El Gobierno de Johnson da luz verde a la ley que revocar¨¢ unilateralmente el encaje de Irlanda del Norte en la UE
La ministra de Exteriores anuncia en el Parlamento una nueva norma que alterar¨ªa partes clave del acuerdo firmado con Bruselas. El negociador comunitario expresa ¡°seria preocupaci¨®n¡± por la medida
El Reino Unido da otra vuelta de tuerca en el eterno forcejeo del Gobierno de Boris Johnson en torno al Brexit que firm¨®, pero cuyas consecuencias nunca termina de aceptar. La ministra brit¨¢nica de Exteriores, Liz Truss, que lleva las riendas de las negociaciones con Bruselas, ha anunciado finalmente este martes, de modo oficial, ante la C¨¢mara de los Comunes, su voluntad de impulsar una nueva legislaci¨®n que sirva para alterar de modo unilateral el controvertido Protocolo de Irlanda del Norte, que gestiona el encaje de esta regi¨®n brit¨¢nica en las nuevas relaciones comerciales de Londres y Bruselas, una vez culminada la salida del club comunitario del Reino Unido. ¡°Seguimos abiertos a una situaci¨®n negociada [con la UE], pero la urgencia de la situaci¨®n no permite perder m¨¢s tiempo¡±, ha anunciado Truss.
Aferrada al argumento de que el Protocolo ha sometido a tensiones lo alcanzado en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que llev¨® la paz a la regi¨®n y estableci¨® el equilibrio de gobierno entre protestantes y cat¨®licos, la ministra ha dicho que ¡°en las pr¨®ximas semanas¡± tendr¨¢ lista la nueva ley. ¡°No pretendemos eliminar el Protocolo. Reforzaremos aquellas partes que funcionan y modificaremos las que no, pero mantendremos una negociaci¨®n paralela con nuestros socios de la UE¡±, ha afirmado.
Truss ha asegurado que el Gobierno no incumple la legalidad internacional con esta medida, una afirmaci¨®n que ha provocado risas espont¨¢neas en los banquillos de la oposici¨®n laborista. La ministra acusaba a la UE, y sin referise a ¨¦l, a su negociador, Maros Sefcovic, de no disponer ahora mismo de un mandato negociador que permita reformar el Protocolo, e incluso de pretender dar marcha atr¨¢s en parte de los cambios negociados en los ¨²ltimos meses.
Stephen Doughty, el portavoz de Exteriores laborista, ha pedido seriedad y esfuerzo diplom¨¢tico al Gobierno de Johnson, y flexibilidad a la UE, pero ha expresado su preocupaci¨®n por el anuncio de Truss de cambiar unilateralmente un tratado internacional. ¡°El Reino Unido debe preservar su palabra. El mundo nos observa y duda si hacer o no tratos con nosotros¡±, ha dicho Doughty.
El negociador comunitario, Maros Sefcovic, ha advertido en un comunicado de que la decisi¨®n de Truss supon¨ªa una ¡°seria preocupaci¨®n¡± y que modificar unilateralmente un acuerdo internacional no resulta ¡°aceptable¡±. ¡°Si el Reino Unido decide seguir adelante con la ley que ha anunciado, que remueve elementos constitutivos del Protocolo, la UE deber¨¢ responder con todas las medidas a su alcance¡±, ha dicho. Un modo sutil de sugerir que la posibilidad de emprender acciones legales contra el Reino Unido est¨¢ sobre la mesa.
El anuncio de Truss confirma oficialmente, en sede parlamentaria, la voluntad del Gobierno de Johnson de plantear a la UE un nuevo duelo de fuerza en torno al Protocolo de Irlanda del Norte. Ni siquiera ha presentado un borrador de ley, y el supuesto tr¨¢mite parlamentario del proyecto no comenzar¨¢, seg¨²n fuentes de Downing Street, hasta inicios de verano. El prop¨®sito es simple, pero su dise?o y ejecuci¨®n pueden acabar teniendo un efecto bumer¨¢n. Johnson explic¨® este lunes, durante su visita rel¨¢mpago a Belfast, que la nueva ley pretend¨ªa simplemente actuar como ¡°un seguro¡±, ante el caso de que la inestabilidad pol¨ªtica que sufre ahora la regi¨®n se agravara.
Pretend¨ªa transmitir tranquilidad a todos los partidos pol¨ªticos norirlandeses. Logr¨® lo contrario. Los unionistas del DUP, que han anunciado su prop¨®sito de seguir bloqueando la formaci¨®n del nuevo Gobierno aut¨®nomo hasta que no se revoquen efectivamente partes sustanciales del Protocolo, se olieron la trampa. Su l¨ªder, Jeffrey Donaldson, exigi¨® que la nueva ley no fuera simplemente anunciada, sino tramitada y aprobada. La l¨ªder de los republicanos del Sinn F¨¦in, Michelle O¡¯Neill, quien deber¨ªa ocupar el puesto de ministro principal de Irlanda del Norte despu¨¦s de su hist¨®rica victoria en las recientes elecciones auton¨®micas, ha reprochado a Johnson una actitud ¡°temeraria¡± que pone en riesgo la estabilidad del territorio.
¡°No queremos trocear el Protocolo, pero creemos que puede ser reparado y mejorado¡±, aseguraba en Belfast el primer ministro brit¨¢nico. ¡°Y nos gustar¨ªa poder hacer esto de mutuo acuerdo con nuestros socios y amigos¡±, a?ad¨ªa. La idea de desembocar en una guerra comercial con la UE incomoda enormemente a Johnson, seg¨²n han explicado desde el anonimato muchos de sus asesores a los medios brit¨¢nicos.
En medio de la crisis de Ucrania, con una inflaci¨®n galopante de la que alarm¨® este mismo lunes el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, en t¨¦rminos apocal¨ªpticos, y con unas encuestas que revelan c¨®mo su popularidad sigue por los suelos, el primer ministro brit¨¢nico no tiene apetito para abrir un nuevo frente. Pero la presi¨®n procedente de sus socios naturales en Irlanda del Norte, las fuerzas unionistas, y del sector m¨¢s euroesc¨¦ptico del Partido Conservador, le empujan de nuevo al escenario en el que m¨¢s c¨®modo se encuentra, el del enfrentamiento con Bruselas.
Pasillo verde y pasillo rojo
Desde un punto de vista t¨¦cnico, hay aspectos del Protocolo sobre los que los negociadores de ambas partes podr¨ªan trabajar. Tanto Bruselas como Londres son conscientes de que la aplicaci¨®n ha provocado fricciones comerciales y aduaneras imprevistas que han complicado la vida de empresas y ciudadanos. El acuerdo oblig¨® a Irlanda del Norte a permanecer en el mercado interior de la UE, por lo que los productos que viajan desde Gran Breta?a a ese territorio deben ser sometidos a controles aduaneros y sanitarios. La guerra de las salchichas que enfrent¨® a ambas partes el a?o pasado ten¨ªa que ver con eso: las grandes cadenas de supermercados brit¨¢nicas hab¨ªan frenado el env¨ªo de sus productos a sus establecimientos norirlandeses.
Downing Street propone establecer un ¡°pasillo verde¡± para las mercanc¨ªas procedentes de Gran Breta?a que permanecer¨ªan en territorio norirland¨¦s y no dar¨ªan el salto a la Rep¨²blica de Irlanda (territorio de la UE). Para esos productos, se suprimir¨ªan los controles. Y un ¡°pasillo rojo¡± para el resto de env¨ªos. Downing Street quiere que los est¨¢ndares de calidad impuestos en la zona sean los brit¨¢nicos, y no los de la UE. Y pretende m¨¢s flexibilidad impositiva, de modo que cualquier modificaci¨®n en su VAT (impuesto al valor a?adido, en sus siglas en ingl¨¦s) se traslade al IVA impuesto en Irlanda del Norte.
Asegura el Gobierno brit¨¢nico que est¨¢ dispuesto a aportar mejores datos inform¨¢ticos de sus intercambios comerciales, para que Bruselas tenga un mayor control. Y reclama que el Tribunal de Justicia de la UE no sea el organismo supervisor de las reglas del mercado comunitario en Irlanda del Norte, sino que se aplique un mecanismo de arbitraje similar al que se estableci¨® en el Tratado Comercial y de Cooperaci¨®n que firmaron Londres y Bruselas para evitar un Brexit duro.
La UE podr¨ªa contemplar algunas de estas propuestas, aunque otras le resultan completamente contrarias al esp¨ªritu del Protocolo. Y, sobre todo, recela de la verdadera voluntad y honestidad del Gobierno de Johnson, que ha demostrado en m¨¢s de una ocasi¨®n su intenci¨®n de usar las batallas con Bruselas m¨¢s como propaganda en su debate pol¨ªtico nacional que como t¨¢cticas negociadoras. Pero sobre todo, la idea de aprobar una ley en su Parlamento nacional para elegir o descartar las partes que le convienen del Protocolo de Irlanda es interpretada en Bruselas como una quiebra insoportable de la legalidad y los compromisos internacionales.
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