Todos contra Andrew Cuomo
Las denuncias por acoso y el falseo de datos de muertes en geri¨¢tricos acorralan al gobernador de Nueva York, que ha pedido disculpas pero rechaza dimitir
Se presenta en su perfil de Twitter como ¡°padre, pescador y entusiasta de las motos¡±, adem¨¢s de 56? gobernador del Estado de Nueva York. El dem¨®crata Andrew M. Cuomo (Queens, Nueva York, 63 a?os) es hijo del que tambi¨¦n fuera gobernador Mario Cuomo, y hermano del popular Chris Cuomo, presentador en horario estelar de la CNN, as¨ª que est¨¢ m¨¢s que acostumbrado a los focos. Tambi¨¦n a las chanzas y las entrevistas de su hermano, en directo, hasta que el esc¨¢ndalo de los presuntos abusos sexuales que tiene al gobernador en la picota fren¨® en seco el compadreo. Desde el p¨²lpito de su programa, el hermano peque?o anunci¨® esta semana que por razones obvias dejar¨¢ de informar sobre su hermano mayor, aunque la CNN siga haci¨¦ndolo ¡°exhaustivamente, como ha venido haciendo hasta ahora¡±, mientras dure la investigaci¨®n que ha ordenado la fiscal general de Nueva York, Letitia James.
Los Cuomo son italoamericanos, de sangre caliente y devotos de la famiglia. Feos, cat¨®licos y temperamentales. Por la actitud un tanto pendenciera del gobernador, que no solo no reh¨²ye la pol¨¦mica, sino que parece perseguirla (¡°cuando digo ¡®expertos¡¯ entre comillas, es porque no conf¨ªo en ellos¡±, ningune¨® a los epidemi¨®logos de su Administraci¨®n). O por la chuler¨ªa del informador, que en 2019, al ser interpelado por un trumpista que le llam¨® Fredo ¨Dpor Fredo Corleone, el hermano d¨¦bil de El Padrino¨D, respondi¨® con una catarata de improperios y la amenaza de empujarle escaleras abajo en un v¨ªdeo que se hizo viral y tras el que recibi¨® el apoyo de su cadena. ¡°Es un insulto racista, ¨¦tnico¡±, justific¨® su reacci¨®n el presentador.
Porque los Cuomo son viscerales, latinos, excesivos. El gobernador lo ha sido en grado sumo tanto en su auge, durante la primera oleada del coronavirus, como en su declive, tras conocerse que su Administraci¨®n false¨® durante meses los datos de muertes por covid en geri¨¢tricos y ser acusado de acoso por varias mujeres en menos de una semana. El estrellato le ha durado casi un a?o, durante el cual ha recibido un premio Emmy por sus conferencias televisadas diarias y escrito un libro titulado Lecciones de liderazgo sobre la pandemia, pero la ca¨ªda le ha llevado apenas un mes, durante el cual Andrew Cuomo se ha instalado en el ojo del hurac¨¢n y, pese a la insistencia de sus cr¨ªticos ¨Dsus correligionarios dem¨®cratas, los primeros¨D, ah¨ª sigue, sin dimitir.
La rueda de prensa que convoc¨® el mi¨¦rcoles ¡°para hacer un anuncio¡± sonaba a renuncia, pero Cuomo volvi¨® a lucirse en el terreno que m¨¢s lustre le ha dado: la gesti¨®n de la pandemia. Con un dominio esc¨¦nico que explica el porqu¨¦ de la concesi¨®n del Emmy, el gobernador desgran¨® todos los avances contra el virus con tono did¨¢ctico, como si estuviera dando una gran exclusiva ¨Dla paulatina reapertura de Nueva York a partir de abril¨D, pero en realidad solo tomaba carrerilla para entonar, por segunda vez en tres d¨ªas, un sonoro mea culpa por las acusaciones de acoso. ¡°Lo siento mucho, estoy muy avergonzado, y pido disculpas si alguien ha malinterpretado mi comportamiento. En mi vida he tocado a nadie de manera inapropiada¡±, reiter¨® contrito, pese a las denuncias que sostienen lo contrario formuladas por dos excolaboradoras suyas y una tercera mujer sin v¨ªnculos con ¨¦l, con la que coincidi¨® en una boda. Este s¨¢bado, otra antigua asesora denunci¨® el ¡°comportamiento inapropiado¡± del pol¨ªtico: preguntas demasiado personales, un beso al desgaire en la mano.
El patr¨®n se repite: el hombre maduro, con poder, que ejerce de mentor e incurre en coqueteos y luego en conducta dicen que vejatoria sobre v¨ªctimas hasta 30 a?os menores, tres de ellas ligadas a ¨¦l ¨Des decir, en posici¨®n de subordinaci¨®n¨D por trabajo. De su actitud cabe inferir un control sobre la carrera y el futuro en pol¨ªtica de sus empleados: una de las denunciantes aspira a presidir el distrito de Manhattan. Un ambiente envenenado que tiene ¡°en estado de p¨¢nico¡± a su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo, seg¨²n funcionarios de la Asamblea de Albany, la capital del Estado y sede de su Gobierno.
Las v¨ªctimas insisten en que las disculpas de Cuomo son falsas (¡°es un acosador de manual¡±, remach¨® el jueves una de ellas), y animan a sus colaboradoras a denunciar ¡°el clima de intimidaci¨®n¡± imperante en Albany. La existencia de una plataforma denominada Grupo de Trabajo sobre el Acoso Sexual, lanzada por siete extrabajadoras de la Asamblea que presenciaron o sufrieron episodios de acoso a manos de otros hombres, parece demostrarlo. En los que implican a Cuomo, un adalid temprano del #MeToo y del matrimonio homosexual, los mecanismos de gesti¨®n de las denuncias por parte de recursos humanos fallaron, lamenta buena parte del personal.
En su tercer mandato consecutivo, muchos ve¨ªan en su aclamada gesti¨®n del coronavirus el trampol¨ªn perfecto para dar el salto a la pol¨ªtica nacional, que ya cat¨®, entre 2007 y 2011, como secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano con Barack Obama. Durante meses, Cuomo ha sido un h¨¦roe nacional por su manejo de los datos y por la transparencia, la ant¨ªtesis del negacionismo de Trump, pero el jueves The New York Times revel¨® que mientras gozaba del favor popular, sus asesores retocaban la cifra de muertos en residencias, reduci¨¦ndola a la mitad (8.000, frente a los 15.362 reales), para no empa?ar su historia de ¨¦xito.
Sus propios correligionarios dem¨®cratas no dejan de sacarle trapos sucios: la ley que en abril blind¨® jur¨ªdicamente a los empresarios de los geri¨¢tricos, algunos de ellos contribuidores de su campa?a con dos millones de d¨®lares; o su tardanza en fijar de modo permanente la legislaci¨®n antifracking del Estado. Los progresistas ya iban a por ¨¦l antes de que estallara la doble crisis, porque le consideran un ejemplo del establishment m¨¢s anquilosado, y los esc¨¢ndalos les han dado munici¨®n. Al legislador sandersista Ron Kim, su principal azote, le amenaz¨® con destruirlo si volv¨ªa a poner en duda su gesti¨®n. Otros maniobran para que se le retiren los poderes de emergencia, que le han permitido gobernar de forma ejecutiva, e incluso se le someta a un proceso de destituci¨®n. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, o la emergente Alexandria Ocasio-Cortez le han criticado abiertamente, por no hablar de Nancy Pelosi, presidenta de la C¨¢mara de Representantes, que calific¨® de cre¨ªbles las acusaciones. Demasiados frentes abiertos, y demasiados enemigos poderosos, incluso para un entusiasta de la confrontaci¨®n como Andrew M. Cuomo.
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