Ricardo Calder¨®n, el periodista ¡®invisible¡¯ que revela la corrupci¨®n de militares colombianos
El ganador del Premio Rey de Espa?a ha enfrentado varios intentos de asesinato
Por azar, el periodista colombiano Ricardo Calder¨®n descubri¨® que dos sicarios hab¨ªan sido contratados para asesinarlo por 20 millones de pesos, unos 6.000 d¨®lares. Una vieja fuente le cont¨® lo que hab¨ªa escuchado por error y logr¨® que se reuniera con los hombres que admitieron el intento de asesinato y luego desaparecieron. Ya hab¨ªa vivido otro caso similar del que fue alertado a tiempo. Todo en el mismo a?o y por una investigaci¨®n period¨ªstica. Est¨¢ vivo, como se?ala la cultura religiosa colombiana, por ¡°la buena de Dios¡±.
En un pa¨ªs peligroso para los periodistas, Calder¨®n es uno de los m¨¢s amenazados.Ha destapado esc¨¢ndalos como las Chuzadas del DAS, sobre escuchas ilegales de la polic¨ªa secreta durante el Gobierno de ?lvaro Uribe; la parapol¨ªtica, como se nombra a las relaciones entre paramilitares y pol¨ªticos; o Tolemaida Resort, sobre los privilegios de reclusi¨®n de militares acusados por violaciones a derechos humanos. Ahora gan¨® el Premio Rey de Espa?a con los reportajes Operaci¨®n Silencio y Ovejas Negras, publicados en la Revista Semana, donde es director de investigaciones. Un trabajo de m¨¢s de nueve meses que incluy¨® varios frentes sobre presunta corrupci¨®n, interceptaciones y ejecuciones extrajudiciales cometidas por uniformados.
A pesar de poner contra las cuerdas a militares y a funcionarios p¨²blicos corruptos, Calder¨®n es relativamente desconocido en Colombia, casi un mito. En la revista hay revuelo y preguntan si es verdad que se dejar¨¢ entrevistar, tomarse fotos. Ha cultivado un bajo perfil y le huye a la visibilidad. ¡°Tengo la convicci¨®n de que son m¨¢s importantes las denuncias y las historias que quien las hace. El anonimato, adem¨¢s, me ha permitido proteger a mis fuentes¡±, dice en entrevista con EL PA?S. Le preocupan los reflectores que tiene ahora, pero cree que el galard¨®n es un est¨ªmulo ante la persecuci¨®n. ¡°Es el reconocimiento a un trabajo que mucha gente cree que est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n y esto demuestra todo lo contrario, es una reivindicaci¨®n a este tipo de periodismo, confirma que s¨ª vale apostarle a este tipo de historias. Demuestra que el periodismo no est¨¢ muerto¡±, agrega y dice entre risas que desea que la euforia del premio pase r¨¢pido y ¨¦l pueda ¡°volver a la cueva¡±, a su anhelado anonimato.
La cueva de Calder¨®n es una oficina llena de carpetas, varios celulares y paredes tapizadas con enormes papel¨®grafos titulados ¡®v¨ªnculos telef¨®nicos¡¯ en los que se muestran las conexiones entre personajes y sus n¨²meros. ¡°Los tel¨¦fonos nunca mienten", dice el periodista, que siempre habla en plural sobre el trabajo y suele acabar las frases con un sonido final, un jup, como si quisiera redondearlas o darles m¨¢s fuerza.
Cuenta que el 2019 fue uno de sus a?os m¨¢s duros. Recibi¨® una docena de sufragios f¨²nebres y le pusieron una l¨¢pida en su autom¨®vil para acallarlo a ¨¦l, a su equipo de trabajo y a las fuentes. Amenazaron a su padre, hermana y su sobrina peque?a de apenas seis a?os. Lo han perseguido en autos y le han intervenido comunicaciones, como lo denunci¨® en su ¨²ltimo trabajo Chuzadas sin cuartel, sobre las interceptaciones ilegales hechas desde bases militares. El esc¨¢ndalo habr¨ªa obligado al retiro del exjefe del Ej¨¦rcito, Nicacio Mart¨ªnez, aunque oficialmente se dijo que fue por razones personales.
¡°Ya no s¨¦ cu¨¢ntos sufragios?[ofrendas] me han mandado en la vida, pero eso siempre descontrola mucho. Uno nunca se acostumbra y lo de la l¨¢pida fue un mensaje muy fuerte¡±, dice Calder¨®n. En 2013 le hicieron un atentado, tambi¨¦n por denuncias sobre militares. Y sin embargo, esta vez ¨Casegura¨C ha sido m¨¢s intenso, diferente.
La investigaci¨®n comenz¨® a finales de 2018, cuando ¨¦l y su equipo denunciaron un caso de presunta corrupci¨®n en el comando general de las fuerzas militares por el uso de gastos reservados para compras de equipos para hackear y desviaci¨®n a asuntos personales. Despu¨¦s ubicaron antiguas fuentes, corroboraron con audios y v¨ªdeos para publicar otra historia similar. Y entonces comenzaron a llegar amenazas a los informantes y a sus familias. Eso, sin embargo, les indic¨® que iban por buen camino. Pero llegaron las intimidaciones a los periodistas del equipo. Y luego, agresiones. ¡°A un conductor lo golpearon casi hasta matarlo para mandarle un mensaje a una persona que cre¨ªan que era nuestra fuente y no era. Le hicieron un v¨ªdeo y nos lo enviaron diciendo: esto es lo que les va a pasar. Era terrible porque empez¨® a caer gente que no ten¨ªa que ver absolutamente nada¡±, denuncia Calder¨®n, que se desplazaba a ciudades cercanas a Bogot¨¢ para despistar a sus perseguidores y hacer entrevistas en lugares diferentes.
El reportero no se detuvo. ¡°Aunque tuviera miedo ten¨ªa que seguir adelante. Hab¨ªa un compromiso con el equipo y las fuentes. Que abandonara es justamente lo que buscaba la amenaza. Pensaba, si llevamos tantos meses y la gente se est¨¢ arriesgando no podemos parar¡±. El trabajo siguiente revelaba la cacer¨ªa contra las fuentes y despu¨¦s se incrementaron los ataques. Para ¨¦l, un curtido en amenazas, a diferencia de otras investigaciones esta vez no lograba identificar de d¨®nde ven¨ªa el peligro. ¡°No era una sola estructura, eran cuatro grupos que actuaban de forma independiente. Durante el trabajo period¨ªstico del DAS, que nos tom¨® dos a?os, hab¨ªa una cabeza y sab¨ªamos qui¨¦nes estaban encima nuestro. Con Tolemaida tambi¨¦n lo ten¨ªamos claro. Ac¨¢ eran muchos frentes. Era sumar en un solo trabajo lo que hab¨ªamos hecho a lo largo de 10 a?os de investigaciones aisladas¡±, agrega.
Aunque luego llegaron los seguimientos m¨¢s fuertes contra ¨¦l y su familia, y el hallazgo del intento de asesinarlo. ¡°Saber lo de los sicarios fue un golpe de suerte. Una fuente vieja, de otros temas, me contacta y me dice: 'mire estos dos muchachos los contrataron para que lo maten a usted¡±. Sin embargo, el periodista admite que tras saber esta informaci¨®n no tuvieron a qui¨¦n recurrir. En la Fiscal¨ªa las investigaciones estaban suspendidas, no pod¨ªan alertar a la Polic¨ªa para evitar un enfrentamiento entre las dos fuerzas y tampoco los llamaron nunca. ¡°Nos tocaba a la buena de Dios, echarnos la bendici¨®n e ir para delante. Tampoco nadie de la institucionalidad ni del Gobierno nos llam¨®¡±.
Calder¨®n no niega que ha sentido y siente miedo, pero el temor se ha convertido en un motor para seguir investigando. ¡°A m¨ª no me gustan los toros, pero es como en las corridas que pican y sigues para adelante. A m¨ª Colombia me parece el mejor pa¨ªs del mundo y no me pienso ir de ac¨¢ nunca ni porque me saquen a balazos. Lo que hacen con las amenazas es impulsarnos a hacer mucho m¨¢s periodismo¡±.
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