El derribo de un casino de Trump se convierte en un acontecimiento en Nueva Jersey
Muchos curiosos han seguido la demolici¨®n desde hoteles cercanos y plazas de aparcamiento que han cobrado entrada para el espect¨¢culo
Atlantic City es la ciudad donde el director Louis Malle retrat¨® a Susan Sarandon unt¨¢ndose los brazos de jugo de lim¨®n ante un Burt Lancaster absorto, en un drama crepuscular tan contenido como er¨®tico. Pero Atlantic City es hoy tambi¨¦n, Donald Trump mediante, el escenario de una performance dinamitera con pretensi¨®n de s¨ªmbolo: el de convertir en escombros, tambi¨¦n f¨ªsicamente, cualquier huella del expresidente republicano.
La anunciada demolici¨®n de un hotel-casino que fue de su propiedad, ubicado en la ciudad del juego y los hoteles, las norias oxidadas y los diner con reclamos de ne¨®n, se ha convertido este mi¨¦rcoles en un espect¨¢culo que nadie se quer¨ªa perder, hasta el punto de que muchos curiosos han pagado por aparcar en explanadas cercanas y algunos hoteles de la zona ofrecieron habitaciones con champ¨¢n para brindar por el derribo, literalmente hablando, del legado del exmandatario. Una imagen posmoderna, poderosa: Trump, reducido a escombros entre una polvareda colosal, casi nuclear. Figuradamente, claro.
De los tres hoteles-casino que el magnate neoyorquino tuvo en la ciudad de Nueva Jersey, un monocultivo de ruletas y bacar¨¢ que conoci¨® ¨¦pocas mejores, el llamado Trump Plaza, con 39 plantas y 600 habitaciones, fue sometido a una voladura controlada a primera hora de la ma?ana. Situado en primera l¨ªnea, ya no pertenec¨ªa al republicano desde que lo compr¨® el milmillonario Carl C. Icahn -que despu¨¦s financi¨® su campa?a-, pero la marca Trump permanece, de ah¨ª el morbo de ver c¨®mo se opacaba entre una lluvia de cascotes. Que no teman los historiadores de la arquitectura: no se pierde nada, solo un edificio insulso y funcional, romo y pacato.
Tanta expectaci¨®n rodeaba el derribo que el Ayuntamiento de la ciudad plante¨® la posibilidad de subastar el honor de darle al bot¨®n de la descarga, pero finalmente se descart¨® tras las objeciones de la empresa propietaria del inmueble. La recaudaci¨®n de la subasta, con un precio de salida de 175.000 d¨®lares (unos 145.000 euros) y una estimaci¨®n de puja de un mill¨®n, iba a destinarse a financiar una organizaci¨®n juvenil de la ciudad.
El establecimiento abri¨® en 1984 durante el boom del juego en Atlantic City, la ¨²nica ciudad que desafi¨® el monopolio de Las Vegas, con m¨¢quinas tragaperras que fallaban como escopetas de feria y dos mujeres heridas el d¨ªa de la inauguraci¨®n por la avalancha que sigui¨® a una falsa amenaza de incendio, como contaron los medios locales en su d¨ªa. En su apogeo, emple¨® a 6.100 personas y revirti¨® a Trump ping¨¹es beneficios. Pero la apertura de otros establecimientos en los Estados cercanos -Pensilvania, Delaware, Maryland y Nueva York- marc¨® el inicio del declive de la ciudad, donde en su d¨ªa hubo 13 casinos, y hoy solo nueve. La generalizaci¨®n de las apuestas deportivas en red y la crisis econ¨®mica de 2008 propinaron un duro rev¨¦s a ese modelo de ocio, y de negocio, y el Trump Plaza, anticuado, no se salv¨® de la ruina. Cerr¨® en 2014, no sin presentar en 1991 un expediente de quiebra entre otros intentos de reestructuraci¨®n del negocio.
Atlantic City, de 38.000 habitantes, no levanta cabeza. Amenazada de quiebra hace un lustro por la crisis de los casinos, el cierre de los locales por el coronavirus dej¨® el a?o pasado a 27.000 personas en la calle, antes de una reapertura con cuentagotas. Un estudio del centro de an¨¢lisis Brooking Institution sobre el impacto de la pandemia en ¨¢reas metropolitanas estableci¨® en marzo que la ciudad de Nueva Jersey ser¨ªa la tercera m¨¢s golpeada en Estados Unidos.
El Trump Plaza, que deja un amplio solar a todas luces reciclable, se hab¨ªa convertido en un cascar¨®n amenazante y peligroso, del que se desprend¨ªan trozos de hormig¨®n y chapa, explic¨® en diciembre el alcalde, el dem¨®crata Marty Small, al anunciar la demolici¨®n y el fin ben¨¦fico de la fallida subasta, mientras recordaba enojado c¨®mo Trump se hab¨ªa burlado de todos sus convecinos al abandonar sus propiedades cuando vio llegar la crisis. Una versi¨®n trumpista de Toma el dinero y corre, la primera pel¨ªcula de Woody Allen, y como corresponde, mucho m¨¢s chabacana.
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