Frank R. James, el ¡®profeta de la fatalidad¡¯ que cumpli¨® su amenaza en el metro de Nueva York
El presunto autor del tiroteo que el martes caus¨® 23 heridos, un hombre de existencia errabunda y car¨¢cter col¨¦rico, advirti¨® en YouTube de sus prop¨®sitos de disparar al azar y ¡°hacer correr la sangre¡±
El tribunal federal de Brooklyn (Nueva York) ha decretado este jueves prisi¨®n incondicional sin fianza para Frank R. James, el afroamericano de 62 a?os detenido como presunto autor del tiroteo que el martes caus¨® 23 heridos, diez de ellos por arma de fuego, en un vag¨®n del metro de la ciudad. Para justificar su decisi¨®n, el tribunal subray¨® que la presencia de James en las calles supondr¨ªa una amenaza ¡°seria y activa¡± para la seguridad ciudadana. Ser¨¢ procesado por ataque terrorista contra el sistema de transporte p¨²blico y, si es declarado culpable, puede ser condenado a cadena perpetua.
Qu¨¦ llev¨® al neoyorquino James, un hombre con un nutrido historial de antecedentes policiales, a disparar indiscriminadamente con una pistola Glock de nueve mil¨ªmetros a los pasajeros, es algo que solo podr¨¢ determinar la investigaci¨®n, incluida la valoraci¨®n psiqui¨¢trica que ha solicitado la defensa. Un ser a la deriva, como tantos otros ¡ªla cara b del sue?o americano, la pesadilla¡ª, en cuya biograf¨ªa se entremezclan la comisi¨®n de variados delitos (hurto, robo, acoso sexual) y los des¨®rdenes de conducta.
Fichado desde hace d¨¦cadas, generaron m¨¢s inquietud que sus antecedentes los v¨ªdeos que hab¨ªa publicado en los ¨²ltimos a?os en YouTube, donde su p¨¢gina continu¨® visible hasta 24 horas despu¨¦s del ataque, cuando fue cerrada por ¡°violar las directrices¡± de uso. El contenido de los v¨ªdeos era perturbador: desquiciadas arengas pol¨ªticas, a veces agresivas, muchas de ellas dirigidas contra el alcalde de Nueva York, Eric Adams; delirios de persecuci¨®n y mensajes en los que se presentaba como un ser ¡°lleno de odio y rabia¡± v¨ªctima de ¡°terribles tratamientos psiqui¨¢tricos¡±. Adem¨¢s de arrebatos de homofobia, misoginia y racismo -contra negros e hispanos, tambi¨¦n contra los blancos-, James denunciaba la vida de los vagabundos en el metro, una triste realidad que Adams pretende erradicar, no sin pol¨¦mica, y manifestaba su deseo de agarrar un arma y disparar al azar, contra quien fuese. Especialmente chocante era su rabia contra los afroamericanos ¡ªcomo ¨¦l¡ª v¨ªctimas de la violencia, a quienes acusaba de merecerlo.
Su hermana, Catherine, manifest¨® a The New York Times su ¡°sorpresa¡± al verle acaparar titulares. ¡°Nunca pens¨¦ que podr¨ªa hacer algo as¨ª¡±, apunt¨® la mujer, tras precisar que llevaba tiempo sin saber de ¨¦l. James fue los ¨²ltimos a?os un agujero negro personal y social, que acab¨® saliendo a la superficie como una erupci¨®n de ira. Eso que el cine modula hasta convertir en arte (Un d¨ªa de furia, por ejemplo), pero que en la vida real regurgita el sumidero de la violencia. Su existencia, errabunda, le llev¨® de ciudad en ciudad, sin oficio conocido, aunque se presentaba como conductor, dando tumbos por apartamentos cuyos vecinos le recuerdan como un hombre brusco, distante y propenso a perder los estribos; a menudo pendenciero.
En el atiborrado vag¨®n del metro que bien pudo convertirse en escenario de una masacre ¡ªla mayor¨ªa de los heridos han recibido el alta, y no se teme por la vida del resto¡ª, la polic¨ªa encontr¨® restos de la existencia desordenada de James. Un arsenal heterodoxo (balas, bombas de humo, petardos y bengalas y un hacha), adem¨¢s de la pistola Glock 17, que el presunto agresor hab¨ªa comprado legalmente en Ohio en 2011, seg¨²n la polic¨ªa. Tambi¨¦n las llaves de una furgoneta U-Haul ¡ªuna popular empresa de alquiler de veh¨ªculos para portes asequibles¡ª y una tarjeta de cr¨¦dito a su nombre, lo que ha hecho preguntarse a algunos si el propio James no fue dejando esas huellas para ser encontrado, como si deseara acelerar el final de su escapada. Informaciones no confirmadas apuntan que el sospechoso alert¨® de su presencia en el lugar donde fue detenido, una calle del East Village, mediante una llamada telef¨®nica a la polic¨ªa.
Del arma que mand¨® a diez personas al hospital, qu¨¦ decir: pese a los intentos de la Administraci¨®n de Joe Biden por restringir la circulaci¨®n de las mismas, y la opini¨®n mayoritaria de la poblaci¨®n en pro de un mayor control, la Glock 17 de nueve mil¨ªmetros ten¨ªa los papeles en regla y era legal a todos los efectos, gracias a la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n. En su apartamento de Filadelfia, la polic¨ªa encontr¨® tambi¨¦n un cargador de un fusil semiautom¨¢tico, mucho m¨¢s letal que la pistola usada, y en la furgoneta alquilada y luego abandonada, un tanque de propano.
Biden afronta las cr¨ªticas de los republicanos y el poderoso lobby armament¨ªstico, que encarna la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (RNA, en sus siglas inglesas), al intentar poner coto a la proliferaci¨®n de armas de fuego en las calles, un fen¨®meno que la Casa Blanca tilda de epidemia. Tambi¨¦n intenta frenar esta sangr¨ªa el alcalde Adams, que tras la buena noticia de la detenci¨®n de James, debi¨® pronunciarse sobre el rosario de tiroteos ¡ªuna docena larga¡ª que hab¨ªa sacudido la ciudad en las ¨²ltimas 36 horas. ¡°Nadie est¨¢ seguro¡±, dijo un polic¨ªa de servicio en Brooklyn al diario New York Post sobre otro incidente, sin relaci¨®n con el ataque del metro. Un buen resumen.
Siguen tambi¨¦n los cabos sueltos; las preguntas y las c¨¢balas. Muchas ciudades de EE UU disponen de sistemas de videovigilancia en el metro m¨¢s eficaces que el de Nueva York, pese a que la Gran Manzana es el escaparate global del pa¨ªs. En la estaci¨®n de la calle 36 de Brooklyn no transmit¨ªan, aunque hab¨ªan sido revisadas solo dos d¨ªas antes del tiroteo por trabajadores de la autoridad de transporte urbano de Nueva York (MTA, en sus siglas inglesas), a instancias de la polic¨ªa, que se quej¨® de no recibir im¨¢genes de la estaci¨®n. Las c¨¢maras funcionaban, informaron fuentes sindicales del suburbano, pero fallaba el env¨ªo de im¨¢genes por fibra ¨®ptica. Otra prueba de disfuncionalidad, en las que el maltratado metro neoyorquino, e incluso la ciudad, abundan.
En los v¨ªdeos que colgaba en YouTube, James se calificaba de ¡°profeta de la fatalidad¡±. ¡°Va a haber sangre, mucha sangre¡±, advert¨ªa en sus delirios, advirtiendo que el tama?o de la poblaci¨®n deb¨ªa reducirse. ¡°Da igual que sean blancos o negros¡±. En uno, publicado el 23 de marzo, alertaba de futuras guerras interraciales, la posibilidad de una tercera Guerra Mundial y el racismo que vivi¨® mientras daba tumbos por todo el pa¨ªs. ¡°Vivimos tiempos muy peligrosos, dir¨ªa yo, tiempos muy inciertos¡±. En eso s¨ª fue prof¨¦tico, piensan hoy no pocos neoyorquinos cuando se aventuran por las escaleras y los andenes del metro.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.