Los ¨²ltimos espa?oles de Dnipr¨®
La mayor¨ªa de los descendientes de los exiliados republicanos que quedaban en Ucrania han huido de la invasi¨®n rusa
Su nombre es Mercedes S¨¢nchez Pavlova, tiene la nacionalidad espa?ola pero solo habla unas pocas palabras de castellano. Naci¨® hace 51 a?os en Dnipr¨®, la cuarta mayor ciudad de Ucrania, y es nieta de republicanos. Su abuela, Concepci¨®n Sala Soler, originaria de Barcelona, fue quien eligi¨® su nombre. Toda la familia S¨¢nchez de Dnipr¨® reside actualmente en Valencia, menos Mercedes. Se ha quedado porque ama su ciudad y porque su trabajo como m¨¦dico, explica, es esencial para hacer frente a la invasi¨®n rusa.
S¨¢nchez cree que en Dnipr¨® quedan tres o cuatro descendientes de los espa?oles que la Guerra Civil llev¨® a Ucrania cuando era parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Antes eran muchos, afirma, unas 30 o 40 familias. Lo sabe porque de peque?a celebraban reuniones para mantener el alma de la tierra de origen de los abuelos. A partir de la d¨¦cada de los setenta, cuando el bloque del Este comunista y la Espa?a franquista relajaron las restricciones para viajar, empez¨® un lento retorno a la madre patria. ¡°La mayor¨ªa se fue tras la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica¡±, afirma S¨¢nchez: su hermano fue el primero de la familia, en 1998, y su madre, la siguiente, en 2000. Tambi¨¦n est¨¢ en Espa?a su hija y el ¨²ltimo en marcharse fue su hijo de 12 a?os, evacuado en marzo mientras Rusia bombardeaba Ucrania.
Su abuela, Concepci¨®n Sala, conoci¨® a Pedro S¨¢nchez Quintero en 1941 en Rostov, la actual Rusia, a 100 kil¨®metros de la frontera oriental con Ucrania. Ella ten¨ªa 20 a?os y ¨¦l, 23. Eran miembros del Partido Comunista de Espa?a. Concepci¨®n se traslad¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica tras la ca¨ªda de la Rep¨²blica en Espa?a; Pedro era militar, nacido en Don Benito (Extremadura) y hab¨ªa llegado a Rusia en 1938; formaba parte de la segunda promoci¨®n de pilotos de caza espa?oles que ten¨ªan que ser formados por los sovi¨¦ticos. El final de la Guerra Civil lo sorprendi¨® all¨ª y ya no pudo volver a Espa?a. Seg¨²n escribi¨® el historiador Andrey Yelpatievski en su estudio La emigraci¨®n rusa en la URSS, unos 300 cadetes de vuelo espa?oles no pudieron retornar al pa¨ªs. Alicia Alted, profesora de Historia Contempor¨¢nea de la UNED, establece el n¨²mero en 200.
Mercedes S¨¢nchez conserva en un ¨¢lbum unas pocas fotos de sus abuelos. La mayor¨ªa de las fotograf¨ªas y recuerdos se los llev¨® su madre a Valencia. Por ser hija de espa?oles, la madre recibi¨® la nacionalidad; buena parte de los nietos de republicanos exiliados, como el caso de Mercedes, pudieron recibir la ciudadan¨ªa espa?ola a partir de la Ley de Memoria Hist¨®rica de 2007. Mercedes recuerda que para su abuelo Pedro fue una gran ilusi¨®n ser reconocido en 1985 por el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez como militar retirado con el rango de comandante. A partir de aquel momento recibi¨® una pensi¨®n del Estado.
Los abuelos de Mercedes est¨¢n enterrados en Dnipr¨®. Concepci¨®n falleci¨® en 1989 y Pedro, en 2000. Ella reside en una casa unifamiliar, muy cerca del que fue el hogar de sus abuelos, en la periferia de esta ciudad de casi un mill¨®n de habitantes. Es el barrio de la f¨¢brica metal¨²rgica en la que Pedro trabaj¨® durante m¨¢s de 30 a?os. Un misil ruso impact¨® la semana pasada en un almac¨¦n de zapatos que hay en las inmediaciones de la f¨¢brica y de la casa de Mercedes. La puerta de su vivienda qued¨® resquebrajada y desde entonces pasa las noches con sus perros en la despensa, bajo tierra. Junto al colch¨®n tiene una pala y un hacha, por si un misil destruye el edificio y tiene que abrirse una salida entre los escombros.
Mercedes S¨¢nchez es m¨¦dico en el Hospital n¨²mero 4 de Dnipr¨®. Su principal dedicaci¨®n durante la guerra es atender a soldados heridos en el frente. La direcci¨®n del hospital deneg¨® a EL PA?S la autorizaci¨®n para entrevistarla y fotografiarla en su lugar de trabajo. Alegan que este centro sanitario puede ser considerado un objetivo militar ruso, y cuantos menos detalles se difundan de las instalaciones, mejor. Las autoridades ucranias aplican, amparadas por la ley marcial, multitud de limitaciones al trabajo de los medios de comunicaci¨®n, algunas de dif¨ªcil interpretaci¨®n.
En el ¨¢lbum de fotos de los abuelos hay im¨¢genes de excursiones familiares o con amigos, tambi¨¦n un retrato de S¨¢nchez Quintero con dos militares cubanos de visita en Dnipr¨®; cuando el Partido se lo reclamaba, ejerc¨ªa de traductor del espa?ol y ruso para las delegaciones de los pa¨ªses aliados de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en Am¨¦rica Latina. S¨¢nchez y Sala conservaron la esperanza de regresar a Espa?a, pero cuando lleg¨® la oportunidad, las ra¨ªces en Dnipr¨® eran demasiado profundas. ¡°Volvieron a visitar su pa¨ªs, eso s¨ª, y gracias a ello, mi abuelo pudo reencontrarse con su madre 30 a?os despu¨¦s¡±, comenta la nieta.
David Ballester, profesor de Historia Moderna y Contempor¨¢nea de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, subraya que muchos de los exiliados republicanos en la Uni¨®n Sovi¨¦tica se quedaron de forma definitiva en Rusia y en el resto de ex rep¨²blicas sovi¨¦ticas porque les fue imposible salir de all¨ª cuando todav¨ªa eran lo suficientemente j¨®venes para reiniciar su vida. El aislamiento y la represi¨®n del estalinismo les cerr¨® las puertas, aunque el franquismo tampoco los iba a recibir con los brazos abiertos. De los pilotos espa?oles a los que el final de la Guerra Civil sorprendi¨® en tierras comunistas, solo 25 quisieron permanecer voluntariamente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica; al resto les fue denegado el permiso de proseguir su exilio en otros pa¨ªses.
Ballester a?ade que otra raz¨®n para permanecer en su pa¨ªs de acogida es que las pensiones que el Estado les garantiz¨® a partir de la consolidaci¨®n democr¨¢tica pod¨ªan ser una cantidad humilde en Espa?a, pero en sus pa¨ªses de adopci¨®n supon¨ªan un ingreso significativo. Entre los pilotos que la Guerra Civil dej¨® varados en la Uni¨®n Sovi¨¦tica hay casos como el de Rafael Estrela, de quien el Congreso de Hispanistas de Ucrania de 2015 public¨® un perfil. Estrela lleg¨® a Leningrado ¡ªla actual San Petersburgo¡ª en enero de 1939, poco antes de la victoria franquista. A diferencia de S¨¢nchez, s¨ª combati¨® durante la Segunda Guerra Mundial. Mercedes recuerda que su abuelo quiso alistarse en las fuerzas a¨¦reas del Ej¨¦rcito Rojo, pero la arbitrariedad del estalinismo con los extranjeros se lo impidi¨® y fue destinado a trabajar en una f¨¢brica. Tras la guerra, Estrela fue ubicado en J¨¢rkov, en Ucrania, y posteriormente en Kiev, donde imparti¨® clases de idiomas. ?l y su mujer volvieron a Espa?a en 1992, tras la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica; aunque despu¨¦s regresaron a Kiev en 2005 para morir all¨ª en 2008.
Ballester resume en cuatro los grupos de espa?oles que emigraron a la Uni¨®n Sovi¨¦tica: los cuadros del Partido Comunista, los marineros de mercantes a los que el final de la guerra sorprendi¨® en los puertos sovi¨¦ticos, los pilotos y el principal, los 3.200 ni?os que fueron evacuados de Espa?a. El total de espa?oles que viv¨ªan en la Uni¨®n Sovi¨¦tica tras la Guerra Civil se estima en 5.000.
Mercedes estudia castellano desde septiembre de 2021. Hoy todav¨ªa recibe clases, pero a distancia por causa de la guerra. Estudia el idioma porque no cierra la puerta a mudarse un d¨ªa a Espa?a, donde ahora tiene a sus dos hijos, a su madre y a su hermano, militar en el Ej¨¦rcito espa?ol. En el ¨¢lbum familiar, junto a una foto de su hermano como casco azul de Naciones Unidas, tiene plastificado un retrato de su bisabuela Raimunda en tiempos de la Rep¨²blica. Raimunda posa frente a las fuentes de Montjuic, en Barcelona, con otro familiar que Mercedes no puede identificar. No los conoci¨®, dice la bisnieta ucrania, aunque siente que hay algo que la une a ellos.
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