¡°Ucrania odiar¨¢ a Rusia durante muchos a?os¡±
El fil¨®sofo y periodista ucranio Volod¨ªmir Yermolenko, que resiste en Kiev como voluntario en la defensa de la ciudad, alerta a Occidente de que se enfrenta a un ¡°nuevo fascismo¡± de ¡°t¨¢cticas inhumanas¡±
Volod¨ªmir Yermolenko admite que no sabe usar armas y, por tanto, de poca ayuda puede ser cuando el avance de las tropas rusas alcance la capital, Kiev, si as¨ª ocurre finalmente. Este fil¨®sofo, periodista y escritor ucranio de 41 a?os se queda de momento en la ciudad, la que le vio nacer. Llev¨® a su familia, su mujer, tres hijos y sus padres, hacia el oeste del pa¨ªs, en alerta por la ofensiva, pero menos golpeada que la franja oriental. Luego, ¨¦l regres¨® a casa. Yermolenko permanece en Kiev como voluntario en lo que llama la ¡°defensa¡± de la ciudad, sea en temas de log¨ªstica, reparto de comida, cuidado de mayores o el traslado de conocidos lejos de ah¨ª. Reconoce, en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S que no sabe lo que har¨¢ a medio plazo. ¡°No soy capaz de disparar, no tengo formaci¨®n militar¡±, dice, ¡°y hay que ser racional y saber c¨®mo uno puede ser ¨²til; mi misi¨®n es contarle al mundo lo que est¨¢ pasando, si eres civil y no puedes resistir mediante las armas, eres in¨²til¡±. As¨ª que quiz¨¢ mejor marchar.
Yermolenko encaja en eso que llamamos intelectual. Formado en ciencias pol¨ªticas en Francia, en filosof¨ªa en su tierra, colabora como analista con prensa extranjera, ha publicado varios ensayos y est¨¢ al frente de proyectos period¨ªsticos como Ukraine World. Pero cuando toca a rebato por la invasi¨®n militar del pa¨ªs vecino es uno m¨¢s. ¡°He visto a amigos m¨ªos como voluntarios en la defensa del territorio, pero tengo que pensar fr¨ªamente y saber c¨®mo puedo ser m¨¢s ¨²til¡±. Mientras conversa, el servicio de inteligencia brit¨¢nico comunica que hay tropas rusas a unos 25 kil¨®metros, una informaci¨®n que coincide en gran medida con las im¨¢genes de sat¨¦lite estadounidenses mostradas en las ¨²ltimas 48 horas. Con un matiz: acercan un poco m¨¢s a los batallones rusos a la capital ucrania. Este s¨¢bado, adem¨¢s, el ej¨¦rcito enviado por el Kremlin golpe¨® al sur de la ciudad, en Vasilkiv, a unos 35 kil¨®metros.
¡°Kiev se ha convertido en una fortaleza¡±, mantiene Yermolenko. No ve tan claro que vaya a caer su ciudad ante el avance de los rusos. ¡°Quiz¨¢ logren rodearla y bombardearla fuertemente, provocando un nuevo desastre humanitario¡±. Pero no capturarla. Preguntado por c¨®mo se entera alguien que reside en Kiev de lo que el mundo lee en la prensa, este fil¨®sofo responde que viaja de un lado a otro, tiene amigos en Bucha, por la salida norte de la ciudad, atacada recientemente en plena evacuaci¨®n de civiles; tambi¨¦n ha llegado hace poco hasta Brovary, en la ribera oriental del r¨ªo Dnieper, en donde ayud¨® a unos conocidos a abandonar la zona ¨Dun convoy ruso fue emboscado esta semana en esa misma localidad¨D.
Y hablando de la posible victoria de Mosc¨² en la capital ucrania surge una pregunta casi en el terreno de la filosof¨ªa: ?qu¨¦ es victoria? Y todo a colaci¨®n de las manifestaciones de rechazo en las calles de localidades en el sureste del pa¨ªs como Melitopol o Jers¨®n, bajo dominio ya de los uniformados rusos. Ganan, pero... ¡°Esta victoria no tiene significado alguno como ves en las protestas¡±, se?ala Yermolenko, ¡°es el fin de Rusia como gran poder, es algo irracional, pero esta irracionalidad es muy cruel, es un gesto de desesperaci¨®n, pero que provoca cr¨ªmenes enormes¡±.
Leyendo los textos de este gran comunicador ucranio, hay algo com¨²n que sirve de columna vertebral en su parlamento: la identidad ucrania. Y esta, como defiende durante la charla, cambia necesariamente por efecto de la violencia. ¡°Primero¡±, enumera Yermolenko, ¡°porque los rusos ya no ser¨¢n queridos en Ucrania y el n¨²mero de ellos en el pa¨ªs bajar¨¢ tremendamente; adem¨¢s, si lo que quer¨ªa Rusia era atraer a Ucrania a su ¨¢rea de influencia como en el pasado, est¨¢n haciendo justo todo lo contrario. Ahora tienen a un pa¨ªs enorme que les odia y que les odiar¨¢ durante muchos a?os¡±. Eso s¨ª, puntualiza, Ucrania y Rusia son ¡°enemigos¡± en la actual contienda, pero ya lo eran desde la toma de parte del Donb¨¢s, en el sureste ucranio, en 2014.
Yermolenko ha tratado en las ¨²ltimas semanas de deshacer el argumentario del hombre al frente de las hostilidades contra su tierra, el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin. Eso de que ucranios y rusos son lo mismo y juntos tienen que estar como en ¨¦poca del imperio ¨Dque califica de ¡°cuentos de hadas¡± y ¡°fantas¨ªas¡±¨D. Ha recordado que Ucrania es una y Rusia otra, que tienen una tradici¨®n democr¨¢tica y horizontal de siglos, con el recuerdo puesto incluso en los cosacos de la estepa, mientras el gigante del Este opt¨® por cumplir la palabra del zar. Pero hay m¨¢s: Putin orden¨® el asalto sobre Ucrania el 24 de febrero pasado con el objetivo declarado de ¡°desnazificar¡± el territorio. Este fil¨®sofo da la vuelta a la tortilla del Kremlin y defiende que su pa¨ªs se enfrenta a un ¡°nuevo fascismo, un nuevo nazismo¡±, descrito como cruel, atizador del p¨¢nico, a trav¨¦s de ¡°t¨¢cticas inhumanas¡±.
Y todo esto crea un dolor que, contin¨²a Yermolenko, durar¨¢ generaciones. ¡°Recuerdo que mis abuelos odiaban a los alemanes hace medio siglo¡±, rememora, ¡°pero incluso cuando les dec¨ªas que no eran los mismos ahora que los de la Segunda Guerra Mundial, que eran civilizados y normales, a¨²n as¨ª los odiaban, y pasar¨¢ lo mismo con nosotros. No creo que la reconciliaci¨®n llegu¨¦ pronto, es muy dif¨ªcil cuando est¨¢n bombardeando hospitales, colegios, a los ni?os¡±.
Volvemos de la trinchera de las ideas a la de la calle. ?Qu¨¦ es lo siguiente que har¨¢? ¡°La verdad es que no puedo dar respuesta, no lo s¨¦, hay mucho trabajo que hacer aqu¨ª, no s¨¦, ya veremos¡±. Quedarse o partir.
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