Los inuit: del ?rtico a las calles de Montreal
Este grupo ind¨ªgena canadiense, discriminado y sin oportunidades, se ve abocado a dejar sus comunidades
Hay unos 65.000 inuit en Canad¨¢. Inuit quiere decir ¡°la gente¡± en inuktitut, su lengua; el t¨¦rmino esquimal les parece peyorativo. El 70% vive en la zona ¨¢rtica del pa¨ªs, en partes de las provincias de Quebec y Terranova-Labrador, as¨ª como en los territorios del Noroeste y Nunavut. El 30% restante habita sobre todo en Ottawa, Yellowknife y Montreal. Algunos gozan de estabilidad econ¨®mica en estas urbes, pero la mayor¨ªa sobrevive entre empleos espor¨¢dicos y la mendicidad. En Montreal, su presencia es muy visible en c¨¦ntricas calles.
Seg¨²n un estudio de Eric Latimer, profesor de psiquiatr¨ªa en la Universidad McGill, los inuit representan el 0,04% de la poblaci¨®n de Montreal, pero son el 2,9% de las personas sin hogar. Es el grupo ind¨ªgena m¨¢s afectado por esta situaci¨®n. Muchos llegan para recibir atenci¨®n m¨¦dica inexistente en sus comunidades (tratamientos oncol¨®gicos, di¨¢lisis, ciertas cirug¨ªas y citas con especialistas) o para acompa?ar a un familiar con este fin, aunque un sistema poco adaptado a sus necesidades provoca con frecuencia que prolonguen su estad¨ªa de forma indefinida. ¡°Varios inuit cumplieron sus condenas en prisiones federales o provinciales, pero no pueden volver a sus poblaciones de origen por decisiones judiciales. Esto aumenta la probabilidad de que terminen en la calle¡±, se?ala Latimer.
Otros m¨¢s emprenden el viaje por las duras condiciones en sus comunidades. Distintos indicadores muestran marcadas diferencias entre los grupos ind¨ªgenas canadienses y el resto del pa¨ªs, pero las cifras de los inuit son las m¨¢s extremas. La mortalidad infantil es de 12,3 por cada 1.000 ni?os (4,4 entre los dem¨¢s canadienses), la tasa de suicidios es nueve veces m¨¢s elevada y el nivel de escolaridad es el m¨¢s bajo de Canad¨¢. Algunos j¨®venes emigran a los centros urbanos para proseguir su formaci¨®n gracias a becas, pero son pocos.
El desempleo tambi¨¦n es un factor que les expulsa de sus comunidades. La tasa de paro en las poblaciones inuit es del 25%, mientras que la nacional es del 5,7%. A su vez, los precios de diversos productos son muy elevados en el ?rtico canadiense.
Muchos inuit que buscan trabajo en el sur del pa¨ªs tienen dificultades de comunicaci¨®n, tienen pocos estudios y sufren constantes actos de discriminaci¨®n. ¡°Un considerable n¨²mero de ind¨ªgenas se?alan que les niegan el alquiler de un apartamento sin motivos precisos. Esto es m¨¢s pronunciado hacia los inuit¡±, apunta Latimer.
Joe, originario de Kuujjuaq (Quebec), lleg¨® a Montreal hace un a?o para trabajar en una f¨¢brica, pero perdi¨® el puesto semanas despu¨¦s. ¡°A veces encuentro empleo durante algunos d¨ªas. No es f¨¢cil, aunque de todas formas, mi vida en mi comunidad no era mejor¡±, comenta.
Jessica Quijano es coordinadora de Iskweu, un proyecto del Refugio de Mujeres Ind¨ªgenas de Montreal. ¡°Ayudamos a familiares y amigos a denunciar la desaparici¨®n de estas mujeres a la polic¨ªa. Es una instituci¨®n que no les inspira confianza¡±, explica Quijano, quien atiende sobre todo a los inuit. En diciembre de 2018, Donna Par¨¦, de 32 a?os de edad y oriunda de Iqaluit (Nunavut), desapareci¨® en la metr¨®poli de Quebec. A¨²n se desconoce su paradero. ¡°Muchas mujeres inuit llegan a la ciudad huyendo de la violencia dom¨¦stica, pero viven aqu¨ª en condiciones muy vulnerables y vuelven a sufrirla con frecuencia¡±, a?ade Quijano. En este escenario, la explotaci¨®n sexual no es un tema anecd¨®tico.
El alcoholismo y la drogadicci¨®n son dos problemas muy extendidos en las comunidades inuit del ?rtico canadiense. Algunas poblaciones han prohibido el alcohol, pero el contrabando es frecuente en una geograf¨ªa tan vasta. Las adicciones tambi¨¦n golpean con fuerza a los inuit radicados en Montreal. ¡°A veces paso la noche en un albergue, siempre y cuando no haya consumido alcohol. As¨ª es el reglamento. Si bebo, busco sitio en el suelo del apartamento de alg¨²n conocido o me toca dormir en la calle¡±, dice Joe. Ciertos albergues diurnos s¨ª permiten la entrada a personas alcoholizadas o bajo los efectos de las drogas.
Pol¨ªticas colonialistas
Latimer trabaja en un proyecto para subsidiar viviendas a los inuit en Montreal. ¡°Hemos visto resultados positivos, pero ciertos factores, especialmente las dependencias, dificultan las cosas. Hay que considerar las condiciones que afronta esta gente y lo que han vivido desde hace d¨¦cadas¡±, menciona.
Las pol¨ªticas colonialistas de Canad¨¢ han dejado profundas huellas. El objetivo era, seg¨²n la l¨ªnea oficial, resolver el ¡°problema esquimal¡±. Basta recordar la sedentarizaci¨®n ejercida sobre los inuit por medio de desplazamientos forzados; tambi¨¦n el exterminio de miles de sus perros en los a?os cincuenta y sesenta a manos de polic¨ªas. Otro ejemplo fue la red de internados federales. Unos 150.000 menores ¡ªtanto inuit como de otros grupos¡ª fueron obligados a asistir a estos centros, donde se buscaba borrar su identidad cultural. Dentro de esos muros, los castigos f¨ªsicos y los abusos sexuales fueron habituales.
La plaza Cabot de Montreal es muy frecuentada por los inuit y otros grupos ind¨ªgenas. Existen albergues para brindarles apoyo, pero el cierre de uno de ellos tuvo un impacto mayor. The Open Door, que se ubicaba cerca de la plaza, cancel¨® su actividad el a?o pasado, ya que el recinto que ocupaba pas¨® a un agente inmobiliario. Tras 11 meses de incertidumbre, el centro volvi¨® a abrir, pero en un barrio alejado. Durante ese tiempo se registraron 14 muertes en la plaza Cabot y sus alrededores (suicidios, sobredosis, problemas f¨ªsicos). Siete de los fallecidos eran inuit, como Connie Kadlutsiak, nacida en Igloolik (Nunavut). Muri¨® en enero por complicaciones hep¨¢ticas provocadas por el alcohol. ¡°Se pudieron haber evitado varias de estas muertes con una intervenci¨®n m¨¢s r¨¢pida¡±, comenta Quijano. Tras incesantes presiones, el Gobierno de Quebec y la alcald¨ªa de Montreal se comprometieron a abrir un nuevo centro en la zona. Hace unas semanas, finalmente, fue inaugurado el albergue R¨¦silience.
En agosto, el primer ministro, Justin Trudeau, anunci¨® un plan de ocho a?os para la construcci¨®n y la reparaci¨®n de viviendas en las regiones habitadas por los inuit y mencion¨® la financiaci¨®n de programas educativos para j¨®venes. Trudeau hab¨ªa presentado meses atr¨¢s disculpas oficiales por el trato que Canad¨¢ dio entre 1940 y 1960 a los enfermos de tuberculosis inuit ¡ªfueron separados a la fuerza de sus familias para su tratamiento¡ª. Tras su reelecci¨®n en las urnas el 21 de octubre, refrend¨® su compromiso con los pueblos aut¨®ctonos. ¡°Necesitamos m¨¢s inversiones en el acompa?amiento de los inuit en las ciudades, pero tambi¨¦n se requiere de grandes apoyos en sus comunidades. Es la ¨²nica forma de romper este c¨ªrculo vicioso¡±, agrega Latimer.
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