Juezas afganas: ¡°Cuando llegaron los talibanes, solo pens¨¦ en huir para salvar mi vida¡±
Ocho de las m¨¢s de 150 magistradas afganas exiliadas tras la llegada al poder de los fundamentalistas luchan por empezar una nueva vida en Espa?a
La magistrada afgana Helena Hofiany (Paru¨¢n, 39 a?os) supo aquel 15 de agosto de 2021 que una doble venganza se cern¨ªa sobre ella y su familia. Un compa?ero del Tribunal Supremo de Afganist¨¢n le acababa de confirmar que los talibanes hab¨ªan recuperado el poder, y esta jueza de lo penal dio su venganza contra ella por segura, porque de su firma hab¨ªan salido las condenas por terrorismo contra varios fundamentalistas. El segundo ajuste de cuentas que Hofiany tem¨ªa era el de otros criminales a los que hab¨ªa mandado a la c¨¢rcel de Pul-e-Charkhi de Kabul, la m¨¢s grande del pa¨ªs, cuyas puertas abrieron los talibanes al llegar a la capital afgana. La jueza ya no volvi¨® a su casa: ¡°Solo pens¨¦ en huir para salvar mi vida y la de mi familia¡±, rememora. Desde el tribunal parti¨® al exilio, no sin dejar tras de s¨ª casi todos sus documentos quemados. Su huida acab¨® en Madrid, donde vive desde finales de 2021, explic¨® este lunes en unas jornadas de la Asociaci¨®n Mujeres Avenir celebrada en la capital en las que participaron cinco mujeres que fueron juezas en Afganist¨¢n y que ahora son, o luchan por serlo, refugiadas en Espa?a.
Hofiany esperaba a su segunda hija cuando tuvo que escapar con su marido y con su hija mayor, de tres a?os. Su embarazo era de riesgo ¡ªpadec¨ªa diabetes gestacional¡ª y durante 40 d¨ªas estuvo escondida en un pueblo cercano a Kabul, donde sus temores se confirmaron. ¡°Los talibanes estaban buscando puerta por puerta a quienes hab¨ªamos trabajado para el Gobierno¡±. Tanto ella como las otras cuatro magistradas ¡ªNazima Nezrabi, Gulalai Hotak, Friba Quraishi, Safia Jan Mohammad¡ª que participaron en las jornadas Juezas afganas refugiadas en Espa?a: ninguna conquista es irreversible, lograron salir de Afganist¨¢n y llegar a Espa?a gracias a otras juezas, colegas de otros pa¨ªses que sab¨ªan que en Afganist¨¢n una mujer con poder, m¨¢xime si ese poder era en un tribunal, no pod¨ªa dejar de ser un objetivo para los radicales.
Con los talibanes reci¨¦n instalados en el poder, la Asociaci¨®n Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ en sus siglas en ingl¨¦s) y la Asociaci¨®n de Mujeres Juezas de Espa?a (AMJE) se movilizaron. Organizaron una especie de ferrocarril clandestino; un comit¨¦ de apoyo, no solo para sacar a sus colegas de Afganist¨¢n, sino para esconderlas en pisos francos mientras no pudieran atravesar las fronteras del pa¨ªs. Este comit¨¦ de apoyo ha logrado sacar de Afganist¨¢n a m¨¢s de 150 de las aproximadamente 250 juezas que hab¨ªa en el pa¨ªs en 2020, seg¨²n un c¨¢lculo del instituto de estudios noruego Michelsen.
Promesas rotas
La jueza Hofiany y sus colegas sonr¨ªen casi hasta la carcajada cuando se les pregunta si alguna vez creyeron en la promesa que hicieron los talibanes el 17 de agosto de 2021 ¡ªdos d¨ªas despu¨¦s de asaltar el palacio Presidencial de Kabul, ya desierto por la huida del anterior presidente Ashraf Ghani¡ª de que no habr¨ªa venganza. Como Hofiany, ninguna esper¨® a comprobarlo pues, como se?al¨® en las jornadas Carmen Delgado ¡ªletrada del Tribunal Constitucional y miembro de la Asociaci¨®n de Mujeres Juezas de Espa?a¡ª todas ten¨ªan en com¨²n haber ejercido en lo penal y enviado a la c¨¢rcel por terrorismo a talibanes.
En Espa?a, donde nacieron las hijas de dos de ellas ¡ªla jueza Nazima Nezrabi (Kabul, 30 a?os), la primera en llegar en agosto de 2021, estaba tambi¨¦n embarazada¡ª, su desaf¨ªo es ahora ¡°buscar un piso, algo casi imposible sin un contrato de trabajo¡±, escolarizar a sus hijos que apenas hablan espa?ol y encontrar un trabajo. Empezar una nueva vida en la que estas cinco juezas de trayectoria brillante ¡ªvarias eran magistradas del Tribunal Supremo, otras tienen dos licenciaturas¡ª solo pueden aspirar ahora a un trabajo de supervivencia mientras sue?an con volver a estudiar ¡°para al menos ejercer de nuevo como abogadas¡±, coinciden. Solo dos de ellas, Hofiany y Nezrabi, tienen ya el estatuto de refugiadas pol¨ªticas. De estas cinco juezas, tres viven en Madrid, una en Pamplona y otra en Bilbao, en centros de primera acogida o bien en pisos compartidos.
En Afganist¨¢n quedan otras juristas como ellas que siguen esperando poder salir del pa¨ªs, la mayor¨ªa escondidas en territorio afgano o en pa¨ªses vecinos. El 8 de agosto, la asociaci¨®n Juezas y Jueces para la Democracia (JJpD) y la Uni¨®n Progresista de Fiscales (UPF) pidieron por carta al presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, que ayudara a salir de Pakist¨¢n a 32 antiguas juezas y fiscales que se encuentran, a¨²n hoy, en Islamabad. Los jueces le reprochaban al Gobierno su ¡°olvido¡± de estas mujeres.
La venganza de los talibanes de las que escaparon las ocho juezas refugiadas en Espa?a se cierne a¨²n sobre estas colegas que quedaron atr¨¢s. ¡°En Afganist¨¢n, es muy f¨¢cil asesinar a una mujer¡±, recuerda la exmagistrada del Supremo afgano, Gulalai Hotak (Baghlan, 42 a?os). Ni las juezas ni el resto de mujeres tienen ya d¨®nde acudir, dice, porque ¡°los talibanes han borrado el sistema judicial¡±. ¡°Toda una generaci¨®n¡±, la de esas ni?as que no pueden estudiar a partir de los 12 a?os, que no podr¨¢n ejercer la mayor parte de las profesiones ni viajar sin compa?¨ªa de un pariente var¨®n, ¡°ha quedado sin esperanza¡±, recalca la jueza Nezrabi, que apostilla: ¡°Estados Unidos y sus aliados vinieron a salvar a las mujeres afganas [tras la invasi¨®n de 2001] pero no honraron su promesa¡±.
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