La Lanterne, el refugio de Macron tras dar positivo
Las estancias del palacete en el parque de Versalles est¨¢n pobladas de recuerdos y fantasmas de la historia de Francia, desde Luis XV a los l¨ªos sentimentales de los presidentes m¨¢s recientes
Cansado, con dolor de cabeza y tos, lejos de su mujer y de sus consejeros, el presidente franc¨¦s Emmanuel Macron lleva tres d¨ªas aislado en La Lanterne, un palacete del siglo XVIII a 25 kil¨®metros de Par¨ªs. Y pasar¨¢ uno d¨ªas m¨¢s en las estancias donde vivieron, sufrieron y amaron desde miembros de la corte de Versalles hasta sus antecesores inmediatos, Nicolas Sarkozy y Fran?ois Hollande.
Tras dar positivo el jueves en la prueba de la covid-19, Macron decidi¨® refugiarse en esta residencia presidencial poblada de recuerdos y fantasmas del pasado.
¡°En esta casa hay muchos esp¨ªritus: la habitan todas convulsiones de la historia. Ha conocido la monarqu¨ªa, la restauraci¨®n, De Gaulle. Es una encarnaci¨®n de los estratos sucesivos de la historia de Francia concentrados en 200 metros cuadrados, e intactos¡±, dice la reportera de Paris Match ?milie Lanez, autora de La gar?onni¨¨re de la R¨¦publique, un libro sobre La Lanterne, epicentro simb¨®lico, y poco conocido, del poder franc¨¦s.
La enfermedad de Macron ha expuesto a la luz p¨²blica, como no hab¨ªa sucedido desde que el presidente lleg¨® al poder en 2017, la existencia de La Lanterne. El palacete, resguardado en un extremo del parque del castillo de Versalles, se construy¨® en un terreno que Luis XIV concedi¨® al Pr¨ªncipe de Poix, gobernador y capit¨¢n de las cacer¨ªas, parques y edificios de Versalles y Marly.
No tuvo mucho tiempo para disfrutarlo. Primero, porque ten¨ªa como vecino el zool¨®gico real en estado de semiabandono. Los gritos de las bestias y la pestilencia convirtieron en una pesadilla la vida en La Lanterne.
Y encima lleg¨® la Revoluci¨®n. ¡°Los animales (...) perdieron sus cadenas al mismo tiempo que el pueblo. Elefantes, camellos, avestruces, mariposas se dispersaron por el parque¡±, escribir¨ªa muchos a?os despu¨¦s el inquilino que dejar¨ªa una huella m¨¢s profunda en La Lanterne, el escritor Andr¨¦ Malraux. ¡°Tras la ca¨ªda de Napole¨®n, el castillo alberg¨® a una multitud de emigrados pobres, que se paseaban por el parque que se hab¨ªa vuelto casi salvaje¡±.
Tendr¨ªan que pasar muchos a?os hasta que se diese un uso oficial al edificio y, a partir de los a?os setenta del siglo XX, se asignase a los primeros ministros. En 2007, nada m¨¢s vencer en las elecciones presidenciales, Sarkozy lo reclam¨® para su uso propio, como residencia secundaria: un lugar de reposo pero tambi¨¦n una ocasional sede de gobierno de fin de semana.
¡°La Lanterne es el ¨²nico lugar de la intimidad presidencial, puesto que nuestros presidentes de la Rep¨²blica, en todo caso los m¨¢s recientes, no tienen domicilio personal¡±, explica Lanez. ¡°Es un lugar que, a la vez, permite ejercer el poder en sus modalidades t¨¦cnicas y de seguridad: invisible y escondido de las miradas. Pero tambi¨¦n en sus modalidades simb¨®licas, puesto que se trata de un pabell¨®n de caza situado en el parque del castillo de Versalles. Es decir, en el coraz¨®n de la monarqu¨ªa francesa en todo lo que ha tenido de m¨¢s espl¨¦ndido y magn¨ªfico¡±.
Las historias que Lanez cuenta en La gar?onni¨¨re de la R¨¦publique dar¨ªan para comedias de enredos y para alguna tragedia. All¨ª intent¨® Sarkozy retener a su esposa, C¨¦cilia Ciganer-Alb¨¦niz, que quer¨ªa separarse de ¨¦l. Y all¨ª celebr¨®, un tiempo despu¨¦s, su matrimonio con Carla Bruni. ¡°Ven, amore, ven¡±, le dec¨ªa el presidente a su esposa invit¨¢ndola a participar en las reuniones con sus colaboradores en el sal¨®n del palacete, sin saber que uno de ellos, Patrick Buisson, grababa a escondidas las conversaciones.
En La Lanterne, Hollande festej¨® la Nochevieja de 2013 con su pareja, la periodista Val¨¦rie Trierweiller, d¨ªas antes de que la prensa publicase sus fotos de su escapada a un apartamento para encontrarse con Julie Gayet, su pareja actual.
Los Macron, en este sentido, son un matrimonio muy convencional. Y asiduo de La Lanterne, donde pasan los fines de semana con los hijos y nietos de Brigitte Macron lejos del claustrof¨®bico Palacio del El¨ªseo, en el centro de Par¨ªs.
¡°Sigo gestionando los asuntos corrientes en v¨ªnculo con el primer ministro, el gobierno y mis equipos¡±, dijo el viernes en un v¨ªdeo grabado en su despacho de La Lanterne, transformado en un El¨ªseo provisional.
Macron, que antes de querer ser pol¨ªtico so?¨® con ser escritor, habr¨¢ rele¨ªdo quiz¨¢s las p¨¢ginas que Malraux dedic¨® a este ¡°castillo min¨²sculo, porque linterna, en arquitectura, se aplica a las habitaciones iluminadas por ambos lados¡±. Su salud es ¡°estable¡±, dijo el s¨¢bado en un comunicado el doctor, Jean-Christophe Perrochon, m¨¦dico jefe de la presidencia de la Rep¨²blica.
Malraux, autor de La condici¨®n humana, comprometido con la Rep¨²blica en la Guerra Civil y ministro de Cultura del general De Gaulle, residi¨® en la casa entre 1962 y 1969. Se enamor¨® de ella, la amuebl¨® y la decor¨®, pero tambi¨¦n fue el escenario de su depresi¨®n tras la muerte de sus dos hijos en un accidente de autom¨®vil. Y todo esto, en medio de la descomposici¨®n de su matrimonio con Madeleine, la viuda de su hermano.
¡°Es una casa que deja una huella fuerte y duradera¡±, resume ?milie Lanez. ¡°Cuando Alain, hijo adoptivo de Andr¨¦ Malraux, habla hoy de La Lanterne, su voz todav¨ªa tiembla¡±.
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