Bernie Sanders y Elizabeth Warren se encuentran en el Reino de Sat¨¢n
El salvaje lugar donde convergen New Hampshire y los feudos de los dos candidatos izquierdistas augura una batalla decisiva en la segunda cita de las primarias dem¨®cratas
El juego de tronos de la izquierda en Estados Unidos se libra simb¨®licamente en el Reino de Sat¨¢n. Que nadie busque en este paraje inh¨®spito, a orillas del r¨ªo Connecticut, ni a Bernie Sanders ni a Elizabeth Warren, los dos candidatos del ala m¨¢s progresista en las primarias del Partido Dem¨®crata. Pocos votos hay para rascar en esta pista cubierta por dos palmos de nieve que se adentra en el bosque cerrado de?Satan¡¯s Kingdom (literalmente, Reino de Sat¨¢n). Pero en este lugar del mapa es donde se tocan los Estados de Vermont, Massachusetts y New Hampshire. Los dos primeros, feudos pol¨ªticos de Sanders y Warren, respectivamente, y el tercero, el Estado donde librar¨¢n el martes una batalla, la segunda en el proceso de primarias del partido, llamada a ser decisiva para ellos.
El inquietante top¨®nimo de este lugar donde se tocan los Estados que Sanders y Warren representan en el Senado dice mucho de la historia de esta regi¨®n de Nueva Inglaterra, que se extiende por seis Estados del noreste del pa¨ªs. El origen exacto del nombre de Satan¡¯s Kingdom, con el que se conoce a una extensi¨®n de 730 hect¨¢reas de bosques, ci¨¦nagas y arroyos, se remonta a los tiempos de la colonizaci¨®n, pero es discutido. ¡°Un bromista que sal¨ªa de la iglesia, despu¨¦s de escuchar un serm¨®n en el que se describ¨ªan las llamas del infierno, vio un incendio al otro lado del r¨ªo Connecticut y observ¨® que el Reino de Sat¨¢n estaba ardiendo¡±, escribe el autor Herbert C. Parsons en su libro de 1937 La avanzadilla puritana.
Seg¨²n Sam Lovejoy, guardia forestal local, el origen est¨¢ en la abundancia de serpientes venenosas y otras peligrosas criaturas que habitan estos bosques. Otros hablan de unos nativos particularmente hostiles. Pero el nombre remite, en cualquier caso, a ese miedo a lo salvaje que caracteriz¨® a los colonizadores de Nueva Inglaterra.
Acudir a la geograf¨ªa no es gratuito. Con carreras pol¨ªticas que hunden sus ra¨ªces en esta regi¨®n de Nueva Inglaterra, los dos candidatos juegan el martes en casa. Y aqu¨ª, la pol¨ªtica es algo casi personal. La C¨¢mara legislativa de New Hampshire, por ejemplo, es el cuarto cuerpo parlamentario m¨¢s grande del mundo, con 400 miembros, uno por cada 3.400 habitantes. El contacto directo con los pol¨ªticos es la norma. A excepci¨®n de Ted Kennedy, que perdi¨® en 1980 ante el entonces presidente Jimmy Carter, siempre que un candidato de Nueva Inglaterra se ha presentado en New Hampshire ha ganado. El problema es que este a?o hay dos. Y los dos luchan por la misma facci¨®n del partido.
Los puritanos que llegaron la bah¨ªa de Massachusetts en la d¨¦cada de 1630 no quisieron recrear la Inglaterra de la que proced¨ªan, sino construir una utop¨ªa religiosa en medio de la naturaleza salvaje. Fundaron una naci¨®n, explica el periodista y autor Colin Woodard en su libro Las naciones americanas (2011), donde cada comunidad funcionaba como una rep¨²blica autogobernada. No estaban sujetos a nobles feudales o a corporaciones lejanas, como sus vecinos de Virginia, sino que pretend¨ªan regularse a s¨ª mismos. Llegaron a Nueva Inglaterra para crear una sociedad revolucionaria. Algo as¨ª como Bernie Sanders, cuando lleg¨® desde Brooklyn tres siglos m¨¢s tarde, en busca de una utop¨ªa rural donde iniciar su revoluci¨®n socialista.
La mayor¨ªa de los colonizadores de Nueva Inglaterra no escapaba de la pobreza. Cambiaron una existencia c¨®moda por la incertidumbre de lo salvaje. ¡°Estos hombres pose¨ªan, en proporci¨®n a su n¨²mero, una masa mayor de inteligencia que la que se puede encontrar en cualquier naci¨®n europea de nuestro tiempo¡±, escribi¨® Alexis de Tocqueville en 1835.
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Los yanquis tem¨ªan especialmente lo salvaje, aquel lugar m¨¢s all¨¢ de sus granjas donde acechaba Sat¨¢n, listo para atacar a aquellos que se alejaban demasiado de la comunidad y se adentraban en su reino. Pero Dios les hab¨ªa encomendado propagar su voluntad por un mundo corrupto.
Ese compromiso pol¨ªtico yanqui no ha desaparecido. En New Hampshire perviven costumbres de democracia directa en el ¨¢mbito rural. El Estado registr¨® la mayor participaci¨®n en las primarias de 2016. Su posici¨®n como segunda cita de las primarias le concede mucho m¨¢s peso en el proceso que el que le corresponder¨ªa demogr¨¢ficamente.
Este a?o, despu¨¦s del fiasco en el recuento de los caucus de Iowa, la importancia de New Hampshire es a¨²n mayor. Y el hecho de que dos de los candidatos vengan de Estados colindantes, precisamente los dos aspirantes que compiten por el voto de la izquierda, no hace sino aumentar la expectaci¨®n.
En New Hampshire se dice que no conoces a un candidato si no le has dado la mano tres veces. Por eso Sanders y Warren aprovechan los ¨²ltimos d¨ªas para recorrer las comunidades en busca de indecisos. Como Alison Campion, investigadora de la universidad de Dartmouth de 27 a?os, que sabe que votar¨¢ por alguno de los dos pero a¨²n no ha decidido por cu¨¢l. ¡°Combatir las desigualdades es la prioridad de ambos, pero Bernie habla m¨¢s de justicia social y Warren tiene un plan m¨¢s detallado. Es el mismo mensaje con distinto lenguaje¡±, defiende, mientras espera a ver a Warren en un instituto de Lebanon, al que acaba de llegar despu¨¦s de ver un mitin de Sanders. Su amigo Akshay Mehra, de 31 a?os, tambi¨¦n investigador, duda asimismo entre los dos candidatos. ¡°Creo que los dos pueden ganar a Trump. Votar¨¦ el martes por el que vea con m¨¢s posibilidades de obtener un buen resultado¡±, explica.
Sanders y Warren, por su condici¨®n de locales, est¨¢n obligados a hacerlo bien. Impulsado por su buen resultado en Iowa, Sanders parte como favorito. Hoy es el candidato m¨¢s fuerte, y en New Hampshire es donde dio la sorpresa hace cuatro a?os, imponi¨¦ndose por 22 puntos a Hillary Clinton, que al final se har¨ªa con la nominaci¨®n dem¨®crata.
Con su tercer puesto en Iowa, adelantada inesperadamente por Pete Buttigieg, Elizabeth Warren parte de una situaci¨®n m¨¢s dif¨ªcil. La candidata lleg¨® a liderar los sondeos hace meses y cuenta con una envidiable operaci¨®n por todo el pa¨ªs. Pero ha perdido energ¨ªa a medida que el debate se ha trasladado de las pol¨ªticas concretas, donde la senadora brillaba con un programa meticuloso, a la prioridad de derrotar a Donald Trump.
En este territorio suyo, con votantes blancos, universitarios y progresistas, es donde Warren deber¨ªa construir empuje. Pero las tendencias detectadas en Iowa, entre ellas el auge de Pete Buttigieg, no son buenas para ella. La campa?a de Warren estaba enfocada en presentarse como m¨¢s elegible que Sanders y m¨¢s ilusionante que Joe Biden, el ex vicepresidente centrista que acab¨® cuarto en Iowa. Pero ahora Warren debe preocuparse tambi¨¦n por el joven exalcalde de South Bend (Indiana), que seduce a los votantes pragm¨¢ticos.
Buttigieg desaf¨ªa una de las bazas estrella que tiene Warren contra Sanders: su fortaleza como segunda opci¨®n de los votantes de otros candidatos. Sanders es el aspirante m¨¢s divisorio. Las adhesiones que genera son tan incondicionales como la aversi¨®n que produce en otra parte del electorado. Dif¨ªcilmente podr¨¢ atraer a los votantes de candidatos que se empiecen a quedar por el camino, mientras que Warren s¨ª. Pero dos derrotas contundentes seguidas contra Sanders, y un Buttigieg fuerte y listo para recoger votos de los centristas que abandonen, dibujar¨ªan a Warren un camino inquietante. Como esta inh¨®spita pista forestal nevada que se adentra en el Reino de Sat¨¢n.
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