Los dem¨®cratas buscan r¨¦ditos electorales en un proceso de relevo en el Supremo que no pueden frenar
La estrategia es huir de los ataques personales a la juez Barrett y aprovechar que el tribunal debe pronunciarse sobre la reforma sanitaria de Obama para subrayar lo que est¨¢ en juego en la pandemia
Con una mayor¨ªa republicana pr¨¢cticamente garantizada, los senadores dem¨®cratas dif¨ªcilmente podr¨¢n evitar que la conservadora Amy Coney Barrett se convierta en juez del Tribunal Supremo en sustituci¨®n de la fallecida Ruth Bader Ginsburg. La inc¨®gnita es cu¨¢n doloroso est¨¢n dispuestos a hacer el proceso y c¨®mo pueden tratar de obtener del mismo un beneficio de cara a las elecciones de noviembre. La estrategia pasa por elevar el tono pol¨ªtico del proceso de confirmaci¨®n y subrayar las consecuencias del relevo en las vidas de los ciudadanos. La agenda del Supremo, que debe decidir sobre la protecci¨®n sanitaria de millones de ciudadanos, les brinda la oportunidad de mantener el foco en la pandemia.
La indecorosa naturalidad con la que Mitch McConnell, l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado, se ha olvidado de los argumentos con los que en 2016 bloque¨® la confirmaci¨®n de un juez del Supremo propuesto por Barack Obama (no proced¨ªa, defendi¨® entonces, hacerlo en a?o electoral), les da a los dem¨®cratas carta blanca para retorcer el reglamento y las costumbres de la C¨¢mara. El filibusterismo en las audiencias de confirmaci¨®n de jueces del Supremo fue eliminado a iniciativa del propio McConnell en 2017, pero los dem¨®cratas disponen de un arsenal de t¨¦cnicas para entorpecer el proceso. Podr¨ªan, por ejemplo, invocar una norma que permite levantar la sesi¨®n para el resto del d¨ªa cuando la C¨¢mara lleva dos horas reunida, o introducir repetidamente mociones que requerir¨ªan el voto. McConnelll ya ha avisado a los suyos de que se preparen para sufrir estas t¨¢cticas, que ser¨ªan especialmente da?inas para senadores republicanos metidos en batallas por la reelecci¨®n ajustadas, pues les dificultar¨ªa hacer campa?a en sus Estados.
Pero m¨¢s all¨¢ de enredarse en trampas procedimentales, que dif¨ªcilmente lograr¨ªan el objetivo de impedir la confirmaci¨®n de Barrett y podr¨ªan tener un coste electoral, s¨ª parece haber un consenso entre los dem¨®cratas acerca de la conveniencia de convertir el proceso en un debate pol¨ªtico que les permita mantener la iniciativa en la campa?a electoral. La sustituci¨®n de Ginsburg, icono de las causas progresistas, por la muy conservadora Barrett supone el mayor giro ideol¨®gico en el Supremo desde que Clarence Thomas, nominado por Bush padre, sustituy¨® al progresista Thurgood Marshall en 1991. Y ese giro ideol¨®gico es lo que los dem¨®cratas quieren destacar en el debate.
En particular, la idea es colocar el foco en las consecuencias para los ciudadanos de una mayor¨ªa conservadora de seis jueces a tres en el Supremo. Bajar el debate jur¨ªdico al mundo real. La campa?a de Biden sigue confiando en que lo mejor que puede hacer es plantear las elecciones como un refer¨¦ndum sobre Trump y su gesti¨®n de la pandemia. Y la agenda del Supremo les brinda una oportunidad para llevar la pandemia al debate en el Senado. Justo una semana despu¨¦s de las elecciones, los magistrados abordar¨¢n la legislaci¨®n conocida como Obamacare, con la que el ¨²ltimo presidente dem¨®crata extendi¨® la cobertura de la sanidad p¨²blica, y que la Administraci¨®n de Trump y una coalici¨®n de Estados republicanos han impugnado. En medio de una pandemia, la amenaza de la p¨¦rdida de protecci¨®n sanitaria de decenas de millones de estadounidenses ofrece a los dem¨®cratas un poderoso argumento.
Destacados dem¨®cratas ya han querido subrayar que el partido se opone al nombramiento de Barrett desde un punto de vista pol¨ªtico, no personal. El relevo en el Supremo, dijo en televisi¨®n Chuck Schumer, l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata en el Senado, ¡°representa una amenaza real a los estadounidenses y sus vidas¡±. ¡°Esto no es solo un juego de pol¨ªtica, de dem¨®cratas y republicanos. Esta nominada y un tribunal conservador arrebatar¨¢n derechos a los estadounidenses¡±, a?adi¨®. ¡°Este proceso de nominaci¨®n amenaza con la destrucci¨®n de protecciones de vida o muerte para 135 millones de estadounidenses¡±, insisti¨® en un comunicado Nancy Pelosi, l¨ªder de la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes. ¡°Incluso ahora, en medio de una pandemia global, la Administraci¨®n de Trump pide al Tribunal Supremo que anule la ley entera, incluidas las protecciones para gente con enfermedades previas¡±, dijo el candidato dem¨®crata, Joe Biden.
La estrategia, en el mejor de los casos para los dem¨®cratas, podr¨ªa elevar la presi¨®n sobre algunos senadores republicanos que se enfrentan a la reelecci¨®n en noviembre, hasta el punto de hacer peligrar la mayor¨ªa simple necesaria para la confirmaci¨®n de Barrett. Bastar¨ªa con que dos legisladores d¨ªscolos se sumen a las dos que ya han anunciado que votar¨¢n en contra. Pero, aunque eso no suceda, los dem¨®cratas conf¨ªan en que convertir el proceso de confirmaci¨®n en un debate sobre la p¨¦rdida de derechos puede traducirse en un castigo a los republicanos por parte el electorado moderado en noviembre. El hecho, adem¨¢s, de que la candidata dem¨®crata a vicepresidenta, la senadora Kamala Harris, se siente en el Comit¨¦ Judicial de la C¨¢mara alta, donde podr¨¢ desplegar su famoso estilo interrogativo de exfiscal, proporciona a la campa?a de Biden una valiosa visibilidad durante el proceso
La nominaci¨®n de Barrett ha ofrecido a Trump un respiro en una carrera que, seg¨²n los sondeos, va perdiendo. Le permite desviar el foco de su gesti¨®n de una pandemia que se ha cobrado ya m¨¢s de 200.000 vidas en el pa¨ªs, y centrarse en las guerras culturales donde se siente c¨®modo. La elecci¨®n de una juez, adem¨¢s, puede devolverle el aprecio de las mujeres conservadoras alienadas por cuatro a?os de estridencias del presidente. Cat¨®lica, madre de siete hijos, los republicanos esperan que muchos votantes conecten con el perfil de Barrett, de la que el presidente Trump destaco que es ¡°la primera madre de ni?os en edad escolar que llega al Tribunal Supremo¡±. Por eso mismo, a pesar de la evidente distancia ideol¨®gica, los dem¨®cratas comprenden que el ataque personal a la candidata ser¨ªa un error de c¨¢lculo dentro de su estrategia de buscar el voto moderado.
Biden y Trump, cara a cara por primera vez
En una campa?a mayoritariamente virtual, Donald Trump y su rival dem¨®crata, Joe Biden, se ver¨¢n ma?ana al fin las caras en el primero de los tres debates de los candidatos presidenciales que se celebrar¨¢n antes de las elecciones del 3 de noviembre. Ser¨¢ en una universidad de Cleveland (Ohio) y, como todo en estos meses, el debate ha sido transformado por la pandemia. Habr¨¢ un solo moderador, el periodista de la Fox Chris Wallace, y probablemente (aunque a¨²n no se ha confirmado) no habr¨¢ p¨²blico.
En este primer debate se tratar¨¢n seis bloques tem¨¢ticos: las trayectorias de ambos candidatos, la batalla en el Tribunal Supremo, la pandemia del coronavirus, la econom¨ªa, la raza y la violencia en las ciudades, y la integridad de las elecciones. El encuentro cara a cara entre los dos candidatos es el momento que m¨¢s tem¨ªan los estrategas dem¨®cratas, pues el candidato Biden, que lleva una s¨®lida pero estancada ventaja en los sondeos, no destaca por su capacidad de oratoria y es propenso a los errores y a las meteduras de pata.
Los ataques a la inconsistencia y supuesta senilidad de Biden constituyen una de las l¨ªneas de campa?a predilectas del presidente Trump, que ha planteado el debate como un examen para su rival. Su campa?a se ha gastado millones de d¨®lares en anuncios con v¨ªdeos (a menudo manipulados) de torpezas de Biden, tratando de presentar al candidato dem¨®crata como no apto para ocupar la presidencia de Estados Unidos. Tanto ha rebajado el presidente las expectativas de su rival, que muchos expertos creen que podr¨ªa volverse en su contra, y que cualquier actuaci¨®n de Biden que no sea un fracaso estrepitoso podr¨ªa ser esgrimida como una victoria.
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