El d¨ªa que Chile tembl¨®, 10 a?os despu¨¦s
El pa¨ªs recuerda el terremoto de 8,8 puntos y el tsunami que causaron la muerte de m¨¢s de 500 personas el 27 de febrero de 2010
La tierra se estremeci¨® a las 3:34 de la madrugada del 27 de febrero de 2010. Un terremoto de magnitud 8,8 en la escala de Richter afect¨® a siete regiones de Chile, un pa¨ªs conocido por su actividad s¨ªsmica y por haber sufrido el terremoto m¨¢s grande de la historia: el de Valdivia, al sur del pa¨ªs, que en 1960 alcanz¨® los 9,5 puntos. El se¨ªsmo abarc¨® esta vez una longitud de 450 kil¨®metros y un ancho de 150 kil¨®metros, y liber¨® una energ¨ªa equivalente a mil megatoneladas de TNT. Seg¨²n la NASA, la potencia pudo haber inclinado el eje de la tierra, acortando la duraci¨®n de los d¨ªas en 1,26 microsegundos. 525 personas fallecieron y 23 siguen desaparecidas.
Al terremoto del 27-F ¡ªcomo lo denomin¨® la prensa¡ª le sigui¨® un tsunami que devast¨® el borde costero?y revel¨® los fallos en el sistema de emergencias en Chile.
Constituci¨®n, comuna ubicada en la costa de la regi¨®n del Maule, a 360 kil¨®metros de Santiago, fue uno de los lugares m¨¢s afectados: 102 personas fallecieron all¨ª y otras 10 siguen desaparecidas. En recuerdo de esas v¨ªctimas se celebr¨® el jueves de madrugada una ceremonia donde se toc¨® una campanada en recuerdo a cada uno de ellos.
La isla Orrego ¡ªubicada frente a Constituci¨®n¡ª se transform¨® en un s¨ªmbolo de la alerta fallida de tsunami: 36 personas perdieron la vida despu¨¦s de que olas de entre 8 y 10 metros los arrollaran? en el lugar en que acampaban cada 27 de febrero para celebrar la noche veneciana, donde se conmemora el aniversario de esa comuna adornando los barcos pesqueros que sostienen parte de la econom¨ªa local. Quienes sobrevivieron lo hicieron porque se aferraron de los ¨¢rboles o porque, simplemente, tuvieron suerte.
Mariela Rojas es una de ellas. Ese a?o hab¨ªa montado un negocio en la isla junto a su hermana, Priscila, quien los fines de semana acostumbraba a invitar a sus amigos a acampar. Rojas recuerda que esa noche quedaban pocos despiertos cuando la tierra se empez¨® a mover. La primera ola lleg¨® una media hora despu¨¦s. Fue entonces cuando decidieron ponerse los chalecos salvavidas y organizarse para resguardar a los tres ni?os que acompa?aban al grupo.
¡°Est¨¢bamos todos juntos, agarrados a los ¨¢rboles. Pero la tercera ola nos empuj¨® a todos fuera de la isla. Nad¨¦ como un kil¨®metro buscando ayuda, siempre sin soltar a mi hijo Tom¨¢s, que ten¨ªa dos a?os y medio. Fue entonces cuando vi un auto, y grit¨¦ fuerte para pedir ayuda. Ellos me escucharon, se metieron al r¨ªo y me ayudaron a salir¡±, recuerda.
El cuerpo de la hermana de Mariela Rojas fue encontrado al d¨ªa siguiente. El funeral, recuerda, fue muy triste porque ni siquiera encontraron flores para despedirla. La mejor amiga de Priscila, tambi¨¦n llamada Mariela, apareci¨® en la desembocadura del r¨ªo Maule. Su hijo Jos¨¦ fue encontrado un mes despu¨¦s en la isla Canc¨²n, mientras que el cuerpo de su hija, Millaray, nunca apareci¨®. Lo mismo ocurri¨® con David V¨¢squez, otro miembro del grupo, quien no sab¨ªa nadar. En el lugar se construy¨® un memorial que recuerda a las v¨ªctimas, y donde un obelisco de 10 metros representa la altura que alcanzaron las olas.
Otro de los casos emblem¨¢ticos de la tragedia fue el archipi¨¦lago Juan Fern¨¢ndez, donde la alerta de tsunami nunca lleg¨®, provocando la muerte de ocho personas, la desaparici¨®n de otras 14 y la destrucci¨®n completa del pueblo. Muchos nunca sintieron el terremoto debido a la distancia de m¨¢s de 600 kil¨®metros con el continente. El resto logr¨® huir hacia los cerros gracias a la alerta de una ni?a de 12 a?os, quien enterada de la tragedia tras comunicarse con familiares en Valpara¨ªso corri¨® hacia la plaza y toc¨® una campana que salv¨® vidas.
El caso de Juan Fern¨¢ndez puso en evidencia el caos que a esas horas se viv¨ªa en la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi). ¡°En la Onemi se vivi¨® el colapso del Estado. O sea, nada funcionaba, y lo poco que funcionaba era informaci¨®n contradictoria. El mejor ejemplo de eso es que mientras la Armada ¡ªa trav¨¦s de su organismo especializado, el SHOA¡ª?le dec¨ªa a la presidenta Michelle Bachelet que no hab¨ªa maremoto, ella recib¨ªa una llamada que entr¨® por milagro desde Juan Fern¨¢ndez, donde el alcalde le dec¨ªa que ten¨ªa una ola de cuatro o cinco metros¡±, recuerda el entonces ministro de Defensa, Francisco Vidal. Fue cuando las autoridades pudieron dimensionar la gravedad de lo sucedido: "El desastre y el cataclismo", resume.
La alerta fallida provoc¨® una arista judicial, donde los tribunales han ordenado millonarias indemnizaciones a los familiares de las v¨ªctimas.
Las lecciones del 27-F
Ricardo Toro es director de la Onemi desde el a?o 2013, donde ha impulsado un proceso de modernizaci¨®n tras la fallida alerta 27-F. "El 2010 fue un punto de inflexi¨®n¡±, se?ala. Tras el terremoto, se convoc¨® a una comisi¨®n de expertos, que estableci¨® 75 recomendaciones, entre ellas robustecer el sistema de alerta.
Hoy, con solo unos clics, es posible enviar un mensaje de texto que ordene a la poblaci¨®n evacuar frente a un terremoto, tsunami u otro tipo de emergencia. A esto se suma, dice, un cambio cultural: ahora basta que la gente sienta que la tierra se mueve para que acudan a una zona segura.
¡°El terremoto de Iquique de 8,2 puntos de 2014 y el terremoto con tsunami que destruy¨® toda la bah¨ªa de Coquimbo en 2015 son ejemplos donde se evacu¨® oportunamente a la poblaci¨®n dejando de manifiesto que la mayor¨ªa de las situaciones que alguna vez fallaron, fueron solucionadas", asegura Toro.
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