El agua potable, nuevo frente de la lucha por los derechos civiles en EE UU

La siniestra t¨²nica con capucha de un miembro del Ku Klux Klan ilustra los cr¨ªmenes, abusos y segregaci¨®n de la poblaci¨®n negra de Misisipi en el Museo de Derechos Civiles de Jackson. Suena m¨²sica soul, pero cuando unos sensores detectan el paso del visitante le lanzan improperios racistas para sensibilizar sobre el trato que se daba a los afroamericanos. La exposici¨®n recuerda tambi¨¦n c¨®mo la tortura y asesinato impunes del muchacho de 14 a?os Emmett Till en 1955 por silbar a una mujer blanca (sobre lo que se acaba de estrenar una pel¨ªcula) impulsaron la lucha por los derechos civiles. La batalla por la igualdad no ha terminado y en Jackson tiene un nuevo frente, que el museo a¨²n no recoge: el agua potable.

La capital de Misisipi, de unos 150.000 habitantes, con m¨¢s de un 80% de poblaci¨®n negra y un 25% de pobres, carece de un servicio de agua corriente m¨ªnimamente fiable, algo que parece incre¨ªble en una gran ciudad de la primera potencia mundial. La crisis del agua de Jackson no es nueva, pero se mostr¨® con toda su crudeza en agosto pasado, cuando las lluvias provocaron una aver¨ªa en el vetusto sistema de bombeo y canalizaci¨®n y dejaron sin suministro durante d¨ªas a casi toda la ciudad. ¡°Fue una pesadilla¡±, comenta una estudiante universitaria de 19 a?os en Jackson. Los habitantes de la ¨²nica gran ciudad del Estado no pod¨ªan ba?arse, tirar de la cadena, lavar, cocinar o beber sin aprovisionarse por su cuenta. Cuando volvi¨® el agua, sal¨ªa marr¨®n. Durante semanas se mantuvo el aviso de no consumir agua del grifo sin hervirla previamente, que ya es habitual en la ciudad.

El gobernador de Misisipi, el republicano Tate Reeves, declar¨® una ¡°situaci¨®n de desastre y de peligro extremo para la seguridad de las personas y los bienes¡±. El alcalde de la ciudad, el dem¨®crata Chokwe Antar Lumumba, fue m¨¢s rotundo: ¡°Estamos en constante estado de emergencia¡±. Alcalde y gobernador est¨¢n enfrentados pol¨ªticamente y se culpan mutuamente de la situaci¨®n.

Jackson no tiene un problema de sequ¨ªa. Al rev¨¦s, dispone de agua en abundancia. El embalse de Barnett, que ocupa m¨¢s de 13.000 hect¨¢reas, luc¨ªa este martes a rebosar al norte de la ciudad. El r¨ªo Pearl bordea el centro urbano. Lo que no logra Jackson es hacer llegar el agua en condiciones a sus ciudadanos. Algunas tuber¨ªas tienen m¨¢s de 100 a?os de antig¨¹edad y el d¨¦ficit de inversiones se extiende al alcantarillado y las plantas de tratamiento de agua. El problema ilustra c¨®mo parte de las infraestructuras de Estados Unidos se han quedado obsoletas.

Priscilla Sterling es profesora del Instituto Murrah de Jackson. Vive con su madre, su padrastro, su hija de 24 a?os y su nieto de seis a?os. En su casa beb¨ªan agua del grifo, se lavaban los dientes con ella y la usaban para cocinar. Ahora, Sterling asegura que a sus hijos se les ha diagnosticado intoxicaci¨®n por plomo. Ella sufre migra?as. Su hija de 24 a?os tiene un problema de aprendizaje y recurrentes infecciones por hongos. Toda la familia ha experimentado episodios frecuentes de picores inexplicables. Priscilla es una de las personas que promueven una demanda colectiva contra autoridades y contratistas. ¡°El suministro de agua de la ciudad de Jackson se ha descuidado durante d¨¦cadas¡±, afirman sus abogados. ¡°Incluso antes de que fallara el suministro, el agua de Jackson no era apta para el consumo humano debido a los altos niveles de plomo y otros contaminantes¡±, a?aden.

Por su lado, la Agencia de Protecci¨®n del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA, en sus siglas en ingl¨¦s) ha abierto una investigaci¨®n de derechos civiles a petici¨®n de la Asociaci¨®n Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP). La organizaci¨®n denuncia que las autoridades estatales ¡°han discriminado a la poblaci¨®n mayoritariamente negra de la ciudad de Jackson por motivos de raza en su financiaci¨®n de los programas y actividades de infraestructura y tratamiento del agua¡±. ¡°El agua es un derecho humano, pero para muchas familias de Jackson el acceso regular al agua potable est¨¢ fuera de su alcance¡±, sostiene la NAACP.

El profesor de Historia de la Universidad estatal de Jackson, Robert Puckett, explica que la ra¨ªz de la crisis del agua de Jackson se remonta a 1970, cuando los tribunales forzaron finalmente ¡ªen 1954 el Tribunal Supremo ya hab¨ªa sentenciado en ese sentido¡ª a dejar de segregar a los ni?os en las escuelas. ¡°En Misisipi eso supuso que muchos padres blancos retiraran a sus hijos de los colegios p¨²blicos, unos 10.000 ni?os en el distrito escolar de Jackson¡±. La mayor¨ªa de ellos terminaron en escuelas privadas promovidas por supremacistas blancos o en colegios p¨²blicos de barrios residenciales de las afueras, en distritos escolares donde pr¨¢cticamente solo viv¨ªan blancos.

Ese movimiento de migraci¨®n a las afueras hizo que dejasen Jackson, la capital de Misisipi, los l¨ªderes pol¨ªticos, econ¨®micos, empresariales y religiosos y que se desentendiesen de la ciudad y sus infraestructuras. Jackson perdi¨® as¨ª a sus principales contribuyentes y entr¨® en un c¨ªrculo vicioso que ha provocado posteriormente la migraci¨®n a esas zonas residenciales de las familias negras m¨¢s pudientes, drenando a¨²n m¨¢s los recursos de la ciudad. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Jackson era blanca en 1970. Hoy hay m¨¢s de un 80% de afroamericanos y solo un 15% de blancos. En ese 15% se encuentra Puckett, que se?ala: ¡°No es una sorpresa que la naturaleza cada vez m¨¢s negra de Jackson haya generado una actitud cada vez m¨¢s hostil de los l¨ªderes estatales blancos¡±.

¡°La riqueza blanca est¨¢ en los barrios perif¨¦ricos y en Jackson, la capital negra, encuentras pobreza extrema¡±, a?ade Puckett. A pocos kil¨®metros del centro de Jackson, en barrios como Madison, Clinton y Ridgeland, el servicio funciona perfectamente. El contraste es brutal en zonas donde basta con cruzar la l¨ªnea de delimitaci¨®n de la ciudad para pasar de un universo a otro.

El alcance de la crisis del agua va mucho m¨¢s all¨¢ de no poder ducharse o tirar de la cadena. El desayuno y el almuerzo que dan las escuelas es vital para muchos ni?os pobres, as¨ª que cuando tienen que dar clases a distancia genera da?os colaterales. Hay empresas que cierran (restaurantes, hoteles, lavander¨ªas, peluquer¨ªas¡­) y gente que pierde su trabajo, en otro c¨ªrculo vicioso. En la propia peluquer¨ªa de la Universidad, el encargado reconoce que tuvieron que cerrar varios d¨ªas por la falta de agua. Frid, en cambio, ha tenido m¨¢s trabajo de lo habitual. Es empleado de una empresa de reparto de agua embotellada y de venta de sistemas de filtrado y purificaci¨®n. ¡°El agua de Jackson es de mala calidad normalmente, pero lo que ha sido muy duro para las familias es quedarse por completo sin agua¡±, dice tras una parada en su ruta.

Puckett cree que es evidente el menosprecio del gobernador del Estado a la ciudad (¡°como siempre, es un gran d¨ªa para no estar en Jackson¡±, dijo recientemente en un acto en Hattiesburg). Y, adem¨¢s, considera que es una estrategia deliberada: ¡°Nuestro gobernador lo est¨¢ usando como grito de guerra. Creo que le ayuda pol¨ªticamente con su base de votantes blancos conservadores¡±. Las elecciones a gobernador ser¨¢n el a?o pr¨®ximo. El 8 de noviembre, Misisipi elige cuatro esca?os de la C¨¢mara de Representantes, pero todas las quinielas apuntan a que los republicanos mantendr¨¢n sus tres distritos y los dem¨®cratas, uno. En numerosos Estados se repite esa dicotom¨ªa entre gobernador republicano elegido con el apoyo de las ¨¢reas rurales y de las zonas residenciales acomodadas que castiga financiera y regulatoriamente a las grandes ciudades gobernadas por dem¨®cratas (muchas de ellas con un alto porcentaje de poblaci¨®n negra).

Sequ¨ªa extrema y plomo

Aunque Jackson es un caso ¨²nico, los problemas con el agua no son exclusivos de la capital de Misisipi. En los Estados del oeste, el problema es la sequ¨ªa extrema que padecen desde hace a?os. En el este, Newark, la mayor ciudad de Nueva Jersey, sufri¨® una grave crisis por contaminaci¨®n con plomo hace unos a?os. La EPA calcula que hay entre 6 y 10 millones de tuber¨ªas de plomo en las ciudades y pueblos de Estados Unidos, muchas de ellas en comunidades afroamericanas e indias y en barriadas de bajos ingresos. El Gobierno de Joe Biden ha incluido 50.000 millones de d¨®lares [unos 49.850 millones de euros] en su ley de infraestructuras para financiar inversiones en mejorar la calidad del recurso, de los que m¨¢s de 20.000 millones est¨¢n destinados a que el agua del grifo sea potable y segura. Su objetivo es retirar todas las tuber¨ªas de plomo.

Adem¨¢s del suministro y calidad del agua, la ley de infraestructuras firmada por Biden hace un a?o prev¨¦ movilizar m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares en inversiones en carreteras, puentes, aeropuertos, ferrocarriles, redes y otras infraestructuras. Recibi¨® no solo el apoyo dem¨®crata, sino tambi¨¦n el de 19 de los 50 senadores republicanos y de 13 de sus m¨¢s de 200 miembros de la C¨¢mara de Representantes, para disgusto de Donald Trump. La trumpista ac¨¦rrima Marjorie Taylor Greene les llam¨® traidores y tuite¨® sus nombres y los tel¨¦fonos de sus oficinas para que los votantes republicanos se quejasen.

La gran mayor¨ªa de los congresistas republicanos se opusieron a la ley, que pretende renovar un parque de infraestructuras vetusto y anticuado. Muchos republicanos tildaron de ¡°socialismo¡± el plan de infraestructuras de Biden. El propio presidente, en un acto reciente, se veng¨® de ellos porque muchos de los que criticaron el plan luego acabaron pidiendo dinero del mismo. ¡°No sab¨ªa que hab¨ªa tantos republicanos socialistas¡±, se burl¨®.

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