Los ind¨ªgenas de la Amazonia lanzan un SOS para reclamar protecci¨®n ante la pandemia
Las primeras muertes y el avance de los contagios activan las alarmas en la frontera que comparten Brasil, Colombia y Per¨²
Un territorio vasto y selv¨¢tico, con una poblaci¨®n vulnerable, dispersa y mayoritariamente ind¨ªgena, deficientes redes hospitalarias y bajo la jurisdicci¨®n de varios pa¨ªses. El coronavirus que ataca con ferocidad el sistema respiratorio tambi¨¦n pone en peligro a los habitantes del llamado pulm¨®n del mundo. La Amazonia, ese paraje remoto y biodiverso donde los bienes fluyen por r¨ªos en lugar de autopistas, ha encendido las alertas de las autoridades de Brasil, Colombia y Per¨² ante el avance de la pandemia.
La covid-19 supone una amenaza a¨²n m¨¢s grave para las comunidades ind¨ªgenas, tradicionalmente diezmadas por epidemias llevadas hasta ellas por el hombre blanco. Sus defensores advierten del riesgo de genocidio si no se toman medidas. Por eso los ind¨ªgenas brasile?os han reclamado a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud que creen un fondo espec¨ªfico de emergencia para protegerlos.
Las se?ales de alarma proliferan en Brasil, que acumula cerca de 8.000 decesos y 115.000 contagios. La enfermedad ha causado seis muertos en aldeas ind¨ªgenas y ha llegado a la ciudad m¨¢s ind¨ªgena del pa¨ªs. La semana pasada se detectaron los primeros contagios en S?o Gabriel da Cachoeira, ubicada en la Amazonia, pese a que hace un mes las autoridades suspendieron el transporte fluvial y a¨¦reo hasta esta remota poblaci¨®n en la frontera con Colombia y Venezuela. El intento de aislarla fracas¨®. Estos casos son especialmente relevantes porque el 90 por ciento de los vecinos de este municipio del tama?o de Bulgaria son ind¨ªgenas, m¨¢s vulnerables a la covid-19 que el resto de los brasile?os. Aunque tiene un hospital gestionado por el Ej¨¦rcito, la UCI m¨¢s cercana est¨¢ a 850 kil¨®metros, en Manaos, la capital estatal duramente castigada por la pandemia. Las camas de cuidados intensivos de la ciudad m¨¢s poblada de la Amazonia est¨¢n saturadas hace d¨ªas. El aumento de fallecidos ha obligado a abrir fosas colectivas. ¡°Hemos fracasado¡±, admiti¨® el alcalde, Arthur Virgilio Neto, en referencia a que la poblaci¨®n incumple la cuarentena desoyendo sus recomendaciones y al gobernador.
El fot¨®grafo Sebasti?o Salgado, inmerso en un monumental proyecto sobre la Amazonia, ha logrado que decenas de personalidades de la cultura ¡ªde Ai Wei Wei a Meryl Streep o Pedro Almodovar¡ª reclamen a los tres poderes de Brasil medidas de protecci¨®n urgente. La comisi¨®n Arns es un ente brasile?o que urge a desplegar a las fuerzas de seguridad para impedir la invasi¨®n de tierras ind¨ªgenas o expulsar a los que ya est¨¦n en ellas. La veterana antrop¨®loga Manuela Carneiro da Cunha, de la comisi¨®n Arns, explica en una entrevista telef¨®nica que en la zona de S?o Gabriel da Cachoeira viven 23 pueblos ind¨ªgenas. Recuerda que el primer Yanomami fallecido de la covid-19 era un adolescente de 15 a?os que ¡°contrajo el virus en unas tierras invadidas por buscadores de oro¡±, y que el virus f¨¢cilmente podr¨ªa diezmar comunidades como la malaria llevada en los ochenta por los buscadores de oro a las tierras yanomami.
Da Cunha critica que algunos grupos reci¨¦n contactados que viven lejos de los r¨ªos deban ir hasta las ciudades para recibir la ayuda de Bolsa Familia porque, dice, ¡°las pol¨ªticas p¨²blicas brasile?as nunca se han adaptado a personas que viven de manera diferente (a la mayor¨ªa) como los ind¨ªgenas¡±. Insiste en que ¡°eso es peligros¨ªsimo en situaci¨®n de pandemia porque los reci¨¦n contactados a¨²n no tienen defensas inmunol¨®gicas¡±. Destaca la antrop¨®loga que ¡°curiosamente copiamos una estrategia ind¨ªgena¡± para afrontar esta pandemia. Existen pueblos enteros, cuenta, que se aislaron voluntariamente tras experiencias traum¨¢ticas con buscadores de oro, o invasores de territorios.
Tambi¨¦n en Colombia, comunidades ind¨ªgenas han optado por aislarse en sus resguardos ante el temor de contagiarse del virus. Bogot¨¢, una urbe andina de m¨¢s de siete millones de personas, se mantiene como el epicentro de la covid-19 con m¨¢s de 3.000 de los cerca de 9.000 casos detectados que acumula el pa¨ªs. Pero el distante Amazonas, con una deficiente red hospitalaria, se ha convertido en el departamento con m¨¢s nuevos contagios. Despu¨¦s de pasar m¨¢s de un mes sin aparecer con casos detectados, en menos de dos semanas ha escalado hasta 230 positivos. Su capital, Leticia, en el extremo sur del mapa en forma de rombo del territorio colombiano, tiene la mayor tasa de infecciones del pa¨ªs.
La zozobra se ha apoderado de un departamento que registra 13 muertes relacionadas con la covid-19. Entre ellas, un rostro ind¨ªgena muy conocido. El de Antonio Bol¨ªvar, el actor de 75 a?os que interpret¨® a Karamakate en la galardonada pel¨ªcula El abrazo de la serpiente. Su personaje era el encargado de guiar en la selva a un etnobot¨¢nico extranjero que buscaba una planta milagrosa en la producci¨®n de Ciro Guerra y Cristina Gallego candidata a los premio Oscar en 2016.
Como parte de su respuesta para contener el coronavirus, Colombia cerr¨® formalmente sus fronteras desde el 17 de marzo, pero los l¨ªmites son borrosos en la selva amaz¨®nica. Leticia se ubica en la triple frontera, donde la movilidad constante dificulta levantar barreras. Separada por una calle de la brasile?a Tabatinga, son poblaciones siamesas con un fluido intercambio comercial, muy pr¨®ximas a la isla peruana de Santa Rosa. Las mercanc¨ªas y viajeros suelen llegar desde Manaos, la gran urbe amaz¨®nica. El departamento colombiano de 79.000 habitantes cuenta con escasas 68 camas hospitalarias, cuatro de cuidados intermedios y ninguna UCI. Cuando un paciente necesita atenci¨®n especializada suele ser remitido en avi¨®n hasta Bogot¨¢, a m¨¢s de mil kil¨®metros. Para agravar el panorama, hace menos de un mes el personal del Hospital San Rafael renunci¨® alegando falta de garant¨ªas laborales y de elementos de seguridad.
Esa manifiesta e hist¨®rica vulnerabilidad inquieta al Gobierno de Iv¨¢n Duque. En Amazonas ¡°tenemos un foco que merece toda nuestra atenci¨®n¡±, ha declarado el mandatario en su programa diario para atender la pandemia. A¨²n en plena cuarentena, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, visit¨® Leticia el domingo. All¨ª prometi¨® que el env¨ªo de medicamentos, tapabocas, gel antibacterial y otros elementos de higiene, as¨ª como la entrega de ventiladores y la contrataci¨®n de personal de salud. Las entregas, en cualquier caso, dependen de la Fuerza A¨¦rea Colombiana, que a finales de la semana pasada llev¨® un laboratorio m¨®vil para pruebas de covid-19. El modelo epidemiol¨®gico del Ministerio define que durante el pr¨®ximo a?o la mitad de la poblaci¨®n es susceptible de contagio, y la salud de las etnias ind¨ªgenas es una de las mayores preocupaciones.
El panorama es igualmente complejo del lado peruano de la triple frontera. En Caballococha, la poblaci¨®n m¨¢s importante, han fallecido entre lunes y martes con s¨ªntomas de la covid-19 tres ticunas ¨Cdos adultos mayores y una mujer¨C de la comunidad de Bellavista Callar¨², cuenta Francisco Hernandez Cayetano, presidente de la Federaci¨®n de comunidades ticunas y yaguas del Bajo Amazonas. ¡°En esa comunidad viven unas 3.000 personas y solo hay una que atiende en el puesto de salud. La mayor¨ªa tienen esta enfermedad, pero no saben por qu¨¦ no les han hecho las pruebas, la posta de salud no tiene ni un medicamento¡±, denuncia en di¨¢logo con este peri¨®dico. Supone que los tres fallecidos se contagiaron cuando viajaron a la isla Santa Rosa a cobrar unos subsidios en el banco.
Caballococha es parte de la regi¨®n Loreto. Con 62 muertos y 1.500 de los m¨¢s de 50.000 casos detectados en Per¨², concentra un gran n¨²mero de pueblos ind¨ªgenas que no han recibido del Estado ni atenci¨®n ni informaci¨®n diferenciada para afrontar la pandemia. ¡°No s¨¦ a qui¨¦n llamar para que nos apoye. Que se acuerden de nosotros¡ yo me siento impotente por toda esta situaci¨®n¡±, apunta el apu (jefe ind¨ªgena) Hern¨¢ndez Cayetano. Pide que env¨ªen m¨¦dicos hasta la frontera. ¡°Aqu¨ª el que se enferma no hay c¨®mo salvarle¡±, se lamenta.
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