Ketanji Brown Jackson, la elegida por Biden para el Supremo de EE UU, promete ¡°neutralidad¡±
El Senado comienza el proceso de designaci¨®n de la primera magistrada afroamericana en la historia del alto tribunal entre las cr¨ªticas de los republicanos
La declaraci¨®n de intenciones de la jueza Ketanji Brown Jackson, aspirante al Tribunal Supremo de Estados Unidos, ha llegado al final de un d¨ªa intenso en el Capitolio. Tras escuchar, pacientemente y en silencio, a 24 personas valorar sus logros y exponer sin temor a la reiteraci¨®n lo que esperan de su trabajo en el alto tribunal, Jackson ha sentenciado: ¡°He sido jueza durante casi una d¨¦cada y me tomo muy en serio esa responsabilidad y mi deber de independencia. Tomo decisiones sobre mis casos desde la neutralidad. Eval¨²o los hechos, e interpreto y aplico la ley en funci¨®n de esos hechos, sin miedo ni predisposici¨®n, y siempre consecuentemente con mi juramento¡±.
Jackson respond¨ªa al final de una intervenci¨®n emocionada, en la que ha recordado que su pasi¨®n por el derecho naci¨® al ver a su padre estudiar leyes en la cocina del modesto hogar familiar de Miami, a una pregunta que ha sobrevolado desde el lado republicano la primera de las cuatro jornadas de audiencias para examinar su idoneidad para uno de los nueve puestos vitalicios del Tribunal Supremo. ?Qu¨¦ define filos¨®ficamente su desempe?o como jueza?
Los 11 miembros conservadores del Comit¨¦ Judicial del Senado han exigido una y otra vez que se pronuncie sobre ese asunto, mientras lamentaban que el Supremo se haya politizado en demas¨ªa en los ¨²ltimos tiempos. Con los dem¨®cratas, al menos, han estado de acuerdo en dos cosas: en la preparaci¨®n profesional de la aspirante (que viene de servir nueve a?os como jueza federal en Washington y es la primera candidata con un pasado como abogada de oficio) y en el empleo del adjetivo ¡°hist¨®rico¡±, tan gastado. Ha sido el m¨¢s escuchado este lunes en el Senado.
La ocasi¨®n lo aconsejaba por una vez: Jackson, de 51 a?os, ser¨¢, si prospera la designaci¨®n del presidente Joe Biden, la primera mujer afroamericana en sentarse en el alto tribunal en 232 a?os. Contar¨¢ tambi¨¦n como la sexta jueza y como la tercera persona de raza negra entre las 115 elegidas para el cargo en la historia.
El proceso ha comenzado en uno de los comit¨¦s de mayor relieve medi¨¢tico de la C¨¢mara; varios senadores de alto perfil, y, por qu¨¦ no, ciertas aspiraciones presidenciales, est¨¢n entre sus miembros, y este proceso, que los estadounidenses informados siguen con pasi¨®n, es un buen escaparate para mostrar su visi¨®n del mundo ante las c¨¢maras. La nominaci¨®n ha despertado estos d¨ªas gran inter¨¦s en Washington, pese a la prioridad informativa de la guerra en Ucrania (Biden hab¨ªa acariciado la idea de asistir al debate, pero una llamada con l¨ªderes europeos se lo ha impedido) y pese a que, aunque salga elegida (y todo indica que as¨ª ser¨¢, pues en principio cuenta con el apoyo dem¨®crata en bloque), Jackson no cambiar¨¢ la din¨¢mica del Supremo. El tribunal est¨¢ compuesto por seis jueces conservadores y tres progresistas, despu¨¦s de que Donald Trump exprimiera su tiempo en la Casa Blanca logrando colar a tres magistrados de su cuerda en una sola legislatura. Eso ha dejado una supermayor¨ªa conservadora in¨¦dita en las ¨²ltimas ocho d¨¦cadas.
La nueva jueza sustituir¨¢ a Stephen G. Breyer, miembro de la terna progresista, que decidi¨® jubilarse a los 81 a?os en enero pasado para permitir al Partido Dem¨®crata buscarle sustituta antes de que sea demasiado tarde; es muy probable que en las elecciones legislativas pierdan el control de una o de las dos c¨¢maras. De Breyer se ha acordado Jackson especialmente en su discurso. Ha sido en ese momento cuando ha podido contener el llanto. Trabaj¨® en su equipo a finales de los a?os noventa y ahora est¨¢ a punto de sucederlo. Jackson tambi¨¦n se ha acordado de sus padres, dos profesores de la escuela p¨²blica que le dieron ¡°un nombre africano que significa ¡®la adorable¡± y la convencieron de que ser¨ªa capaz de lograr lo que se propusiera. Tambi¨¦n, de su hermano, que se enrol¨® en el Ej¨¦rcito tras el 11-S, de su t¨ªo polic¨ªa, de su marido, que peleaba con el decoro para contener las l¨¢grimas, y de sus hijas, a las que ha pedido perd¨®n si a veces no ha sabido ¡°conjugar su carrera¡± con sus ¡°obligaciones como madre¡±.
Cinco horas antes de que tomara la palabra, la expectaci¨®n se sent¨ªa a eso de las 11:00 en los pasillos del Capitolio. Jackson, de 51 a?os, apareci¨® puntual, con una sonrisa amplia que no la ha abandonado en todo el d¨ªa y flanqueada por el presidente del comit¨¦, el senador dem¨®crata Dick Durbin (Illinois), y por el m¨¢s veterano de los republicanos, Chuck Grassley (Iowa). El comit¨¦ est¨¢ formado por 22 miembros, la mitad de cada partido, que hablaron alternamente, antes de escuchar la laudatio de dos personas escogidas por Jackson.
No una ¡°activista¡±
Los dem¨®cratas, que defendieron que no se trata de una ¡°activista¡±, ni de ¡°una marioneta de la izquierda radical¡±, la felicitaron por su expediente y por lo que su nombramiento implica para este pa¨ªs. ¡°No ha habido nunca en el Supremo una mujer afroamericana. Usted podr¨ªa ser la primera. No es f¨¢cil ser la primera. A menudo eso implica tener que ser la mejor y, de alguna forma, la m¨¢s valiente. Muchos no est¨¢n preparados para enfrentarse a esa presi¨®n, a ese escrutinio a la vista de todos¡±, ha afirmado Durbin en su intervenci¨®n introductoria.
Los republicanos, por su parte, han expuesto los argumentos que guiar¨¢n su estrategia y sus preguntas de las sesiones del martes y el mi¨¦rcoles, y que han ido adelantando en los ¨²ltimos d¨ªas. Buscar¨¢n evidencias de que se ha comportado con ¡°suavidad con el crimen¡±; de que viene avalada por ¡°grupos de extrema izquierda de financiaci¨®n dudosa¡±, como ha dicho Grassley en referencia a la organizaci¨®n Demand Justice (Exige jutsticia); de que cuando era abogada de oficio defendi¨® a terroristas en Guant¨¢namo con una ¡°sospechosa¡± dedicaci¨®n; y de que ha demostrado benevolencia a la hora de juzgar casos de pornograf¨ªa infantil. En ese ¨²ltimo punto se ha fajado Josh Hawley, republicano de Misuri, que ha prometido un ¡°interrogatorio franco¡± y ha detallado una serie de expedientes en los que Jackson impuso una pena por esos delitos menor a la propuesta por la fiscal¨ªa y a la recomendada por las pautas de actuaci¨®n del sistema federal. Los ataques de Hawley han sido desacreditados como ¡°demagogia¡± por la Casa Blanca y hasta por medios conservadores como la revista National Review.
Hawley es uno de esos senadores con aspiraciones presidenciales para 2024. Otro es Ted Cruz (Texas), que fue el m¨¢s expeditivo al exponer uno de los argumentos m¨¢s repetidos este lunes por los republicanos: no piensan convertir este proceso en un ¡°circo pol¨ªtico¡±. Parad¨®jicamente, gran parte de la audiencia de esta ma?ana se ha ido en recordar c¨®mo se desarroll¨® la designaci¨®n en 2018 de otro juez, el conservador Brett Kavannaugh. Durante el proceso, una psic¨®loga llamada Christine Blassey Ford lo acus¨® de una agresi¨®n sexual sucedida d¨¦cadas atr¨¢s, cuando ambos eran estudiantes del mismo instituto de las afueras de Washington. ¡°Nosotros no le vamos a preguntar sobre con qui¨¦n sal¨ªa en el colegio¡±, le ha dicho Cruz a Jackson. Lindsey Graham (representante de Carolina del Sur) ha ido m¨¢s all¨¢ al decir, con desafiante campechan¨ªa: ¡°Lo quisieron pintar b¨¢sicamente como a una especie de Bill Cosby¡±, en referencia al popular actor, ca¨ªdo en desgracia y condenado por delitos sexuales.
El proceso se prolongar¨¢ hasta el jueves. Los dem¨®cratas, que tienen 50 esca?os en el Senado, suficientes para una votaci¨®n que no requiere mayor¨ªa cualificada, esperan que el nombramiento quede resuelto en el pleno de la C¨¢mara antes del 8 de abril, d¨ªa en que comienza el receso primaveral en las sesiones. Tambi¨¦n conf¨ªan en que recibir¨¢ apoyo bipartidista. Jackson ha pasado ya por este trance en tres ocasiones: cuando fue nombrada vicepresidenta de la Comisi¨®n de Sentencias de Estados Unidos (una agencia independiente que vela por unificar los criterios de los tribunales federales) y al ser elegida jueza del Distrito de Columbia (donde se encuentra Washington) y de su corte de apelaciones (fue el a?o pasado, cuando obtuvo el respaldo de tres republicanos, incluido Graham).
Pero esta vez podr¨ªa ser distinto. El Supremo es uno de los lugares m¨¢s controvertidos y disputados del sistema estadounidense, por lo que influyen sus decisiones en asuntos como el aborto, la tenencia de armas o la discriminaci¨®n positiva en las universidades (tres temas en cuesti¨®n ahora mismo), as¨ª como por la filosof¨ªa que las rige (sea originalista, fidel¨ªsima a la letra de la Constituci¨®n, o m¨¢s libre en su interpretaci¨®n). Qui¨¦n lo compone afecta aqu¨ª a la vida de las personas. Personas como el centenar de ciudadanos (mujeres afroamericanas en su mayor¨ªa) que esta ma?ana se han citado frente al edificio del alto tribunal para manifestarse a favor de KBJ (Jackson ya ha recibido su acr¨®nimo, como Ruth Bader Ginsburg tuvo el suyo: RBG) o, ciertamente menos, en contra. En los carteles pod¨ªa leerse: ¡°A Justice For All¡±, una jueza para todos, un deseo que jugaba con el doble sentido de la palabra justice, y con uno de los esl¨®ganes m¨¢s idealistas de la rep¨²blica estadounidense, que promete justicia para todos.
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