Am¨¦rica del Sur, la gran convulsi¨®n
Golpeada por la pandemia, una sucesi¨®n de crisis pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales azota la regi¨®n como nunca antes. EL PA?S recorre los puntos neur¨¢lgicos de este sismo
Revueltas en Colombia y Chile, crisis electoral en Per¨², una democracia amenazada en Brasil, tensiones pol¨ªticas en Ecuador y Bolivia, una econom¨ªa tambaleante en Argentina y la agon¨ªa cr¨®nica de Venezuela. La situaci¨®n en el continente ha dado un salto de distancia de aquella que marc¨® los a?os dorados del bum de las materias primas en la d¨¦cada pasada, cuando se redujo la pobreza y los PIB llegaron a crecer a ritmo de dos d¨ªgitos.
La pandemia golpe¨® a una regi¨®n con poco margen de maniobra pol¨ªtica, con sistemas de salud d¨¦biles, arcas vac¨ªas y pobreza en alza. El descontento coyuntural y la desigualdad heredada o cocinada a fuego lento ha encendido la mecha de la violencia callejera, con procesos particulares en cada pa¨ªs, pero todos ellos atravesados por demandas que, como nunca antes, se han vuelto estructurales. EL PA?S ofrece un resumen pol¨ªtico, social y econ¨®mico que permite leer en clave regional los destinos pr¨®ximos del subcontinente.
La econom¨ªa carga el polvor¨ªn del descontento
Isabella Cota
La ¨¦poca en que los pa¨ªses del Cono Sur vend¨ªan materias primas y recursos naturales a precios atractivos dur¨® una d¨¦cada. Gracias a esto, entre 2003 y 2013, aproximadamente, Am¨¦rica Latina logr¨® forjar una clase media con mejores empleos y mejores salarios y gobiernos con m¨¢s recursos para pol¨ªticas sociales. En 2018 la clase media pas¨® a ser el grupo m¨¢s grande en la regi¨®n. Pero esto termin¨®. La regi¨®n entera empez¨® a estancarse lentamente y, como resultado, vimos un fuerte descontento social a finales de 2019. La gente marcha hoy por las mismas razones que hace dos a?os, excepto que ahora la pobreza y la desigualdad fueron amplificadas por la crisis econ¨®mica generada por la pandemia de la covid-19.
¡°El descontento tiene que ver con razones pol¨ªticas y razones econ¨®micas¡±, explica Mart¨ªn Rama, economista jefe para Am¨¦rica Latina y el Caribe del Banco Mundial, ¡°las razones econ¨®micas son probablemente que al cabo de aquella d¨¦cada de crecimiento fuerte y de prosperidad se generaron expectativas en muchos lugares en Am¨¦rica Latina, de pensar ¡®vamos bien encaminados, alg¨²n d¨ªa podremos aspirar a ser como Espa?a, como Portugal¡¯. Y eso, en los ¨²ltimos a?os, se volvi¨® claro que no¡±.
Adem¨¢s, en los ¨²ltimos 10 a 15 a?os, aument¨® el n¨²mero de personas con educaci¨®n terciaria, la que sigue al bachillerato. La expectativa era que tener un diploma se tradujera en mejores ingresos. ¡°Entre programas sociales en la parte baja de la distribuci¨®n y mayor oferta de gente con diplomas en la parte alta, tuvimos una compresi¨®n importante de la desigualdad, que obviamente para los que tienen diploma puede no ser algo para alegrarse, porque antes el diploma val¨ªa m¨¢s de lo que vale ahora¡±, asegura Rama.
El pa¨ªs que m¨¢s gast¨® en apoyos durante la pandemia fue Brasil. Las transferencias fueron tales que baj¨® la pobreza, pero el Gobierno no tiene la capacidad de financiar otro programa similar este a?o. ¡°Entonces, estamos sobre un polvor¨ªn¡±, opina Rama. ¡°Ven¨ªamos con la situaci¨®n donde 2019 fue un a?o de descontento social, 2020 fue un a?o de crisis y potencialmente aumento de la desigualdad y en 2021 estamos viendo respuestas pol¨ªticas que a veces no sabemos a d¨®nde nos han llevado¡±.
Ruido de sables en Brasil
Carla Jim¨¦nez (S?o Paulo)
Brasil vive hoy ataques a la democracia que lo ponen en la antesala de un golpe (o un autogolpe), como lo ha definido un ministro de la Suprema Corte, bajo las tensiones fomentadas por el Gobierno de Jair Bolsonaro. La preocupaci¨®n sube a medida que los militares demuestran cada vez m¨¢s respaldo a los avances del presidente ultraderechista sobre l¨ªmites consensuados por las leyes brasile?as. El ¨²ltimo episodio que realz¨® esa atm¨®sfera fue la participaci¨®n en mayo del exministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, en un acto p¨²blico en apoyo al presidente. Pazuello habl¨® junto a Bolsonaro, ambos sin mascarillas, para un grupo de electores. El gesto va contra el reglamento del mismo Ej¨¦rcito, que proh¨ªbe a militares en activo hacer manifestaciones pol¨ªtico-partidarias. El Ej¨¦rcito lleg¨® a abrir un proceso para cuestionar al general y exministro, pero no le impuso ning¨²n castigo, ni siquiera una advertencia, como ya lo hizo en situaciones parecidas durante Gobiernos anteriores.
La actuaci¨®n de los militares es vista con extrema preocupaci¨®n por servir como ejemplo para las polic¨ªas, base de apoyo de Bolsonaro, que pueden repetir el gesto de Pazuello y dejar de obedecer ¨®rdenes en los Estados en los que act¨²an. Las polic¨ªas estatales est¨¢n militarizadas y le deben obediencia a los gobernadores. Sin embargo, el 29 de mayo, durante una protesta en Pernambuco contra el presidente, la polic¨ªa atac¨® a los manifestantes. El gobernador del Estado, Paulo C?mara, dijo que no hab¨ªa dado ninguna orden de reprimir. El jefe de la polic¨ªa de Pernambuco fue exonerado.
El pa¨ªs vive repetidos casos de autoritarismo policial, como la detenci¨®n de un profesor en el Estado de Goi¨¢s por andar con una bandera en su coche donde se le¨ªa ¡°Fuera Bolsonaro Genocida¡±. El caso escandaliz¨® a los brasile?os y la presi¨®n logr¨® que el profesor fuera liberado al d¨ªa siguiente. Sin embargo, los casos similares se multiplican, mientras el presidente repite frases como ¡°la Constituci¨®n soy yo¡±.
Bolsonaro ser¨¢ candidato en las presidenciales de 2022 y amenaza con no entregar el poder si pierde. El ultraderechista usa, en principio, el voto digital como excusa, argumentando ¡ªsin pruebas¡ª que las urnas electr¨®nicas adoptadas en Brasil desde los a?os noventa tienen fallos. Es una copia de la estrategia usada por Donald Trump en Estados Unidos, cuando atacaba, en sentido contrario, el voto por correo. El ministro del Supremo, Edson Fachin, ha advertido sobre esta campa?a de Bolsonaro y los riesgos que implica para Brasil. ¡°El populismo totalitario ronda la democracia brasile?a. Es fundamental estar alerta, por ser una antesala del golpe¡±, dijo Fachin en una entrevista.
Las reiteradas provocaciones, sin embargo, han generado la reacci¨®n popular. El s¨¢bado, cientos de miles de personas marcharon en las principales ciudades de Brasil al grito de ¡°Fuera Bolsonaro¡±. Bajo esta incertidumbre, la democracia brasile?a pone a prueba su fortaleza.
La violencia lastra a Colombia
Catalina Oquendo (Bogot¨¢)
Casi dos meses despu¨¦s del inicio de unas revueltas que han desafiado incluso el peor pico de la pandemia, Colombia sigue sacudida por la indignaci¨®n y las protestas. Aunque el comit¨¦ nacional del paro ¡ªque aglutina a centrales obreras y sindicales¡ª decidi¨® suspender temporalmente las movilizaciones masivas hasta julio, cientos de j¨®venes siguen en las calles. No se sienten representados por esos l¨ªderes sindicales y contin¨²an enfrentados a la Polic¨ªa en ciudades como Bogot¨¢, Medell¨ªn o Cali. En esta ¨²ltima, la tercera ciudad en poblaci¨®n del pa¨ªs, las muertes de manifestantes y los hechos de vandalismo no se detienen. La protesta es ahora m¨¢s fragmentada. Y, con las elecciones presidenciales a la vuelta de un a?o, la tensi¨®n es palpable.
El estallido social en Colombia no comenz¨® en 2021 sino en 2019, cuando el Gobierno de Iv¨¢n Duque, que lleg¨® a la presidencia de la mano del derechista ?lvaro Uribe, enfrent¨® varias semanas de marchas masivas. Caracterizadas por un esp¨ªritu festivo, se saldaron sin embargo con j¨®venes con lesiones oculares y la muerte de Dil¨¢n Cruz, v¨ªctima del disparo de un agente del Escuadr¨®n M¨®vil Antidisturbios (Esmad). Estudiantes y organizaciones sindicales protestaban entonces contra las medidas econ¨®micas del Ejecutivo y exig¨ªan que Duque implementara el acuerdo de paz firmado con las FARC en 2012.
El descontento se exacerb¨® en septiembre de 2020, cuando agentes de la Polic¨ªa asesinaron a un abogado ¡ªen un caso similar al de George Floyd¡ª y, en respuesta, manifestantes quemaron peque?as instalaciones de la Polic¨ªa conocidas como CAI. La represi¨®n policial se sald¨® con 13 j¨®venes muertos en la que fue considerada ¡°la masacre de Bogot¨¢¡±. Los efectos de la pandemia, que ha regresado al umbral de la pobreza a tres millones de personas, y la decisi¨®n de Duque de postular una reforma tributaria en ese contexto de desempleo, sirvieron de mecha para las revueltas actuales.
La violencia ha escalado. Tras 50 d¨ªas de protestas, Colombia cuenta medio centenar de personas asesinadas, la mayor¨ªa civiles. Organizaciones como Human Rights Watch se?alan que al menos 20 manifestantes murieron a manos de la Polic¨ªa o de personas armadas en compa?¨ªa de polic¨ªas. Hay todav¨ªa 84 personas de las que no se conoce su paradero y 2.000 heridos, la mitad civiles, la mitad agentes. Las denuncias por abusos policiales llamaron la atenci¨®n de la comunidad internacional y la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos realiz¨® una visita de la que a¨²n se esperan conclusiones. El Gobierno asegura que los abusos fueron casos aislados y no una pr¨¢ctica sistem¨¢tica.
El respeto a la protesta social, los efectos econ¨®micos de la pandemia y de los bloqueos de carreteras durante el paro ser¨¢n temas clave de cara a las elecciones presidenciales de 2022.
Crisis econ¨®mica y carrera electoral en Argentina
Federico Rivas Molina (Buenos Aires)
La econom¨ªa, una vez m¨¢s, es el gran lastre de Argentina. El pa¨ªs no vive la crispaci¨®n social de vecinos como Brasil y Colombia, ni la incertidumbre pol¨ªtica de Per¨² o Chile. Pero la subida de la inflaci¨®n, el desempleo y la pobreza pone bajo m¨¢xima tensi¨®n el delicado equilibrio que ha mantenido hasta ahora las calles en paz.
La econom¨ªa Argentina se hundi¨® 9,9% en 2020, la tercera mayor ca¨ªda sudamericana despu¨¦s de Venezuela y Per¨², mientras lucha por sostener los pagos de una deuda externa de 341.000 millones de d¨®lares, equivalentes a casi el 90% de su PIB. Apenas iniciada la pandemia, el pa¨ªs cerr¨® un acuerdo con sus acreedores privados tras caer en default. El presidente, Alberto Fern¨¢ndez, viaj¨® en mayo a Europa para sumar apoyos en una negociaci¨®n similar con el FMI. El pa¨ªs adeuda al multilateral los 44.000 millones de d¨®lares que en 2018 recibi¨® como rescate financiero el expresidente Mauricio Macri. La agenda de pagos acordada entonces no se puede cumplir.
Los precios han subido 21,5% desde enero, evidencia del derrumbe del valor del peso, en una escalada inflacionaria que lleva m¨¢s de cinco a?os. El desempleo ha trepado hasta m¨¢s del 10% y la pobreza ha crecido hasta el 42%, una cifra que no se registraba desde 2006, cuando Argentina a¨²n padec¨ªa los estertores de la debacle de 2001. Sin acceso a los mercados internacionales, el Gobierno ha debido financiarse con la emisi¨®n de pesos para paliar los efectos de la pandemia, con la consiguiente presi¨®n sobre la inflaci¨®n.
Las ayudas estatales a los m¨¢s pobres y una fluida relaci¨®n con los sindicatos han permitido al peronismo mantener a raya la protesta social, aunque hay se?ales de descontento cada vez m¨¢s evidentes, con manifestaciones motorizadas por los partidos de extrema izquierda y los movimientos sociales. En este escenario de incertidumbre, el pa¨ªs celebrar¨¢ elecciones legislativas el 14 de noviembre, un term¨®metro que medir¨¢ la popularidad del Gobierno. La campa?a acaba de empezar en un ambiente crispado con la oposici¨®n, con el tel¨®n de fondo de la pandemia.
La Casa Rosada ha dado por resuelto el problema de la provisi¨®n de vacunas, que finalmente han comenzado a llegar de a millones por semana, y sabe que, como en ocasiones anteriores, el ¨¦xito en las urnas pasar¨¢ por la contenci¨®n de la inflaci¨®n. Ha aplicado para ello mecanismos de control de precios, en acuerdo con empresas sobre todo vinculadas a la alimentaci¨®n, e inspecciones para detectar aumentos que puedan considerarse injustificados.
Barajar y dar de nuevo en Chile
Roc¨ªo Montes (Santiago de Chile)
La crisis pol¨ªtica y social chilena no ha bajado de intensidad desde las revueltas sociales de 2019. Luego de las protestas masivas y violentas, la mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n en el Congreso y el Gobierno de derecha de Sebasti¨¢n Pi?era ofrecieron un camino institucional para encauzar la rebeli¨®n a trav¨¦s de un proceso constituyente. La pandemia oblig¨® a aplazar el plebiscito que finalmente se realiz¨® en octubre de 2020, en el que casi un 80% de los ciudadanos opt¨® por reemplazar la Constituci¨®n de 1980, redactada en la dictadura de Augusto Pinochet. En mayo pasado, la ciudadan¨ªa eligi¨® a los 155 convencionales que la redactar¨¢n a partir de julio en una elecci¨®n que dio la vuelta el escenario pol¨ªtico: los votantes castigaron a las fuerzas que lideraron la transici¨®n a la democracia. La derecha qued¨® disminuida sin el tercio necesario para vetar las normas en la convenci¨®n, mientras el centroizquierda fue superado tanto por los independientes de izquierda como por la alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista.
Pero el escenario est¨¢ marcado por la volatilidad y cambia con las horas. En las elecciones de gobernadores regionales del domingo pasado, donde vot¨® menos del 20% de los convocados, el centroizquierda tradicional recibi¨® ox¨ªgeno al quedarse con 10 de las 16 regiones del pa¨ªs. La derecha oficialista de Pi?era, en tanto, nuevamente qued¨® en el piso, con una sola victoria. La alianza entre el Frente Amplio y los comunistas, en esta ocasi¨®n, no logr¨® ganar en la regi¨®n de Santiago de Chile, donde sus principales l¨ªderes ten¨ªan grandes expectativas.
Con una participaci¨®n m¨ªnima y con encuestas que no logran anticipar los resultados electorales resulta imposible vislumbrar el giro que tomar¨¢ Chile en los pr¨®ximos meses. Las presidenciales del 21 de noviembre, que se celebrar¨¢n en paralelo con las parlamentarias, son de resultado incierto. De acuerdo a la ¨²ltima encuesta Cadem, la carrera al Palacio de la Moneda la lideran el alcalde de derecha Joaqu¨ªn Lav¨ªn, la senadora democristiana de la centroizquierda Yasna Provoste ¡ªque no ha oficializado su eventual postulaci¨®n¡ª y el alcalde comunista Daniel Jadue. Pero la cantidad de electores indecisos sobrepasa de lejos los respaldos de cualquiera de estas cartas presidenciales.
Chile enfrenta el mayor cambio de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas con un Gobierno debilitado, el Parlamento sin la confianza de la ciudadan¨ªa, las instituciones democr¨¢ticas desprestigiadas y con electores que no acuden a las urnas. Aunque se observan altas expectativas sobre el proceso constituyente, existe una gran incertidumbre sobre su capacidad para lograr acuerdos. En estas ¨²ltimas semanas, por ejemplo, la Lista del Pueblo de independientes de izquierda condicion¨® el inicio de la convenci¨®n a que se libere a los presos de las revueltas sociales. Mientras, se ha abierto un debate sobre si se respetan los acuerdos previos que dieron origen al proceso, como la regla de los dos tercios para aprobar las normas.
Per¨², un pa¨ªs fracturado en las urnas
Juan Diego Quesada (Lima)
Per¨² vive la recta final de su elecci¨®n m¨¢s tormentosa. El pa¨ªs ha quedado agrietado tras la dura campa?a electoral en la que los peruanos deb¨ªan elegir entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo, un profesor rural y sindicalista, vecino de una aldea remota, al que muy pocos conoc¨ªan en Lima. Las ¨¦lites lo recibieron con un escepticismo que deriv¨® m¨¢s tarde en un rechazo frontal. Castillo enton¨® en las plazas de los pueblos un discurso radical de izquierdas, en contra del establishment y la inversi¨®n extranjera, que ha ido modulando. Fujimori convoc¨® a la derecha y a una parte del centro que pod¨ªa sentirse intimidada por la ret¨®rica de Castillo.
Un buen n¨²mero de antifujimoristas consideraron a la hija del aut¨®crata que gobern¨® Per¨² en los noventa como un mal menor. Los dos candidatos, ante las sospechas de la sociedad de que pod¨ªan dinamitar el sistema desde dentro, firmaron compromisos democr¨¢ticos en los que aseguraban que respetar¨ªan el resultado de las urnas. Sin embargo, a la hora de la verdad no ha sido as¨ª. Castillo venci¨® en el conteo oficial por poco m¨¢s de 40.000 votos. Fujimori pretende anular unas 200.000 papeletas de las zonas m¨¢s pobres del pa¨ªs para invalidar la victoria de su rival. El jurado electoral est¨¢ rechazando por ahora todas esas impugnaciones. Los cercanos a Fujimori hablan de un supuesto fraude del que no hay pruebas. Esa teor¨ªa de la conspiraci¨®n implica a los servicios secretos de Venezuela y Cuba. Ni los organismos internacionales ni los observadores han apreciado ning¨²n intento por modificar la voluntad popular.
El jefe de Ipsos Per¨², la encuestadora que acert¨® la ventaja m¨ªnima de Castillo al cierre de las urnas, insiste en que no hay indicios del fraude. Queda por saber hasta d¨®nde llegar¨¢n los reclamos de Fujimori, que ha convencido a mucha gente de que en realidad existi¨®. La discusi¨®n ha enfrentado a los peruanos como pocas veces hasta ahora. Han vuelto a circular rumores de golpe de Estado que no parecen tener mucha credibilidad, pero ah¨ª est¨¢n e intoxican el ambiente. Cuando acabe el proceso y uno de los dos se coloque la banda presidencial ¡ªser¨¢ Castillo, salvo sorpresa¡ª tendr¨¢ como reto restablecer la convivencia en un pa¨ªs fracturado.
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