Los j¨®venes intensifican las protestas contra el golpe en Myanmar
La polic¨ªa birmana reprime con fuerza las manifestaciones contra la junta militar
Eddie descansa en el apartamento de unos amigos en el centro de Yang¨®n (la principal ciudad de Myanmar) antes de volver a echarse a las calles. Ser¨¢ el cuarto d¨ªa consecutivo de protestas para el joven de 22 a?os, activista LGTB, concienciado de que esta ser¨¢ su nueva rutina el tiempo que sea necesario, hasta que se restaure la democracia en la antigua Birmania, depuesta por los militares en un golpe de Estado el 1 de febrero. ¡°Estoy listo. La mayor¨ªa de la gente est¨¢ preparada para una larga, larga batalla¡±, advierte. Una lucha que se complica tras la declaraci¨®n de la ley marcial el lunes en Yang¨®n y otras ciudades del pa¨ªs, que ha aumentado la represi¨®n. La polic¨ªa hace uso de la fuerza y en la capital, Naypyidaw, una manifestante se encuentra en estado cr¨ªtico tras el impacto de una bala en la cabeza.
¡°Todav¨ªa no tengo miedo. Es cierto que empieza a sentirse un poco con la declaraci¨®n de la ley marcial, pero tenemos que continuar peleando¡±, cuenta por tel¨¦fono Eddie, apenas dos horas antes de unirse a las manifestaciones que desde la ma?ana ocupan las calles de Yang¨®n, que registr¨® decenas de miles de manifestantes en la protesta del domingo. Poco despu¨¦s, surg¨ªan informaciones sobre el uso de ca?ones de agua, gases de lacrim¨®genos y balas de goma en Naypyidaw contra los manifestantes. All¨ª se han vivido de momento las escenas m¨¢s violentas, con cuatro heridos, entre ellos una mujer en estado cr¨ªtico tras recibir un disparo en la cabeza. ¡°No ha fallecido todav¨ªa, est¨¢ en la unidad de emergencia, pero es 100% seguro que la herida es fatal¡±, asegur¨® un m¨¦dico, citado por Reuters. La polic¨ªa hab¨ªa disparado fuego real sobre todo al aire para dispersar all¨ª a la multitud. En Yang¨®n, de momento, predomina una calma tensa.
Ajeno a¨²n a las ¨²ltimas noticias, Eddie advert¨ªa que su plan para sortear la ley marcial ¡ªque desde la jornada anterior proh¨ªbe las agrupaciones de m¨¢s de cinco personas y declara el toque de queda desde las ocho de la tarde hasta las cuatro de la ma?ana¡ª es salir con cuatro amigos y ubicarse en alg¨²n punto donde haya m¨¢s manifestantes. Una estrategia estudiada: si permanecen solos cumplen la normativa, y si se mezclan con la muchedumbre las posibilidades de ser detenidos en caso de intervenci¨®n policial o militar se reducen. ¡°Cuando est¨¢s en la calle, no paran de circular rumores¡ Que si van a sacar los tanques, pasar a la acci¨®n¡¡±, declara, y confiesa que, desde que tuvo lugar el golpe hace ocho d¨ªas, se queda siempre a dormir con amigos, huyendo de la soledad de su apartamento.
Para j¨®venes como Eddie, que entraban en la adolescencia cuando Myanmar arranc¨® su transici¨®n democr¨¢tica en 2011, tras medio siglo de dictadura militar y ostracismo internacional, las escenas de la represi¨®n policial y militar contra la muchedumbre vivida en protestas prodemocracia anteriores, sobre todo en 1988 (cuando murieron miles de personas) y en 2007 (con al menos tres fallecidos), quedan lejanas. Se han formado en los a?os de conexi¨®n con el mundo, impulsados por la eclosi¨®n de las redes sociales, muy populares en el pa¨ªs del sudeste asi¨¢tico. Inspirados en las recientes protestas prodemocracia en Hong Kong y Tailandia, tambi¨¦n marcadas por una fuerte presencia juvenil, son ellos quienes est¨¢n tomando el protagonismo, sin l¨ªderes nombrados y con una organizaci¨®n que depende del ¡°boca a boca¡±, apunta Eddie, y de su divulgaci¨®n a trav¨¦s de Internet.
La influencer Win Min Than aprovecha as¨ª su plataforma de medio mill¨®n de seguidores en Facebook para informar sobre la situaci¨®n y animar a participar a sus contactos. Cambiando el glamuroso estilismo con el que suele posar en su cuenta por un atuendo mucho m¨¢s pr¨¢ctico, la bloguera de moda circula en coche con otros tres amigos ¡ªla m¨¢nager de un restaurante, un activista de derechos humanos y un banquero¡ª, todos entre los 20 y 35 a?os, buscando un punto de Yang¨®n en el que unirse a las protestas del martes. ¡°Mi vida ha cambiado dr¨¢sticamente. Ahora solo cuelgo comentarios sobre lo que est¨¢ ocurriendo. Intento ser una fuente fidedigna para el p¨²blico y tener mucho cuidado con las fake news, la propaganda¡¡±, asegura. Tanto para ella como para sus actuales compa?eros de batalla se trata de mostrar su ¡°amor por el pa¨ªs, no de defender a ning¨²n partido, pero s¨ª de manifestar pac¨ªficamente nuestro rechazo a la dictadura. Ellos tienen armas, nosotros no¡±, sostiene.
En suma, los manifestantes piden la liberaci¨®n de los l¨ªderes del Gobierno civil detenidos desde el 1 de febrero, entre ellos la consejera de Estado, Aung San Suu Kyi, jefa de la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en ingl¨¦s), y de decenas de activistas y pol¨ªticos. Tambi¨¦n que se restaure la democracia y se reconozca al parlamento surgido de las elecciones del pasado noviembre, ganadas por la NLD y que las Fuerzas Armadas consideran ama?adas ¡ªsu justificaci¨®n para proceder con la asonada¡ª. ¡°Nuestra libertad ha sido robada de la noche a la ma?ana. Estuvimos en estado de negaci¨®n unos d¨ªas y luego nos dimos cuenta de que ten¨ªamos que hacer algo para proteger nuestro futuro¡±, apunta por su parte Maynadi, de 26 a?os, trabajadora de una ONG en Yang¨®n.
¡°Tememos que, si no actuamos, vamos a regresar a una ¨¦poca de oscuridad, instalados en el miedo, aislados¡±, a?ade la joven. Maynadi, como muchos de sus coet¨¢neos, abrazaron la llegada de Internet y la apertura al mundo con la transici¨®n democr¨¢tica. ¡°Los ¨²nicos canales de televisi¨®n que exist¨ªan antes eran de propaganda militar, no sab¨ªamos nada¡±, apunta. Por eso, el hecho de que los militares cortaran el acceso a Internet a trav¨¦s de los m¨®viles durante 24 horas el fin de semana empuj¨® a muchos de ellos a la calle. El propio Eddie asegura que se sum¨® a las protestas del fin de semana mientras daba un paseo para distraerse. Maynadi cuenta que incluso redact¨® un testamento. ¡°No sab¨ªamos qu¨¦ iba a ocurrir, si el Ej¨¦rcito iba a empezar a atacar a la poblaci¨®n¡ Mi coraz¨®n lat¨ªa a mil por hora. Pero pude controlar mi miedo y pensar que, si morimos, no lo haremos en vano, sino por la siguiente generaci¨®n¡±, subraya la joven.
Todos aseguran tener el apoyo de sus padres, quienes padecieron en carne propia a?os de dictadura militar, y estar velando por su futuro. ¡°Estamos muy atr¨¢s en comparaci¨®n con otros j¨®venes de la regi¨®n y del mundo, como consecuencia de los a?os de aislamiento (1962-2011)¡±, lamenta Maynadi. Los j¨®venes temen que Myanmar vuelva a ser un Estado paria, como en las d¨¦cadas de la junta militar, solo apoyado por pa¨ªses como China. Tras una subida de las inversiones extranjeras durante la apertura democr¨¢tica, los efectos del nuevo golpe se vuelven a sentir: la fabricante de cerveza Kirin anunci¨® el viernes su salida del pa¨ªs, del mismo modo que la inversora singapurense Lim Kaling.
¡°Tenemos sue?os y esperanzas ¨Cagrega Maynadi-, por eso somos los protagonistas de las protestas. Esta es nuestra ¨²nica oportunidad. O actuamos o morimos¡±.
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