El legado envenenado de Boris Johnson
El primer ministro deja un Brexit sin contenido, una inflaci¨®n galopante y unas p¨¦simas expectativas electorales para el Partido Conservador
Edith naci¨® en Londres, pas¨® la mitad de su vida en Nigeria y se dedica a la orientaci¨®n laboral para j¨®venes a trav¨¦s de un organismo p¨²blico. Edith es una mujer negra, de poco m¨¢s de 50 a?os. Y rompe todos los prejuicios asociados a la pol¨ªtica. No porque est¨¦ afiliada al Partido Conservador ¡ªeso ya no sorprende a nadie¡ª, sino porque ya echa de menos a Boris Johnson. Y porque entre Liz Truss ¡ªcon sus ¨ªnfulas de Margaret Thatcher y su obsesi¨®n con bajar impuestos¡ª y Rishi Sunak ¡ªcon un discurso articulado y realista: la promesa de un primer ministro conservador de origen indio¡ª, Edith se queda con Truss. ¡°La gente todav¨ªa cree en la lealtad, m¨¢s o menos. Y Rishi no dud¨® en apu?alar por la espalda a su jefe. Es muy bueno, y no le resto m¨¦rito. Habr¨ªa sido el sucesor natural de Boris Johnson, si hubiera dejado que las cosas siguieran su cauce¡±, explica desde el asiento que ocupa en el Wembley Arena, al norte de Londres. Es mi¨¦rcoles, y se celebra el ¨²ltimo hustings de las primarias conservadoras. As¨ª llaman a las asambleas con afiliados en las que Sunak y Truss, durante todo el mes de agosto, han expuesto sus planes y han respondido a las preguntas de los miembros del partido. Este lunes se comunicar¨¢ oficialmente el ganador de la contienda, pero las encuestas ya anticipan de modo demoledor (con una ventaja de m¨¢s de 30 puntos porcentuales) que la actual ministra de Exteriores ser¨¢ la sucesora de Johnson, que deja el cargo el martes.
?Y ya se ha olvidado la gente de todo el esc¨¢ndalo de las fiestas en Downing Street durante el confinamiento, o de las mentiras del primer ministro? ¡°No¡±, responde Edith, ¡°pero tampoco considero justo que se haya cargado sobre sus hombros la responsabilidad completa. Todos cometemos errores, pero ninguno de los mandos intermedios quiso asumirlos¡±.
Boris Johnson no ha puesto a¨²n un pie fuera de Downing Street, y ya se ha empezado a construir su leyenda. Su nombre cosecha aplausos en los actos de partido, cada vez que se pronuncia. Sunak se ve obligado a justificar, con escasa convicci¨®n, por qu¨¦ dimiti¨® como ministro de Econom¨ªa y aceler¨® la ca¨ªda del pol¨ªtico m¨¢s popular de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Truss no desaprovecha cada ocasi¨®n para recordar a los militantes que ella s¨ª se ha mantenido fiel a su jefe hasta el final.
La historia, habitualmente, la escriben los vencedores. Johnson ha logrado la proeza de salir por la puerta de atr¨¢s, pero tambi¨¦n que sus propios detractores le atribuyan tres logros indelebles que, como m¨ªnimo, resultan cuestionables: fue el hombre que logr¨® culminar el Brexit ¡ªcuando podr¨ªa afirmarse que sigue siendo m¨¢s un arma pol¨ªtica que un proyecto dotado de contenido¡ª; fue el responsable de la campa?a de vacunaci¨®n de la covid-19 m¨¢s exitosa y r¨¢pida de Europa ¡ªse adelant¨® unas semanas al resto de pa¨ªses, despu¨¦s de una gesti¨®n desastrosa¡ª; y ha liderado al mundo en la defensa de Ucrania frente a la agresi¨®n rusa ¡ªsu implicaci¨®n personal es indiscutible, y los ucranios le adoran, pero su respuesta ha estado en l¨ªnea con las de EE UU y la UE¡ª.
¡°Va a hacer un Berlusconi. Lo vamos a tener pronto merodeando, a la espera de poder protagonizar un retorno populista a la pol¨ªtica¡±, anticipaba hace unos d¨ªas en una entrevista al diario The Guardian Rory Stewart, el exministro conservador iconoclasta que intent¨® competir contra Johnson por el liderazgo del Partido Conservador en 2019, y que lleva despreciando a su rival desde entonces. ¡°Necesitamos seguir recordando a la gente por qu¨¦ se fue. Se tendr¨ªa que haber ido mucho antes. Todo lo que hizo fue profundamente vergonzoso, y muy peligroso¡±, se?alaba Stewart.
La mayor¨ªa de los votantes brit¨¢nicos no olvida nada de eso. Un 68% sigue teniendo una opini¨®n nefasta del desempe?o de Johnson como primer ministro, seg¨²n el ¨²ltimo sondeo de YouGov, realizado este 29 de agosto. Pero cuando el espejo se gira hacia los votantes conservadores, la imagen que refleja es otra. Un 49% de ellos, seg¨²n la encuesta publicada por The Times a mediados de este mes, creen que el pol¨ªtico defenestrado deber¨ªa seguir al frente del pa¨ªs. Una cifra superior incluso al apoyo total que cosechan entre esa misma parroquia los dos aspirantes a sucederle. Los diputados tories que acuden estos d¨ªas a sus circunscripciones y se re¨²nen con los electores detectan un creciente ¡°remordimiento del vendedor¡± (seller?s remorse, en la expresi¨®n inglesa), el arrepentimiento que puede sufrir el propietario de una casa despu¨¦s de haberla puesto en venta. Eso explicar¨ªa el masivo apoyo a la candidatura de Truss, sin una d¨¦cima parte del carisma de Johnson, pero con el mismo tono de dureza respecto a la UE, la inmigraci¨®n irregular o las pol¨ªticas identitarias de la izquierda.
¡±No me lo explico, m¨¢s all¨¢ de que quiz¨¢ ella, al igual que Johnson, es capaz de llegar a un votante de clase media trabajadora al que no llega Sunak¡±, reflexiona en voz alta Mark. Junto a su esposa, este matrimonio urbanita, londinense y econ¨®micamente acomodado, tambi¨¦n ha acudido al Wembley Arena. Respaldan a Sunak, pero son conscientes de que sus posibilidades de triunfo rozan lo imposible. ¡°Es el m¨¢s inteligente y elocuente de los dos, no tengo la menor duda. Pero probablemente tiene una tendencia al exhibicionismo que le pierde¡±, se?ala.
Eran m¨¢s los carteles de Ready for Rishi (Preparados para Rishi) que se ve¨ªan en el pabell¨®n londinense que los de In Liz We Truss (En Truss confiamos, un juego de palabras que recuerda el In God We Trust del billete de d¨®lar estadounidense). Pero probablemente se trataba de un espejismo. Londres siempre ha ido a contracorriente del resto del pa¨ªs. Eligi¨® a un alcalde llamado Boris Johnson cuando los laboristas segu¨ªan en Downing Street.
Johnson toca la lira
Este verano, anunciada su dimisi¨®n, Johnson ha celebrado su aniversario de boda en la mansi¨®n de los Cotswolds ¡ªla zona acaudalada del sur de Inglaterra¡ª de un amigo y donante del Partido Conservador. Ha pasado unos d¨ªas en un spa de lujo en Eslovenia. Se ha paseado en un caza militar, durante una exhibici¨®n aeron¨¢utica. Se present¨® por sorpresa en la reuni¨®n de su ministro de Econom¨ªa, Nadhim Zahawi, con las empresas de gas y electricidad. Ha estado de vacaciones en Grecia. Ha visitado por sorpresa, en Kiev, a su amigo Volod¨ªmir Zelenski. Y ha expresado su convicci¨®n de que el Reino Unido es un gran pa¨ªs y superar¨¢ la inflaci¨®n galopante y la crisis energ¨¦tica que sufre. Sin tomar una sola medida. A la espera de que llegue su sucesor.
Ha habido huelgas en el ferrocarril, en el transporte urbano, en el principal puerto de entrada de mercanc¨ªas al Reino Unido. La inflaci¨®n se sit¨²a ya en el 10,1%, y los sindicatos anticipan un oto?o caliente, con un coste de la vida insostenible para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. El Banco de Inglaterra da por descontada la recesi¨®n, con cinco trimestres seguidos por delante de cifras negativas de crecimiento. La factura de la luz y el gas de los hogares brit¨¢nicos ha aumentado un 80%, y surgen campa?as de desobediencia civil que animan a los ciudadanos al impago. Johnson, como Ner¨®n ante Roma en llamas, toca la lira. Tiene ya apalabrado un libro de memorias sobre sus tres a?os al frente de Downing Street, y la cifra, seg¨²n c¨¢lculos modestos, no bajar¨¢ del mill¨®n de euros. Varios peri¨®dicos y semanarios pujan ya por sus columnas. Si se incorpora a la ronda de exdirigentes que recorren el mundo para dar discursos, puede aspirar a 300.000 euros por intervenci¨®n en el circuito estadounidense.
Johnson puede permitirse contemplar las tribulaciones de su sucesor desde la barrera, mientras ¨¦l hace dinero y deja notar su presencia. Si se mantiene como diputado, ese sueldo ser¨¢ probablemente su cuarta o quinta fuente de ingresos en orden de importancia. ¡°As¨ª que, si Johnson no parece ahora interesado en promover su legado [como intentaron hacer David Cameron o Theresa May en sus ¨²ltimos meses en Downing Street], eso no significa que la cuesti¨®n no le preocupe. Est¨¢ impaciente por salir de la jaula y comenzar a ocuparse de ello. Como Churchill, tiene intenci¨®n de asegurarse de que la historia sea amable con ¨¦l, porque va a ser ¨¦l quien la escriba¡±, ha se?alado estos d¨ªas el analista William Atkinson en ConservativeHome, el foro de lectura obligatoria para los tories.
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