Dictadura y guerra tras las revueltas truncadas
Los intentos por impulsar el cambio en varios pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica acabaron aplastados

La transici¨®n tunecina de la dictadura a la democracia brill¨® m¨¢s all¨¢ de sus fronteras y fue considerada un referente para todo el mundo ¨¢rabe. Otras sociedades se rebelaron en 2011 tras su ejemplo contra los gobernantes en la ola revolucionaria de la primavera ¨¢rabe. Pero mientras la mayor¨ªa de monarqu¨ªas de la regi¨®n pudieron capear el temporal de las revueltas y el impulso democratizador se vio abortado, otros pa¨ªses se vieron sacudidos despu¨¦s por golpes de Estado e incluso guerras civiles.
El golpe de Egipto. Junto a T¨²nez, el primer pa¨ªs en hacer caer a su dictador, Zine el Abidine Ben Ali, el pa¨ªs que suscit¨® mayores esperanzas de cambio hace una d¨¦cada fue Egipto. Hosni Mubarak fue el segundo aut¨®crata en morder el polvo y dimitir ante la presi¨®n de la calle gracias a la movilizaci¨®n en la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro de la revoluci¨®n, abri¨¦ndose una turbulenta transici¨®n democr¨¢tica pilotada por el Ej¨¦rcito, la instituci¨®n m¨¢s poderosa.
En las primeras elecciones libres, ya en 2012, se impusieron los Hermanos Musulmanes, el hist¨®rico partido islamista egipcio. Sin embargo, su criticada gesti¨®n y la incapacidad de los militares de asumir ¨®rdenes de un poder civil desembocaron en un golpe de Estado en 2013 liderado por el general Abdelfat¨¢ al Sisi. Hoy Egipto es un r¨¦gimen de perfil totalitario, con decenas de miles de prisioneros pol¨ªticos y figura entre los pa¨ªses del mundo con m¨¢s ejecuciones. Al Sisi ha modificado la Constituci¨®n para poder ostentar el cargo pr¨¢cticamente de forma vitalicia.
Una d¨¦cada de contienda en Siria. La revuelta popular en Siria no logr¨® desbancar al presidente, Bachar el Asad. Tras la represi¨®n a sangre y fuego de las manifestaciones pac¨ªficas, el pa¨ªs cay¨® en el abismo m¨¢s profundo. El pasado marzo se cumplieron diez a?os de cruenta guerra civil que han mantenido a El Asad en el poder. A costa de cerca de 400.000 muertos, 6,7 millones de desplazados de sus hogares dentro del pa¨ªs, 5,5 millones de refugiados en el exterior, y una devastaci¨®n que deja una factura en p¨¦rdidas de un bill¨®n de euros.
Si bien todav¨ªa hay franjas de territorio que el Estado no controla, especialmente en el norte y noroeste, ya bien por estar en manos de rebeldes yihadistas, de las tropas turcas o las milicias kurdas, El Asad ha dado por ganada la guerra y encara un cuarto mandato en el poder tras unas elecciones sin rivales de peso y con la oposici¨®n en el exilio. Adem¨¢s, su Gobierno se encuentra altamente hipotecado ante Rusia e Ir¨¢n, dos aliados clave en el devenir de la contienda civil en su favor.
Crisis humanitaria en Yemen. Otro pa¨ªs que cay¨® en el caos y el conflicto es Yemen, hundida en una profunda crisis humanitaria, seg¨²n ha advertido repetidamente la ONU. Seg¨²n el Programa Mundial de los Alimentos, hasta 20 millones de personas sufren malnutrici¨®n en un pa¨ªs de casi 30 millones de habitantes. Yemen ya era el pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo ¨¢rabe cuando la primavera ¨¢rabe propici¨® la ca¨ªda del dictador Ali Abdal¨¢ Saleh, pero la transici¨®n descarril¨® a causa de la descarnada lucha de poder entre diversas facciones. En 2015, la milicia Huthi, pr¨®xima a Ir¨¢n, ocup¨® San¨¢, la capital, y hasta un tercio del pa¨ªs, lo que despu¨¦s llev¨® a la intervenci¨®n militar de Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos para sostener a sus rivales.
Los combates ¡ªen marzo pasado Riad propuso un alto el fuego considerado insuficiente por los Huthi¡ª han provocado decenas de miles de muertos y heridos, y la mediaci¨®n de la ONU no ha logrado poner fin de momento al conflicto.
Caos en Libia. Como en Siria, la represi¨®n del coronel Muamar el Gadafi tras el estallido de las primeras protestas desemboc¨® en una guerra civil en Libia con intervenci¨®n directa de la OTAN, cuyos bombardeos fueron claves para la victoria rebelde a finales del 2011, poco despu¨¦s de la muerte del dictador mientras intentaba huir. Las milicias rebeldes nunca se llegaron a disolver, y el Gobierno de transici¨®n elegido en las urnas no pudo imponer su autoridad. El pa¨ªs cay¨® en el caos, se dividi¨® y vio emerger en 2015 la figura del mariscal Jalifa Hafter, que sigue ejerciendo su influencia mientras un Gobierno de unidad nacional intenta desde marzo llevar a buen puerto una transici¨®n hacia elecciones en diciembre.
Revuelta en Bahr¨¦in. El peque?o pa¨ªs del golfo P¨¦rsico tambi¨¦n vivi¨® protestas en 2011, marcadas por diferencias comunitarias. Las reivindicaciones de los chi¨ªes, mayoritarios en la poblaci¨®n de 1,5 millones y que llevan d¨¦cadas quej¨¢ndose de discriminaci¨®n, dieron un tinte sectario a la revuelta que la familia real gobernante, los Al Khalifa (sun¨ªes), reprimi¨® sin contemplaciones. La ocupaci¨®n de la ic¨®nica plaza de la Perla, termin¨® con la invasi¨®n del Ej¨¦rcito saud¨ª, que no pod¨ªa permitir el ¨¦xito de una revuelta chi¨ª en su frontera.
Una segunda ola de la primavera ¨¢rabe tom¨® el relevo en varios pa¨ªses en 2019 con una misma pulsi¨®n antiautoritaria. En Argelia, las movilizaciones hicieron caer al dictador Abdelaziz Buteflika, y en Sud¨¢n a Omar al Bashir. En ambos casos, dos a?os despu¨¦s, los activistas contin¨²an luchando por cambios reales. M¨¢s compleja a¨²n es la situaci¨®n en L¨ªbano e Irak, donde tambi¨¦n se han registrado protestas. Ambos pa¨ªses tienen en com¨²n una poblaci¨®n indignada por la corrupci¨®n y la creciente pobreza, una pol¨ªtica dominada por clanes sectarios, y unas potentes milicias que condicionan la pol¨ªtica interna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.