Una conversaci¨®n sobre Per¨²: ¡°Esta crisis es tan dura que supone una invitaci¨®n al cambio¡±
EL PA?S re¨²ne a cuatro acad¨¦micos y comunicadores para charlar sobre la ruptura de la convivencia a cuenta de las elecciones y la necesidad de una reconciliaci¨®n
Per¨² vive tiempos convulsos. La inminente llegada al poder del candidato de izquierdas Pedro Castillo ha quedado ensombrecida por las acusaciones de fraude sin pruebas de su rival, Keiko Fujimori. El enfrentamiento ha desempolvado viejos problemas enraizados en el origen de la naci¨®n como la discriminaci¨®n y el racismo. Ha brotado el miedo at¨¢vico al otro, al que vive tras esa pared de piedra que son los Andes. Las llamadas al autoritarismo, el golpe de Estado y el retorcimiento de la ley han creado una vaga sensaci¨®n de irrealidad y frustraci¨®n que ha perturbado la cotidianidad de los peruanos. Y hasta su humor.
EL PA?S ha reunido a cuatro acad¨¦micos y comunicadores para charlar sobre la exacerbaci¨®n de esas diferencias y la necesidad de una reconciliaci¨®n. Natalia Sobrevilla es escritora e historiadora; Sandro Venturo, soci¨®logo y director de Toronja Comunicaciones; Sonaly Tuesta, creadora de Costumbres, un programa de televisi¨®n que recorre todos los rincones del pa¨ªs; y Hern¨¢n Chaparro, profesor e investigador de la Universidad de Lima.
La ruptura de la convivencia
Chaparro: El psicoanalista Max Hern¨¢ndez dec¨ªa que el Per¨² era como una Sud¨¢frica, pero solapado. Eso ya se quebr¨®: los conflictos est¨¢n sobre la mesa. Nuestro racismo y nuestra inmensa facilidad para discriminar est¨¢n ah¨ª. El discurso hegem¨®nico y desarrollista de los sesenta est¨¢ roto. No tenemos un discurso referencial que nos convoque.
Tuesta: Brotan estas miserias y me duele. Mi hijo de 11 a?os ha decidido ocultar sus opiniones en el colegio, porque es el ¨²nico que piensa de determinada manera. No quiere pelearse. Eso me parece una cosa invasiva, terrible. Y ya en el escenario del pa¨ªs es una cosa de locos.
Sobrevilla: Vivimos en un pa¨ªs desigual. Hay personas que se sienten con derecho a gobernar y mantener su statu quo. Consideran que es lo natural. A m¨ª directamente me invitaron a irme de un grupo de WhatsApp de mis compa?eras de colegio porque era vista como una traidora. Publiqu¨¦ un art¨ªculo de 300 palabras en el peri¨®dico La Tercera, de Chile, donde contaba lo que pasaba en Per¨². No defend¨ªa la idea de fraude. No pienso irme. Es una sociedad muy dividida y no acepta la diversidad de pensamiento.
Venturo: Somos una familia de gente desconectada y desconocida entre s¨ª. La imagen que tengo del Per¨² es la de un pa¨ªs conformado por varias islas, unas m¨¢s aisladas que otras, otras con algunos puentes. Per¨² es un archipi¨¦lago econ¨®mico y cultural. Y en cada elecci¨®n vuelven a brotar todas las miserias que dan cuenta de nuestras dram¨¢ticas brechas sociales y se vuelven a asentar hasta el siguiente periodo electoral.
Superar la utop¨ªa de los buenos deseos. Lo que est¨¢ por venir
Chaparro: Van a ser a?os muy malos y no tengo muchas expectativas. Castillo deber¨ªa tener una propuesta m¨¢s clara y articulada. Ojal¨¢ que madure una propuesta de centroizquierda y logre sostenerse en el Congreso frente a un fujimorismo que emprender¨¢ acciones legales constantes de desconocimiento de su Gobierno.
Venturo: Esta polarizaci¨®n pol¨ªtica opaca consensos nacionales, demandas transversales evidenciadas en diversos estudios. La ciudadan¨ªa pide la transformaci¨®n de los sistemas de salud y educaci¨®n, la reactivaci¨®n de la econom¨ªa familiar, la lucha eficaz contra la corrupci¨®n. En ambos grupos de electores existen banderas comunes, pero nuestros liderazgos pol¨ªticos no est¨¢n a la altura, su energ¨ªa se agota en la confrontaci¨®n. Lamentablemente, durante la campa?a, Castillo no ha tenido la capacidad de armar un equipo de campa?a, ni elaborar una propuesta para salir de la crisis. Tendr¨¢ que revertir esta negligencia en muy poco tiempo.
Sobrevilla: Hay consenso sobre las cosas que queremos, pero encuentro grandes problemas. Hay un grupo enraizado en el poder simb¨®lico, en el poder pol¨ªtico y econ¨®mico que no est¨¢ dispuesto a aceptar un cambio de control sobre el aparato del Estado. M¨¢s all¨¢ de que si Castillo es capaz o incapaz, hay algo en ¨¦l que les hace pensar: ?qui¨¦n es esta persona para decirnos que nosotros no estamos a cargo? Cuando nos ponemos la camiseta para ir al Mundial de f¨²tbol y cuando celebramos que nos gusta el ceviche o el aj¨ª de gallina es f¨¢cil, los problemas est¨¢n debajo de la alfombra. Pero cuando vamos al momento m¨¢s grave de qui¨¦nes son los que deciden, empieza a removerse algo muy profundo.
Tuesta: Lo que creemos por desarrollo es una cosa, y lo que la gente por cosmovisi¨®n tiene en cada uno de los lugares del pa¨ªs es diferente. Que cuestionen el voto rural (Fujimori ha tratado de anular 200.000 votos de la sierra y la selva) me hace sentir terrible. La sorpresa de los lime?os ante ello es como en la ¨¦poca colonial cuando la gente se sorprend¨ªa con la llegada de los negros y les ten¨ªan miedo. Me duele much¨ªsimo que haya tanto desconocimiento.
La reconciliaci¨®n
Tuesta: Es dif¨ªcil hablar de reconciliaci¨®n. Hay mucha gente a la que no volver¨¦ a mirar de la misma manera. Han dicho cosas tan aberrantes de lo que significa el pa¨ªs¡ Guardo cierta esperanza para seguir adelante en las mujeres, que fueron las primeras en organizar ollas comunes para enfrentar el hambre. Ojal¨¢ fuera tan f¨¢cil como en la ¨¦poca de carnaval de Sacclaya, en Apur¨ªmac. En el seccollonacuy (un acto de la fiesta) mujeres y varones, vecinos, se retan por rencillas, se dan con el l¨¢tigo en la pierna y segundos despu¨¦s se abrazan.
Venturo: Esta crisis nos lleva al borde, es tan grave y dura que podr¨ªa ser una invitaci¨®n a un cambio. Tras Sendero Luminoso (grupo terrorista que actu¨® salvajemente en los ochenta) est¨¢ comprobada nuestra incapacidad de aprender de los desastres. El optimismo podr¨ªa sonar na¨ªf. Somos un pa¨ªs sin cabeza, sin l¨ªderes inspiradores, con una clase pol¨ªtica rechazada por las mayor¨ªas. Nuestra manera de hacer pol¨ªtica est¨¢ agotada, frena el desarrollo, va en contra de nuestros sue?os y nuestras demandas de reconocimiento, equidad, justicia, libertad. Acaso haya una oportunidad para romper el maleficio. Hay nuevas promociones de pol¨ªticos y funcionarios remando contra la corriente, nuevas generaciones civiles tomando el tim¨®n de los cambios. No las vemos a¨²n porque la tormenta pol¨ªtica lo cubre todo. El m¨ªo es un optimismo clandestino, golpeado, militante, pero optimismo al fin.
Sobrevilla: Soy una optimista c¨ªnica. El tema de la reconciliaci¨®n es dif¨ªcil. Las cosas que o¨ª me las esperaba. Sent¨ª que hab¨ªa un sinceramiento. Existe algo positivo en que finalmente nos hayamos quitado la careta y las personas que piensan que no todos somos iguales lo hayan dicho claramente. Para ponernos a reconciliar tenemos que saber qu¨¦ somos realmente, qu¨¦ pensamos y aceptarnos, entendernos. Hay un peligro, el de las fuerzas corruptas enraizadas y muy c¨®modas en el sistema pol¨ªtico y judicial. Es como el gatopardismo, cambiar algo para que todo siga siendo lo mismo.
Chaparro: No hay cabezas, liderazgo, ese es nuestro gran reto. El gran beneficio de que hace veintipico a?os que no tengamos un golpe militar es que nos ha enrostrado nuestra precariedad institucional. Todos estos l¨ªos, antes de los ochenta, se solucionaban con un golpe. Y chau.
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