Las banderas blancas del hambre en Per¨²
El pa¨ªs con m¨¢s exceso de muertes afronta desbordado la crisis sanitaria, social y econ¨®mica por la enfermedad
Per¨² no tiene tregua frente al coronavirus. La crisis sanitaria ha desnudado la fragilidad del sistema de salud, la burocracia frena las ayudas sociales y el empleo, con una de las cotas de informalidad m¨¢s elevadas de Am¨¦rica Latina, se desmorona. El pa¨ªs con m¨¢s exceso de muertes, seg¨²n un reciente an¨¢lisis de EL PA?S (casi 13.000, un 54% m¨¢s de lo normal), cumple tres meses desde que el Gobierno de Mart¨ªn Vizcarra declarara la emergencia con un balance desolador. La cifra oficial de fallecidos es de 6.500, hay m¨¢s de 225.000 infectados, dos millones se han quedado sin trabajo en los sectores formales mientras miles de peruanos tratan de salir adelante improvisando alguna actividad en la calle.
La pandemia ha golpeado con brutalidad a las familias y las previsiones son desalentadoras: la contracci¨®n de la econom¨ªa ser¨¢ del 12%, seg¨²n el Banco Mundial. El desplome, el m¨¢s alto de la regi¨®n, amenaza adem¨¢s con desestabilizar a los pa¨ªses vecinos. La recesi¨®n que viene ha tenido en los ¨²ltimos meses una imagen recurrente que de alguna manera la anticipa. La larga y estricta cuarentena, decretada el 16 de marzo, ha afectado en especial a quienes buscaban el sustento diario en los cruces de calles y avenidas, o en los autobuses, y ha provocado el desplazamiento interno de alrededor de 200.000 personas. Los m¨¢s vulnerables regresaron de las ciudades al campo, a sus lugares de origen, ante la incapacidad de subsistir, y as¨ª contribuyeron a la propagaci¨®n de la covid-19.
Las banderas blancas que ondean en las periferias avisan del hambre que sufren miles de personas y se ven en los distritos m¨¢s humildes de Lima, Arequipa y Cuzco, entre otras regiones. Las llamadas ollas comunes se multiplican en barrios y asentamientos, algunas con alimentos conseguidos por la solidaridad de ciudadanos de otros distritos o de instituciones. Y los que no recibieron ninguno de los subsidios del Estado, para afrontar la cuarentena sin salir de casa, hacen llamamientos de urgencia por las radios o en Facebook para recibir alg¨²n aporte. Uno de ellos es Enrique Niqu¨ªn, responsable del Museo de los Colli, un centro cultural que ¨¦l mismo cre¨® en Collique, en Lima Norte, y que cobraba 0,6 d¨®lares por visita para conocer la cultura prehisp¨¢nica de esa zona de la ciudad. En las ¨²ltimas semanas, ha recibido donaciones de alimentos de la polic¨ªa y de un grupo cultural de j¨®venes del distrito.
La lista de los desempleados alcanza tambi¨¦n a las micro y peque?as empresas, que han tenido que cerrar. La noche del s¨¢bado, la ministra Mar¨ªa Antonieta Alva difundi¨® la lista de las 71.553 empresas que se han acogido a unos cr¨¦ditos de emergencia, llamados Reactiva Per¨², luego de semanas de que la prensa denunciara que cientos de micro y peque?as empresas no acced¨ªan a los pr¨¦stamos porque los bancos prefer¨ªan a las compa?¨ªas m¨¢s grandes. Incluso, algunas de las firmas que han logrado el cr¨¦dito han despedido a su personal.
En el ¨¢mbito de la salud, ha variado la cifra diaria de muertes por la covid-19: si durante abril y mayo era de alrededor de 100, ahora bordea las 200. El reporte del Ministerio de Salud del jueves daba cuenta de 206 defunciones; el viernes, 199; el s¨¢bado, 190 fallecidos. Juan Pablo Murillo, m¨¦dico epidemi¨®logo e investigador del Observatorio del Sistema de Salud P¨²blica de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos, se?ala que el cambio puede deberse a que hay menos barreras de acceso a los servicios de salud, ¡°y por tanto hay m¨¢s defunciones hospitalarias, pero tambi¨¦n ha habido un incremento en el n¨²mero de usuarios del Sistema Nacional de Defunciones y se ha facilitado el mecanismo de notificaci¨®n. Si antes hab¨ªa 20.000 m¨¦dicos que notificaban fallecimientos, ahora son 30.000¡±.
Murillo tambi¨¦n explica que tras tres meses de emergencia sanitaria ¡°el agotamiento del personal y las bajas (licencia) por infecciones o por comorbilidades, que han hecho mella¡± en los servicios de salud. La jefa del comando covid-19 ¡ªuna plataforma de coordinaci¨®n de la emergencia¡ª, la exministra de Salud Pilar Mazzetti, coment¨® hace una semana que en los hospitales p¨²blicos trabajan solo con la mitad del personal por ese motivo. El Gobierno ha entregado subsidios a familias pobres y familias rurales y en junio inici¨® el pago de un bono que denomina universal, que podr¨ªa llegar a cinco millones de hogares, para paliar la falta de trabajo durante la cuarentena, que terminar¨¢ previsiblemente el pr¨®ximo d¨ªa 30. Sin embargo, la mayor¨ªa de economistas y especialistas en pol¨ªticas sociales han criticado que los subsidios no llegan a quienes lo necesitan y han causado, adem¨¢s, contagios en las ventanillas de los bancos. El epidemi¨®logo Murillo sostiene que el Estado peruano no tiene capacidad de articular respuestas a nivel local ni instrumentos para identificar la pobreza urbana.
¡°Los sistemas de focalizaci¨®n de los programas sociales tienen un modelo de pobreza rural, y durante la lucha contra la anemia ¨¦sta se ha registrado en la periferia urbana, pero los gobiernos central y locales tienen problemas para llegar a la poblaci¨®n local. El Estado tendr¨ªan que asociarse con las iglesias, organizaciones sociales y otros socios efectivos¡±, a?ade Murillo. Mientras tanto, los alertas que la sociedad civil envi¨® al Gobierno en marzo, y no atendi¨®, se expresan en las 310 reclusas infectadas de la prisi¨®n femenina m¨¢s grande de Lima, sin atenci¨®n m¨¦dica, y las decenas de comunidades amaz¨®nicas con infectados y fallecidos, en las regiones Loreto, Ucayali, y desde esta semana, en Madre de Dios. El viernes ¨²ltimo falleci¨® la primera paciente ind¨ªgena en dicha regi¨®n colindante con Brasil y Bolivia.
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