El nuevo l¨ªder laborista esgrime un tono constructivo en el Parlamento brit¨¢nico
La C¨¢mara de los Comunes ensaya una sesi¨®n de control por videoconferencia
La tentaci¨®n era enorme. El Reino Unido atraviesa su mayor crisis en d¨¦cadas. La lentitud del Gobierno en reaccionar ante la pandemia del coronavirus ya es incontestable. Downing Street sigue descabezado, mientras Boris Johnson se recupera de la covid-19. Keir Starmer se estrenaba este mi¨¦rcoles como l¨ªder de la oposici¨®n laborista frente al ministro de Exteriores (y primer ministro en funciones), Dominic Raab, notablemente inferior a Johnson en su habilidad dial¨¦ctica y sutileza combativa. Y sin embargo, la sesi¨®n de control (Question Time) ha sido un remanso de paz. En gran parte porque Starmer ha decidido equilibrar la presi¨®n con un discurso responsable, consciente de que sus primeros cien d¨ªas en el puesto ser¨¢n medidos bajo circunstancias extremas y extra?as y no puede permitirse un solo error. Pero tambi¨¦n porque una C¨¢mara de los Comunes pr¨¢cticamente vac¨ªa, en la que se o¨ªa el eco de las intervenciones por videoconferencia de los diputados, ha servido para resaltar el tono asombrosamente civilizado de la oratoria parlamentaria brit¨¢nica cuando desaparece el jaleo y hooliganismo de los diputados que se api?an habitualmente en los bancos corridos de cuero verde. Solo Raab y Starmer, junto a un pu?ado de parlamentarios, estaban f¨ªsicamente presentes en Westminster.
Parad¨®jicamente, el l¨ªder de la oposici¨®n ha logrado poner contra las cuerdas al primer ministro en funciones con media docena de golpes precisos. Starmer particip¨® como abogado en las grandes causas de la izquierda contra el Gobierno conservador de Margaret Thatcher, y dirigi¨® la Crown Prosecution Service (Fiscal¨ªa General del Estado) durante cinco a?os. Su habilidad casi quir¨²rgica para diseccionar cualquier asunto, sin recurrir a la visceralidad ideol¨®gica de su predecesor, Jeremy Corbyn, ha resultado eficaz. ¡°Promet¨ª desde el comienzo que realizar¨ªamos una oposici¨®n constructiva. A todos nos interesa que el Gobierno tenga ¨¦xito en esta batalla, y tendr¨¢ mi respaldo en todo lo que haga bien. Pero tambi¨¦n pondr¨¦ en cuesti¨®n su pol¨ªtica cuando lo haga mal¡±, comenzaba su intervenci¨®n el l¨ªder laborista. Sin adjetivos ni exageraciones, ha preguntado a Raab por los tres asuntos en los que el Gobierno brit¨¢nico se ha visto enredado en las tres ¨²ltimas semanas: el n¨²mero de test realizados, la escasez de material de protecci¨®n para el personal sanitario, y la cantidad de m¨¦dicos, enfermeros o trabajadores de los servicios sociales que han fallecido desde que estall¨® la pandemia.
Antes de que cayera v¨ªctima de la enfermedad, Johnson prometi¨® 250.000 pruebas diarias. D¨ªas despu¨¦s, su ministro de Sanidad, Matt Hancock, visti¨® como un elaborado plan nacional lo que a todas luces era una rectificaci¨®n al entusiasmo inicial del primer ministro. Se comprometi¨® a realizar en el Reino Unido 100.000 test diarios para finales de abril. ¡°Ayer [por el martes] se realizaron 18.000 pruebas, menos incluso que las 19.000 que se hicieron el d¨ªa anterior. Muy por debajo del objetivo de las 100.000 prometidas. ?Qu¨¦ va a hacer el Gobierno en los pr¨®ximos ocho d¨ªas para alcanzar esa meta?", preguntaba Starmer a Raab.
¡°Debo corregirle. Tenemos en estos momentos una capacidad para realizar 40.000 test diarios. Y veremos un crecimiento exponencial de las pruebas en los pr¨®ximos d¨ªas¡±, esgrim¨ªa el ministro de Exteriores en una respuesta claramente elaborada de antemano.
¡°No necesitaba la correcci¨®n. Hablo de test, no de capacidad. ?Por qu¨¦ el Gobierno no puede realizar todas esas pruebas diarias si asegura que est¨¢ dentro de sus posibilidades?¡±, acorralaba a su rival el l¨ªder de la oposici¨®n. Starmer incid¨ªa en el contraste que el Gobierno brit¨¢nico sufre, como otros Gobiernos, entre los anuncios precipitados de una estrategia de respuesta y la lentitud con que responde en la realidad. Muchos trabajadores clave que necesitan someterse al test no disponen de veh¨ªculo propio ni de transporte p¨²blico para acudir a los centros volantes de prueba desplegados por el Ejecutivo, y la atenci¨®n domiciliaria no alcanza a todos los puntos que la requieren.
Ha sido, en cualquier caso, una simple pregunta la que ha descolocado a Raab: ?Cu¨¢ntos miembros del personal sanitario y del personal de residencias y centros sociales han fallecido desde que comenz¨® la pandemia? ¡°Seg¨²n los ¨²ltimos datos, creo que son 69 los fallecidos en el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en ingl¨¦s). No tengo la cifra precisa de las residencias, porque resulta m¨¢s dif¨ªcil de establecer que la de residentes fallecidos¡±, se disculpaba el ministro. ¡°Me decepciona esa respuesta, y le pongo sobre aviso: Volver¨¦ a hacerla la semana que viene¡±, respond¨ªa Starmer.
Apenas quince diputados han participado en la sesi¨®n de control, y el tono de todos ha sido de respeto y contenci¨®n. Solo tres de ellos estaban presentes en la C¨¢mara de los Comunes, a distancia prudencial de sus colegas. Unos peque?os cartelitos verdes y rojos establec¨ªan la distancia m¨ªnima exigida a los asistentes. Las pantallas colocadas en alto sobre las bancadas enfrentadas mostraban a los parlamentarios que la presidencia de la C¨¢mara hab¨ªa concedido previamente el turno de intervenci¨®n, desde sus confinamientos domiciliarios. Laboristas y tories han ce?ido sus preguntas a preocupaciones concretas de sus respectivas circunscripciones, como las ayudas del Gobierno al sector hostelero. Hasta el portavoz del Partido Nacional Escoc¨¦s, Ian Blackford, que introduc¨ªa la necesidad de una renta m¨ªnima universal, puso la nota de color con su colecci¨®n de balones de f¨²tbol al fondo del despacho. Y curiosamente, la ¨²nica intervenci¨®n con un tono m¨ªnimamente incendiario ha sido la del conservador Peter Bone, quien carg¨® contra los excesos de los bancos a la hora de cobrar intereses a sus clientes, en tiempos de necesidad, y reclamaba que arrimaran el hombro. Y curiosamente, la ¨²nica intervenci¨®n con un tono m¨ªnimamente incendiario ha sido la del conservador Peter Bone, quien carg¨® contra los excesos de los bancos a la hora de cobrar intereses a sus clientes, en tiempos de necesidad, y reclamaba que arrimaran el hombro.
Fue Ed Davey, el l¨ªder en funciones de los liberales dem¨®cratas, quien intuy¨® con su pregunta el futuro a medio plazo de la pol¨ªtica en el Reino Unido, cuando pregunt¨® a Raab si respaldaba una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre la gesti¨®n de la crisis del coronavirus. ¡°Sin duda hay lecciones por aprender, pero la ciudadan¨ªa quiere ahora que nos centremos en lo urgente¡±, respond¨ªa el sustituto de Johnson. Ser¨¢ m¨¢s adelante, si la crisis acaba siendo controlada, cuando Westminster vuelva a rugir de nuevo y el presidente de la C¨¢mara deba echar mano del grito de ¡°Order!¡±, que este mi¨¦rcoles no se oy¨® ni una sola vez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.