Mario Draghi, el hombre que quiso domar a la bestia
El expresidente del BCE lider¨® durante 17 meses un Gobierno muy eficaz que logr¨® poner en marcha reformas aplazadas durante d¨¦cadas y devolver a Italia el prestigio internacional
La frase tiene varios padres, pero la versi¨®n m¨¢s extendida sostiene que fue el dictador Mussolini quien la pronunci¨® al ser interrogado por la dificultad que entra?a gobernar una volc¨¢nica naci¨®n como Italia. ¡°No es imposible, es completamente in¨²til¡±. Es probable que Mario Draghi y gran parte de los italianos que le apoyaban se convenciera de algo parecido ante la ¨²ltima crisis de Gobierno, que ha dado al traste con la legislatura en un momento de extrema fragilidad en el pa¨ªs y en Europa. Italia deber¨¢ ahora administrar la herencia de sus 17 meses de gobierno, en el que la rep¨²blica emprendi¨® una renovaci¨®n aplazada durante d¨¦cadas.
Italia hab¨ªa tenido en dos a?os y medio dos gobiernos de signo opuesto en cuya foto siempre aparec¨ªan el Movimiento 5 Estrellas y Giuseppe Conte, convertido casi por casualidad en primer ministro. Fueron a?os de turbulencias, populismo y amenazas a Europa. Pero la crisis que se avecinaba derivada de la pandemia, los problemas en la campa?a de vacunaci¨®n y los tradicionales movimientos s¨ªsmicos parlamentarios provocaron la segunda crisis de gobierno de la legislatura. El presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, ech¨® un vistazo a lo que en Italia se conoce como ¡°las reservas del Estado¡± y eligi¨® al hombre con mayor autoridad y prestigio del pa¨ªs: Mario Draghi. El expresidente del Banco Central Europeo (BCE) dud¨® un tiempo. Su leyenda corr¨ªa el riesgo de verse mancillada por el fango de la pol¨ªtica. Pero la idea de liderar un Gobierno de unidad nacional que legitimase democr¨¢ticamente lo que las urnas no le hab¨ªan dado termin¨® de convencerlo. Solo 17 meses despu¨¦s, ese elemento se ha esfumado.
Draghi eligi¨® un Ejecutivo mixto formado por t¨¦cnicos y pol¨ªticos. Supo satisfacer las necesidades de los partidos, pero encontr¨® tambi¨¦n a figuras de enorme prestigio en la sociedad civil y en el mundo empresarial para encargarse de carteras fundamentales como Econom¨ªa, Transici¨®n Ecol¨®gica o Innovaci¨®n digital. El nuevo primer ministro puso orden en el desaguisado creado por el anterior Ejecutivo en la redacci¨®n de los proyectos del plan de recuperaci¨®n, que deb¨ªan convertir a Italia en el mayor receptor de fondos europeos para paliar los efectos de la pandemia (nada menos que 230.000 millones de euros entre pr¨¦stamos y dinero a fondo perdido). Puso en marcha las reformas necesarias para recibir esa enorme inyecci¨®n econ¨®mica. Y, pese a que algunas de ellas encallaron y siguen pendientes (como la de la competencia), consigui¨® poner en ¨®rbita la de la justicia, la de la administraci¨®n p¨²blica y una parte importante de la del fisco. Nadie recordaba a un primer ministro en Italia que hubiera hecho tanto en tan poco tiempo.
El primer ministro, un hombre silencioso y poco habituado a las turbulencias de la pol¨ªtica italiana, cogi¨® las riendas del pa¨ªs en plena campa?a de vacunaci¨®n. Italia hab¨ªa sido uno de los pa¨ªses del mundo m¨¢s castigados por la pandemia. El primer lugar donde se detect¨® una de las zonas cero de su impacto. Y lo primero que hizo fue sustituir al hasta entonces comisario extraordinario, Domenico Arcuri, por un militar: el general Francesco Figluolo. Funcion¨®. La curva de vacunaci¨®n creci¨®, llegando a alcanzar un r¨¦cord de inoculaciones diarias. Y en ese periodo, Draghi fue inflexible y las medidas restrictivas no fueron atenuadas, liderando en Europa la imposici¨®n del certificado de vacunaci¨®n y la obligaci¨®n de la dosis para pr¨¢cticamente todas las actividades p¨²blicas, incluido el trabajo. La medida le cost¨® revueltas en la calle y dentro del Ejecutivo, pero aguant¨® el tipo y pudo sortear las pol¨¦micas.
El perfil internacional de Italia, extremadamente da?ado por los gobiernos populistas o por el recuerdo de las payasadas del ex primer ministro Silvio Berlusconi, volvi¨® a crecer enormemente. Y en un momento en el que Alemania y Francia se sum¨ªan en campa?as electorales internas, Draghi, empujado por su leyenda de salvador del euro, se erigi¨® en una de las voces de referencia de la Uni¨®n Europea. El primer ministro italiano, eso s¨ª, prefiri¨® recuperar el viejo esquema en el que el pa¨ªs funcionaba como bisagra en el eje franco-alem¨¢n (su predecesor, Giuseppe Conte, hab¨ªa apostado por el eje mediterr¨¢neo). Italia volvi¨® a ser protagonista ¡ªpara bien¡ª en las citas internacionales y organiz¨® con enorme ¨¦xito la ¨²ltima cumbre del G-20 en Roma. Todo el mundo quer¨ªa salir en la foto con el nuevo l¨ªder de moda.
Italia aprovech¨® ese tir¨®n y fue protagonista en el conflicto de Ucrania. Despu¨¦s de a?os de flirteos de todos los gobiernos con Mosc¨² (desde Berlusconi a los oscuros manejos del l¨ªder derechista Matteo Salvini), Draghi liquid¨® de ra¨ªz esa promiscuidad y apost¨® decididamente por el apoyo a Ucrania. Tanto, que le cost¨® la primera explosi¨®n que origin¨® la crisis de gobierno actual con el Movimiento 5 Estrellas. La apuesta decidida por el env¨ªo de armas a Kiev no fue compartida por sus socios grillinos, que decidieron oponerse a esa iniciativa para marcar un perfil propio que frenase la sangr¨ªa electoral y parlamentaria que sufr¨ªan. Todav¨ªa el mi¨¦rcoles, Draghi volvi¨® a apostar por ello cuando cre¨ªa que todav¨ªa hab¨ªa posibilidades de reconducir la situaci¨®n. La noche anterior lo hab¨ªa llamado el presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, para que no dimitiese. Pero ya no depend¨ªa de ¨¦l.
La foto de Draghi junto a los dirigentes franc¨¦s y alem¨¢n, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, en un tren viajando a Kiev, situ¨® la posici¨®n de Italia en este conflicto de forma m¨¢s n¨ªtida que nunca. La Italia de Draghi reivindicaba de forma contundente sus valores atlantistas y europe¨ªstas, algo no tan obvio despu¨¦s de a?os de turbulencias populistas y euroesc¨¦pticas. Un alivio para el jefe del Estado, Sergio Mattarella, principal defensor estos a?os de ese esquema tan vapuleado. Es el mismo hombre, precisamente, al que Draghi aspiraba a suceder al frente de la presidencia de la Rep¨²blica. Y es posible que justo en ese momento, el pasado febrero, comenzasen sus problemas.
La elecci¨®n del jefe del Estado confirm¨® que Draghi es un extraordinario gestor y uno de los hombres de mayor prestigio con los que cuenta Italia. No ha necesitado pasar a?os en la pol¨ªtica para ser aclamado por los ciudadanos y parte del Parlamento. Pero la volc¨¢nica pol¨ªtica del pa¨ªs requiere tambi¨¦n de otras cualidades que, quiz¨¢, no est¨¢n entre las mejores del primer ministro. En febrero fue v¨ªctima de todo tipo de trampas y trucos que le impidieron cambiar el Palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, por el del Quirinal, donde reside el jefe de Estado. Qued¨® algo tocado, pero se repuso r¨¢pido. A finales de julio, en pleno verano, cuando la mayor¨ªa de accidentes y cat¨¢strofes suelen producirse en Italia, ha vuelto a ser devorado por esa pulsi¨®n autodestructiva y grotesca de la pol¨ªtica italiana. Una naturaleza indomable que durante 17 meses logr¨® mantener a raya.
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