?Son demasiado blancas las instituciones europeas?
La decisi¨®n de la Comisi¨®n de realizar un estudio sobre la diversidad racial de su personal abre el debate en el seno de la UE
¡°No¡±. La respuesta, corta y contundente, fue seguida de un largo silencio, como si no hiciera falta a?adir nada m¨¢s. La comisaria de Interior, la socialdem¨®crata sueca Ylva Johansson, contestaba as¨ª el pasado 10 de septiembre a la pregunta de si las minor¨ªas ¨¦tnicas tienen suficiente presencia en el personal de las instituciones europeas. ¡°Todos los ciudadanos europeos tienen que sentirse representados, debemos ser un reflejo de la sociedad¡±, a?adi¨® a modo de autocr¨ªtica tras la densa pausa.
Unos d¨ªas despu¨¦s de aquella intervenci¨®n, el Ejecutivo comunitario anunci¨® el 18 de septiembre que se pone manos a la obra. Por primera vez en su historia llevar¨¢ a cabo una encuesta ¡ªvoluntaria y an¨®nima¡ª acerca del perfil racial de sus empleados. Unos datos que le servir¨¢n para cambiar sus pol¨ªticas de contrataci¨®n y fijar un objetivo m¨ªnimo de representaci¨®n.
Pese a que en torno al 10% de ciudadanos de la UE pertenecen a una minor¨ªa ¨¦tnica, en los pasillos de Bruselas o Estrasburgo su presencia es testimonial. La foto de familia de la nueva Comisi¨®n Von der Leyen es el ejemplo m¨¢s evidente de ello. Pero esa realidad se repite en los puestos altos y medios de todas las instituciones comunitarias. Y solo cambia cuando se desciende a los escalafones m¨¢s bajos.
¡°Es muy dif¨ªcil fijar cupos. Si los pones para negros tienes que ponerlos para personas en situaci¨®n de discapacidad, gitanos, latinos... No podr¨ªa estructurarse un sistema as¨ª, pero s¨ª uno de discriminaci¨®n positiva similar al de g¨¦nero¡±, opina M¨®nica Silvana, eurodiputada del PSOE nacida en Argentina.
Silvana copreside el intergrupo de Antirracismo en la Euroc¨¢mara, que en julio se vio con la presidenta Ursula Von der Leyen. Durante la reuni¨®n, el alem¨¢n Romeo Franz, miembro de Los Verdes europeos de etnia gitana, le record¨® la uniformidad de su Administraci¨®n. ¡°Las barreras para entrar en las instituciones de la UE son para algunas minor¨ªas europeas bastante elevadas. Si queremos que m¨¢s personas se identifiquen con el proyecto, eso debe cambiar¡±, apunta Franz por correo electr¨®nico.
Bruselas busca combinar un proceso de selecci¨®n basado en el m¨¦rito y la igualdad de oportunidades con el fin del blanco monocrom¨¢tico de la parte media y alta de su pir¨¢mide burocr¨¢tica. La idea es hacer ver a los estudiantes de or¨ªgenes raciales minoritarios el atractivo de trabajar para la UE, como si se tratara de una versi¨®n contempor¨¢nea del famoso cartel del T¨ªo Sam que llamaba al alistamiento militar. Tambi¨¦n se impartir¨¢ una formaci¨®n obligatoria a los responsables de recursos humanos sobre sesgo inconsciente, para hacer desaparecer posibles prejuicios en la selecci¨®n.
En 2017, el comisario alem¨¢n G¨¹nther Oettinger ya lanz¨® una iniciativa para mejorar las condiciones laborales de mujeres, mayores, personal con discapacidad y colectivo LGTBI en las instituciones. Y tras d¨¦cadas en franco desequilibrio de g¨¦nero, la actual Comisi¨®n ha alcanzado la paridad entre hombres y mujeres. Ahora, en pleno debate sobre el racismo en Occidente, Bruselas cree que ha llegado el momento de mirarse al espejo. ¡°Igual que se ha hecho con las mujeres, las instituciones deber¨ªan implantar medidas concretas para mejorar el reclutamiento, el salario, las condiciones y el ascenso profesional de las minor¨ªas ¨¦tnicas¡±, piden desde la Red Europea contra el Racismo (ENAR), que finalmente ve c¨®mo sus demandas pasan a un primer plano tras a?os clamando en el desierto.
Pero la responsabilidad de que no se haya hecho nada antes no es ¨²nicamente de las instituciones. Son los Estados miembros los que proponen a su propio comisario, sin que Bruselas intervenga. Si bien pese a que son su rostro m¨¢s visible, son solo una gota de agua entre los 32.000 funcionarios de la Comisi¨®n. ¡°Yo me centrar¨ªa m¨¢s en c¨®mo se est¨¢ estimulando la llegada de las minor¨ªas al funcionariado¡±, afirma Silvana, que ve en la falta de licenciados universitarios afrodescendientes y gitanos una explicaci¨®n al problema.
En plena conmoci¨®n global por la muerte de George Floyd asfixiado por un polic¨ªa blanco en Estados Unidos, la lucha contra el racismo estructural se ha vuelto una prioridad para Bruselas. La propia Silvana lo sufri¨® a su llegada a Espa?a desde Argentina. Cuando quiso alquilar una vivienda en Madrid hace 20 a?os la descartaban por extranjera. ¡°Ahora pasa menos, pero si me pas¨® a m¨ª, que no tengo un perfil ¨¦tnico tan marcado, imag¨ªnate a una persona negra¡±.
La Comisi¨®n quiere que tanto el Consejo como el Parlamento sigan sus pasos y alienten la diversidad de su personal, aunque la decisi¨®n les corresponde a ambas instancias. ¡°En las instituciones europeas nos encontramos los mismos patrones que en toda Europa. Las funciones menos valoradas las realizan personas de color a menudo invisibilizadas: el personal de limpieza, mantenimiento y seguridad. ?Y al m¨¢s alto nivel hay otra uniformidad!¡±, clama el eurodiputado Younous Omarjee, nacido en el archipi¨¦lago franc¨¦s de Reuni¨®n.
Seg¨²n ENAR, solo el 3% de los eurodiputados no es parte de la mayor¨ªa blanca. Una tendencia que se ha agrandado con el Brexit debido a que el Reino Unido aportaba parlamentarios de origen indio o paquistan¨ª. Como recuerda Omarjee, miembro de Francia Insumisa ¡ªel partido de Jean-Luc M¨¦lenchon¡ª a veces las familias del hemiciclo tiran de sus eurodiputados de diferente origen ¨¦tnico como portavoces solo para debates sobre racismo y derechos, como el celebrado por la muerte de George Floyd. ¡°Me gustar¨ªa que tambi¨¦n contaran con nosotros en discusiones econ¨®micas o monetarias¡±.
¡°Unidos en la diversidad¡±, dice el lema de la Uni¨®n Europea. ¡°Nuestra presencia es importante porque expresa que Europa es diversa. Que no es solo blanca y cristiana¡±, dice Omarjee.
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