Yunior Garc¨ªa: ¡°Volver a Cuba ahora ser¨ªa un suicidio¡±
El dramaturgo convertido en voz de la oposici¨®n cubana relata sus dos meses de exilio en Espa?a, donde se plantea pedir asilo. Teme pasar ¡°30 a?os en la c¨¢rcel¡± si regresa a su pa¨ªs
Los primeros d¨ªas de Yunior Garc¨ªa (Holgu¨ªn, 39 a?os) en Espa?a, adonde lleg¨® el 17 de noviembre, transcurrieron en un traj¨ªn de entrevistas con la prensa y de puertas que se abrieron ante este dramaturgo convertido en voz de la oposici¨®n cubana. Garc¨ªa habl¨® ¡ªrecuerda¡ª ¡°con un centenar de medios¡±, se reuni¨® con diputados y con el ministro de Asuntos Exteriores, Jos¨¦ Manuel Albares. Solo unos d¨ªas antes, el disidente hab¨ªa sido fotografiado en la ventana de su casa en el barrio habanero de La Coronela mientras, desde la calle, una turba le increpaba por haber convocado la frustrada Marcha por el Cambio del 15 de noviembre. En su mano, el autor sosten¨ªa lo que en Cuba es un s¨ªmbolo de paz, una rosa blanca como la que glos¨® en sus versos el poeta y h¨¦roe nacional cubano Jos¨¦ Mart¨ª. Ese escrache ¡ªen Cuba se le llama ¡°acto de repudio¡±¡ª de partidarios del r¨¦gimen precipit¨® su decisi¨®n de partir al destierro con un visado de turista de 90 d¨ªas concedido por Espa?a. Ya en Madrid, cuando los focos de los medios se apagaron, ¨¦l y su esposa, Dayana Prieto, se quedaron solos en la comunidad religiosa que los acogi¨® inicialmente, con una maleta y 220 euros en el bolsillo.
A Yunior Garc¨ªa no le pesa el silencio que ha rodeado su vida desde entonces. En la plaza de Nelson Mandela del barrio madrile?o de Lavapi¨¦s, en el que ahora vive, cita a Mart¨ª: ¡°En lo pol¨ªtico, lo real es lo que no se ve¡± para describir el trabajo ¡°discreto¡± que, sostiene, ha seguido desempe?ando por la democracia en Cuba, el mismo anhelo que llev¨® a la plataforma que fund¨®, Archipi¨¦lago, a pedir a los cubanos que salieran a la calle el 15 de noviembre. La Marcha por el Cambio, prohibida por las autoridades, ten¨ªa tambi¨¦n como fin reclamar la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos, muchos de ellos detenidos tras las manifestaciones que empezaron el 11 de julio en Cuba, las mayores que ha vivido la isla desde los a?os noventa.
En estos dos meses, el dramaturgo ha comprendido la dimensi¨®n real de su exilio. Esa solicitud de asilo pol¨ªtico que al llegar a Espa?a descartaba se plantea ahora para ¨¦l y su esposa casi como la ¨²nica v¨ªa, y ya ha asumido que su retorno ¡°no ser¨¢ inmediato¡±. Tiene presente ¡°la amenaza que formularon en verano dos fiscales de La Habana¡±: 27 a?os de prisi¨®n en una c¨¢rcel ya decidida, el Combinado del Este. ¡°Tras mi llegada a Madrid, me han cerrado mi grupo de teatro en Cuba y han despedido a los actores. Mis obras est¨¢n prohibidas. El caso contra m¨ª sigue abierto. Tienen excusas para, en cuanto ponga un pie en el aeropuerto de La Habana, llevarme a la c¨¢rcel por 27 o 30 a?os, como han hecho con otros manifestantes. Regresar ahora no es una posibilidad real. Ser¨ªa un suicidio¡±, asegura.
Garc¨ªa se ha instalado con su pareja en un piso peque?o de Lavapi¨¦s, un lugar que le recuerda a Centro Habana, un barrio de esa ciudad. ¡°Los domingos, los negros sacan los tambores y los tocan. Eso me recuerda a mi tierra¡±, dice en alusi¨®n a los numerosos africanos que viven en el c¨¦ntrico vecindario madrile?o, como los que el pasado lunes, cuando Garc¨ªa habl¨® con EL PA?S, se sentaban en los bancos de la plaza de Nelson Mandela. Su ¡°vida austera¡± en Espa?a, por la que se siente ¡°agradecido¡±, ha sido ¡°m¨¢s llevadera por el calor de la comunidad cubana¡±, que les ha ayudado, ¡°no solo con su apoyo emocional, sino tambi¨¦n con dinero para pagar el alquiler y con ropa para pasar el invierno¡±. Este apoyo de exiliados cubanos en Europa y Estados Unidos le ha proporcionado un capital ¡°suficiente para dos o tres meses¡± con el que pagar su apartamento, comer y vestirse. Ahora toca ¡°buscar un trabajo de lo que sea para ganarnos el pan honradamente¡±, subraya. Hasta el plumas que lleva puesto dice que se lo han comprado, pero lo que describe como ¡°lo m¨¢s doloroso¡± del exilio es haber dejado en Cuba a un hijo de una relaci¨®n anterior, Diego, de 10 a?os.
¡°Hay detalles de mi vida privada que no puedo desvelar, como mi direcci¨®n¡±, recalca el fundador de Archipi¨¦lago. Garc¨ªa teme por su seguridad: ¡°Corremos cierto peligro. Somos una preocupaci¨®n para la dictadura, que tiene tent¨¢culos en todas partes. Incluso hay programas en televisi¨®n que han emitido im¨¢genes de nuestra vida en Espa?a¡±. Luego explica que, en perfiles de redes sociales y televisiones afines al Gobierno cubano, se han difundido im¨¢genes de ¨¦l y su mujer comprando en unos almacenes de ropa econ¨®mica de Madrid, con el objetivo de pintarlos ¡°como unos consumistas que est¨¢n felices comiendo jam¨®n¡±.
Los v¨ªnculos de Espa?a con Cuba, la ¡°multiculturalidad¡± de Lavapi¨¦s, el ¡°calor¡± que le han dado ¡°los espa?oles y los exiliados cubanos¡±, permiten a este opositor ¡°no sentirse un extra?o¡± en Madrid, pero la situaci¨®n en Cuba no le deja lugar para ¡°el alivio¡±. ¡°Cuba est¨¢ peor que cuando salimos, con esta crisis de los presos pol¨ªticos, de los ni?os menores que est¨¢n presos¡±, lamenta. La Fiscal¨ªa cubana ha pedido hasta 30 a?os de prisi¨®n para los detenidos por las protestas del 11 de julio; los 14 menores arrestados en las manifestaciones afrontaban inicialmente penas de hasta 15 a?os de c¨¢rcel, rebajadas despu¨¦s a un m¨¢ximo de siete.
La vida del autor teatral en Madrid tiene por ello ¡°un pie aqu¨ª y otro en La Habana¡±, la capital del pa¨ªs con el que asegura que muchas noches permanece conectado por videollamada con su hijo, los moderadores de Archipi¨¦lago y los familiares de los presos pol¨ªticos, hasta las cinco de la ma?ana. Sus d¨ªas en Espa?a se consagran tambi¨¦n a la escritura. El dramaturgo colabora con el portal de la disidente cubana Yoani S¨¢nchez, 14 y medio, y trabaja en una obra titulada precisamente Archipi¨¦lago.
Culpabilidad
Garc¨ªa dice que el recuerdo de la precariedad que sufren sus compatriotas ti?e de culpa placeres peque?os redescubiertos en su exilio, ¡°como comprarse una chocolatina¡± o la carne de cerdo que en su pa¨ªs se ha convertido en un bien precioso y prohibitivo. Las ¡°experiencias agradables¡± que enumera, como sus visitas a una librer¨ªa de artes esc¨¦nicas en Lavapi¨¦s, han sido ¡°muchas¡±. Entre las malas, cita solo una, el escrache que sufri¨® el 13 de diciembre en la Universidad Complutense en un acto con el opositor venezolano Leopoldo L¨®pez.
El ahora exiliado atribuye ese acto a ¡°j¨®venes de Izquierda Unida¡±. A sus ojos, esos j¨®venes forman parte de quienes a¨²n creen en una Cuba guardiana de las esencias de un ideal revolucionario y de justicia social, que define como ¡°un mito¡± tan irreal como el de la existencia ¡°de un unicornio azul¡±. A las ¡°personas de buena voluntad¡± que ¡°no se atreven a llamarle dictadura a Cuba¡±, les desea que ¡°comprendan que esa visi¨®n rom¨¢ntica le est¨¢ haciendo mucho da?o a los cubanos¡±. A la comunidad internacional le pide que abandone su ¡°hipocres¨ªa¡± y su ¡°tibieza¡± con ¡°esa dictadura brutal y cruel que arranca el coraz¨®n a los cubanos¡±. Garc¨ªa ¡°nunca renunciar¨¢ a regresar a su pa¨ªs¡±, reitera: ¡°Ser cubano es una condici¨®n cr¨®nica que no tiene cura. No puedo olvidar que soy un cubano que quiere volver a Cuba¡±.
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