Un m¨¦dico famoso, un multimillonario y una trumpista extrema compiten en las primarias republicanas de Pensilvania
La batalla en ese Estado marca el camino a las legislativas de noviembre en Estados Unidos
Las elecciones del 8 de noviembre en Estados Unidos empiezan a decidirse este martes en Pensilvania. Dependiendo de qui¨¦n gane ahora las primarias en los partidos republicano y dem¨®crata, la balanza puede inclinarse a uno u otro lado dentro de seis meses en un Estado que se antoja clave para la mayor¨ªa en el Senado. La batalla est¨¢ siendo muy re?ida, especialmente en el Partido Republicano, al que pertenece el ahora due?o del esca?o, Pat Toomey, que se jubila. En ese duelo entre un m¨¦dico famoso y un inversor multimillonario ha emergido una tercera candidata, ni multimillonaria ni famosa, pero bastante extremista, que amenaza con dar la gran sorpresa. En el lado dem¨®crata, el favorito es un gigant¨®n de m¨¢s de dos metros que pide el voto en ropa deportiva y pantalones cortos.
El duelo por Pensilvania atrae todos los focos por ser un Estado donde ambos partidos tienen posibilidades reales, porque pone a prueba de nuevo la vigencia del trumpismo en el Partido Republicano, incluso m¨¢s all¨¢ del expresidente, y por la galer¨ªa de personajes que est¨¢n en liza. Ninguno deja indiferente.
El doctor Oz es el candidato recomendado por Trump. Mehmet Oz, de ascendencia turca, musulm¨¢n no practicante (nunca un musulm¨¢n ha llegado a senador en Estados Unidos), fue cirujano cardiotor¨¢cico, toda una eminencia en lo suyo. De ah¨ª se lanz¨® a la televisi¨®n y se vino arriba. Primero como invitado de Oprah Winfrey y luego con su programa en solitario, empez¨® a hablar de lo que sab¨ªa y tambi¨¦n de lo que no sab¨ªa. Con frecuencia daba recomendaciones pseudocient¨ªficas, directamente equivocadas o fuera de lugar. Aun as¨ª, hizo fama y fortuna (tiene un patrimonio de m¨¢s de 100 millones de d¨®lares) y quer¨ªa algo m¨¢s. Decidi¨® dar el salto a la pol¨ªtica y crey¨® que Pensilvania era el sitio m¨¢s apropiado.
El apoyo de Trump es su gran activo, y aprovecha cada ocasi¨®n que tiene, cada mensaje a los simpatizantes, cada intervenci¨®n en p¨²blico, cada entrevista o cada anuncio para insistir en ello hasta extremos casi rid¨ªculos. En algunos anuncios de su campa?a, Trump ocupa un espacio m¨¢s destacado que ¨¦l mismo. Y aun as¨ª, no termina de convencer a los votantes de su partido. Le reprochan que en el pasado fue tolerante con el aborto, cr¨ªtico del fracking para extraer petr¨®leo y partidario de un mayor control de las armas.
Esas cesiones al centrismo no se perdonan f¨¢cilmente en el Partido Republicano de la era Trump. Adem¨¢s, le consideran un paracaidista, alguien que hab¨ªa roto sus lazos con Pensilvania y que ha vuelto al Estado de forma oportunista porque es donde ve¨ªa que pod¨ªa competir por ser senador. El pasado 6 de mayo, en un acto multitudinario en Greensburg que cont¨® con la presencia del expresidente, parte de la gente que aclamaba a Trump abuche¨® al doctor Oz en su propio mitin.
Los ataques del expresidente
El gran rival de Oz parec¨ªa a¨²n en ese momento David McCormick. McCormick tiene el curr¨ªculo perfecto. Graduado en West Point y en Princeton, ocup¨® cargos de responsabilidad en la Administraci¨®n de George W. Bush, como subsecretario de Comercio, primero, y del Tesoro, despu¨¦s, teniendo que hacer frente a la crisis financiera internacional. En el sector privado fue consultor de McKinsey, jefe de FreeMarkets y en los ¨²ltimos a?os, consejero delegado de Bridgewater, la gestora de hedge funds, donde ten¨ªa un sueldo de 22 millones de d¨®lares anuales antes de lanzarse a la campa?a por el Senado.
Trump le ha tachado de ¡°republicano liberal de Wall Street¡± y ha dicho que es el candidato ¡°de los intereses especiales del establishment de Washington¡±. McCormick, mucho m¨¢s moderado que el expresidente en sus posiciones pol¨ªticas, ha tratado, sin embargo, de evitar un choque que ser¨ªa suicida para ¨¦l. Al rev¨¦s, ha contemporizado, buscado los puntos en com¨²n, elogiado a Trump e incorporado a su equipo a antiguos cargos del expresidente, a lo que este ha respondido con sorna: ¡°Si alguien ha estado a 200 millas de m¨ª, lo contrata¡±. En realidad, su propia esposa, Dina Powell, ahora en un puesto de alta direcci¨®n en Goldman Sachs, fue viceconsejera de Seguridad Nacional con Trump.
Pero la frase definitiva de Trump sobre McCormick fue esta: ¡°Puede que sea un tipo agradable, pero no es MAGA¡±, en referencia a las siglas de Make America Great Again, el lema de Trump, que se podr¨ªa traducir como ¡°que Am¨¦rica [por Estados Unidos] vuelva a ser grande¡±. No es MAGA, no es trumpista, no es uno de los suyos.
Oz y McCormick se han enfrentado a cara de perro y a golpe de talonario. Han gastado millones de d¨®lares en la campa?a, cerca de 15 millones de d¨®lares cada uno antes de la traca final. Y buena parte de ese dinero ha ido a hacer publicidad negativa del otro candidato, con cierto ¨¦xito. Al doctor Oz le acusan insistentemente de ser un RINO (Republican In Name Only, republicano solo de boquilla) y a McCormick de estar entregado a China, retorciendo hasta el delirio las relaciones comerciales y financieras que ha tenido con ese pa¨ªs.
Esquivando ese fuego cruzado y con un gasto m¨ªnimo en su campa?a, ha ido emergiendo con fuerza la figura de Kathy Barnette, una antigua comentarista pol¨ªtica que fracas¨® en su anterior intento de ser congresista y que tiene una historia personal tremenda. Su madre ten¨ªa 12 a?os cuando ella naci¨®. Hab¨ªa sido violada a los 11. Eso concede gran credibilidad a su posici¨®n contra el aborto, elevado a tema de campa?a por la filtraci¨®n del borrador de la sentencia del Supremo que har¨¢ que deje de ser legal en todo el pa¨ªs.
M¨¢s all¨¢ del aborto, si McCormick no es MAGA, Barnette es ultraMAGA. Su cuenta de Twitter est¨¢ llena de sorpresas. Sosten¨ªa que Obama era musulm¨¢n y que eso condicionaba su pol¨ªtica exterior. Public¨® m¨²ltiples mensajes islam¨®fobos y hom¨®fobos. Y en 2015 lleg¨® a tuitear: ¡°La pedofilia es una piedra angular del Islam¡±. Al ser interpelada por esos mensajes, sus respuestas han oscilado desde que son de hace mucho tiempo o que est¨¢n fuera de contexto, hasta la negaci¨®n contra toda evidencia, como cuando le ense?aron ese tuit suyo de 2015: ¡°No creo que sea yo. Nunca habr¨ªa dicho eso¡±.
Pese a ser casi m¨¢s trumpista que Trump, el expresidente se ha visto obligado a intervenir para cortar su ascenso. Trump apoy¨® inicialmente a Sean Parnell, que acab¨® retir¨¢ndose de la campa?a bajo acusaciones de violencia machista con su mujer. Si tampoco le sale bien el apoyo a Oz, har¨ªa un papel¨®n, as¨ª que atac¨® a su rival: ¡°Kathy Barnette nunca podr¨¢ ganar las elecciones [de noviembre] contra los dem¨®cratas de izquierda radical¡±, dijo en un comunicado el pasado jueves. ¡°Tiene muchas cosas en su pasado que no han sido debidamente explicadas o investigadas, pero si es capaz de hacerlo, tendr¨¢ un futuro maravilloso en el Partido Republicano y yo estar¨¦ con ella hasta el final¡±.
A Trump, Barnette no le disgusta, pero la ve demasiado extremista como para imponerse al candidato dem¨®crata. Esa es una de las paradojas de las primarias republicanas. Los candidatos de posiciones m¨¢s extremas tienen m¨¢s posibilidades de ganar dentro del partido, pero menos de vencer frente a los dem¨®cratas, lo que m¨¢s importa. En Estados claramente republicanos, eso no es un problema, pero en Pensilvania, puede serlo.
El principal candidato dem¨®crata tampoco es nada convencional. John Fetterman es vicegobernador del Estado, as¨ª que uno podr¨ªa imagin¨¢rselo haciendo campa?a de traje y corbata en hoteles y centros de convenciones. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Fetterman hace campa?a en pantalones cortos y sudadera, luciendo su perilla y alg¨²n tatuaje y reuni¨¦ndose con electores donde haga falta.
Tras esa apariencia antisistema hay un pol¨ªtico que defiende impulsar la sanidad p¨²blica, la reinserci¨®n de condenados, la legalizaci¨®n de la marihuana y la defensa de los derechos trans. Parte de su programa puede provocar rechazo en los votantes m¨¢s conservadores que espera atraer. Quiz¨¢ Conor Lamb, el segundo clasificado en las encuestas de las primarias dem¨®cratas, tendr¨ªa m¨¢s posibilidades, con su programa m¨¢s centrista, pero est¨¢ muy lejos en las encuestas. Fetterman parece tener las primarias en el bolsillo, aunque este domingo anunci¨® que un problema cardiaco le hab¨ªa llevado a ser hospitalizado dos d¨ªas antes. Aunque ha asegurado que ya est¨¢ mucho mejor y que va camino de recuperarse del todo, ha a?adido otra nota de suspense a la campa?a.
No es la ¨²nica carrera. En la de gobernador, Trump apoya a un candidato que est¨¢ tan obsesionado como ¨¦l con la teor¨ªa conspirativa de que le robaron las elecciones, Doug Mastriano. Mastriano y Barnette est¨¢n en sinton¨ªa y se apoyan mutuamente. Sin embargo, en el Partido Republicano, las corrientes m¨¢s moderadas tiemblan al pensar que ese pueda ser su ticket electoral el 8 de noviembre.
En las elecciones legislativas se renueva toda la C¨¢mara de Representantes y 36 de los 100 senadores. En el Senado, la C¨¢mara m¨¢s poderosa, la suerte est¨¢ echada en la gran mayor¨ªa de los Estados donde se compite, porque son de s¨®lida mayor¨ªa dem¨®crata o republicana. Solo hay un pu?ado verdaderamente en juego y teniendo en cuenta que ahora la divisi¨®n de fuerzas es de 50 a 50 senadores, cada uno cuenta.
Los republicanos se ven con m¨¢s fuerza por la baja popularidad del presidente, Joe Biden, y los problemas econ¨®micos (precios r¨¦cord de la gasolina, inflaci¨®n rampante, baja confianza del consumidor y, ahora, escasez de leche de f¨®rmula para lactantes). Y tienen su mirada puesta en Nevada, Arizona y Georgia, donde los dem¨®cratas se arriesgan a perder tres senadores. Por su parte, los dem¨®cratas tienen sus esperanzas en dos Estados en los que Biden gan¨® a Trump en 2020 y en los que acaban su mandato sendos senadores republicanos: Wisconsin y, sobre todo, Pensilvania.
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