La tensi¨®n armada crece en la frontera entre Colombia y Venezuela, con muertos y miles de desplazados
Organizaciones de derechos humanos de ambos pa¨ªses han pedido a Naciones Unidas que designe a un enviado especial para abordar la crisis en la regi¨®n fronteriza del Arauca
Los combates no se detienen al sur de Venezuela, en las riberas del r¨ªo Arauca que marcan la frontera con Colombia. En el terreno ha habido fuego cruzado entre militares venezolanos y grupos irregulares, se?alados como presuntas disidencias de las FARC. Han sobrevolado aviones, se han desplegado blindados, se han enviado tropas de refuerzo militares y tambi¨¦n policiales de las cuestionadas Fuerzas de Acciones Especiales de la Polic¨ªa Bolivariana. Este viernes 23 de abril se escucharon, otra vez, bombardeos en la zona, seg¨²n Fundaredes, una ONG que ha documentado la presencia de grupos irregulares en la frontera.
El parte es el de un conflicto. Vladimir Padrino, el ministro de Defensa de Nicol¨¢s Maduro, ha contado ocho bajas en sus fuerzas y m¨¢s de 34 soldados heridos por minas antipersona. Tambi¨¦n asegura que han matado a nueve irregulares, entre los cuales hay cuatro miembros de una familia que denuncia un ajusticiamiento desde el lado colombiano de la frontera. Caracas dice haber detenido a presuntos miembros del cartel mexicano de Sinaloa. Tambi¨¦n se suman dos periodistas y dos activistas detenidos durante 24 horas en un puesto militar venezolano y miles de desplazados por la violencia. En Colombia, en el pueblo fronterizo de Arauquita, m¨¢s de 5.000 personas llenan albergues y hasta un campo de f¨²tbol con carpas humanitarias.
Di¨¢logo roto
Las hist¨®ricamente tensas relaciones entre Venezuela y Colombia, cuya chispa se encendi¨® en la era de Hugo Ch¨¢vez y ?lvaro Uribe, entraron en ebullici¨®n por los problemas fronterizos. Decenas de organizaciones no gubernamentales y miembros de la sociedad civil han exigido a las Naciones Unidas un enviado especial que sirva de vaso comunicante. ¡°Colombia y Venezuela no pueden tomar los sucesos de Apure y Arauca como excusa para un escalamiento de tensiones¡±, se?alaban hace unas semanas en un comunicado en el que hacen la petici¨®n de intervenci¨®n al secretario general Ant¨®nio Guterres, que hasta ahora no ha respondido p¨²blicamente.
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, ha se?alado a Colombia de ¡°narcoestado¡± y tambi¨¦n ha pedido la intermediaci¨®n de Naciones Unidas para facilitar la comunicaci¨®n binacional. ¡°El territorio y la poblaci¨®n en ese territorio colombiano no est¨¢ bajo el control de ese Gobierno, por conveniencia, seguramente, pero all¨ª en ese sector manda un grupo paramilitar, en atrio guerrillero; las autodefensas y el paramilitarismo y otras combinaciones con el denominador com¨²n de la industria del narcotr¨¢fico¡±, dijo en una rueda de prensa.
La vicepresidenta de Colombia, Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez, respondi¨®. ¡°El r¨¦gimen de Maduro representa una amenaza para la seguridad regional¡±, y reiter¨® la supuesta complicidad del r¨¦gimen de Maduro con el narcotr¨¢fico, las disidencias de las FARC y la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN). ¡°Lo que estamos viviendo es una guerra entre mafiosos¡±, declar¨®, ¡°el vecino inc¨®modo en la regi¨®n es la dictadura de Maduro¡±.
La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, manifest¨® su preocupaci¨®n ¡°por el grave impacto de los enfrentamientos que han provocado que miles de residentes locales huyan de la zona a trav¨¦s de la frontera; por las denuncias de ejecuciones extrajudiciales y por la detenci¨®n de periodistas y defensores de los derechos humanos¡±. Una misi¨®n de verificaci¨®n internacional, conformada por delegados de Alemania, Brasil, Canad¨¢, Francia y Reino Unido, junto con el ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, visit¨® Arauquita, desbordado desde el 21 de marzo, cuando comenzaron los enfrentamientos. Mientras, el panorama es el de una peligrosa escalada. Desde Miraflores y la Casa de Nari?o se acusan mutuamente de azuzar una confrontaci¨®n militar.
Ruptura definitiva
La ¨²ltima vez que los presidentes de Venezuela y Colombia hablaron cara a cara fue el 11 de agosto de 2016. Juan Manuel Santos y Maduro, con sus equipos de gobierno, estuvieron sentados en el vest¨ªbulo con vista al r¨ªo Caron¨ª del Club Macagua de Puerto Ordaz, en el estado Bol¨ªvar, en el sur de Venezuela. El encuentro sirvi¨® para terminar con un atolladero de un a?o atr¨¢s, cuando Caracas decidi¨® cerrar intempestivamente la frontera con la excusa de evitar el paso de supuestos paramilitares al lado venezolano. En esa operaci¨®n militar se expulsaron a la fuerza a 20.000 colombianos residentes en el pa¨ªs y sus casas fueron marcadas con una D, para indicar que ser¨ªan demolidas. En esos a?os, Venezuela participaba como garante en las negociaciones en La Habana para los acuerdos de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC, que se firmaron un mes despu¨¦s de ese encuentro.
Luego de esa cita aparentemente distendida, las tensiones crecieron hasta el quiebre de 2018, con el cambio de gobierno en Colombia y la crisis de legitimidad que desat¨® la reelecci¨®n de Maduro, desconocida por la comunidad internacional por presunto fraude, un punto de inflexi¨®n en la deriva autoritaria de Venezuela. En 2019, el respaldo de Iv¨¢n Duque al interinato presidencial de Juan Guaid¨® ¡ªambos se reunieron dos veces en persona¡ª llev¨® a la ruptura definitiva de las relaciones bilaterales. Casi dos millones de venezolanos emigrados se quedaron entonces sin servicios consulares.
El conflicto binacional pasa por el tamiz de la prolongada crisis institucional de Venezuela. Maduro ha reducido su margen de interlocuci¨®n diplom¨¢tica, acusado de cometer violaciones de derechos humanos y de bloquear las negociaciones con la oposici¨®n. Duque dif¨ªcilmente ceda en su veto al gobierno chavista. Es ah¨ª donde la petici¨®n de intermediarios vuelve una y otra vez. ¡°Sin cooperaci¨®n entre Venezuela y Colombia, la situaci¨®n en la frontera va a empeorar en el corto plazo, con consecuencias dram¨¢ticas para las poblaciones, corri¨¦ndose el riesgo de escalar en la confrontaci¨®n¡±, advierten en un comunicado unas sesenta ONG colombianas y venezolanas y gente de la sociedad civil de ambos pa¨ªses.
Puentes cerrados
M¨¢s de cinco millones de personas viven a ambos lados de la frontera. Socorro Ram¨ªrez, exmiembro de la Comisi¨®n Presidencial de Integraci¨®n y Asuntos Fronterizos Colombia-Venezuela (entre 2000 y 2018), y de la organizaci¨®n Puentes Ciudadanos, se?ala que la apertura de los siete pasos fronterizos ¡ªahora tambi¨¦n bloqueados por el cerco sanitario de la pandemia¡ª debe ser el punto de partida para destrabar la crisis. Otro aspecto clave es la mediaci¨®n. ¡°Los buenos oficios de Naciones Unidas han existido en todos los conflictos¡±, se?al¨® Ram¨ªrez esta semana en un foro organizado por International Crisis Group. Desde su punto de vista, existen mecanismos para intervenir en esta crisis sin tener que pasar por el Consejo de Seguridad, donde tienen m¨¢s peso los factores geopol¨ªticos.
El aumento de la violencia en la frontera tiene relaci¨®n directa con el cierre de relaciones, insiste Ram¨ªrez, de la que se han beneficiado los grupos armados que controlan y sacan provecho de los pasos informales. La crisis fronteriza ha llevado al m¨ªnimo en 25 a?os el intercambio comercial formal entre las dos naciones, tras alcanzar en 2008 un m¨¢ximo de 7.000 millones de d¨®lares, seg¨²n los datos de la C¨¢mara de Integraci¨®n Econ¨®mica Colombo Venezolana. ¡°No es posible que no exista ning¨²n canal de comunicaci¨®n en dos pa¨ªses con semejantes interacciones¡±, a?adi¨® Ram¨ªrez en el foro.
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