¡°La poblaci¨®n del Sahel ahora huye tanto de los grupos armados como de los ej¨¦rcitos¡±
El responsable de Acnur en ?frica occidental, Xavier Creach, asegura que la pandemia retroalimenta la violencia y que habr¨¢ m¨¢s desplazamientos
En enero de 2019 hab¨ªa 57.000 desplazados internos en Burkina Faso por el conflicto con los grupos yihadistas. Un a?o y medio despu¨¦s hay 920.000. En toda la regi¨®n del Sahel central, 3,1 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares. Ahora, con la covid-19, muchos han perdido tambi¨¦n sus medios de vida por el cierre de mercados y fronteras y la paralizaci¨®n del comercio. ¡°Ya notamos un incremento del reclutamiento por parte de los grupos armados, el impacto de la pandemia retroalimenta el conflicto¡±, asegura Xavier Creach, responsable de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en ?frica occidental.
La violencia que vive esta olvidada regi¨®n del mundo desde 2012 ha entrado en una nueva din¨¢mica. ¡°La poblaci¨®n ya no huye solo de los grupos armados, tambi¨¦n lo hace de los ej¨¦rcitos que deber¨ªan protegerles. Las violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad no son algo nuevo, pero la amplitud de casos documentados en los ¨²ltimos meses es excepcional¡±, asegura Creach. Los actores humanitarios han denunciado m¨²ltiples casos de abusos, masacres y ejecuciones extrajudiciales contra civiles. ¡°Las partes no permiten a la poblaci¨®n que sea neutral. Est¨¢n entre la espada y la pared, esta guerra se ha vuelto todav¨ªa m¨¢s sucia¡±, a?ade.
Las regiones que antes eran zonas de acogida para refugiados y desplazados se han convertido ya en territorio de combates. La guerra les persigue. ¡°Empez¨® siendo el norte de Mal¨ª, luego el centro, despu¨¦s la regi¨®n de Liptako-Gourma o de las tres fronteras. Ahora hablamos ya del norte de Ben¨ªn, Togo o Costa de Marfil¡±, explica el responsable de Acnur. Hasta ahora los desplazamientos eran regionales, pero la extensi¨®n geogr¨¢fica del conflicto hace que sus posibilidades de escapar disminuyan. ¡°Asistimos a movimientos de poblaci¨®n hacia el sur, el Magreb e incluso Europa. La principal nacionalidad de los ocupantes de una barca que lleg¨® a Lampedusa el otro d¨ªa era la burkinesa. Es una tendencia¡±, dice Creach.
Y en esto lleg¨® la covid-19. La obligaci¨®n de adoptar medidas de distancia social y los confinamientos paralizaron la actividad econ¨®mica y los escasos ingresos de muchas familias se desplomaron. Esto contribuye a aumentar el reclutamiento, no necesariamente forzoso, porque los hombres encuentran seguridad, recursos econ¨®micos y protecci¨®n en los grupos yihadistas, pero tambi¨¦n un incremento de la violencia sexual y de g¨¦nero que sufren las mujeres. ¡°El sexo por supervivencia se extiende, igual que los abusos. Una brigada m¨®vil de salud viaj¨® durante dos semanas por el norte de Burkina Faso y constatamos m¨¢s de 200 violaciones. Cuanto m¨¢s lejos llegamos, m¨¢s casos identificamos¡±, a?ade Creach.
A todo ello se a?ade que el Sahel est¨¢ ya en el periodo anual de escasez entre cosechas, lo que provoca la reducci¨®n de una o dos comidas al d¨ªa y la subida de los ¨ªndices de malnutrici¨®n. Los ni?os lo sufren con especial intensidad. Hay 3.600 escuelas cerradas y las repercusiones no son solo educativas. ¡°Los ni?os y sobre todo las ni?as pierden un espacio seguro donde estar durante el d¨ªa a salvo de abusos y reclutamiento. Cada colegio cerrado sin que haya una respuesta es dejar a m¨¢s menores en manos de los grupos armados¡±, explica.
¡°Falta inter¨¦s de los pa¨ªses donantes por la situaci¨®n humanitaria del Sahel. Les queda muy lejos. Hay un mar y un desierto en medio. No es una regi¨®n con una actividad econ¨®mica que pueda impactarles, no hay gas ni petr¨®leo. Adem¨¢s, hay cierto cansancio, es una crisis que dura mucho. Se ha privilegiado la respuesta militar y ese es el error cometido desde 2012, no se entendi¨® que hab¨ªa una ruptura del contrato social muy anterior, como por ejemplo la discriminaci¨®n de los pastores fulani. Esta crisis no tendr¨¢ una soluci¨®n militar¡±, remata Creach.
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