Nancy Pelosi, la l¨ªder dem¨®crata que impone su agenda a Biden
La tercera autoridad de EE UU, un peso pesado en el partido, desoye las advertencias de la Casa Blanca y provoca una crisis con su visita a Taiw¨¢n
La disciplina de partido es muy el¨¢stica en Estados Unidos, como bien sabe el presidente Joe Biden. Destacados dem¨®cratas, casi siempre los mismos (Joe Manchin, Kirsten Sinema), se comportan como versos libres, ...
La disciplina de partido es muy el¨¢stica en Estados Unidos, como bien sabe el presidente Joe Biden. Destacados dem¨®cratas, casi siempre los mismos (Joe Manchin, Kirsten Sinema), se comportan como versos libres, poniendo zancadillas a proyectos de ley impulsados por la Casa Blanca y haci¨¦ndolos descarrilar en ocasiones, pero ninguno hab¨ªa llegado al extremo de empujar al mundo al borde de un conflicto con fuego real. A Nancy Pelosi (Baltimore, 82 a?os), presidenta de la C¨¢mara de Representantes y tercera autoridad del pa¨ªs, le cupo ese dudoso honor gracias a su pol¨¦mica visita a Taiw¨¢n esta semana, en la que corrobor¨® su apuesta por el mundo libre. ¡°La determinaci¨®n de Estados Unidos de preservar la democracia aqu¨ª en Taiw¨¢n y alrededor del mundo se mantiene inalterable¡±, dijo el mi¨¦rcoles en Taip¨¦i. ¡°Estados Unidos ha venido para dejar claro que no abandonaremos a Taiw¨¢n¡±, a?adi¨®, con ese plural mayest¨¢tico que arrastraba a Joe Biden y a cuantos, en Washington, tem¨ªan las consecuencias de su excesivo entusiasmo, entre ellas, la provocaci¨®n gratuita a China.
Pelosi es uno de los pesos pesados del establishment dem¨®crata, blanco y cuajado de figuras hist¨®ricas como ella, eternizadas casi en la pol¨ªtica: congresista por California desde 1987, ha ostentado la presidencia de la C¨¢mara baja en dos periodos, entre 2007 y 2011, parte del mandato de Barack Obama, y desde 2019, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo. Por tanto, pese a las advertencias de Biden sobre la inconveniencia de la visita a la isla, su iniciativa no parece un desliz biso?o, sino una decisi¨®n que responde a su propia agenda, y probablemente tambi¨¦n a la de parte del Congreso, incluidos muchos dem¨®cratas, partidarios de un apoyo m¨¢s decidido a Taiw¨¢n que el ofrecido por la, a su juicio, timorata diplomacia de Washington. Halcones de ambos partidos empujan a Biden a endurecer su pol¨ªtica hacia China y el Senado ten¨ªa previsto abordar esta semana una ayuda militar a Taiw¨¢n por 4.500 millones de d¨®lares (unos 4.420 millones de euros), as¨ª como declarar a la isla ¡°aliado principal no miembro de la OTAN¡±, pero el comandante en jefe ha pedido contenci¨®n para no atizar m¨¢s el incendio en torno a una isla autogobernada que Pek¨ªn considera suya.
La pol¨ªtica le viene a Nancy Pelosi de familia, pues su padre, Thomas D¡¯Alessandro, fue un destacado dem¨®crata en la ¨¦poca del New Deal del presidente Roosevelt. Pelosi es su apellido de casada, tambi¨¦n de origen italoamericano y fiel, por tanto, a tradiciones como una prole numerosa (cinco hijos) y un catolicismo cultural, no exento de fricciones con la curia, como en su defensa del derecho de las mujeres a abortar. Igual que a Biden, tambi¨¦n cat¨®lico, esa postura le ha causado m¨¢s de un quebranto. El primero, serle denegada la comuni¨®n por el arzobispo de su di¨®cesis. A finales de junio, en una visita al Vaticano, Pelosi, vestida de negro riguroso, comulg¨® en una misa celebrada por Francisco en la bas¨ªlica de San Pedro. No hay im¨¢genes de la comuni¨®n, que fue confirmada por dos fieles contiguos a ella, pero Pelosi y su esposo s¨ª se fotografiaron con el pont¨ªfice antes de la eucarist¨ªa.
Tras licenciarse en Ciencias Pol¨ªticas en Washington en 1962, y dedicar seis a?os a criar a sus hijos en Nueva York, los Pelosi se mudaron a San Francisco en 1968. All¨ª empez¨® su carrera como voluntaria dem¨®crata. Pronto destac¨® por su talento en las campa?as de recaudaci¨®n de fondos, factor clave del ¨¦xito o el fracaso de un pol¨ªtico en EE UU. De ah¨ª dio el salto al Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata, el puente de mando del partido, y, poco despu¨¦s, al Congreso estatal. L¨ªder del partido en el Congreso desde 2003 ¨Dotro techo de cristal roto¨D, Pelosi recurre a su experiencia personal para arbitrar entre facciones opuestas de la formaci¨®n. Ella lo llama la estrategia ¡°madre de cinco hijos¡±.
Pese al equilibrio que propugna en pro de la unidad del partido, ha dado numerosas muestras de alinearse con la facci¨®n m¨¢s abierta o liberal ¨Daunque las filiaciones son sui g¨¦neris en EE UU, sin correspondencia exacta con la definici¨®n formal del concepto¨D, votando a favor de medidas de control de armas y el derecho al aborto, o en contra de la guerra de Irak. Sus cr¨ªticos le echan en cara que su ¡°izquierdismo de la costa oeste¡±, tambi¨¦n llamado ¡°costa izquierda¡± ¨Dun trasunto de la izquierda caviar europea¨D, la mantiene alejada del pa¨ªs real. El microclima pol¨ªtico de San Francisco, como el de Washington, fue una de las dianas elegidas por Donald Trump para arremeter, con ¨¦xito, contra las ¨¦lites dem¨®cratas ensimismadas y ajenas al estadounidense de a pie.
Al elitismo de Pelosi le sobran ceros. Su esposo, el empresario Paul Pelosi, propietario del equipo de f¨²tbol americano Sacramento Mountain Lions, ha protagonizado varias operaciones financieras rayanas a veces en el uso de informaci¨®n privilegiada. A finales de julio, Paul Pelosi vendi¨® por cuatro millones de d¨®lares casi 5.000 acciones del fabricante de chips Nvidia, justo d¨ªas antes de que la C¨¢mara aprobase un importante paquete legislativo que prev¨¦ subsidios y cr¨¦ditos fiscales para impulsar la industria de los semiconductores en EE UU. No es el ¨²nico ejemplo dudoso, pero la presidenta de la C¨¢mara siempre ha cerrado filas con el padre de sus hijos, incluso despu¨¦s de que fuera detenido en mayo en California por conducir ebrio un Porsche que se vio envuelto en un accidente. El marido de la dirigente se declar¨® inocente esta semana ante un tribunal.
Tras la llegada de Obama a la presidencia, y en plena Gran Recesi¨®n, la pol¨ªtica ayud¨® al presidente a sacar adelante su programa de est¨ªmulos, por valor de 787.000 millones, en febrero de 2009 en el Congreso; un a?o despu¨¦s, tambi¨¦n la reforma sanitaria conocida como Obamacare. Pelosi nunca ha escatimado apoyos a medidas sociales como las que hoy alienta Biden. Su papel tambi¨¦n result¨® determinante para evitar el cierre de la Administraci¨®n durante el ¨²ltimo tramo del mandato de Trump, logrando torcer el brazo a este. En enero de 2020 abri¨® el proceso del primer impeachment al republicano, del que fue absuelto, y un a?o despu¨¦s, abander¨® la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n del asalto al Capitolio por trumpistas insurrectos.
En EE UU los representantes se deben a sus circunscripciones y sus votantes, m¨¢s que al partido y, desde luego, a cualquier otra autoridad terrenal o celestial. Ante la disyuntiva que le plante¨® el conservador arzobispo de San Francisco, el tambi¨¦n italoamericano Salvatore Cordileone, retraerse de defender el derecho al aborto o comulgar, Pelosi ha contestado calificando la derogaci¨®n de la doctrina Roe contra Wade por el Tribunal Supremo de decisi¨®n ¡°escandalosa y desgarradora¡± que obedece al ¡°objetivo oscuro y extremo del Partido Republicano de arrebatar el derecho de las mujeres a tomar sus propias decisiones de salud reproductiva¡±. De que Pelosi no se achanta ni ante un mitrado da prueba la continuaci¨®n de su visita por Asia mientras el estrecho de Taiw¨¢n echaba literalmente chispas. Para quien se manifest¨® en 1991 en la plaza de Tiananm¨¦n de Pek¨ªn con una pancarta dedicada ¡°a los que murieron por la democracia en China¡±, incluso el fuego real parece poca cosa.
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