Las maquiladoras de Ciudad Ju¨¢rez van cesando su actividad a golpe de muertos
Las empresas estadounidenses en la frontera se resisten a cerrar o reducen el sueldo de sus trabajadores en uno de los focos de mayor contagio de M¨¦xico
Un empleado de la funeraria Ram¨ªrez est¨¢ sacando el cuerpo de una mujer de los asientos traseros de un coche azul. El marido y dos hijas la han tra¨ªdo hasta las puertas del Hospital 66 de Ciudad Ju¨¢rez. Est¨¢ muerta. Todav¨ªa viste ropa de calle, mallas de motivos gris¨¢ceos y una camiseta. Se llamaba Gregoria, ten¨ªa 56 a?os y trabajaba en Electrolux, una maquiladora de capital estadounidense que no ha cesado su actividad a pesar del decreto de emergencia dictado por el Gobierno de M¨¦xico. Estas enormes naves con miles de obreros est¨¢n salpicadas por toda la frontera entre ambos pa¨ªses y suponen uno de los m¨¢s temidos focos de contagio del coronavirus. Solo en Ciudad Ju¨¢rez hay unas 320 que emplean a cerca de 300.000 personas. Muchas han parado sus m¨¢quinas, pero un pu?ado a¨²n se resiste. Van cerrando a golpe de muertes.
Electrolux anunci¨® que esta semana no abrir¨ªa sus puertas. Ya es tarde para do?a Gregoria. Su cuerpo, el pasado s¨¢bado, pasa del coche familiar a la carroza funeraria, que arranca hacia el crematorio. Las autoridades de Salud del Estado mexicano de Chihuahua no contestan sobre el irregular traslado del cad¨¢ver de un veh¨ªculo a otro, en plena calle, a pleno sol, con la ayuda del marido que se cubre apenas con una fina mascarilla. Todos saben que se la ha llevado la covid-19. La funeraria asegura que tiene el certificado m¨¦dico. Las hijas, tambi¨¦n con cubrebocas, piden a la periodista que se distancie de ellas. ¡°Por si le contagiamos¡±. En el Facebook, otros contar¨¢n despu¨¦s que toda la familia est¨¢ infectada y piden una oraci¨®n por esa trabajadora cuyo retrato publican. El lunes, cientos de obreros protestan a las puertas de algunas maquiladoras para que cesen su actividad y les paguen el 100% del sueldo.
Ciudad Ju¨¢rez, con 1,3 millones de habitantes, es el para¨ªso de estas empresas, mayoritariamente estadounidenses, pero tambi¨¦n europeas, que se instalaron en M¨¦xico en busca de mano de obra barata, casi esclava. De Estados Unidos llega la materia prima y a Estados Unidos se retornan las piezas ensambladas: lo mismo son cajeros autom¨¢ticos de bancos que las tripas de una computadora, piezas para veh¨ªculos, aparatos de telefon¨ªa o el cableado de los electrodom¨¦sticos. Tres turnos de ocho horas cada uno para no interrumpir la producci¨®n ni de d¨ªa ni de noche, a 215 pesos la jornada, unos 10 euros. Viejos autobuses recogen a los obreros en sus colonias y, bien api?aditos durante el trayecto, los depositan en las empresas y de vuelta a casa.
No hay nada que merezca el nombre de sindicato en Ciudad Ju¨¢rez. Los trabajadores desconocen sus derechos m¨¢s b¨¢sicos, son presa f¨¢cil de la voracidad empresarial y estos d¨ªas est¨¢n m¨¢s expuestos que nunca, aunque el Gobierno haya decretado el cierre industrial. Si piden suspender la actividad les amenazan con el despido. Si a pesar de todo insisten en quedarse en casa como machaconamente exigen las autoridades sanitarias y la televisi¨®n, la empresa les muestra un documento donde figura su renuncia voluntaria y firman como corderitos. Son unas pocas monedas de las que no pueden prescindir. O un bono de 100 pesos y a pasar la tarde en casa sin hacer ruido.
Enfundada en su traje blanco, con mascarilla y guantes, una abogada laboralista se desga?ita a las afueras de Edumex, donde 6.000 empleados fabrican filtros, quitapelusas y piezas para los electrodom¨¦sticos. ¡°?No firmen la renuncia voluntaria! Ya la Secretar¨ªa de Trabajo dijo que mientras se extienda la emergencia nacional sus despidos ser¨¢n nulos. Se viene una recesi¨®n muy fuerte, ?aseguren lo que es suyo! ?No firmen solo para llevarse el cheque que les ponen a la vista! ?No sean pendejos, no hagan caso a Recursos Humanos, nadie tiene un documento que dice que se permite la actividad en la empresa. Es f¨¢cil dominarles a ustedes, pero cr¨¦anme, si la empresa les presenta un documento como ese se va al bote [c¨¢rcel]. Ese papel no existe¡±. Susana Prieto, una abogada activista bien conocida en Ju¨¢rez, se traslada de una empresa a otra, graba v¨ªdeos con su m¨®vil y los cuelga en las redes donde ya los ven miles de seguidores. Les ense?a c¨®mo presionar legalmente a la empresa, porque los trabajadores apenas distinguen una protesta en la calle de un paro laboral. ¡°?Organ¨ªcense, abran un grupo de WhatsApp, usen los tel¨¦fonos para lo que sirven!¡±. La uni¨®n hace la fuerza es una frase con poco calado en estos predios.
La abogada tiene la voz ronca pero el ¨¢nimo entero. Ella tambi¨¦n fue maquiladora para pagarse los estudios. Es una rara avis. Las maquiladoras son el paisaje que ven aqu¨ª los padres y los hijos, y el mismo que ver¨¢n los nietos. El ascensor social est¨¢ bloqueado. Y el coronavirus no va a contribuir a cambiar esto. M¨¢s bien al contrario. ¡°En M¨¦xico se hereda en buena medida la condici¨®n de origen. Y los que la superan no llegan muy lejos en la escalera social. Si naciste en el lado equivocado de la escalera, un choque epid¨¦mico como este solo incrementar¨¢ la inmovilidad social¡±, asegura Roberto V¨¦lez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
El 40% de la poblaci¨®n mexicana est¨¢ en el primer o segundo escal¨®n de un total de cinco pisos. Solo el 50% de los que nacen en el primer piso mejorar¨¢ su condici¨®n, pero la mitad de ellos apenas subir¨¢ al siguiente; la otra mitad escalar¨¢ algo m¨¢s. ¡°Dos o tres personas de cada 100 alcanzan el nivel m¨¢s alto, y eso es una clase media. El accidente de cuna es el que determina tu destino, y no el esfuerzo¡±, sostiene V¨¦lez en base a estudios del centro que dirige.
Esta ma?ana de lunes, los empleados de la planta 1 y 2 de Electrocomponentes est¨¢n protestando porque la maquiladora ha cerrado sus puertas por una semana, pero solo les quiere pagar el 50% del salario. La disyuntiva en la que se mueven estos empleados es perversa: trabajar con el coronavirus al lado o hacer la cuarentena en casa sin un peso en los bolsillos. Es la misma ecuaci¨®n mortal que atrapa a 60 millones de pobres en todo M¨¦xico. Y muchos parecen decir: antes muerto que despedido.
?Se han dado casos de covid-19 en esta maquiladora? No lo saben a ciencia cierta, unos dicen que dos, otros que tres. ¡°Pero s¨ª conocemos gente con s¨ªntomas similares. A algunos les han dado una baja de siete d¨ªas o de 14¡±. ?Es por esos casos sospechosos por lo que la empresa ha decidido cerrar esta semana? ¡°No, creo que ha sido porque vino Sanidad el viernes y dijo que el trabajo que se hac¨ªa aqu¨ª no era esencial. Pero si el lunes siguiente vuelven a abrir, la gran mayor¨ªa seguro que regresa al trabajo. Aqu¨ª hay mucha corrupci¨®n, las empresas ense?an el dinero y nadie les hace nada. Abusan de la ignorancia de la gente¡±, dice un empleado que oculta su identidad.
Unos ojos claros de largas pesta?as pintadas es lo poco que se ve en la cara con mascarilla de una mujer de 28 a?os embarazada. No quiere dar su nombre, nadie quiere. Con la comida no se juega. Est¨¢ de siete meses y ha pasado marzo sin trabajar, cuando el Gobierno decret¨® la emergencia y mand¨® proteger a los m¨¢s vulnerables. Pero esta ma?ana de lunes ya le tocaba incorporarse. Absurdo: el embarazo no hay concluido. Ni tampoco las diabetes, ni las hipertensiones. Tiene dos hijos, necesita el dinero, as¨ª que si la empresa cierra y solo les paga la mitad, prefiere que siga abierta. ?No tiene miedo? Todo el del mundo, pero se resigna. La familia espera en casa a su madre, no al coronavirus, pero¡
El Consejo Nacional de Maquiladoras, Index, asegura que est¨¢n cerradas el 70% en Ciudad Ju¨¢rez, que la mayor¨ªa ha acatado las reglas dictadas por el Gobierno. Index es la voz de las empresas y expone las dificultades de un sector que no tiene f¨¢cil trabajar desde casa. No le ponen una fecha a la vuelta a la normalidad, pero est¨¢n esperando que Estados Unidos se reactive. Saben que esta es una zona de alto contagio en M¨¦xico, pero dicen estar prepar¨¢ndose ¡°con todos los protocolos, las mascarillas, guantes, sana distancia¡±. Aunque reconocen la dificultad de comprar todo ese material ahora: ¡°Estamos escasos a nivel internacional, es verdad, pero aqu¨ª hay mucha creatividad, es sencillo hacer una mascarilla¡±, sostiene Fabiola Luna, gerente de una de estas maquiladoras y perteneciente al consejo nacional de Index. ¡°Esto no es f¨¢cil para la empresa, no salen las cuentas, dependemos de la inversi¨®n extranjera. Esto es un negocio y urge que se reactive la econom¨ªa¡±, afirma. ¡°Ya el presidente ha dicho que si arranca de nuevo el trabajo en Estados Unidos pues que aqu¨ª en Ju¨¢rez iba a poder autorizar la actividad¡±, a?ade. Pero en Ju¨¢rez las muertes se contar¨¢n por cientos en unas semanas.
¡°En Estados Unidos han parado las empresas, pero aqu¨ª les da igual, total, son mexicanos, qu¨¦ mas da. Cuando tienen un muerto o dos cierran unos d¨ªas, dizque para sanitizar, y luego los trabajadores vuelven, creen que ya no se van a contagiar. O les dan un bono. ?Es que con el bono ya no se contagian?¡±, ironiza la abogada laboralista. ¡°?Y qu¨¦ hace el Gobierno? Dec¨ªa que miraba por los pobres, pues aqu¨ª tiene a los pobres, es un crimen lo que est¨¢n haciendo con ellos¡±.
El Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador orden¨® la paralizaci¨®n de las actividades no esenciales pero las medidas para garantizar su cumplimiento brillan por su ausencia. De tanto en tanto parecen pedir por favor a las empresas que no sean malitas, que atiendan sus reclamos. ?Est¨¢n obligando a cerrar, hay sanciones? Se desconoce. En las maquilas sigue muriendo gente con las botas puestas.
Un pu?ado de trabajadoras se cubren del sol con un paraguas mientras dura la protesta en Electrocomponentes 1 y 2. Si la empresa hubiera abierto hoy estar¨ªan trabajando a menos de un metro las unas de las otras. Una banda pegada al suelo les indica que no deben sobrepasar esa distancia, como si el coronavirus fuera a respetarla. Apenas hace unos d¨ªas les dieron las endebles mascarillas que llevan, nada de guantes, y se van pasando de una en otra los arneses que fabrican, en cadena. ¡°Tambi¨¦n nos dijeron que en el autob¨²s que nos trae solo viajara una persona cada dos asientos, pero no mandaron suficientes camionetas, y en la ¨²ltima nos tuvimos que meter todos como pudimos porque si no nos quedamos sin venir al trabajo¡±, dice una de ellas.
De tanto en tanto se oyen aplausos en la concentraci¨®n de trabajadores cuando les hablan los abogados sobre sus derechos. Todos hacen pi?a para escuchar lo que dice el cubrebocas que tiene el uso de la palabra. Pero la mayor¨ªa estar¨ªa dentro si la empresa hubiera abierto esta ma?ana. Esa es la raz¨®n, seguramente, de que la manifestaci¨®n sea tan numerosa. Les ha pillado con las puertas cerradas y aprovechan para protestar por la rebaja del sueldo a la mitad. ¡°Cien por ciento, cien por ciento¡±, corean. Tambi¨¦n se oyen toses, secas y de todas las clases. Casi nadie parece muy consciente del peligro.
Qu¨¦ opina la patronal del goteo de muertes que se est¨¢n registrando en las maquiladoras. Fabiola Luna las lamenta. ¡°Hay que determinar qu¨¦ es actividad esencial y establecer todos los protocolos de seguridad, pero no podemos hacer controles las 24 horas de la vida de un trabajador. Ellos har¨¢n caso de las medidas de protecci¨®n o no, pero si no se lo toman en serio o no se responsabilizan, poco podemos hacer". ?Conoce el caso de do?a Gregoria? Muri¨® este fin de semana. Trabajaba en Electrolux, ten¨ªa 56 a?os, su maquiladora no hab¨ªa cerrado. "Esas situaciones se van a presentar y la industria trata de contribuir, pero ?c¨®mo hacemos con los pacientes asintom¨¢ticos? Hay cosas que no se pueden controlar ni prevenir¡±, dice. Ninguna de las empresas mencionadas en el reportaje ha querido hacer comentarios al respecto de la crisis.
La familia de do?a Gregoria pas¨® el cad¨¢ver de un coche a otro y enfil¨® hacia el crematorio. No fue el ¨²nico deceso del s¨¢bado en el Hospital 66. Por la tarde, otros parientes est¨¢n esperando que salga la carroza funeraria del centro sanitario con el nuevo fallecido por la covid-19 cuando llega una camioneta con un grupo musical que da gracias a Dios y entona aleluyas y dem¨¢s pr¨¦dicas por los altavoces. Anuncia la llegada de Los ?ngeles de Ju¨¢rez. Son unos chavos vestidos con t¨²nicas blancas, con la cara y el pelo tambi¨¦n pintados de blanco y con unas enormes alas de pl¨¢stico y plumas que el viento no deja quietas. Est¨¢n subidos a unas sillas y hacen equilibrios para no salir volando con el vendaval b¨ªblico que se ha levantado. Sujetan unos cartelones: ¡°Ante la covid-19, fe y esperanza¡±; ¡°Humill¨¦monos para que Dios salve nuestra tierra¡±. Ninguno lleva cubrebocas, tampoco los que se amontonan en la camioneta de las plegarias. Cuando se escribe este art¨ªculo, las cifras oficiales dicen que Ciudad Ju¨¢rez suma 29 decesos. Ser¨¢n muchos m¨¢s cuando el pa¨ªs alcance la c¨²spide de la enfermedad. Ni los ¨¢ngeles podr¨¢n decir que desconoc¨ªan el peligro que se gestaba en las grandes naves industriales de la frontera.