Atrapadas por el yihadismo y asediadas por el hambre: as¨ª es el horror en dos ciudades del Sahel
El cerco establecido por grupos terroristas deja a medio mill¨®n de personas de Djibo, en Burkina Faso, y M¨¦naka, en Mal¨ª, a merced de la violencia, la malnutrici¨®n y las enfermedades
Djibo y M¨¦naka, dos estrat¨¦gicas ciudades del Sahel, aut¨¦nticos cruces de caminos en Burkina Faso y Mal¨ª, respectivamente, que albergan a unas 500.000 personas entre ambas, se encuentran desde hace meses bajo el asedio de grupos armados yihadistas. ¡°Es la desesperaci¨®n total, todas las hojas de los ¨¢rboles en dos kil¨®metros a la redonda han desaparecido porque es lo que est¨¢ comiendo la gente¡±, asegura Adama Kon¨¦, un periodista natural de Djibo, mientras en M¨¦naka unas 90.000 personas necesitan ayuda alimentaria como consecuencia del constante hostigamiento que sufren la poblaci¨®n, los pastores que mueven el ganado por la zona y las rutas comerciales. Ambas ciudades son el mejor ejemplo de las terribles consecuencias del conflicto del Sahel, que ha provocado 30.000 muertos y cuatro millones de desplazados y refugiados en una d¨¦cada.
¡°Nada entra o sale de Djibo sin escolta militar¡±, asegura desde Uagadug¨², capital de Burkina Faso, Oumarou Tao, miembro de la ONG Humanidad e Inclusi¨®n que acaba de regresar de la ciudad asediada gracias a un vuelo humanitario en helic¨®ptero de Naciones Unidas: ¡°Se han acabado los v¨ªveres, incluso si alguien tuviera dinero no podr¨ªa comprar comida en el mercado¡±. Desde el pasado febrero, distintos grupos armados yihadistas, pero sobre todo Ansarul Islam, brazo local de Al Qaeda, asfixian a la ciudad, capital de la provincia de Soum. ¡°Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntos combatientes de estos grupos armados hay, pero pueden ser entre 2.000 y 3.000¡å, a?ade Kon¨¦.
La ciudad alberga en la actualidad a unas 300.000 personas entre residentes y personas que han buscado refugio en ella procedentes de comunidades y localidades vecinas donde ya es imposible vivir debido a la violencia yihadista. En Djibo hay una base militar, pero los soldados se ven incapaces de controlar la situaci¨®n. El ¨²nico acceso seguro es a trav¨¦s de los vuelos humanitarios en helic¨®ptero del Servicio Humanitario A¨¦reo de Naciones Unidas, pero cada aparato apenas puede transportar dos o tres toneladas de ayuda. No es suficiente. ¡°La poblaci¨®n ya se ha comido todas las hojas de los ¨¢rboles a dos kil¨®metros a la redonda. No pueden ir m¨¢s all¨¢ por miedo a ser atacados¡±, explica Kon¨¦. La estaci¨®n de lluvias ha sido generosa este verano, pero in¨²til: nadie cultiva debido a la inseguridad. La educaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ afectada.
En M¨¦naka, en el noreste de Mal¨ª, la situaci¨®n es a¨²n m¨¢s compleja. En torno a esta capital de la regi¨®n del mismo nombre operan tambi¨¦n distintos grupos yihadistas que se enfrentan entre s¨ª, sobre todo Estado Isl¨¢mico del Gran Sahara (EIGS), predominante en la zona, y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en ¨¢rabe), vinculado a Al Qaeda, con la implicaci¨®n de otros actores armados, rebeldes tuaregs y unidades paramilitares pr¨®ximas al Ej¨¦rcito maliense o creadas para la autodefensa por las comunidades. ¡°Desde marzo los enfrentamientos son abiertos, cientos de civiles han muerto. JNIM ha perdido mucho terreno frente a EIGS. Casi todas las localidades han ca¨ªdo en manos de este ¨²ltimo grupo salvo la propia M¨¦naka; de esta regi¨®n solo existe la capital que, adem¨¢s, est¨¢ desbordada por una crisis humanitaria impresionante¡±, asegura una fuente de seguridad desde la propia ciudad.
El robo por parte de los grupos armados de ganado, la principal fuente de ingresos y suministro alimentario en esta zona des¨¦rtica, as¨ª como el cobro de impuestos tambi¨¦n por los yihadistas, asfixia a la poblaci¨®n. A diferencia de Djibo, la ciudad de M¨¦naka recibe ayuda humanitaria por aviones, pero el asedio yihadista provoca enormes desaf¨ªos. El ¨²ltimo informe de Naciones Unidas, del pasado mes de agosto, revela que unas 90.000 personas necesitan asistencia alimentaria, entre ellos 1.768 ni?os con malnutrici¨®n aguda severa, mientras la violencia campa a sus anchas.
Al otro lado de la frontera, en la burkinesa Djibo, los helic¨®pteros de la ONU se concentran en llevar medicamentos contra la malaria y refuerzos nutricionales para los ni?os para evitar que sigan muriendo, como ocurri¨® el pasado 3 de octubre, cuando las organizaciones de la sociedad civil anunciaron el fallecimiento de hambre de ocho peque?os. ¡°Los helic¨®pteros no pueden solucionar el problema, no son la soluci¨®n¡±, asegura Tao, ¡°hay que conseguir que entren camiones¡±. El ¨²ltimo gran convoy humanitario, integrado por unos 200 veh¨ªculos cargados de v¨ªveres y medicamentos m¨¢s la escolta militar, fue atacado en Gaskind¨¦ el pasado 26 de septiembre por los yihadistas: un centenar de camiones fueron quemados y murieron 27 soldados, as¨ª como m¨¢s de medio centenar de civiles, en su mayor¨ªa comerciantes. Este ataque fue el desencadenante final del golpe de Estado militar del pasado 30 de septiembre.
Ante la incapacidad del Gobierno para romper con este bloqueo, en los ¨²ltimos meses se han producido intentos de di¨¢logo entre jefes y comunidades locales con los propios grupos armados, pero salvo algunos momentos puntuales de apertura han sido en vano. Ciudadanos burkineses y organizaciones locales intentan presionar a las autoridades para la adopci¨®n de medidas dr¨¢sticas que permitan un refuerzo de la seguridad y los convoyes humanitarios puedan entrar, ya sea por carretera o por v¨ªa a¨¦rea. En las redes sociales, etiquetas como #PontAerienPourDjibo (Puente a¨¦reo para Djibo) y #AgirPourDjibo (Actuar por Djibo) intentan movilizar a la poblaci¨®n.
En los ¨²ltimos a?os, los grupos yihadistas del Sahel hab¨ªan logrado poco a poco ir haci¨¦ndose fuertes en las zonas rurales, pero en lo que va de a?o han subido un pelda?o en su estrategia de implantaci¨®n en la regi¨®n con el objetivo de asfixiar a estas ciudades estrat¨¦gicas, pero tambi¨¦n con la vista puesta en ataques espor¨¢dicos en las capitales, Bamako y Uagadug¨². El pasado verano, un informe de la organizaci¨®n Promediation revel¨® una reuni¨®n de Jafar Dicko, l¨ªder de Ansarul Islam, con sus lugartenientes en la que les ordenaba tomar posiciones en torno a la capital burkinesa antes de diciembre. La capital maliense y su extrarradio tambi¨¦n fueron objeto de ataques en agosto, el m¨¢s sonado el que sufri¨® la base militar de Kati, donde reside el actual presidente, Assimi Go?ta.
El aumento de la capacidad de los yihadistas para aislar a ciudades enteras en el Sahel ha coincidido con la retirada militar francesa de Mal¨ª, que se hizo efectiva el pasado verano, y est¨¢ detr¨¢s de la inestabilidad en ambos pa¨ªses, donde se han vivido cuatro golpes de Estado desde 2020, los ¨²ltimos en Burkina Faso en enero y hace dos semanas. En Mal¨ª, la junta militar ha recurrido a instructores rusos y efectivos de la empresa privada Wagner, pr¨®xima al presidente Vlad¨ªmir Putin, para reforzar sus operaciones antiterroristas, mientras que en Burkina Faso miles de ciudadanos piden a las autoridades que sigan el mismo camino en un contexto de creciente hostilidad popular hacia la presencia francesa.
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