?Vuelve el Reino Unido a ser el enfermo de Europa?
El pa¨ªs concentra males en su econom¨ªa como el incremento del precio de la energ¨ªa, una espiral alcista y escasez de mano de obra con un Gobierno paralizado a la espera del sucesor de Boris Johnson
Las decenas de estibadores que llevan toda la semana plantados en la rotonda de acceso al puerto de Felixstowe, en la costa este de Inglaterra, reciben constantes muestras de apoyo, con el sonido del claxon o a viva voz desde la ventanilla, por parte de los conductores que pasan cerca de ellos. 1.900 trabajadores de la principal puerta de acceso a las mercanc¨ªas que llegan al Reino Unido ¡ªun 43% de las importaciones¡ª han respaldado masivamente una huelga de ocho d¨ªas. Piden un aumento salarial cercano al 10%, el nivel en el que se sit¨²a actualmente la inflaci¨®n del pa¨ªs. La empresa, que en 2020, en el pico de la pandemia, lleg¨® a tener unos beneficios de 72 millones de euros antes de impuestos, ofrece un incremento cercano al 7,5%. No hay entendimiento.
Tampoco lo ha habido en otras huelgas que han convertido estos dos ¨²ltimos meses en el ¡°verano del descontento¡± brit¨¢nico: ferrocarriles, autobuses, metro, trabajadores del servicio postal y hasta abogados del turno de oficio. ¡°La gente est¨¢ harta. Y aqu¨ª en Felixstowe, donde toda la comunidad depende de la econom¨ªa del puerto, puedes comprender mejor que en ning¨²n sitio que los ciudadanos ya no aguantan m¨¢s, ya no pueden seguir adelante¡±, explica Miles Hubbard, el representante regional del poderoso sindicato Unite, que ha organizado y respaldado por completo la movilizaci¨®n de los trabajadores del puerto.
Cuando a finales de junio la central RMT (Ferrocarriles, Mar¨ªtimo y Transporte) logr¨® que 40.000 trabajadores de la empresa p¨²blica Network Rail y de otras 13 operadoras privadas respaldaran mayoritariamente una huelga en d¨ªas laborales intermitentes, el Gobierno de Johnson lleg¨® a pensar que el viento jugar¨ªa a su favor, y que un pulso con los sindicatos acabar¨ªa poniendo de su parte a una ciudadan¨ªa hastiada. Nada m¨¢s lejos de lo que ocurri¨®. El apoyo de la poblaci¨®n a las reivindicaciones salariales ha sido constante. La principal confederaci¨®n brit¨¢nica de organizaciones de trabajadores, TUC, advirti¨® seriamente de los conflictos en cascada que se avecinaban, a medida que avanzara el a?o: profesores, enfermeros, empleados de correos, funcionarios municipales, estibadores...¡± ¡°Llevan una d¨¦cada de sueldos congelados, o recortados, y cada vez lo sienten m¨¢s en sus bolsillos¡±, anunciaba Frances O?Grady, la secretaria general de TUC.
Europa se dirige hacia una recesi¨®n, pero el Reino Unido simboliza la tormenta perfecta, y son muchos los economistas que comienzan a preguntarse si, de nuevo, como ya ocurri¨® a finales de la d¨¦cada de los setenta, el pa¨ªs que ha dejado Boris Johnson a mitad de su mandato, y que a¨²n no cuenta con un Gobierno estable, vuelve a ser ¡°el enfermo de Europa¡±. Todo lo que est¨¢ ocurriendo en el continente se ve agravado en la isla.
El aumento del precio del gas y de la electricidad afecta a muchos pa¨ªses, pero el modo en el que est¨¢n haciendo frente al problema tanto el Gobierno como las instituciones brit¨¢nicas lleva al Reino Unido derecho a una grave situaci¨®n de pobreza energ¨¦tica. Desde que, en 2019, la primera ministra conservadora, Theresa May, impuso l¨ªmites al precio medio anual que las empresas pod¨ªan cargar a los consumidores, el organismo regulador de la Oficina de los Mercados del Gas y la Electricidad (Ofgem, en sus siglas en ingl¨¦s) revisa cada seis meses ¡ªahora cada tres, para evitar mayores disrupciones en el mercado¡ª ese tope. En octubre de 2021, la cifra era de unos 1.500 euros anuales medios por hogar. Para el mismo mes de 2022, Ofgem confirmaba este mismo viernes que el precio subir¨¢ hasta los 4.200 euros.
¡°Hay que actuar, y hay que actuar ya. Este gobierno zombi necesita despertar antes del 5 de septiembre [la fecha prevista para el anuncio del sustituto de Johnson]. El debate por el liderazgo del Partido Conservador no puede ignorar por m¨¢s tiempo este cataclismo nacional, que afecta a la salud mental e incluso a la propia vida de las personas¡±, asegura Martin Lewis, el fundador de la p¨¢gina web MoneySavingExpert.
Tambi¨¦n en este terreno, a soluciones dr¨¢sticas se responde con propuestas dr¨¢sticas. El movimiento Don?tPayUK (No Pagues, Reino Unido), que lleva recogidas casi 150.000 firmas, se propone alcanzar un mill¨®n de apoyos, y que todos ellos dejen de pagar a las suministradoras energ¨¦ticas a partir del 1 de octubre, si el aumento de los precios resulta insostenible. ¡°El impago masivo no es una idea nueva¡±, explican en su p¨¢gina web los impulsores de la protesta. ¡°Ya ocurri¨® en el Reino Unido a finales de la d¨¦cada de los ochenta y durante los noventa, cuando cerca de 17 millones de personas se negaron a pagar la Poll Tax [el Impuesto de Capitaci¨®n, fijo por persona al margen de su renta o recursos], y acabaron derribando al Gobierno¡±, afirman.
Las redes sociales han hecho mucho m¨¢s poderoso un movimiento de este tipo, que utiliza adem¨¢s una respuesta gradual para incrementar la presi¨®n sobre las empresas. El primer paso de los ciudadanos rebeldes ser¨ªa cancelar la domicializaci¨®n de sus recibos. De ese modo, evitan que la compa?¨ªa cobre primero y d¨¦ explicaciones despu¨¦s. Mo Budd, una sacerdote anglicana de 35 a?os del sur de Londres, fue de las primeras en dar publicidad y sumarse a la causa. ¡°Ninguno de nosotros quiere saltarse la ley ni tener problemas con las empresas energ¨¦ticas¡±, explicaba entonces al diario The Times. ¡°Pero como persona de fe, es mi deber actuar en solidaridad con los m¨¢s vulnerables de mi comunidad¡±.
A diferencia de otros pa¨ªses como Francia o Espa?a, que han actuado directamente sobre los precios mayoristas de la energ¨ªa para aliviar a los ciudadanos, el Gobierno conservador de Johnson ha dejado que las empresas repercutan sobre los consumidores todos los aumentos en el precio del gas. A pesar de que Rishi Sunak, uno de los dos contendientes en el proceso de primarias puesto en marcha este verano para elegir un nuevo primer ministro, anunci¨® el pasado junio ayudas de casi 500 euros por hogar, para hacer frente al gasto energ¨¦tico, el aceler¨®n en la subida de los precios ha convertido esas subvenciones en insuficientes. Tanto Sunak, como su rival y clara favorita en las encuestas, Liz Truss, han evitado cualquier propuesta que incida directamente en el modo en que operan las empresas. Es cierto, que, aunque a rega?adientes, Sunak aprob¨® finalmente un impuesto extraordinario ¡ªwindfall tax, en el t¨¦rmino ingl¨¦s¡ª a los ¡°beneficios ca¨ªdos del cielo¡± de las energ¨¦ticas, pero, en t¨¦rminos generales, los dos competidores por el liderazgo conservador solo proponen una rebaja del IVA o m¨¢s ayudas directas a las familias.
Un Gobierno en precario
A punto de entrar de lleno en la senda de la recesi¨®n ¡ªen el segundo trimestre del a?o, el PIB decreci¨® un 0,1%, y el Banco de Inglaterra pronostica cinco trimestres consecutivos de descenso¡ª, el Partido Conservador sigue enzarzado en su competici¨®n interna, con visiones contradictorias y confusas por parte de los dos rivales sobre el modo en que piensan encarar la tormenta perfecta si finalmente llegan a Downing Street.
La que m¨¢s posibilidades tiene de llegar a la meta, Truss, apuesta firmemente por una bajada r¨¢pida de impuestos, a pesar de la que la inflaci¨®n est¨¦ desbocada. El exministro de Econom¨ªa, Sunak, quiere presentarse como un pol¨ªtico con una responsabilidad fiscal superior a la de su competidora, que es consciente de los problemas y no quiere jugar con fuego. No parece que su mensaje cale entre los 160.000 afiliados que deben elegir al sucesor de Johnson. Para a?adir tensi¨®n, Truss ha puesto en duda la respuesta llevada a cabo hasta ahora por el Banco de Inglaterra para frenar la inflaci¨®n ¡ªdesde diciembre de 2021 ha subido ya los tipos de inter¨¦s desde el 0.1% al 1,75%¡ª, y hasta la independencia de la autoridad monetaria, que consolid¨® el entonces primer ministro laborista, Gordon Brown, en 1997.
Y para colmo, el Brexit
Por mucho que los pocos nost¨¢lgicos de la UE que a¨²n sobreviven en el Parlamento de Westminster sigan culpando al Brexit de todos los males actuales del Reino Unido, lo cierto es que el declive actual es generalizado. Pero tambi¨¦n es cierto que el pa¨ªs concentra en su econom¨ªa los males de Europa (fuerte incremento en los precios de energ¨ªa y alimentos importados) y de Estados Unidos (espiral de subida en el precio de los servicios, con escasez de mano de obra). Y la salida de la UE no ha ayudado. ¡°El Brexit est¨¢ haciendo que todo sea m¨¢s duro. Sigue siendo muy complicado para las empresas exportar al que a¨²n es su principal mercado, la UE; hay unas fricciones que antes no exist¨ªan¡±, explica Duncan Weldon, investigador de mercados y autor de un libro en el que ha repasado y analizado 200 a?os de historia econ¨®mica del Reino Unido.
La historia nunca se repite de modo exacto. La crisis energ¨¦tica y la espiral de inflaci¨®n que acabaron provocando el ¨¦xito neoliberal de Margaret Thatcher no tienen nada que ver con la situaci¨®n actual. Y la flexibilidad actual del mercado laboral, junto con la debilidad sindical, evitan que la conflictividad actual se acerque a los niveles de finales de los a?os setenta. Suenan, sin embargo, ecos similares. Se vuelve a hablar del Reino Unido como el enfermo de Europa. Con una diferencia sustancial: en las dos ocasiones anteriores, la receta fue incorporarse, o comprometerse m¨¢s, con la Uni¨®n Europea. Y eso hoy est¨¢ fuera del tablero.
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