Las diputadas afganas, en el punto de mira de los talibanes: ¡°Cambio de casa cada dos o tres d¨ªas¡±
Las parlamentarias, activistas y pol¨ªticas del pa¨ªs centroasi¨¢tico quedan expuestas a amenazas e intimidaciones tras la disoluci¨®n de hecho de la legislatura por el golpe de los fundamentalistas
Mujeres, activistas y pol¨ªticas. Las diputadas afganas est¨¢n en el punto de mira de los talibanes. Algunas lograron salir de Afganist¨¢n antes de que las amenazas se hicieran efectivas. Las que a¨²n est¨¢n dentro del pa¨ªs muestran los mensajes de intimidaci¨®n y chantaje que reciben en sus m¨®viles, e imploran apoyo para escapar. Algunas ni siquiera se atreven a hablar. Las que lo hacen se declaran decepcionadas con la comunidad internacional y piden que no reconozca ni ayude al r¨¦gimen talib¨¢n sin contrapartidas que garanticen su respeto de los derechos humanos y los derechos de la mujer.
Con todos sus defectos, la Asamblea Nacional (Wolesi Jirga) era un escaparate de los avances logrados por las afganas desde que la intervenci¨®n de Estados Unidos derrib¨® a la dictadura talibana en 2001. De los 250 miembros de su C¨¢mara baja 69 eran mujeres, en parte debido al sistema de cuotas, pero en alg¨²n caso por haber superado en votos a sus contrincantes hombres. La legislatura qued¨® disuelta de hecho cuando los talibanes entraron en Kabul el pasado 15 de agosto. Aunque nadie tiene cifras precisas, al menos una docena de diputadas siguen escondidas a la espera de ayuda para abandonar Afganist¨¢n.
¡°Mi vida est¨¢ en peligro¡±
Fereshta Amini (Zaranj, 45 a?os), exdiputada por Nimruz
Para llegar hasta Fereshta Amini hay que tomar precauciones. Solo media hora antes de la cita Amini facilita el nombre del barrio donde tendr¨¢ lugar. Luego comparte una localizaci¨®n. Hay que esperar a que un hombre de su confianza recoja a la periodista. En Afganist¨¢n, la confianza, como la pol¨ªtica, se circunscriben a la familia. Un hermano de su marido act¨²a de asistente.
¡°He dejado todo atr¨¢s. Solo me traje dos mudas de ropa y los documentos que prueban que he sido parlamentaria y mi trabajo como activista social y por los derechos de la mujer. Vivo de prestado y cambio de casa cada dos o tres d¨ªas. Cuando los talibanes vienen al barrio me escondo¡±, cuenta con voz angustiada.
Amini estaba en Nimruz cuando los fundamentalistas tomaron la provincia, la primera en caer en sus manos, a principios de agosto, 10 d¨ªas antes de entrar en Kabul. ¡°Escap¨¦ por los pelos. Entraron en mi casa y mataron al jardinero¡±, cuenta mientras su marido, Masood, muestra el v¨ªdeo que difundieron criticando su forma de vida o lo que ten¨ªa en la nevera. En ¨¦l se les oye decir que sus amigos van a buscarla en Kabul. As¨ª que el d¨ªa que llegaron a la capital, dejaron su vivienda all¨ª y volvieron a huir. ¡°Vinimos hasta aqu¨ª andando¡±, evoca.
Fue la primera mujer que sali¨® elegida fuera de la cuota reservada (una o dos f¨¦minas por provincia, en funci¨®n del n¨²mero de esca?os que les correspondan), al obtener m¨¢s votos que su rival hombre, lo que hizo que en 2010 los dos diputados de Nimruz fueran mujeres. Dice que en 2018 no se present¨® a las elecciones por la corrupci¨®n que las rodeaba.
¡°He luchado por la democracia, los derechos de la mujer, la sociedad civil en Nimruz y en Kabul. Nunca pens¨¦ en irme porque quer¨ªa servir a mi gente¡±, declara antes de recordar que fue de los escasos diputados que respaldaron el convenio de seguridad con EE UU en 2013. ¡°Pero los americanos han sacado a mujeres que se cubren con el burka y se han olvidado de m¨ª. Mi vida est¨¢ en peligro¡±, asegura.
La amenaza es a la vez pol¨ªtica y personal. Su primer marido, Mirwais Najibi, un primo con el que la casaron siendo muy joven, se drogaba y la maltrataba. Por eso se divorci¨® y empez¨® a luchar por los derechos de las mujeres. ¡°Ahora mi ex se ha unido a los talibanes y cada d¨ªa me amenaza diciendo que va a venir a Kabul a matarme a m¨ª y a mi familia¡±, dice. Tiene dos hijos de su primer matrimonio y cuatro del segundo, el mayor de 19 y la menor de ocho.
Esta muy desilusionada con el expresidente Ashraf Ghani. ¡°No esperaba que escapara as¨ª. Fue desleal abandonando su pa¨ªs y 20 a?os de trabajo. Apoy¨¦ su candidatura la primera vez que se present¨®, pero ya no le tengo ning¨²n respeto¡±, concluye.
¡°Dese¨¦ tener alas¡±
Farzana Kochai (Baghlan, 29 a?os), diputada por la minor¨ªa n¨®mada kochi
Al d¨ªa siguiente de la entrada de los talibanes en Kabul, Kochai, la diputada m¨¢s joven, grab¨® un v¨ªdeo en el que aseguraba que iba a quedarse. Cuando EL PA?S la llam¨® el pasado martes acababa de cruzar la frontera a un pa¨ªs vecino, en el que todav¨ªa no se siente segura.
¡°Mi idea era quedarme¡±, admite, ¡°pero los talibanes no nos aceptan como somos, ni siquiera hasta un punto en el que pudi¨¦ramos alcanzar un compromiso¡±. Est¨¢ convencida de que los fundamentalistas van a ignorar a las mujeres. ¡°Hubiera estado contenta si hubiera podido quedarme y trabajar por mi gente. Si no es as¨ª, ?cu¨¢l es la diferencia entre vivir aqu¨ª o en M¨¦xico? Al menos fuera, podr¨¦ hacer algo con mi vida¡±, declara antes de denunciar que cuando llegaron a Kabul dijeron que no iban a ir a buscar a la gente a sus casas y que no habr¨ªa venganzas, pero que eso ya est¨¢ sucediendo.
Un talib¨¢n se present¨® en su domicilio y le dijo que no hablara tanto. ¡°Me advirti¨® de que no diera m¨¢s entrevistas, pero lo m¨¢s sorprendente es que dijo saber que me resultar¨ªa dif¨ªcil aceptar este sistema isl¨¢mico tras haber disfrutado de 20 a?os de libertad y democracia, pero con ayuda de Dios, me adaptar¨ªa¡±, relata incr¨¦dula. ¡°Me aconsej¨® que disfrutara del dinero que hab¨ªa ganado y que dejara de hablar del derecho de las mujeres al trabajo¡±, a?ade.
Kochai no le prest¨® demasiada atenci¨®n y sigui¨® reuni¨¦ndose con otros diputados y dando entrevistas. Hasta que empez¨® a recibir mensajes con enlaces a sus declaraciones. ¡°Ese comentario fue duro. ?Eras t¨² la que hablaba? ?Qu¨¦ tal est¨¢s? ?D¨®nde est¨¢s?¡±, le preguntaban. ¡°Empec¨¦ a desear tener alas. Sab¨ªan d¨®nde viv¨ªa¡±, afirma con voz entrecortada.
Luego hubo otras llamadas en las que le ped¨ªan dinero. Trat¨® de esconderlas a su familia hasta que su madre le confes¨® que un pariente que estaba con los talibanes le hab¨ªa llamado y le hab¨ªa dicho ¡°se os ha acabado la fiesta, ahora es nuestro turno; no nos ayudasteis a sacar de la c¨¢rcel a nuestro hermano, pero ahora lo vais a lamentar¡±. Poco despu¨¦s un grupo de talibanes fue a buscarla a su oficina y al no encontrarla se dirigi¨® a su casa. Alertada, se refugi¨® con unos vecinos hasta que con ayuda de Noruega pudo salir del pa¨ªs.
¡°La pol¨ªtica y el trabajo social eran mi sue?o, pero he renunciado. He arriesgado mi vida, pero no puedo m¨¢s. (¡) Estoy tan preocupada por mi familia¡ el mayor de mis sobrinos tiene 12 a?os. He hecho lo que he podido por mi gente, los kochi. Siento no ser capaz de superar el miedo que me produce la situaci¨®n. No puedo hacer m¨¢s¡±, concluye.
¡°Me est¨¢n buscando¡±
Fawzia Hamidi (Mazar-i Sharif, 56 a?os), diputada por Balkh
Hamidi ten¨ªa previsto salir del pa¨ªs v¨ªa Uzbekist¨¢n con los dos hombres fuertes del norte de Afganist¨¢n, Ustad Atta y el general Dostum, pero cuando llegaron a la frontera a ella no la dejaron pasar. ¡°Los talibanes fueron a mi casa en Balkh, se apropiaron de todo lo que hab¨ªa de valor, incluidos los cuatro coches de la familia. Estaban busc¨¢ndome. Como no me encontraron all¨ª, me enviaron mensajes al m¨®vil: ?D¨®nde est¨¢s? Te encontraremos. ?Hasta cu¨¢ndo vas a poder esconderte? Tambi¨¦n hicieron lo mismo con mis familiares¡±, relata en una grabaci¨®n de WhatsApp que borra enseguida como si temiera que pudiera delatar su escondite.
Tambi¨¦n env¨ªa im¨¢genes de c¨®mo ha quedado su casa y de una amenaza en el m¨®vil. A pesar del miedo que la ha llevado a pasar a la clandestinidad, asegura que va a seguir con sus actividades pol¨ªticas. ¡°No pienso abandonar. Voy a continuar defendiendo a la gente de Balkh y a todos los afganos en la escena internacional, en especial a las mujeres¡±, afirma.
Hamidi asegura estar en contacto con otras diputadas, tanto dentro como fuera del pa¨ªs. ¡°Todas afrontamos la misma situaci¨®n. Pero no nos queda m¨¢s remedio que irnos porque no nos van a permitir continuar con nuestras actividades pol¨ªticas o en favor de la sociedad civil¡±, explica. Sin embargo, ni ella ni las otras entrevistadas parecen tener una idea clara de cu¨¢ntas han logrado salir de Afganist¨¢n y cu¨¢ntas siguen intent¨¢ndolo.
¡°No pod¨ªa salir de casa¡±
Fawzia Koofi (Kof Ab, 46 a?os), exdiputada por Badakhsan
Tras convertirse en la primera afgana en ser vicepresidenta del Parlamento, Koofi fue una de las cuatro mujeres de la delegaci¨®n gubernamental en las negociaciones con los talibanes en Doha (Qatar). Defend¨ªa la necesidad de alcanzar un acuerdo mediante el di¨¢logo, pero ni siquiera su mano tendida a los fundamentalistas le ha permitido sentirse segura bajo su f¨¦rula. ¡°No ten¨ªa libertad para moverme, ni siquiera para salir de mi casa. Estuve encerrada durante las dos primeras semanas y me sent¨ªa aislada del mundo, sin capacidad para ser efectiva¡±, explica por tel¨¦fono desde la capital catar¨ª. Por eso, decidi¨® marcharse. ¡°Espero poder volver pronto¡±, a?ade tras recordar que su familia y su gente siguen en Afganist¨¢n.
Mientras tanto, Koofi mantiene su compromiso pol¨ªtico. ¡°Recibo muchas llamadas de mujeres que necesitan ayuda. Tambi¨¦n hombres. Periodistas que han informado con valent¨ªa sobre las dificultades de Afganist¨¢n, incluida la corrupci¨®n¡±, cuenta. Busca pa¨ªses que les puedan ayudar a trasladarse a destinos seguros. Pero su objetivo ahora es ¡°apoyar a los afganos con ayuda humanitaria¡± a trav¨¦s de su organizaci¨®n Justice for Equality (Justicia para la Igualdad), que se centra sobre todo en la capacitaci¨®n de mujeres en el sector sanitario y para la que busca fondos.
A pesar de que los talibanes rechazaron los esfuerzos para formar un Gobierno de coalici¨®n y se lanzaron a la toma de Kabul, Koofi no renuncia a su empe?o de di¨¢logo. ¡°La mayor¨ªa de sus negociadores ya no est¨¢n aqu¨ª, pero intento mantener el contacto para ver si podemos negociar, con el prop¨®sito de influenciarles¡±, conf¨ªa. Opina que es importante que incluyan a las mujeres porque ¡°son las m¨¢s efectivas¡±, aunque se declara ¡°muy decepcionada con lo que est¨¢ sucediendo en Afganist¨¢n¡±.
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