Irlanda del Norte arde de nuevo
La comunidad unionista se siente traicionada por el Gobierno de Johnson, y no ha podido controlar el estallido de violencia de esta semana
Los arquitectos del estudio Wilkinson Eyre tardaron 18 meses en construir el Puente de la Paz, que atraviesa el r¨ªo Foyle y une las dos orillas de la ciudad de Derry, en el extremo noroeste de Irlanda del Norte. El fin de la violencia terrorista y sectaria demostr¨® ser m¨¢s alcanzable que el fin del resentimiento. Sigue habiendo 235 interminables metros de agua oscura y rencor acumulado entre el lado cat¨®lico o republicano (Cityside) y el protestante o unionista (Waterside). Cualquier excusa es buena ¡ªy el Brexit ha sido una tremenda excusa¡ª para reavivar las ascuas.
El diputado Gary Middleton (Newbuildings, Irlanda del Norte, 30 a?os), es de los que est¨¢ en el lado amable del laberinto. Entra y sale con facilidad, porque conoce los atajos. En la ma?ana del mi¨¦rcoles, bien trajeado y encorbatado, recorr¨ªa puerta a puerta las casas de Nelson Drive, zona protestante, y repart¨ªa panfletos informativos con una sonrisa. A unos metros, los restos de una cabina telef¨®nica incendiada todav¨ªa desprend¨ªan un olor agrio y punzante. El prometedor pol¨ªtico del Partido Unionista Democr¨¢tico (DUP, en sus siglas en ingl¨¦s) explicaba a los vecinos el tr¨¢mite para recuperar los 40 euros que cuesta cada cubo de basura derretido por las llamas en las noches previas de disturbios y violencia callejera. ¡°Si me vais a hacer fotos, que sea antes de que abran la puerta. Hay demasiada rabia contenida en el vecindario¡±, advert¨ªa.
Middleton controla a la perfecci¨®n el argumentario de su partido y sabe nadar y guardar la ropa. Condena sin tapujos la violencia. Cree que es contraproducente. Llama a la calma. Pero justifica en la ¡°frustraci¨®n¡± de la comunidad unionista las noches de vandalismo y temor que han sufrido esta semana los barrios protestantes. ¡°No hay una raz¨®n concreta, sino la suma de varias. Los largos meses de confinamiento, o la sensaci¨®n de que la polic¨ªa est¨¢ aplicando una doble vara de medir con unos y otros a la hora de imponer las reglas de distanciamiento social¡±, se extiende. ¡°Y definitivamente, el Protocolo de Irlanda del Norte que vino con el Brexit. Hay que buscar una soluci¨®n para poner fin a esa frontera creada en el mar de Irlanda, que nos ha alejado a¨²n m¨¢s de Gran Breta?a¡±.
Este diputado unionista es de las pocas personas que dar¨¢ su nombre y apellido, y permitir¨¢ que se le fotograf¨ªe. El resto se niega. En parte, porque est¨¢n hartos de ser un zoo ex¨®tico de sectarismo. En parte, porque prefieren no meterse en l¨ªos. Y en parte, tambi¨¦n, porque est¨¢n convencidos de que la violencia sigue siendo el mecanismo espor¨¢dico que los pol¨ªticos activan o agitan de vez en cuando por su propio inter¨¦s. ¡°?Pero t¨² crees que alguno de estos chavales entiende, o es capaz de explicar, los detalles y las implicaciones del Protocolo [firmado entre Londres y Bruselas]?¡±, pregunta con sorna una vecina del Waterside. Ella y su marido charlan en medio de la calle con otra pareja. Han sacado a pasear a los perros. ¡°Una noche de disturbios, de c¨®cteles molotov y coches incendiados, y ya ves ahora: absoluta tranquilidad y normalidad en el barrio¡±, defiende el esposo. ¡°Es una mezcla del esp¨ªritu rebelde de los j¨®venes, del hecho de que ahora est¨¦n de vacaciones y de que algunos les est¨¦n utilizando desde la sombra para sus prop¨®sitos particulares¡±.
¡ª?Pero, m¨¢s all¨¢ de todo eso, hay en la comunidad una sensaci¨®n de abandono por parte de Londres?
¡ª¡±Cada vez m¨¢s. Nos vamos alejando de ellos, con la sensaci¨®n de que no nos tienen en cuenta¡±, interviene la mujer de la segunda pareja.
Son muchas las casas, cajas de zapato con paredes de estuco gris, donde ondea a su entrada la Union Jack ¡ªla bandera del Reino Unido¡ª, pero tambi¨¦n otras insignias que proclaman ¡°No a la Frontera del mar de Irlanda¡±. La misma consigna que se lee en los grafitis de los muros. Junto a otras m¨¢s inquietantes. ¡°PSNI out¡± (PSNI fuera) o ¡°PSNI pigs¡± (PSNI cerdos). El PSNI es el Servicio de Polic¨ªa de Irlanda del Norte. Sustituy¨® a la estigmatizada Gendarmer¨ªa Real del Ulster, cuando el Acuerdo de Paz de Viernes Santo de 1998 intent¨® comenzar a cerrar las cicatrices de 30 a?os de conflicto sangriento que el mundo conoci¨® como The Troubles (Los problemas, o m¨¢s bien Los disturbios).
Derry, Carrickfergus, Newtonabbey y, sobre todo, el oeste de Belfast han sufrido durante m¨¢s de una semana una violencia callejera sin precedentes en muchos a?os. Casi 80 agentes de polic¨ªa han sufrido heridas de diversa consideraci¨®n. Dubl¨ªn, Londres y el Gobierno aut¨®nomo de Belfast (en el que comparten poder partidos unionistas y republicanos) se han enfrentado a la peor de las posibilidades: que alguien, en alg¨²n momento, acabe muriendo. Como le podr¨ªa haber pasado al conductor del autob¨²s urbano que ardi¨® en llamas el jueves en Belfast. Y como esas mismas autoridades se resisten a creer que el vandalismo sea el producto espont¨¢neo de una juventud rebelde, han reclamado a las facciones paramilitares unionistas que siguen vivas, agrupadas la mayor¨ªa de ellas bajo el paraguas del llamado Consejo de Comunidades Unionistas (LCC, en sus siglas en ingl¨¦s), que pongan orden en la calle. El viernes, finalmente, la organizaci¨®n se pronunci¨®. Era su momento estrella, despu¨¦s de meses de protesta por el Brexit y de anuncios de posible boicoteo del Acuerdo de Paz que nadie se molestaba en atender, por considerarles una organizaci¨®n marginal e irrelevante.
El LCC denunci¨® todo lo ocurrido como un ¡°fracaso espectacular¡± de todos los Gobiernos, incapaces de percibir el sentimiento de traici¨®n aparentemente sufrido por la comunidad protestante. ¡°Constantemente hemos urgido al Ejecutivo brit¨¢nico, a los l¨ªderes pol¨ªticos y a las instituciones que se tomaran en serio nuestras advertencias de las peligrosas consecuencias que ten¨ªa la imposici¨®n de esta frontera dura [en el mar de Irlanda], y la necesidad que hab¨ªa de establecer un di¨¢logo sincero para resolver el problema¡±, proclamaban los miembros de la asociaci¨®n.
Ventajas y desventajas
Bill McCamm tiene 59 a?os y lleva casi dos d¨¦cadas como supervisor del puerto de Foyle, en Derry. Mientras pasea por las instalaciones y supervisa c¨®mo los estibadores comienzan a descargar un cargamento de madera, se encoge de hombros ante la pregunta: ?Ha tra¨ªdo muchas complicaciones el Brexit? ¡°Hay tr¨¢mites aduaneros m¨¢s farragosos, s¨ª, pero tambi¨¦n hay gente que ha visto la oportunidad de hacer negocios. Hay fabricantes brit¨¢nicos que han trasladado su base de operaciones a Irlanda del Norte [que sigue en el Mercado Interior de la UE] para exportar desde aqu¨ª al resto del mundo, porque les sale m¨¢s barato¡±, explica. Duda mucho, como gran parte de los consultados para este reportaje, de que las consecuencias pr¨¢cticas del Protocolo de Irlanda sean la raz¨®n de una violencia callejera latente, que en los ¨²ltimos a?os aparec¨ªa y se volv¨ªa a sumergir.
Hay razones m¨¢s prosaicas para explicar el despertar del resentimiento. Inmediatas algunas, necrosadas otras. Cuando a finales de junio, dos docenas de l¨ªderes del Sinn F¨¦inn, el partido republicano que durante a?os fue el brazo pol¨ªtico del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA), se sumaron a miles de personas en el funeral del hist¨®rico terrorista Bobby Storey, la polic¨ªa mir¨® para otro lado. Se hab¨ªan saltado claramente las normas de distanciamiento social, pero la Fiscal¨ªa, despu¨¦s de cierto teatro con interrogatorios voluntarios a los implicados, opt¨® por no acusar formalmente a nadie. Poco despu¨¦s, empezaron los disturbios, bajo la consigna de que la polic¨ªa irlandesa aplicaba un doble rasero y ya no ten¨ªa la confianza de la comunidad protestante. Un a?o de pandemia, con bares, tiendas o centros juveniles cerrados, y dos semanas de vacaciones escolares, hicieron el resto. Adultos que se lavaban las manos jaleaban desde la acera a los chavales ¡ªalgunos de solo 13 a?os¡ª que, encapuchados hasta las cejas, protagonizaban los disturbios. ¡°Est¨²pidos, una panda de est¨²pidos que ya no recuerda c¨®mo era todo esto hace poco m¨¢s de 20 a?os¡±, dice Liam, un jubilado de 74 a?os que naci¨® en la Rep¨²blica, pero viaj¨®, se cas¨® e hizo su vida en territorio brit¨¢nico. ¡°?Ves ese edificio nuevo, remodelado? Aquello eran un mont¨®n de ruinas, esta ciudad parec¨ªa Bagdad¡±, se lamenta.
Derry ya no es Bagdad, pero la memoria va por barrios. La zona cat¨®lica, con sus murales en recuerdo de la masacre del Bloody Sunday o la lucha republicana, se ha convertido ya en un museo de colores lucidos y taxis que explotan el turismo pol¨ªtico, y llevan a los visitantes a todos los puntos simb¨®licos de un conflicto que durante d¨¦cadas captur¨® la imaginaci¨®n colectiva. Se permiten incluso comenzar a usar el humor. En la terminal de llegadas del aeropuerto hay una enorme reproducci¨®n del mural que apareci¨® un d¨ªa en el casco antiguo de la ciudad: las famosas Derry Girls, las adolescentes de la serie de televisi¨®n que han logrado dulcificar y aportar algo de iron¨ªa a los terribles a?os del terrorismo. En los escaparates de las tiendas hay carteles, camisetas y todo tipo de recuerdos con sus rostros. El joven que fuma a las puertas del local donde se encuentra la asociaci¨®n de apoyo a los presos republicanos (los terroristas que a¨²n cumplen condena), mira con resquemor cuando escucha la pregunta: ¡°?Disturbios? ?Violencia? No ser¨¢ por el lado republicano. Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en todo lo que est¨¢ ocurriendo¡±, se defiende.
Los restos m¨¢s radicales del unionismo, demasiado presas de sus fantasmas y vinculados en alg¨²n caso con la droga y la criminalidad, no tienen ganas a¨²n de tener sus Derry Girls. El pasado, en su caso, sigue muy presente. Y son los partidos pol¨ªticos al frente de las instituciones norirlandesas, han se?alado todos los medios de comunicaci¨®n locales, los que deber¨¢n comenzar a cortar lazos y ser m¨¢s intolerantes con unos grup¨²sculos que se han aferrado al Brexit para mantener vivo el conflicto.
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