C¨®mo las guerrillas colombianas colonizaron el Amazonas venezolano
Diversas etnias ind¨ªgenas han sido testigos y tambi¨¦n v¨ªctimas del avance sostenido de grupos armados como el ELN y las disidencias de las FARC sobre sus territorios. A pesar de las denuncias tempranas de varias comunidades, las fuerzas irregulares han completado una verdadera ocupaci¨®n y controlan negocios ilegales que prosperan en varios municipios del Estado de Amazonas
Es domingo en Betania Topocho, una comunidad habitada por 1.200 ind¨ªgenas piaroa, unos 40 kil¨®metros al norte de la capital de Amazonas, Puerto Ayacucho. Son las diez de la ma?ana y sus pobladores se visten y acicalan para congregarse en la iglesia evang¨¦lica cercana.
En los ¨²ltimos a?os, a esta peque?a aldea se le ha adjudicado un desproporcionado valor pol¨ªtico y estrat¨¦gico. Durante los gobiernos de Hugo Ch¨¢vez ¡ªa?os de bonanza petrolera y derroche¡ª, Betania Topocho se volvi¨® un centro piloto oficioso de los programas sociales del r¨¦gimen. Sus habitantes fueron beneficiados con una planta procesadora de pi?a, una radio comunitaria, un ambulatorio, un liceo, autobuses, wifi comunitario y cr¨¦ditos para emprendimientos econ¨®micos y sociales.
Pero desde entonces, una vez dejada de lado por el Estado venezolano, la comunidad pas¨® a ser centro de operaciones del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) de Colombia. Hasta tres grandes campamentos del grupo guerrillero se hallan a apenas cinco kil¨®metros de la comunidad.
Betania Topocho es una encrucijada. Se encuentra muy cerca de la desembocadura del r¨ªo Apure en el Orinoco, justo en el v¨¦rtice donde coinciden las fronteras de tres Estados venezolanos ¡ªAmazonas, Apure y Bol¨ªvar¡ª, con el Vichada colombiano. Esa cu?a ofrece una atalaya estrat¨¦gica al ELN, cuyo basti¨®n tradicional era el Estado de Apure, en la zona de Los Llanos, vecino del departamento colombiano de Arauca. Pero desde all¨ª se desplaz¨® a la selva para llenar el vac¨ªo que las FARC dejaron al plegarse al proceso de paz en Colombia.
Desde Betania Topocho se controlan las entradas y salidas de un vedado que las guerrillas colombianas ¡ªel ELN y las disidencias de las FARC¡ª controlan. Abarca cuatro de los siete municipios del Estado de Amazonas ¡ªAtures, Autana, Manapiare y Atabapo¡ª, as¨ª como ¨¢reas de los vecinos Estados Bol¨ªvar y Apure. Todas son zonas donde prospera la actividad minera o pasan rutas de la droga.
J.S.G. lleva toda la vida en Betania Topocho, que fue fundada en 1977. El primer contacto del ELN con la comunidad, relata, ocurri¨® en 2017. Entonces el comandante Don Diego se reuni¨® con los pobladores para informarles que los guerrilleros se instalaban all¨ª y que, en compensaci¨®n, ofrecer¨ªan protecci¨®n y apoyo econ¨®mico a los lugare?os.
Este domingo, J.S.G. viste una camisa blanca de manga corta, pantalones de traje y zapatos negros de vestir, perfectamente lustrados: es el atuendo para ir a misa. De all¨ª ha regresado con el valor suficiente para afirmar ante la reportera: ¡°No es un secreto para nadie que el Gobierno trabaja con ellos. Para nosotros el Gobierno es responsable de todo esto¡±.
¡°La mayor¨ªa de la comunidad los rechaz¨®¡±, asegura. ¡°Pero el capit¨¢n y cacique de la comunidad los acept¨®, todo a cambio de una moto. Incluso, los irregulares han llegado a decir que esos terrenos donde est¨¢n les pertenecen, que los compraron a la comunidad¡±, agrega.
Con la venia del capit¨¢n local, los irregulares se quedaron y controlaron la econom¨ªa sumergida de la zona. En cambio, si acaso llegaron a conceder alguna ayuda, sus efectos no resultan evidentes.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2020, realizada por el Instituto de Investigaciones Econ¨®micas y Sociales de la Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello (UCAB) de Caracas, Amazonas es el estado m¨¢s pobre del pa¨ªs. El estudio encontr¨® en este territorio 71% de pobreza extrema y 92% de pobreza general. La precariedad imperante empuja a los habitantes hacia la econom¨ªa informal y a una relaci¨®n de dependencia marcada por la resignaci¨®n o el miedo con quienes manejan los negocios il¨ªcitos.
Betania Topocho, que no escapa a esa realidad, est¨¢ adscrita al municipio Atures del Estado de Amazonas, jurisdicci¨®n que tambi¨¦n comprende a la capital estatal Puerto Ayacucho. En 2016, una oleada in¨¦dita de violencia sacudi¨® a Puerto Ayacucho: hubo 214 muertes violentas en esa peque?a ciudad de algo m¨¢s de 100.000 habitantes. Dos a?os antes, en 2014, la cifra hab¨ªa sido de apenas 38 asesinatos.
La explosi¨®n de violencia de 2016 no era m¨¢s que el efecto gravitatorio con el que la reciente cercan¨ªa del ELN se hizo sentir en la ciudad. Para sus habitantes, autoridades locales y organizaciones sociales, se trat¨® de una campa?a de ¡°profilaxis social¡± emprendida por los pata¡¯e goma, apodo que la gente asign¨® a los guerrilleros por las botas de hule que suelen usar.
Los elenos, como tambi¨¦n son conocidos, dejaban un rastro sangriento como constancia de su paso, pero nadie parec¨ªa verlos. Hasta que en 2017 se mostraron abiertamente en Betania Topocho. En noviembre de 2018, los vecinos del barrio El Escondido 3 de Puerto Ayacucho se sorprendieron al saber que en una vivienda de la localidad se alojaba Luis Felipe Ortega Bernal, Garganta, jefe del Frente Jos¨¦ Daniel P¨¦rez del ELN. All¨ª lo capturaron agentes de la Guardia Nacional Bolivariana.
Ese mismo d¨ªa de noviembre de 2018, un helic¨®ptero militar venezolano aterriz¨® en las cercan¨ªas de la comunidad ind¨ªgena Picatonal, ubicada en el eje carretero norte, que conecta al Estado de Amazonas con Bol¨ªvar y Apure. La misi¨®n de reconocimiento, que tambi¨¦n inclu¨ªa tropas transportadas por v¨ªa terrestre, segu¨ªa la pista de un campamento del ELN.
En efecto, los guerrilleros se hab¨ªan establecido en la zona desde 2013. L.A.R., docente de la escuela primaria de Picatonal, recuerda con precisi¨®n que los irregulares sostuvieron una reuni¨®n con la comunidad el 18 de diciembre de ese a?o para anunciar su llegada. En el encuentro, varios pobladores se negaron a aceptar la presencia de los guerrilleros. Fue una protesta infructuosa, porque hab¨ªan llegado para quedarse. Pero el ELN se dedic¨® a abonar cierta convivencia con los vecinos, compr¨¢ndoles cosechas, contrat¨¢ndolos para algunas obras y hasta ejerciendo funciones de orden p¨²blico y justicia que el Estado ausente les negaba.
Durante el patrullaje realizado en noviembre de 2018, el contingente militar fue emboscado por los guerrilleros y, en la escaramuza, tres militares venezolanos murieron y otros diez resultaron heridos.
A ra¨ªz de los dos hechos del d¨ªa, el general Vladimir Padrino L¨®pez, ministro de Defensa en el gabinete de Nicol¨¢s Maduro desde 2014, bram¨® desde Caracas que la Fuerza Armada hab¨ªa sido ¡°atacada vilmente, cobardemente, por grupos paramilitares que pretenden operar en nuestro territorio¡±. En Venezuela no hab¨ªa cabida para ¡°cualquier grupo armado, ll¨¢mese como se llame¡±, advirti¨® Padrino.
Pero el ELN no pareci¨® sentirse aludido por la advertencia. En realidad, el militar venezolano no nombr¨® expl¨ªcitamente al grupo en sus declaraciones.
Tampoco contribuy¨® a disuadir al ELN el hecho de que Garganta, el l¨ªder guerrillero capturado en Puerto Ayacucho, fuera liberado el 20 de diciembre de 2020 despu¨¦s de permanecer dos a?os en confinamiento en la sede de la Polic¨ªa Militar en Fuerte Tiuna, en Caracas.
As¨ª se extendi¨® la mancha
Como una mancha de aceite, el per¨ªmetro de control de los grupos guerrilleros colombianos se ha ido extendiendo por todo el Estado de Amazonas hasta alcanzar su frontera septentrional. Fue un avance paulatino y sigiloso desde sus primeras posiciones, que llev¨® a?os. Mientras el ELN tomaba el eje carretero norte, que conecta Puerto Ayacucho con el Estado de Apure, las FARC, desde antes de que fueran desmovilizadas, penetraron desde el sur.
Con todo el sigilo que pudieran guardar, sin embargo, sab¨ªan que sobre el terreno iban a tropezar con las comunidades nativas. Frente a ellas, tanto el ELN como las FARC adoptaron una t¨¢ctica similar que a menudo implementaron de manera coordinada: enviaban emisarios a la vanguardia para intentar acordar con los pobladores ind¨ªgenas, a quienes ofrec¨ªan protecci¨®n y seguridad.
La Organizaci¨®n Ind¨ªgena Piaroas Unidos del Sipapo (Oipus) present¨® la copia de una invitaci¨®n firmada por miembros de las FARC-EP, con fecha 14 de mayo del 2013, en la que convocaban a un encuentro con las comunidades ind¨ªgenas para conversar sobre su presencia en Autana, un municipio al sur de Atures y colindante con el departamento colombiano de Vichada.
¡°En fecha [sic], 15/05/2013, fue cuando por primera vez se recibi¨® una invitaci¨®n afirmando ser guerrilleros de la FARC, quienes solicitaban en la reuni¨®n, la autorizaci¨®n en el sector Alto Sipapo, la cual fue rechazada desde su primer momento, nunca se retiraron del lugar¡±, rezaba el comunicado firmado por Oipus.
Fue uno de los primeros registros documentales del avance guerrillero.
Desde entonces la guerrilla colombiana ha ocupado por completo el municipio de Autana, donde controla la miner¨ªa ilegal y el tr¨¢fico de drogas. El hallazgo de dos pistas clandestinas lo confirma en la actualidad: una en el caser¨ªo Baquiro, ubicado en las riberas del r¨ªo Sipapo, y otra entre las comunidades de San Pedro y Ca?o Grulla, en las riberas del r¨ªo Orinoco.
La Isla del Carmen de Rat¨®n, una isla fluvial en el Orinoco, es la capital del municipio de Autana. Al frente, sobre la margen izquierda del r¨ªo, ya en territorio colombiano, se encuentra Carlos Lata, feudo hist¨®rico del Frente 16 de las FARC y de uno de sus l¨ªderes m¨¢s renombrados, Tom¨¢s Medina Caracas, alias El Negro Acacio, muerto en 2007 durante un bombardeo. No solo Carlos Lata, sino todo el circundante municipio de Cumaribo del departamento Vichada se volvi¨® coto guerrillero, al tiempo que en la regi¨®n prosperaron el cultivo de la coca y el tr¨¢fico de drogas.
Aunque el conflicto interno de Colombia se dio por terminado en 2016, eso no puso fin al imperio de los guerrilleros en el Vichada. Seg¨²n denuncian las organizaciones ind¨ªgenas, todav¨ªa hoy desde el sector de Carlos Lata ingresa la coca¨ªna que es custodiada por las llamadas disidencias de las FARC a trav¨¦s de una ruta que sigue por Isla del Carmen de Rat¨®n y atraviesa el municipio de suroeste a noreste, remontando el r¨ªo Cuao, hasta el sector conocido como Janacome, en la frontera con Manapiare, un municipio del Estado de Amazonas que a su vez colinda con el Estado de Bol¨ªvar.
Cerca de Janacome, mediante im¨¢genes satelitales, este proyecto period¨ªstico logr¨® detectar una pista a¨¦rea clandestina y tres minas emergentes.
Lissa P¨¦rez, presidenta de la organizaci¨®n de mujeres ind¨ªgenas Cherejume del municipio Manapiare, atestigu¨® la llegada de los guerrilleros en 2016. Seg¨²n su relato, vio los campamentos guerrilleros en el municipio Cede?o del Estado de Bol¨ªvar cuando viaj¨® a Sabana Cardoza, un poblado ind¨ªgena ubicado en linderos del Arco Minero del Orinoco. De hecho, con su familia transit¨® por la misma trocha utilizada por los irregulares. ¡°El camino fue abierto y adaptado para que transiten veh¨ªculos de doble tracci¨®n¡±, asegur¨®. Cerca se encuentran los restos de una carretera inaugurada en los a?os setenta pero luego abandonada, que va desde San Juan de Manapiare, en el Estado de Amazonas, hasta Caicara del Orinoco. Ahora, mineros y guerrilleros usan el hilo de asfalto que qued¨®.
La pinza de las FARC
En agosto del 2021, al sur de Puerto Ayacucho, en el caser¨ªo de Lim¨®n de Parhue?a, delegaciones piaroa se reunieron para disputar un campeonato de f¨²tbol. El balompi¨¦ es el deporte favorito de la naci¨®n piaroa. La ocasi¨®n permiti¨® a la reportera conversar con B.C., que no vive en la localidad sino que lleg¨® de visita desde San Pablo, no muy lejos de Puerto Ayacucho, donde habita el pueblo hu?tt?ja, una divisi¨®n de los piaroa. B.C. es miembro de la Organizaci¨®n del Pueblo Hu?tt?ja Unido de Cataniapo (OPUHC) y carga en su computador port¨¢til un video que comprueba c¨®mo un grupo de guerrilleros de las disidencias de las FARC ocup¨® la regi¨®n en diciembre de 2020.
A su arribo, los guerrilleros solicitaron una reuni¨®n con los habitantes, que se celebr¨® en la comunidad Las Pavas, a orillas del r¨ªo Cataniapo. La grabaci¨®n recoge parte de esa reuni¨®n.
¡°Una comandante que se identific¨® como Yuleinis dijo que ellos est¨¢n ah¨ª para ayudarnos a resolver los problemas que ten¨ªamos, para no consumir droga, pero la mayor¨ªa los rechazamos, algunos dec¨ªan que quieren sembrar coca¡±, relata B.C.
Hubo una segunda reuni¨®n en la misma comunidad, pero dirigida por otro comandante, en apariencia de mayor rango, que se hac¨ªa llamar Chachi. Este les explic¨® que se encontraban en territorio venezolano con el objetivo de ¡°defenderlos del imperialismo norteamericano que viene a robar sus riquezas¡±, as¨ª como para ejecutar proyectos comunitarios como escuelas.
A pesar del car¨¢cter pac¨ªfico de los piaroa, la resistencia que opusieron a la presencia guerrillera fue firme. Un grupo de 700 pobladores march¨® contra los invasores, pero eso apenas sirvi¨® para que los irregulares corrieran su campamento unos 22 kil¨®metros m¨¢s all¨¢, al sector Culebra. De acuerdo a lo que han podido conocer los ind¨ªgenas, en el campamento habitan unas 100 personas y cuentan con radio transmisor, antenas, dos carros, varias motos y un peque?o expendio de licores.
B.T. se?ala a Jos¨¦ Bol¨ªvar, concejal y representante ind¨ªgena ante la C¨¢mara Municipal del municipio Atures, como la autoridad que otorg¨® permiso expl¨ªcito a los guerrilleros para permanecer en esa de la cuenca del Cataniapo. Asegura adem¨¢s que algunos miembros de la comunidad ind¨ªgena Merey accedieron a trabajar con los forasteros.
¡°Tambi¨¦n pasa que aqu¨ª no hay transporte, entonces los guerrilleros pasan y ofrecen llevarte, as¨ª van convenciendo a la gente; comprando la cosecha, regalando balones¡±, lamenta.
Algo m¨¢s al sur pero todav¨ªa en el municipio de Atures, a las comunidades de Platanillal y Rueda tambi¨¦n llegaron los irregulares. Primero, a comprar las cosechas de yuca, pl¨¢tano y pi?a; luego, a vivaquear; finalmente, alrededor de 2018, convocaron a ambas comunidades a una reuni¨®n para anunciar que se establec¨ªan en el territorio. Sin embargo, cuenta E.R., un docente de la zona, ¡°permanecieron solo por dos semanas y luego se retiraron¡±.
No han sido solo los piaroa. El pueblo ye¡¯kwana, antes conocido como makiritare, tambi¨¦n se encuentra en la l¨ªnea de choque con la incursi¨®n guerrillera.
En 2017, alias Ruperto, un comandante de las disidencias de las FARC, lleg¨® junto a otros cinco combatientes a la comunidad de Puerto Uni¨®n, en territorio yekuana del Estado de Amazonas.
Un integrante de la organizaci¨®n ind¨ªgena Kuyunu ¡ªque pidi¨® mantener en reserva su identidad¡ª, recuerda la reuni¨®n: ¡°Nos dijeron que ten¨ªan un supuesto convenio con Ch¨¢vez, nos mostraron un papel con una supuesta autorizaci¨®n de Ch¨¢vez, claro, nosotros no tenemos c¨®mo saber si era verdadera o falsa¡±.
Por esos d¨ªas, y seg¨²n los registros de la organizaci¨®n Kuyunu, los guerrilleros tambi¨¦n visitaron las comunidades de Sabanita y Cacur¨ª, ambas ubicadas tambi¨¦n en el municipio Manapiare del norte del Estado de Amazonas.
Los insurgentes pidieron espacio para construir campamentos y utilizar una ruta que pasa por Valle Guanay y conecta a Manapiare con el Parque Nacional Caura, en el Estado de Bol¨ªvar. No debe sorprender entonces que, entre 2020 y 2021, tropas de las FARC disidentes alcanzaran por fin las orillas del r¨ªo Caura y desalojaran de all¨ª a los representantes de las bandas delictivas conocidas como sindicatos para apoderarse de las minas de oro de la zona, tal como se relat¨® en la segunda entrega de la presente serie.
La presencia de los irregulares en el municipio Manapiare ¡ªcoto hist¨®rico de los ye¡¯kwana¡ª, es notable entre los r¨ªos Orinoco y Atabapo, una superautopista acu¨¢tica que bordea el Parque Nacional Yapacana, donde se concentra el mayor foco de explotaci¨®n de oro en Amazonas. All¨ª, los guerrilleros controlan el territorio e imponen su ley.
Origen de un conflicto actual
La guerrilla m¨¢s antigua de Colombia, las FARC, es tambi¨¦n el grupo subversivo colombiano con m¨¢s larga presencia en el Amazonas venezolano. Cumple al menos 20 a?os en el territorio. Esa presencia no fue producto del azar: correspondi¨® a una decisi¨®n estrat¨¦gica todav¨ªa anterior, adoptada en la octava conferencia de la organizaci¨®n, que se celebr¨® en abril de 1993 en el departamento colombiano de Guaviare. All¨ª, el alto mando dise?¨® un plan de econom¨ªa de guerra para diversificar sus finanzas y un posible repliegue t¨¢ctico hacia otros pa¨ªses, entre ellos Venezuela.
La estructura a la que oficialmente se encarg¨® consolidar la presencia de los insurgentes en el Amazonas fue el Frente Acacio Medina, fundado en 2012 a la vera del r¨ªo San Miguel, en el suroeste de ese Estado. Se le bautiz¨® as¨ª en homenaje al Negro Acacio, ya que se organiz¨® sobre la base del antiguo Frente 16 ¡ªparte del Bloque Oriental de las FARC¡ª que el legendario guerrillero comand¨®.
Desde la creaci¨®n de esta unidad, G¨¦ner Garc¨ªa Molina (Jhon 40) ha sido su comandante. Pupilo del Negro Acacio, nieto de Roque Molina, alias El Diablo ¡ªuno de los campesinos que en los a?os sesenta se alzaron en armas junto a Manuel Marulanda V¨¦lez, Tirofijo, para dar origen a las FARC en Marquetalia¡ª, fue clave en el sostenimiento financiero de la guerrilla a trav¨¦s del tr¨¢fico de coca¨ªna.
En 2016, en el marco de las discusiones que dieron lugar al Acuerdo de Paz entre la guerrilla y el Gobierno de Colombia, Garc¨ªa Molina abandon¨® la mesa de negociaciones junto a Miguel Santanilla Botache (alias Gentil Duarte), Ernesto Orjuela Tovar (alias Giovanni Chuspas), y N¨¦stor Gregorio Vera Fern¨¢ndez (alias Iv¨¢n Mordisco). La ruptura marc¨® el nacimiento de las llamadas disidencias de las FARC, agrupaci¨®n del archipi¨¦lago de facciones que decidieron continuar en armas.
Posteriormente, en 2019, ya firmado el acuerdo de paz y consumada la desmovilizaci¨®n de las tropas insurgentes, tres de sus l¨ªderes m¨¢s conspicuos, Luciano Mart¨ªn (o Iv¨¢n M¨¢rquez), hasta entonces n¨²mero dos de las FARC y quien hab¨ªa sido miembro del equipo negociador en La Habana, junto a Seuxis Paucias Hern¨¢ndez (alias Jes¨²s Santrich) y Hern¨¢n Dar¨ªo Vel¨¢squez (El Paisa), anunciaron en un video ¡°la continuaci¨®n de la lucha guerrillera¡± y su decisi¨®n de ¡°regresar al monte¡±. Organismos de inteligencia y medios period¨ªsticos entendieron que con ¡°el monte¡±, los l¨ªderes guerrilleros alud¨ªan a Venezuela, donde podr¨ªan contar con la anuencia, si no con el apoyo, del r¨¦gimen de Maduro.
Desde entonces, Jes¨²s Santrich y El Paisa fueron asesinados en Venezuela, en circunstancias todav¨ªa no del todo aclaradas.
Pero Iv¨¢n M¨¢rquez sigue activo. Apareci¨® en videos junto a Jhon 40. Ambos se presentan como cabecillas de la Segunda Marquetalia, una de las facciones agrupadas en las disidencias de las FARC, que hered¨® e incluso ampli¨® los dominios del antiguo Frente Acacio Medina, sobre todo en Venezuela.
Otro excomandante del Acacio Medina, Miguel Santanilla Botache, alias Gentil Duarte, dirige un grupo dentro del rosario de bandas de las disidencias, que desde hace meses combate contra la Segunda Marquetalia a fin de hacerse de sus respectivos territorios y rentas. La disputa intestina desat¨® hostilidades abiertas que llegaron al estado Apure e involucraron a la Fuerza Armada venezolana, cobrando decenas de vidas.
Tambi¨¦n hubo un bombardeo en Amazonas. El ataque no solo signific¨® una comprobaci¨®n irrefutable, la m¨¢s reciente, de la presencia guerrillera colombiana en la Orinoqu¨ªa venezolana, sino tambi¨¦n de que, despu¨¦s de a?os de avances en sus incursiones y de acciones por lo general coordinadas, esos grupos armados traen a Venezuela sus disputas territoriales y comerciales, m¨¢s que ideol¨®gicas.
(*) Esta es la tercera entrega de una serie investigada y publicada en simult¨¢neo por Armando.info y El Pa¨ªs, en conjunto con el apoyo de la Red de Investigaciones de los Bosques Tropicales del Pulitzer Center y la organizaci¨®n noruega EarthRise Media.
(**) En este reportaje se citan testimonios de fuentes personales cuyos nombres se transcriben solo como iniciales, a¨²n si no solicitaron de manera expl¨ªcita la reserva de sus nombres. La redacci¨®n de Armando.info decidi¨® hacerlo as¨ª para evitar posibles represalias de los grupos armados contra esas fuentes. Cuando no se presentan as¨ª los nombres, se trata de fuentes que ya aparecieron identificadas en anteriores publicaciones.
Cr¨¦ditos
Coordinaci¨®n: Javier Lafuente | Guiomar del Ser
Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
Dise?o: Ana Fern¨¢ndez
Edici¨®n: Eliezer Budasoff
Maquetaci¨®n: Alejandro Gallardo
Infograf¨ªa: Nacho Catal¨¢n | Jorge Moreno
Por Armando.info participaron: Joseph Poliszuk (coordinaci¨®n) | Jorge Luis Cort¨¦s y Cristian Hern¨¢ndez (dise?o, infograf¨ªa y montaje) | Ewald Scharfenberg (edici¨®n) | Vanessa Pan y Pablo Rodr¨ªguez (direcci¨®n de arte).
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.