Ashraf Ghani, el presidente que fracas¨® en su intento de hacer la paz con los talibanes
Su huida de Afganist¨¢n ante la llegada de los insurgentes a Kabul emborrona sus 20 a?os de dedicaci¨®n al pa¨ªs
¡°Para evitar un ba?o de sangre, pens¨¦ que ser¨ªa mejor irme¡±, escribi¨® Ashraf Ghani en su Facebook durante la madrugada del lunes, horas despu¨¦s de haber abandonado Afganist¨¢n. Para entonces, los talibanes ya hab¨ªan difundido im¨¢genes en las que se les ve¨ªa sentados en su despacho de presidente. Es un final poco honroso para un hombre que quer¨ªa ayudar a su pa¨ªs, pero no supo conectar con su pulso y cuya severidad era a menudo percibida como arrogancia. Fracas¨® sobre todo en lograr la paz con esa milicia, tal como hab¨ªa prometido durante sus campa?as electorales.
El ya expresidente, de 72 a?os, naci¨® en la provincia de Logar en lo que era el Reino de Afganist¨¢n, en el seno de una tribu past¨²n. Todav¨ªa adolescente, fue a estudiar a Estados Unidos con una beca y luego se gradu¨® en Antropolog¨ªa en la Universidad Americana de Beirut. Tras dar clases en la Universidad de Kabul entre 1973 y 1977, volvi¨® a Estados Unidos para doctorarse y ya se qued¨® dando clases hasta que entr¨® a trabajar en el Banco Mundial en 1991. Mientras, su pa¨ªs fue ocupado por los sovi¨¦ticos (1979-1989) y se precipit¨® en una sangrienta guerra civil que termin¨® dando el poder a los talibanes.
Ghani no regres¨® a su pa¨ªs hasta la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n tras la intervenci¨®n estadounidense de 2001. Dimiti¨® entonces de su cargo en el Banco Mundial, para trabajar como consejero especial de Naciones Unidas. En tal calidad, fue uno de los art¨ªfices del Gobierno provisional que se hizo cargo de Afganist¨¢n hasta la organizaci¨®n de elecciones y se convirti¨® en un asesor clave del primer presidente, Hamid Karzai. Como ministro de Finanzas de este, instaur¨® una nueva moneda, reform¨® el sistema fiscal y alent¨® a la di¨¢spora a volver al pa¨ªs, a la vez que hac¨ªa uso de sus relaciones internacionales para asegurar la financiaci¨®n del nuevo Gobierno.
Fracas¨® sin embargo en su lucha contra la corrupci¨®n que empezaba a extenderse por todas las capas de la Administraci¨®n y termin¨® peleado con Karzai. As¨ª que en 2004 volvi¨® al mundo acad¨¦mico como rector de la Universidad de Kabul. Para entonces ya le hab¨ªa picado el gusanillo de la pol¨ªtica. Su intento de hacerse con la presidencia en las elecciones de 2009 se sald¨® con un estrepitoso fracaso. Qued¨® cuarto con apenas un 3% de los votos.
Lo logr¨® cinco a?os despu¨¦s, cuando Karzai ya no pudo presentarse a un tercer mandato por imperativo constitucional, al precio de aliarse con Abdul Rashid Dostum, un notorio se?or de la guerra acusado de cr¨ªmenes contra la humanidad. Fue reelegido en 2019. En ambos casos el resultado fue cuestionado por su rival pol¨ªtico, Abdullah Abdullah, con quien tuvo que repartir el poder y que ahora le ha afeado su huida del pa¨ªs.
Durante su primer mandato regener¨® la Administraci¨®n con la sustituci¨®n de muchos cabecillas de redes clientelares por j¨®venes afganos, a menudo educados fuera del pa¨ªs. Fracas¨® sin embargo en su promesa de combatir la corrupci¨®n y mejorar la econom¨ªa. Adem¨¢s, el aumento de los atentados talibanes coincidiendo con la reducci¨®n de las tropas extranjeras puso a prueba la paciencia de los afganos. La creciente violencia le llev¨® a defender la necesidad de pactar con la milicia, pero esta, que nunca ha reconocido al Gobierno respaldado por Occidente, se neg¨® a hablar con ¨¦l o sus representantes.
Los islamistas no tuvieron, sin embargo, empacho en negociar a sus espaldas con Estados Unidos. Sus relaciones con ese pa¨ªs, que ya sufr¨ªan altibajos debido a sus cr¨ªticas a la ayuda internacional, se agriaron irremediablemente cuando se conocieron las conversaciones de Doha. Renuentemente, Ghani se sum¨® a los planes del entonces presidente Donald Trump y asisti¨®, como convidado de piedra, a la firma en la capital catar¨ª del acuerdo de retirada de tropas que ha terminado dando el poder a los talibanes un a?o y medio despu¨¦s.
Por el camino, el cosmopolita afgano que era Ghani se fue aislando en el palacio presidencial, cada vez menos tolerante a las cr¨ªticas. En su retraimiento tal vez haya pesado tambi¨¦n el c¨¢ncer de est¨®mago que padeci¨®. Ghani est¨¢ casado con una libanesa cristiana, Rula Saade, a quien conoci¨® cuando ambos eran estudiantes en Beirut, y tienen una hija y un hijo.
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