El desaf¨ªo de Washington: abrir la pol¨ªtica y mantener la ciudad segura
La Casa Blanca quiere reabrir el Gobierno federal a pesar de que la alcaldesa considera que la capital de la naci¨®n no est¨¢ preparada para ello
El choque va camino de producirse sin remedio en los pr¨®ximos d¨ªas: a medida que la Administraci¨®n de Donald Trump siga adelante con sus planes para reabrir el aparato del Estado federal, el mayor empleador de Washington, y la m¨¢xima autoridad de la capital de la naci¨®n, la alcaldesa dem¨®crata Muriel Bowser, insista en su compromiso de extender la orden de permanecer en casa y mantener cerrados los negocios no esenciales hasta el pr¨®ximo 8 de junio. En opini¨®n de Bowser, las infecciones por coronavirus no han bajado lo necesario para que sea seguro reabrir la capital a la vida este viernes, como inicialmente hab¨ªa previsto. Hasta el momento, la pandemia se ha cobrado 350 vidas hay m¨¢s de 6.500 casos confirmados de la covid-19 en el Distrito de Columbia.
Washington tiene una poblaci¨®n de poco m¨¢s de 700.000 residentes, pero su ¨¢rea metropolitana incluye partes de los vecinos Maryland y Virginia, lo que multiplica por 10 el n¨²mero de habitantes que cada d¨ªa se mueven para, en su gran mayor¨ªa, ir a trabajar a la capital del pa¨ªs. Su estatus especial de Distrito implica que carece de la estructura legislativa y ejecutiva de los Estados, cuyos gobernadores son los que est¨¢n decidiendo sobre imposici¨®n y el levantamiento de las medidas de confinamiento en el resto del pa¨ªs.
Estos d¨ªas Washington no es Washington. Lleva semanas sin serlo. Sin sus pol¨ªticos, lobistas, personal diplom¨¢tico, trabajadores de las mayores organizaciones internacionales que en esta ciudad tienen su sede, las calles abarrotadas a la hora de la comida en el conocido como Downtown est¨¢n ahora desiertas.
O casi. Porque el confinamiento -no obligatorio- para evitar el contagio que est¨¢ practicando la poblaci¨®n ha sacado a la luz la otra realidad de la ciudad que siempre ha existido, pero que ahora es m¨¢s visible que nunca. Personas sin hogar, j¨®venes y ancianos que vagan por las calles con claros s¨ªntomas de sufrir enfermedades mentales, todos aquellos que se han ido cayendo del sistema establecido son legi¨®n que antes quedaba escondida tras la llamada normalidad. Pero si algo ha probado esta crisis, m¨¢s all¨¢ de la falta de preparaci¨®n para una pandemia que dejar¨¢ unas cicatrices imborrables, es que la normalidad tardar¨¢ en regresar. Si regresa.
Un recordatorio de que el tiempo pasado ya no existe es la rutina que intenta poner en marcha el Poder Legislativo representado en el Capitolio de Washington. La ciudad de la gran pol¨ªtica se compone estos d¨ªas de avenidas desiertas hasta llegar al Congreso, dejando atr¨¢s las grandes multilaterales, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que nacieron fruto de la conferencia internacional en Bretton Woods (New Hampshire), cuando faltaba un a?o para que acabara la Segunda Guerra Mundial. Son enormes barcos insignias fantasmas vac¨ªos de gente.
Desde principios de mayo, la C¨¢mara de Representantes y el Senado tratan de recuperar el pulso perdido. Pero las reglas del juego han cambiado. La distancia social y las medidas de protecci¨®n no hacen f¨¢cil el trabajo de los legisladores, o al menos de los que han vuelto a sus esca?os, porque son muchos los que siguen trabajando de forma remota a trav¨¦s de Internet. El pasado martes, mientras que los expertos en salud del pa¨ªs ofrec¨ªan su testimonio a trav¨¦s de internet sobre la respuesta dada por la Administraci¨®n a la pandemia de coronavirus ante el Comit¨¦ del Senado encargado de la Salud, la mayor¨ªa de los senadores que estaban presentes cubr¨ªan su nariz y boca con m¨¢scaras protectoras. Nancy Pelosi, la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, aparec¨ªa en la cuenta de Instagram de Hillary Clinton perfectamente conjuntada con traje de chaqueta de color rosa y mascarilla a juego, antes de tomar un ascensor del Capitolio.
Respecto a los elevadores. Solo una persona si carece de m¨¢scara de protecci¨®n. Hasta dos si la llevan. Se ruega que antes de pulsar el bot¨®n de llamada del ascensor, y tambi¨¦n para pulsar el piso deseado, se haga uso del gel desinfectante. No hay cafeter¨ªas abiertas y se pide a pol¨ªticos, ayudantes y personal del Capitolio que traigan sus tarteras de casa. Que guarden las distancias a la hora de comer y que dejen su lugar limpio.
Si acceder al Congreso de Estados Unidos siempre hab¨ªa tenido algo de grandioso, ahora la sensaci¨®n de que ya nada volver¨¢ a ser como antes est¨¢ presente a cada paso que se da por las majestuosas salas. El silencio lo impregna todo. Si no fuera por lo extremo del encerado del suelo, uno podr¨ªa o¨ªr retumbar cada pisada en un edificio todav¨ªa casi desierto. Un celador comenta con un compa?ero la incertidumbre en que se habita, con m¨¢s de una docena de polic¨ªas del Capitolio infectados por el coronavirus as¨ª como varios miembros del elenco pol¨ªtico.
Algo similar pasa con el Gobierno federal y todas las agencias que trabajan para ¨¦l. Con el metro -el sistema de transporte que cada d¨ªa acerca a sus puestos de trabajo a miles de personas- bajo m¨ªnimos y el anuncio de que no se recuperar¨¢n los niveles de servicio anteriores a la crisis hasta principios de 2021, los trabajadores tienen dif¨ªcil su reincorporaci¨®n.
La alcaldesa Bowser se ha empleado a fondo en una ciudad en la que, a pesar de que menos del 50% de la poblaci¨®n es de raza negra, este segmento de la poblaci¨®n suma m¨¢s del 80% de muertes. En su intento de llegar a todos los ciudadanos, la alcald¨ªa de Washington fich¨® a la antigua primera dama. Durante varios d¨ªas, cuando sonaba el tel¨¦fono, una voz irreconocible anunciaba que quien hablaba al otro lado de la l¨ªnea era Michelle Obama. ¡°Recuerde, le pedimos que se quede en casa excepto si tiene un trabajo relacionado con la salud, la alimentaci¨®n u otro tipo de cometido esencial¡±, dec¨ªa la se?ora Obama en su mensaje.
El mandato de una alcaldesa frente a la autoridad del presidente de Estados Unidos decidiendo sobre la puesta en marcha del Gobierno federal. El mismo mi¨¦rcoles, Trump desautorizaba a su mayor asesor sanitario, el doctor Fauci, al decir que no le parec¨ªa ¡°una respuesta aceptable¡± la cautela utilizada por el experto de cara a la reapertura de los colegios. La colisi¨®n est¨¢ servida.
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