos, una met¨¢fora de la identidad h¨ªbrida de Argelia. A ritmo de tambores y ondeando grandes banderolas con im¨¢genes de m¨¢rtires y activistas, la multitud grita "Estado civil, no militar" y "Los generales a la basura".
"Nuestra generaci¨®n es m¨¢s valiente que las anteriores. Creo que tiene que ver con el hecho de que no vivimos el decenio negro. No estamos marcados por aquellos tiempos", opina Melisa, en referencia a la guerra civil de los a?os noventa, en la que murieron cerca de 200.000 personas. "Pero hemos aprendido lecciones de entonces, por eso insistimos en que las marchas siempre deben ser pac¨ªficas", apostilla la chica, que luce enormes gafas de pasta negra y una larga melena.
"Esta generaci¨®n no ha padecido el trauma de la violencia pol¨ªtica, ni de la guerra civil, ni de la guerra de liberaci¨®n, que ha disuadido a las otras de hacer pol¨ªtica. Adem¨¢s, aunque no puede viajar, est¨¢ m¨¢s conectada al mundo exterior. Es una juventud urbana y globalizada, y cada vez m¨¢s individualista. Las estructuras tradicionales no tienen tanto poder de control sobre los individuos", se?ala?Ghalia Djeloul, soci¨®loga argelina de la Universidad de Lovaina.
Seg¨²n el Comit¨¦ Nacional para la Liberaci¨®n de los Presos, desde junio m¨¢s de 120 manifestantes han sido condenados o se hallan en prisi¨®n preventiva. Otros centenares han sido arrestados durante las ¨²ltimas semanas y puestos en libertad horas despu¨¦s. Es el caso de Yass¨ªn y Mohamed: "Ayer quisimos hacer una sentada en el centro, pero la polic¨ªa nos dispers¨® a porrazos y arrest¨® a estos dos amigos", denuncia Im¨¢n, estudiante de Literatura Inglesa que participa en las manifestaciones desde el primer martes. "Pero hoy los dos est¨¢n en la marcha. No tenemos miedo. Seguiremos hasta el final. Tenemos cuerda para rato", advierte.
A Ahmed, un parado de 31 a?os, el entusiasmo le impide mantener una conversaci¨®n larga. De repente, empieza a saltar y corear el c¨¢ntico m¨¢s recurrente de la marcha: "La mafia nos ha presentado cinco lobos / pero no habr¨¢ elecciones / antes preferimos morir". "Nuestra generaci¨®n est¨¢ m¨¢s conectada con lo que pasa en el mundo gracias a Internet. Hasta los ni?os de ocho a?os se conectan", apunta este cocinero, que espera que un nuevo sistema pol¨ªtico flexibilice la concesi¨®n de visados y favorezca la llegada de turistas. "Seguimos de cerca lo que pasa en Hong Kong, en Catalu?a. Estamos muy politizados, incluso los que no tienen estudios universitarios como yo", a?ade.
"Estos j¨®venes est¨¢n mejor formados que nosotros, m¨¢s conectados", reflexiona Mustaf¨¢, un veterano abogado que no puede terminar la frase. "No es cierto, nosotros tambi¨¦n est¨¢bamos bien formados y ¨¦ramos combativos", tercia Jamila, una en¨¦rgica jubilada que a los 17 a?os se alist¨® en el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n que combati¨® contra las tropas francesas. "Nosotras, las mujeres, introduc¨ªamos las armas escondidas en Argel", recuerda.
La sombra de la antigua potencia colonial contin¨²a planeando sobre Argelia, al menos as¨ª lo ven los manifestantes del Hirak. En uno de sus lemas m¨¢s repetidos, acusan al Gobierno de ser "hijo de Francia". "Acaban de aprobar una ley de hidrocarburos que permitir¨¢ el fracking para extraer petr¨®leo, algo que est¨¢ prohibido en Francia. Destruir¨¢ nuestro medio ambiente para que otros se beneficien", critica Fuad, con su tarjeta roja. "Estamos muy decepcionados por la posici¨®n de los Gobiernos europeos, incluido el espa?ol. Escr¨ªbalo. No est¨¢n defendiendo el Hirak porque quieren pillar nuestra riqueza. ?Qu¨¦ quieren, que acabemos emigrando 20 millones a Europa?", espeta Farid, un hombre de mediana edad. "Lo van a lamentar, porque no lo olvidaremos", avisa antes de despedirse.
Adem¨¢s de libertad y democracia, una demanda central de la juventud argelina es un empleo digno. "Trabajo en negro algunos meses al a?o. Mi salario es de solo 45.000 dinares (unos 300 euros), casi la mitad de lo que cobra alguien con contrato", se queja Ahmed, el cocinero. Su amigo Youssuf, un estudiante de Ingenier¨ªa, tiene pocas esperanzas de encontrar empleo tras licenciarse. "Quiz¨¢s un 10% de los graduados lo encuentra. De cinco hermanos, solo dos trabajan", explica este joven larguirucho, que desconf¨ªa de las cifras oficiales de paro, que lo sit¨²an en el 11% de la poblaci¨®n activa. "Estamos en la calle luchando por nuestro futuro".
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