El ministro brit¨¢nico de Exteriores revela los errores de inteligencia cometidos en Afganist¨¢n
Dominic Raab culpa del desastre al ¡°sesgo optimista¡±, compartido por los aliados, de que EE UU retendr¨ªa sus tropas en el pa¨ªs
El ministro brit¨¢nico de Exteriores, Dominic Raab, lucha desesperadamente estos d¨ªas por no ser el chivo expiatorio pol¨ªtico de la cat¨¢strofe de Afganist¨¢n, aunque su supervivencia suponga dejar por los suelos la credibilidad de los servicios de inteligencia del Reino Unido. Ante la Comisi¨®n parlamentaria de Exteriores, que ha presionado de modo inmisericorde al pol¨ªtico conservador durante casi dos horas, Raab ha asegurado este mi¨¦rcoles que la informaci¨®n asumida por el Gobierno de Boris Johnson y por los aliados de la OTAN descartaba que la ca¨ªda de Kabul a manos de los talibanes fuera a ocurrir este a?o.
¡°La evaluaci¨®n central sobre la que oper¨¢bamos, respaldada por el Comit¨¦ Conjunto de Inteligencia y por el ej¨¦rcito¡±, ha asegurado Raab, ¡°era que, con la retirada de las tropas a finales de agosto, lo m¨¢s probable ser¨ªa un deterioro gradual [de la situaci¨®n sobre el terreno], pero no estaba previsto que Kabul cayera este mismo a?o¡±.
La comparecencia ha sido el pen¨²ltimo ejercicio de escapismo de un pol¨ªtico en horas bajas, incapaz de explicar de modo convincente por qu¨¦ no abandon¨® sus vacaciones en Creta cuando estall¨® la crisis de Afganist¨¢n o de dar una cifra exacta de los ciudadanos brit¨¢nicos o los afganos que colaboraron con la misi¨®n militar en ese pa¨ªs que no han podido ser evacuados. ¡°Varios centenares¡±, ha sido todo lo que Raab se ha aventurado a calcular, y no tanto por certeza en los datos, sino por desmentir la cifra de hasta 9.000 personas abandonadas a su suerte que han calculado la oposici¨®n laborista y muchos diputados conservadores cr¨ªticos con la gesti¨®n del Gobierno de Johnson. Ha sido el m¨¢s beligerante de estos ¨²ltimos, Tom Tugendhat, quien preside la Comisi¨®n de Exteriores, el que ha puesto contra las cuerdas al ministro.
Raab hab¨ªa acudido a la C¨¢mara de los Comunes preparado para desafiar a todos los que pusieran en duda su integridad personal o pol¨ªtica, y su intercambio con la oposici¨®n laborista o con los nacionalistas escoceses ha sido un juego del gato y el rat¨®n del que el ministro ha salido ileso. En ning¨²n momento ha querido responder a las preguntas de cu¨¢ndo comenz¨® o termin¨® sus vacaciones.
Lo que no esperaba era que Tugendhat, de su propio partido, sacara a la luz un informe del Ministerio de Exteriores, desconocido hasta ahora p¨²blicamente, y fechado el 22 de julio. El texto, catalogado como ¡°informe de riesgo principal¡±, era demoledor en sus conclusiones. ¡°Las conversaciones de paz en Afganist¨¢n se hallan estancadas. La retirada de EE UU y de la OTAN est¨¢ provocando un avance r¨¢pido de los talibanes. Todo esto puede llevar a la ca¨ªda de las ciudades, el colapso de las fuerzas de seguridad, el regreso de los talibanes al poder, desplazamientos humanos masivos y necesidad de importante ayuda humanitaria. Es posible que la Embajada deba clausurarse¡±, ha le¨ªdo Tugendhat.
El diputado conservador, de nacionalidad brit¨¢nica y francesa, y exmilitar que particip¨® en las guerras de Irak y Afganist¨¢n, se ha abstenido de revelar la fuente de la que proced¨ªa el informe, aunque ha insistido en que su posici¨®n le permite tener amplios contactos con personas que han estado en primera l¨ªnea durante la crisis y quieren ayudar. ¡°Los fallos en inteligencia pueden ser de dos tipos: bien la informaci¨®n recabada es err¨®nea, o bien los responsables pol¨ªticos que deben leer esa informaci¨®n no lo hacen¡±, ha dicho Tugendhat a Sky News horas despu¨¦s de que concluyera la comparecencia de Raab ante la Comisi¨®n de Exteriores.
Intento de extender la culpa
El ministro ha intentado extender la culpa del fiasco de la operaci¨®n por todos los departamentos gubernamentales y entre todos los aliados internacionales. A todos ellos les ha acusado de padecer un ¡°sesgo optimista¡± que les llev¨® a asumir que Afganist¨¢n no caer¨ªa tan r¨¢pidamente en manos de los talibanes, y de que el Gobierno estadounidense de Joe Biden ceder¨ªa finalmente a las presiones externas y extender¨ªa temporalmente la presencia de sus tropas en aquel pa¨ªs.
Raab ha multiplicado estos d¨ªas su actividad y agenda internacional, en parte para recomponer su pobre actuaci¨®n en los inicios de la crisis, en parte para tratar de reconstruir el liderazgo internacional que, seg¨²n las promesas de euroesc¨¦pticos como el mismo ministro, el Reino Unido iba a conquistar en cuanto abandonara la prisi¨®n de la UE. La ¡°relaci¨®n especial¡± con Washington no sirvi¨® para gran cosa cuando Londres pidi¨® a Biden que aguantara unos d¨ªas m¨¢s en Kabul. Y Raab ha tenido que reconocer en la comisi¨®n que, durante los seis meses previos a la retirada, fue incapaz de establecer contacto y tratar con pa¨ªses vecinos de Afganist¨¢n como Tajikist¨¢n o Pakist¨¢n la posible gesti¨®n de refugiados. Por eso anunciaba, durante su comparecencia en el Parlamento, su inminente viaje a la regi¨®n para supervisar unas conversaciones entre el gobierno paquistan¨ª y los talibanes en las que Downing Street ha depositado toda la confianza.
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