¡®Libert¨¦¡¯, una excepci¨®n en los medios argelinos
El pa¨ªs norteafricano cuenta con m¨¢s de un centenar de peri¨®dicos pero solo dos dan voz a la oposici¨®n
Como cada d¨ªa, pasadas las diez de la ma?ana, se re¨²ne el consejo de redacci¨®n del diario franc¨®fono argelino Libert¨¦. Sin embargo, este viernes no es un d¨ªa cualquiera. Hace solo unas horas se termin¨® el recuento de las urnas en las primeras elecciones argelinas desde la dimisi¨®n de Abdelaziz Buteflika, y todav¨ªa no se conocen los resultados oficiales. Tampoco este es un peri¨®dico cualquiera: junto a Al Watan, es el ¨²nico que da voz a la oposici¨®n argelina, y sobre todo al Hirak, el movimiento popular de protesta que ha puesto en jaque al r¨¦gimen argelino.
¡°En el pa¨ªs existen m¨¢s de un centenar de peri¨®dicos, pero todos, excepto dos, ofrecen pr¨¢cticamente una misma visi¨®n, la que quiere el poder. En la televisi¨®n, no hay una sola excepci¨®n. Estos medios ni siquiera suelen cubrir las multitudinarias manifestaciones del Hirak. Exponen una realidad paralela¡±, explica con voz rugosa Djilali Benyub, jefe de redacci¨®n de Libert¨¦, que cuenta con una tirada diaria de unos 100.000 ejemplares. Su despacho, como el conjunto de la redacci¨®n, es humilde: paredes desnudas, una mesa vieja, una silla y un ordenador bastante nuevo.
¡°El Estado intenta dificultar nuestra tarea. Por ejemplo, a diferencia de nuestros competidores, no recibimos ning¨²n tipo de publicidad de instituciones p¨²blicas, que casi nunca responden a nuestras peticiones de informaci¨®n. Nos boicotean, lo que nos dificulta mucho poder verificar las informaciones¡±, se queja Benyub, con tres d¨¦cadas de experiencia a sus espaldas. En la redacci¨®n, se rumorea que el Gobierno incluso presiona a las empresas privadas para que retiren sus anuncios del rotativo. El jueves, por ejemplo, tan solo llev¨® una p¨¢gina de publicidad a pesar de ser uno de los m¨¢s le¨ªdos del pa¨ªs.
Una visita a la redacci¨®n de Libert¨¦ es como un viaje en el tiempo, antes de la aceleraci¨®n de los tiempos y los h¨¢bitos que trajo Internet. El director y los jefes de secci¨®n se sientan alrededor de una mesa situada en el centro de la sala principal de la redacci¨®n, mientras una veintena de reporteros se arraciman alrededor, apoyados en la pared o sentados en los pupitres m¨¢s cercanos. Entre todos, discuten tranquilamente el contenido del diario del d¨ªa siguiente, la existencia o no de pucherazo en las elecciones, y qui¨¦n ser¨¢ el nuevo presidente (pocas horas despu¨¦s se anuncia la victoria de Abdelmadjid Teb¨²n, un ex primer ministro de Buteflika). Aunque tiene versi¨®n digital, casi el 90% de los ingresos del diario proviene de la venta en quioscos. En Argelia el tiempo parece haberse detenido hace d¨¦cadas.
Libert¨¦ fue creado a principios de los a?os noventa, cuando el pa¨ªs se abri¨® al multipartidismo y ensay¨® una transici¨®n que termin¨® en tragedia. En cada una de las cinco plantas del diario, hay una foto de uno de los reporteros fallecidos durante la guerra civil entre el Estado y los insurgentes islamistas, conocida como ¡°el decenio negro¡±. ¡°Ahora ya no meten periodistas en la c¨¢rcel como medida de presi¨®n. Buteflika puso fin a esa pr¨¢ctica hace a?os¡±, asegura Benyub, que luce barba de un par de d¨ªas y cabello grasiento despu¨¦s de unos d¨ªas de jornadas maratonianas.
En este sentido, la situaci¨®n de Argelia dista de la de otros pa¨ªses de la regi¨®n como el Egipto del mariscal Abdelfat¨¢ al Sisi, donde languidecen en las c¨¢rceles entre 30 y 60 periodistas, seg¨²n algunas fuentes. Para Libert¨¦ no hay l¨ªneas rojas, y es posible abordar cualquier tema, incluida la corrupci¨®n de la ¨¦lite pol¨ªtica. ¡°Pero eso s¨ª, debes tener unas pruebas irrefutables. Si no, enseguida puedes ser procesado por difamaci¨®n¡±, precisa Lyes Menacer, uno de los redactores del diario.
¡°El r¨¦gimen actual no reprime ni amenaza a los periodistas, utiliza unos medios m¨¢s sibilinos para conseguir el mismo objetivo: controlar el panorama medi¨¢tico. Por ejemplo, la mayor¨ªa de emisoras privadas emite sin un permiso oficial, est¨¢n registradas en el extranjero, lo que permite al Gobierno influir en ellas con la simple amenaza de cierre¡±, apunta Othman Lahiani, analista y reportero de la cadena pan¨¢rabe Araby al-Jadid. Uno de los medios cr¨ªticos m¨¢s seguidos al inicio de la revuelta del Hirak, el diario online TSA Algerie, vio c¨®mo las autoridades bloqueaban el acceso a su web desde el interior del pa¨ªs.
As¨ª las cosas, los medios han perdido cualquier tipo de credibilidad para buena parte de los argelinos. ¡°?Sabes c¨®mo me informo? Escucho lo que dice la prensa oficial, y creo que ha sucedido exactamente lo contrario¡±, explicaba ir¨®nico Ahmed, un parado de 31 a?os que participa en todas las manifestaciones del Hirak. De hecho, los medios son uno de los blancos de la ira popular. ¡°Medios de la verg¨¹enza¡±, rezaba la pancarta con la que Rabah, un funcionario jubilado, sali¨® a protestar la v¨ªspera de los comicios.
Un r¨¦gimen "maquiav¨¦lico"
Igual que sucede con la represi¨®n medi¨¢tica, en la represi¨®n del movimiento de protesta, el Hirak, el r¨¦gimen argelino ha utilizado m¨¦todos menos brutales que, por ejemplo, el sudan¨¦s, que asesin¨® a m¨¢s de 250 personas en siete meses de revuelta. "El Gobierno ha intentado descabezar el movimiento, encarcelando a aquellos l¨ªderes carism¨¢ticos, que tienen una influencia sobre su entorno social", explica Tarek Marah, del colectivo de abogados que defiende a los presos pol¨ªticos. "Hay que reconocerle una cosa al r¨¦gimen: es el m¨¢s maquiav¨¦lico de los reg¨ªmenes maquiav¨¦licos", sentencia Selim, un activista que suele acudir a las protestas encapuchado y con gafas de sol. Quiz¨¢s se siente en peligro por ser demasiado elocuente.
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