Pervez Musharraf, el general que jug¨® a pol¨ªtico
Hijo de desplazados por la partici¨®n de la India, lleg¨® a la jefatura del Ej¨¦rcito gracias a Sharif, el primer ministro a quien depuso en un golpe de Estado
El general Pervez Musharraf (Nueva Delhi, 1943) es el primer militar de Pakist¨¢n al que un tribunal pide condena a muerte por su desempe?o al frente del pa¨ªs. Pero su llegada a la presidencia en un golpe de Estado incruento, fue tan extraordinaria como luego lo ha sido su procesamiento. El primer ministro Nawaz Sharif lo promovi¨® en 1998 a general de cuatro estrellas y jefe del Estado Mayor sobre otros generales m¨¢s veteranos con la esperanza de controlar el Ej¨¦rcito. Un a?o despu¨¦s, el mismo hombre al que hab¨ªa alzado lo echaba del poder.
Sharif hab¨ªa intentado cesarle tras una fallida operaci¨®n militar en Cachemira que estuvo a punto de desatar una quinta guerra entre India y Pakist¨¢n. Pero el Ej¨¦rcito no estaba dispuesto a cargar con toda la culpa y Musharraf, hijo de desplazados por la partici¨®n de India en 1947, gan¨® la jugada a un primer ministro que estaba en horas bajas. El golpe de Estado fue recibido con alivio por buena parte de los paquistan¨ªes hartos de la corrupci¨®n de sus gobernantes civiles. No obstante, y a pesar del inicial despegue econ¨®mico del pa¨ªs, los efectos de la guerra de Afganist¨¢n y su reticencia a los partidos pol¨ªticos, terminaron convirti¨¦ndole en una figura muy controvertida.
Grupos cercanos a Al Qaeda intentaron asesinarle al menos en tres ocasiones cuando estaba al frente del pa¨ªs. Los militantes islamistas nunca le perdonaron que apoyara a Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo tras los atentados del 11-S y sus posteriores redadas contra ellos, en especial el asalto a la Mezquita Roja de Islamabad en el verano de 2007. Mientras, Washington y los liberales paquistan¨ªes le acusaron de hacer la vista gorda hacia los ¡°grupos terroristas ¨²tiles¡±, aquellos que luchaban en Cachemira contra India, el enemigo hist¨®rico.
Quiso agarrarse al poder imponiendo el estado de emergencia (lo que los jueces han considerado veinte a?os despu¨¦s como una violaci¨®n de la Constituci¨®n). Finalmente, se vio obligado a dimitir en 2008, cuando sus aliados perdieron las elecciones y el nuevo Gobierno amenaz¨® con someterle a una moci¨®n de censura. Un a?o despu¨¦s decidi¨® autoexiliarse ante las acusaciones presentadas contra ¨¦l por no haber facilitado la suficiente protecci¨®n a la ex primera ministra Benazir Bhutto antes de su asesinato en 2007 y por la muerte de un l¨ªder separatista de Baluchist¨¢n. A caballo entre Londres y Dub¨¢i, ciudades ambas en las que dispone de residencia, sigui¨® manteniendo la vista en Pakist¨¢n.
Su intento de regresar a la vida pol¨ªtica en 2013, termin¨® con su arresto tras una rocambolesca huida del tribunal que hab¨ªa dictado su detenci¨®n. Era la primera vez que los jueces llamaban a cap¨ªtulo a un hombre que hab¨ªa ejercido la m¨¢xima representaci¨®n militar, en un pa¨ªs donde ese estamento ha sido tradicionalmente intocable. El temor a que sus antiguos camaradas de armas tomaran cartas en el asunto no se concret¨® y por primera vez en la historia del pa¨ªs hubo un relevo de un Gobierno civil por otro tambi¨¦n salido de las urnas; Sharif volvi¨® a salir elegido. Sin embargo, la esperada imagen del general de cuatro estrellas ante el juez tampoco fue posible. En 2016, Musharraf consigui¨® un permiso para recibir tratamiento m¨¦dico en el exterior y hasta ahora.
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